Primeras Elecciones y Crisis de la UCD
En abril de 1979 se convocaron las primeras elecciones municipales democráticas, que en la mayoría de las ciudades, mediante un acuerdo postelectoral, dieron el triunfo a los partidos de izquierda, quienes se hicieron con las principales alcaldías. En marzo de 1980 se celebraron las primeras elecciones autonómicas en el País Vasco y Cataluña, que dieron el triunfo a los nacionalistas. Ambos resultados supusieron un revés para el gobierno, pero los principales problemas de Suárez no venían de los fracasos electorales, sino del interior de su propio partido. La UCD era una coalición poco cohesionada y sin una dirección efectiva, donde los enfrentamientos y rivalidades entre los integrantes eran cada vez más frecuentes. Paralelamente, la oposición se crecía y en 1980 el socialista Felipe González presentó una moción de censura contra el Gobierno de Suárez, esto provocó el refuerzo de la figura de González como líder de la oposición. Harto de toda esta situación, Suárez dimitió el 29 de enero de 1981. El rey designó a Leopoldo Calvo Sotelo candidato a la presidencia y su investidura quedó fijada para el 23 de febrero.
El Golpe de Estado del 23-F
La escalada de ETA y la aprobación de los Estatutos de Autonomía, percibidos por los ultraconservadores como una amenaza contra la unidad de la patria, provocaron que la ultraderecha, sectores militares y grupos reaccionarios pidiesen abiertamente una insurrección. El momento propicio se presentó mientras se celebraba la votación de investidura de Calvo Sotelo: un grupo de guardias civiles dirigidos por el teniente coronel Tejero entraron en las Cortes secuestrando el poder legislativo y ejecutivo. El capitán general de Valencia, Jaime Milans del Bosch, decretó el estado de guerra y publicó un bando que recordaba los del verano de 1936. Alfonso Armada era otro de los principales golpistas. El golpe no contó, sin embargo, con el apoyo unitario del ejército. La labor de algunos militares como Quintana Lacaci, capitán general de Madrid, fue clave para abortar el golpe. El momento decisivo llegó la madrugada del 24 de febrero, cuando el rey se dirigió a los ciudadanos explicando las órdenes que había transmitido a los altos cargos militares de sumisión al orden constitucional. El golpe del 23 de febrero fracasó, pero demostró la fragilidad que aún tenía la democracia en España.
El Gobierno de Calvo Sotelo y la Consolidación Democrática
El 24 de febrero, Calvo Sotelo era nombrado presidente de un gobierno que duraría un año y medio y estaría presidido por las disensiones internas en el seno de la UCD. Durante su etapa de gobierno tuvo lugar la aprobación de muchos de los estatutos de autonomía. Galicia y Andalucía quedaron constituidas como comunidades históricas, al igual que País Vasco y Cataluña. En este período también se produjo una transferencia continua de competencias del gobierno central a las CCAA. Desde el punto de vista social, el hecho más relevante fue el “escándalo del aceite de colza”, envenenamiento masivo por la venta fraudulenta de aceite en mal estado. También en 1981 se aprobó la ley del divorcio, muy criticada desde sectores conservadores, y tuvo lugar la aparición del SIDA. Sin embargo, una de las medidas más polémicas fue la tramitación de España en la OTAN, que se veía como la antesala al ingreso en la CEE. La medida fue masivamente criticada por la izquierda, especialmente por el PSOE, que prometió convocar un referéndum si ganaba las elecciones. Paralelamente, la crisis interna de la UCD se recrudecía al igual que la del PCE, también con problemas internos. Por el contrario, el PSOE asistía al reforzamiento del liderazgo de Felipe González y una mayor moderación en su ideario que le hizo abandonar posturas radicales. En este contexto, Calvo Sotelo convocó elecciones anticipadas para el 28 de octubre de 1982, que supondrían el fin de la etapa centrista e inaugurarían la etapa de gobiernos socialistas hasta 1996.
Conclusión
Tras un período sumamente complejo que arranca en 1975, España ha logrado por fin la normalidad democrática. El sistema democrático ha arraigado con fuerza en nuestro país superando las dificultades de este complicado período: terrorismo, peligro golpista, crisis económicas, entre otras. Durante la transición, vivimos un período de nuestra reciente historia en la que la Constitución de 1978 logró superar las tensiones y encauzar la vida de nuestro país de forma pacífica.
De todas formas, no todo ha sido positivo. Aunque el consenso y la búsqueda de formas legales evitaron los peligros para la joven democracia, no acostumbraron a los ciudadanos a hacer valer su voz, sino que todo el mecanismo político se depositó en el funcionamiento de los partidos y en su monopolio de la vida política. Es por ello que a nuestra democracia aún le queda ganar el espacio ciudadano real que pueda hacer oír su voz prescindiendo de los partidos tradicionales.