La Restauración Moderada en España: Del Reinado de Alfonso XII a la Regencia de María Cristina

La Restauración Moderada en España

El Reinado de Alfonso XII (1874-1885)

Tras el golpe del general Pavía, el general Serrano tomó el gobierno e intentó terminar con la guerra carlista. En 1874, el general Martínez Campos proclamó en Sagunto a Alfonso XII como rey y obtuvo el apoyo del ejército. Cánovas del Castillo apelaba a la burguesía para que sostuviera el trono de Alfonso XII.

Las medidas que Cánovas del Castillo tomó en 1875 fueron:

  • Lograr el apoyo de la Iglesia.
  • Suspender periódicos de la oposición.
  • Crear una nueva policía y nuevos tribunales para los delitos de imprenta.
  • Conseguir un ejército amigo.
  • Depurar a los funcionarios.
  • Nombrar al rey jefe supremo de los ejércitos, acabando con la guerra carlista.
  • Convocar Cortes por sufragio universal masculino.

La discusión de la futura constitución se hizo de una manera flexible para que pudiera dar cabida a las diferentes posturas liberales. Antes de comenzar los debates, Cánovas estableció unos puntos de partida: colocar a la monarquía por encima de los partidos políticos y establecer como instituciones fundamentales a la monarquía y las Cortes.

Se creó una nueva constitución en 1876. La elaboración de la nueva constitución fue rápida. Los diputados se dividieron entre los defensores de la unidad católica y los partidarios de la tolerancia religiosa.

La Constitución establecía:

  • División de poderes, pero el rey era el encargado de nombrar al jefe del gobierno.
  • Reconocimiento de las libertades políticas básicas.
  • Un Parlamento bicameral con un Senado formado por senadores vitalicios.

Una vez aprobada la Constitución, comenzó a funcionar el sistema canovista, que se apoyaba en dos pilares: la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, y la existencia de unos partidos políticos oficiales que aceptaran la legalidad constitucional. Cánovas pensaba que era fundamental la existencia de dos partidos. Serían partidos que nada tendrían que ver con los partidos de masas. Estarían apoyados por la burguesía y formarían la clase política del país. La ley electoral de 1878 había establecido el sufragio censitario.

Cánovas era el jefe del partido liberal-conservador, formado por diputados de la alta burguesía. Necesitaba un partido de izquierda y así apareció el partido liberal-fusionista, formado por progresistas y demócratas que habían votado la constitución de 1869 y tenía como jefe a Sagasta.

En los primeros años del gobierno de Cánovas se buscaron tres objetivos: el reforzamiento de la coerción política, el autoritarismo y el centralismo.

  • Se eliminaron los fueros de las provincias vascas por la ley de julio de 1876.
  • Centralismo de Madrid: se restringió la participación ciudadana en las elecciones de estos cargos; además, en las poblaciones con más de 30.000 habitantes, los alcaldes serían nombrados por el rey.
  • Se restringió la libertad de imprenta. La Iglesia volvía a intervenir en la censura de los libros en lo que a moral y buenas costumbres se refería. La ley de imprenta de 1879 establecía como delito todo ataque sobre el sistema político.

El turno pacífico era una fórmula que, gracias a la manipulación electoral, daba a ambos partidos la posibilidad de alternarse en el gobierno de forma pacífica. El sistema quedaba asegurado por el liderazgo de los dos partidos, centrado en Madrid. La práctica consistía en encontrar un parlamento adecuado, falseando la voluntad nacional. Se elaboraba una lista con los candidatos que contaban con el beneplácito del gobierno. Cuando el pacto parecía seguro, se utilizaba el pucherazo.

El caciquismo consistía en el control del poder en determinadas zonas rurales por personas de gran influencia y prestigio social. Suponía la dependencia personal del cacique sobre los campesinos. Los caciques eran los miembros de unas élites locales: era una sociedad cerrada. Mientras que el funcionario podía cambiar y dependía de Madrid, el cacique permanecía siempre, siendo el único interlocutor entre el pueblo y el gobierno. Eran amos y señores de los pleitos rurales, eran dispensadores de favores a cambio de votos.

La Regencia de María Cristina (1885-1902)

En 1885 murió Alfonso XII. Mateo Sagasta y Cánovas llegaron a un acuerdo en el Pacto del Pardo y comenzó la regencia de María Cristina, que duraría hasta 1902. A lo largo de estos años se mantuvo el sistema de alternancia. La reina mantuvo un claro equilibrio institucional.

Sagasta formó gobierno en cinco ocasiones, aprobando la ley de libertad de reunión y expresión en 1881 y la ley de prensa en 1883.

Cánovas del Castillo estableció en su gobierno una distinción entre los partidos políticos. Se podían distinguir tres grupos:

  • Los republicanos históricos, que seguían a Emilio Castelar y estaban a favor de una democracia que no comprometiera la unidad nacional ni el orden social.
  • Los federalistas, mejor organizados, cercanos al movimiento obrero. En su programa político buscaban mejorar las condiciones de los trabajadores y el uso de la huelga.
  • Los republicanos progresistas, dirigidos por Ruiz Zorrilla, que pretendían el cambio de régimen con medidas subversivas. Aspiraban a una organización federal de la sociedad.

Entre 1875 y 1890 fueron elegidos algunos diputados republicanos que no podían hablar en nombre de ningún partido político, como por ejemplo Emilio Castelar.

El Movimiento Obrero

El movimiento obrero se opuso rotundamente al sistema canovista. En 1872, la mayor parte de los congresistas decidieron decantarse por el anarquismo; esto significaba una separación radical entre el mundo obrero y la política oficial. Se creó la Federación de Trabajadores de la Región Española. Los componentes de la comisión nacional de esta federación, catalanes, optaron por desechar la idea de la destrucción del estado y organizar una resistencia solidaria y pacífica, por lo que se vieron enfrentados al sector andaluz, partidario de la violencia.

El 2 de mayo de 1879 se constituyó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y se creó también una comisión para redactar el programa político y el reglamento del partido. El PSOE proponía tres condiciones indispensables para el triunfo del proletariado: la posesión del poder político por la clase trabajadora, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, la lucha por los derechos de asociación y reunión, libertad de prensa, sufragio universal, jornada de 8 horas y salarios iguales para trabajadores de ambos sexos.

Tras obtener escasos resultados políticos en el siglo XIX, en el siglo XX se inicia la colaboración entre los socialistas y los republicanos, y así, en 1910, se consiguió el primer diputado socialista: Pablo Iglesias.

La integración de las mujeres en las fábricas fue muy temprana, sobre todo en la industria textil algodonera. Sus salarios no superaban el 50% o 60% del de los hombres. A pesar de todo, surgieron dirigentes femeninas en el movimiento obrero como Teresa Claramunt, fundadora de la revista anarcosindicalista El Productor.

El Nacionalismo

El liberalismo nació en un contexto de guerra que había terminado con la victoria de los grupos sociales y políticos liberales más conservadores. El estado español olvidó dedicar recursos a obras públicas, la educación o las comunicaciones, lo que provocó un centralismo legal, pero un localismo real.

En Cataluña, el nacionalismo fue surgiendo como un movimiento cultural, la Renaixença, que abarcaba todos los ámbitos de la actividad intelectual que tuvieran relación con Cataluña. En 1882, Almirall fundó el Centre Català, que sirvió de unión entre la burguesía federal y la conservadora.

En 1885 se fundó el primer partido nacionalista vasco con una solemne declaración antiespañola. Pero el partido no consiguió nada durante el periodo en que estuvo controlado por los seguidores de Arana, por lo que se vio obligado a ampliar las bases hacia una burguesía más moderna e industrial.

El nacionalismo gallego se diferencia del catalán o del vasco en que fracasó en su intento de construir una fuerza política homogénea.

El andalucismo comenzó a caminar en 1873 con Blas Infante. En Antequera, en 1873, décimo aniversario de la I República, este proclamó la constitución federalista andaluza y se solicitó una Andalucía soberana y autónoma.

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