La Guerra Hispano-Estadounidense y la Crisis de 1898: El Fin del Imperio Español

La Guerra Colonial y la Crisis de 1898

El Fin del Imperio Español

El final del imperio español se produjo en 1898 como consecuencia de la guerra entre España y Estados Unidos, desarrollada en dos escenarios: Cuba y Filipinas, donde previamente se habían originado movimientos independentistas.

La Situación en Cuba

La mayoría de los políticos españoles eran contrarios a conceder ningún tipo de autonomía a Cuba, ya que para ellos autonomía e independencia eran equivalentes. Un ejemplo fue el Plan de Reformas Coloniales de Maura de 1893, al que se opusieron en las Cortes los sectores más intransigentes del españolismo, quienes tacharon de separatista lo que era un simple proyecto de gobierno autónomo muy limitado.

Tan tajante actitud provocó que disminuyeran cada vez más las filas de los partidarios cubanos de la autonomía y aumentaran las de los independentistas. En 1895 estalló la revuelta, bajo la dirección de José Martí -dirigente e ideólogo del Partido Revolucionario Cubano- y los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo: había comenzado la tercera guerra de Cuba contra España. La contienda tenía un fuerte contenido revolucionario por parte de los insurrectos cubanos, en gran medida campesinos impulsados por el partido de Martí, quien murió en combate al poco de comenzar la guerra.

España envió de nuevo al eficaz general Martínez Campos, que dimitió y fue sustituido al año siguiente por el general Weyler, representante de la línea dura, cuyo objetivo era la victoria militar sin negociaciones. No obstante, a finales de 1897, se sustituyó al general Weyler y se retomó, demasiado tarde, la estrategia de la negociación.

Pero la clave del conflicto fue la intervención de Estados Unidos, cuyos intereses económicos en la isla desempeñaron un papel de primer orden, en especial los de la American Sugar Refining Company. Antes de intervenir, Estados Unidos había realizado gestiones de todo tipo para resolver el conflicto a su favor, incluida una oferta de compra de la isla al Gobierno español.

Finalmente, tuvo lugar la voladura del acorazado Maine en 1898: enviado a la bahía de La Habana con el fin de proteger a los residentes estadounidenses en Cuba, explotó en extrañas circunstancias; con este pretexto, Estados Unidos declaró la guerra a España, a menos que renunciara a la soberanía sobre Cuba en el plazo de tres días.

La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba, mientras tropas estadounidenses invadían Cuba y Puerto Rico.

La Situación en Filipinas

El otro escenario colonial importante fueron las Islas Filipinas, que nunca habían despertado interés en España como las colonias americanas. Pero tras la pérdida de estas a comienzos del siglo XIX, se dirigió de nuevo la atención hacia la riqueza en tabaco y azúcar de Filipinas, cuya explotación y comercio se intentó fomentar, sobre todo a partir de la Restauración.

Desde hacía tiempo, habían aparecido también en Filipinas movimientos de carácter nacionalista, y en 1896 estalló una revolución que aspiraba a la independencia.

Cuando los norteamericanos declararon la guerra a España en 1898 por la cuestión cubana, se presentaron también ante los filipinos como sus libertadores. Al igual que en Cuba, la flota estadounidense infligió una aplastante derrota a la española cerca de Manila y, posteriormente, las tropas americanas entraron en la capital filipina.

El Tratado de París y sus Consecuencias

La guerra hispano-estadounidense, conocida también como Guerra de los Cien Días, finalizó con la capitulación de España en agosto de 1898 y la firma del Tratado de París en diciembre de ese mismo año.

En este tratado, Estados Unidos impuso a España sus condiciones, utilizando como último argumento su superioridad militar. Las estipulaciones principales fueron de carácter territorial:

  • España perdía Cuba, que fue ocupada de modo provisional por Estados Unidos.
  • España cedía a Estados Unidos Puerto Rico, Guam y las Islas Filipinas, estas últimas a cambio de 20 millones de dólares.

El Tratado de París representó el primer capítulo del colonialismo estadounidense y el último del colonialismo español en América y el Pacífico – a España solo le quedaban en el océano Pacífico los archipiélagos de las Marianas, las Carolinas y Palaos, que fueron vendidas poco después a Alemania.

Los políticos españoles habían desaprovechado las oportunidades de implantar reformas en las colonias y esto condujo finalmente a la guerra.

Por otra parte, tras la intervención estadounidense, el Gobierno español había planteado como única alternativa a la guerra el deshonor, sin reparar en la imposibilidad militar de vencer a un enemigo mucho más poderoso.

En cualquier caso, los verdaderos perdedores fueron…

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *