1. Transformación Económica
1.1. Agricultura
Durante el siglo XIX, la agricultura española experimentó cambios profundos, transitando del régimen señorial al capitalismo. La desvinculación de la tierra, con la supresión del mayorazgo y las manos muertas a partir de las Cortes de Cádiz, permitió la libre propiedad y la posibilidad de vender las tierras. Este proceso afectó tanto a la nobleza como a la Iglesia, cuyos bienes fueron expropiados en la desamortización de Mendizábal (1836) para financiar la guerra Carlista y afianzar el régimen liberal. Aunque la producción agrícola no creció como se esperaba, esta medida sentó las bases para la transformación del sector.
Posteriormente, la desamortización de Madoz (1855) expropió tierras de los ayuntamientos para financiar la construcción del ferrocarril. Aumentó la superficie cultivable, pero las técnicas no mejoraron debido a la mano de obra barata. El cultivo de cereales, la vid y el olivar fueron predominantes. La extensión de viñedos creció a partir de 1860 por la demanda francesa, pero la llegada de la filoxera a finales de siglo provocó una crisis. En las zonas de regadío de Levante, se producían agrios y hortalizas para la exportación, y a finales de siglo se introdujo el cultivo de la remolacha azucarera tras la pérdida de Cuba.
La ganadería perdió importancia, desapareciendo la Mesta debido a la falta de tierras.
1.2. Industria
España experimentó un retroceso industrial debido a las guerras (Independencia y Carlista), la falta de capital, la baja demanda interna y la ausencia de infraestructuras como el ferrocarril. La industrialización fue tardía y cara, apoyada en el proteccionismo. No obstante, surgieron algunas zonas industriales:
- Textil: Cataluña (algodón y lana) y Valencia (seda).
- Siderurgia: Tras un primer intento fallido en Málaga, la industria siderúrgica moderna se estableció en el País Vasco en 1848 (familia Ibarra), impulsada por la inversión inglesa y la explotación de las minas de hierro. A partir de 1880, Asturias también desarrolló una importante industria siderúrgica.
- Química: Cataluña y País Vasco (tintes, abonos y explosivos).
- Alimentaria: Dispersa por toda España (harina y conservas, especialmente en Galicia).
- Minería: La Ley de Minas de 1868 favoreció la entrada de capital extranjero para la explotación de recursos como hierro, cobre, plomo y mercurio, destinados a la exportación.
1.3. Comercio, Ferrocarril y Banca
El mercado interior español era escaso debido a las dificultades de transporte y al bajo nivel de vida. El comercio exterior se basaba en la exportación de productos alimenticios y materias primas, y la importación de productos manufacturados, bajo un régimen proteccionista.
La construcción del ferrocarril se impulsó a partir de 1855 con la Ley de Ferrocarriles, que atrajo capital extranjero mediante concesiones. El ancho de vía español, diferente al europeo, fue determinado por estas empresas.
La banca española, tradicionalmente pequeña, comenzó a crecer a partir de 1856. La Restauración (1876) y la pérdida de Cuba y Filipinas (1898) impulsaron su desarrollo, concentrándose principalmente en el País Vasco y Cataluña. El Banco de España se creó en el siglo XIX para gestionar los ingresos del Estado, realizar pagos y emitir moneda.
2. Cambios Sociales
2.1. Sociedad de Clases
La población española aumentó durante el siglo XIX, pero de forma lenta e irregular debido a la alta mortalidad, las enfermedades, la escasez de alimentos, la emigración a América y las guerras. La emigración del campo a la ciudad, especialmente a Cataluña y el País Vasco, impulsó el crecimiento de ciudades como Madrid, Bilbao y Barcelona. A finales de siglo, la población pasó de 11 a 18 millones de habitantes.
- Clase Alta: Nobles y burgueses, grandes propietarios y dirigentes políticos, afines al Partido Moderado.
- Clase Media: Pequeños empresarios, profesionales y funcionarios, escasa pero en crecimiento a partir de la Restauración, con tendencia republicana.
- Clase Baja: Mayoritaria, compuesta por jornaleros, propietarios de minifundios, obreros, empleados del sector servicios y pobres, con bajos salarios, analfabetismo y malas condiciones de vida.
2.2. Movimiento Obrero
El movimiento obrero español surgió en 1835 en Cataluña, influenciado por los movimientos europeos. Tras un primer fracaso, en 1840 se crearon asociaciones de ayuda mutua. Los obreros apoyaron al Partido Progresista, pero al no obtener mejoras, se inclinaron por los Demócratas, defensores del sufragio universal y la república. En 1868, durante el Sexenio Democrático, se creó el primer sindicato español, «Las Tres Clases de Vapor», en Cataluña.
En 1870, Giuseppe Fanelli introdujo el anarquismo en España, mientras que en 1871, Paul Lafargue difundió el marxismo en Madrid. La Primera Internacional (AIT) se disolvió en 1872, y con la Restauración en 1875, los movimientos obreros fueron perseguidos. Los marxistas fundaron el PSOE en 1879 (Pablo Iglesias) y la UGT en 1888. Los anarquistas se organizaron en la FTRE, con mayor presencia en Cataluña, Levante y Andalucía.
A finales de siglo, la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII mostró la preocupación de la Iglesia por la situación de los trabajadores, promoviendo la creación de sindicatos católicos, especialmente en Castilla y León.