La Segunda República Española y la Transición: De la Guerra Civil a la OTAN

La Segunda República Española

La Guerra Civil (1936-1939)

La sublevación militar de julio de 1936 provocó la inmediata dimisión del Gobierno, dirigido por Santiago Casares Quiroga, y el encargo del presidente Manuel Azaña a Diego Martínez Barrio para formar un nuevo gobierno. El fracaso de este lo llevó también a dimitir el mismo 19 de julio. De este modo, Azaña confió a José Giral la inmediata formación de un nuevo gobierno y comenzó entonces la entrega de armas al pueblo. Hasta el fin de la guerra, las instituciones republicanas siguieron funcionando sobre la base de la pluralidad y con la Constitución en vigor.

El gobierno de Largo Caballero

El presidente Azaña encargó formar gobierno a Francisco Largo Caballero, líder de la izquierda del PSOE. En la Guerra Civil española tuvo lugar un hecho excepcional en la historia del movimiento anarquista. El 5 de noviembre de 1936, la Gaceta de la República publicaba los nombramientos: Peiró, ministro de Industria; López, ministro de Comercio; Oliver, ministro de Justicia; y Montseny, ministra de Sanidad.

El gobierno abandonó Madrid, amenazada por las columnas del sur, trasladándose a Valencia. Madrid quedó bajo la autoridad de una Junta de Defensa dirigida por el general Miaja. El gobierno de Largo Caballero llevó a cabo las principales reformas políticas y militares en los meses siguientes. La España republicana asistía a una auténtica revolución social, en la que se reflejaron dos tendencias: por un lado, comunistas, socialistas moderados y republicanos; y por otro lado, anarquistas, trotskistas y socialistas radicales. Los enfrentamientos llegaron a su culminación en mayo de 1937, con combates en Barcelona. En esa lucha fue detenido y asesinado el líder del POUM, Andreu Nin.

Pero el aspecto más llamativo y transformador radicó en las colectivizaciones de empresas y explotaciones agrarias que fueron llevadas a cabo por las organizaciones sindicales campesinas.

El gobierno de Negrín

El gobierno republicano pasó a estar dirigido por Juan Negrín, del PSOE. En la zona republicana, las derrotas enturbiaron aún más las relaciones entre la Generalitat y el gobierno central. Juan Negrín trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona buscando el control de las industrias catalanas.

Negrín publicó los «Trece Puntos», en los que expresaba su propósito de que, una vez ganada la guerra, volviera la Constitución del 31. Fue el último intento de parar la guerra, pero serían rechazados. Tras la caída del frente norte y las derrotas de 1938, las esperanzas republicanas estaban en quiebra. El Estado republicano ya no existía cuando Azaña dimitió. Al poco se sublevó la flota republicana en Cartagena contra el control comunista. Franco ordenó que sus tropas ocuparan lo que quedaba de la España republicana sin que encontraran la más mínima resistencia.

La Transición Española

Gobierno de Calvo Sotelo

El 26 de febrero fue investido finalmente Calvo Sotelo presidente del gobierno. Tuvo que enfrentarse a una situación donde cobraba protagonismo la economía. Como consecuencia del intento golpista del 23-F, la moderación sería dominante. El nuevo Gobierno mostró especial interés por resolver los problemas económicos más urgentes y contó con el apoyo de unos sindicatos maduros que negociaban con responsabilidad y que habían reducido la conflictividad.

Una de las prioridades del gobierno fue impulsar la política exterior de acercamiento a Europa y sus instituciones. Calvo Sotelo llevó a cabo la adhesión de España a la OTAN. La incorporación de España a la OTAN significaba un reforzamiento del flanco mediterráneo poco después de que se produjera la salida de Francia de la estructura militar de la organización. La adhesión de España, firmada el 5 de junio de 1982, significaba también una aplicación del uso de las bases norteamericanas instaladas en el suelo español como consecuencia de los acuerdos de Madrid.

El gobierno presentaba la incorporación a la OTAN como un esfuerzo para mejorar la posición de España, a la vez que alejaría el intento de un nuevo golpe militar y serviría para modernizar el ejército español. Felipe González rechazaba los planteamientos del gobierno, defendiendo una posición de neutralidad como la mantenida por España en las dos guerras mundiales. De hecho, uno de los lemas del PSOE en la campaña electoral de octubre de 1982 fue «¡OTAN, de entrada, no!».

Otro elemento controvertido fue la aprobación de la LOAPA, aprobada en septiembre con la ayuda del PSOE. Pero serían las elecciones autonómicas de Andalucía y Galicia las que abrieron nuevamente la nunca cerrada crisis de UCD. En el parlamento, los «tránsfugas» pasan al grupo mixto, UCD va quedando peligrosamente sola y sin mayoría. La debilidad, sin apoyos parlamentarios para llevar a cabo su tarea, obligó a Calvo Sotelo a adelantar las elecciones.

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