La Restauración y la Débil Revolución Industrial en España

La Restauración (1874-1931)

En 1874, el general Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II, dando comienzo al régimen de la Restauración. El partidario de la monarquía constitucional nombró presidente de gobierno a Cánovas del Castillo, quien había sido el verdadero artífice de la vuelta de los Borbones al trono.

Cánovas del Castillo y el Nuevo Sistema Político

Cánovas, por un lado, puso fin a la guerra de Cuba y a la guerra Carlista y, por otro, creó un nuevo sistema político en el que tenían cabida todos los partidos que aceptaran la monarquía y un régimen constitucional. Se basó fundamentalmente en dos pilares:

  • Una nueva Constitución.
  • La alternancia en el poder de los partidos.

La Constitución de 1876

Proclamaba la confesionalidad del Estado y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, al que se le concedían amplios poderes.

El Turno Pacífico

Existía el turnismo con dos partidos:

  • Conservadores, liderados por Cánovas, que se proclamaban defensores de la Iglesia y del orden social.
  • Liberales, liderados por Sagasta, en cuyos gobiernos se desarrollaron importantes reformas sociales y se aprobó el sufragio universal masculino.

Corrupción Electoral y Caciquismo

El monopolio del gobierno por parte de conservadores y liberales fue posible por la existencia de la corrupción electoral. El rey decidía primero qué partido iba a formar gobierno y, después, se convocaban elecciones que amañaban para que las ganara dicho partido. Los caciques forzaban a la población rural a esta práctica, llamada caciquismo.

En las ciudades, menos influidas por los caciques, se manipulaban los votos si los resultados electorales no eran los esperados. Esta práctica se llamaba pucherazo. Durante un largo periodo, este sistema proporcionó estabilidad a la vida política española.

La Oposición al Sistema

Este sistema político dejaba fuera a tres grupos que cada vez representaban a un mayor porcentaje de la población:

  • Anarquistas: Surgieron tras la revolución de 1868. Fueron duramente perseguidos debido a los atentados que cometían. Crearon la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que se convirtió en el sindicato más importante del país.
  • Socialistas: Liderados por Pablo Iglesias, quien fundó en 1879 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
  • Nacionalistas: Surgieron en esta época, reaccionando contra la creación de un Estado centralizado. Tuvieron especial relevancia en Cataluña, el País Vasco y Galicia.

La Débil Revolución Industrial en España

En la España del siglo XIX, las transformaciones económicas no fueron tan intensas como en Gran Bretaña o Alemania, debido a diversos factores: la escasez de materias primas, las malas comunicaciones, la falta de un mercado para los productos, etc. Las primeras industrias modernas se localizaron en zonas muy concretas, destacando la textil catalana y las siderurgias vasca, asturiana y andaluza.

A partir de 1850, las siderurgias establecidas en Asturias y Andalucía no pudieron competir con las vascas. Al mismo tiempo, se fundaron las primeras instituciones financieras, como los bancos modernos y la Bolsa de Madrid. La innovación más importante de la industrialización fue el ferrocarril. También se desarrollaron nuevos sectores: la electricidad, el petróleo y la industria química.

Sin embargo, la industria española tenía dos graves problemas:

  1. Era poco competitiva.
  2. Los sectores modernos se concentraban en muy pocas zonas, mientras que el resto del país seguía muy retrasado.

La Liberalización de la Tierra

La agricultura siguió siendo el sector económico principal, en el que trabajaba el 70% de la población activa. La principal transformación que se produjo en la agricultura fue la liberalización de las tierras. Fue una iniciativa de los liberales y se hizo de dos maneras:

  • Abolición de los mayorazgos: La diferencia es que ahora los nobles podían perder sus tierras por deudas o por su propio deseo de obtener dinero mediante la venta.
  • Desamortización: Consistía en la incautación por el Estado de tierras vinculadas para luego venderlas a particulares. Hubo dos grandes desamortizaciones: la de Mendizábal (1836), por la que el Estado vendió tierras de la Iglesia, y la de Madoz (1855), que afectó a tierras de los ayuntamientos, hospitales, escuelas y otras instituciones.

No obstante, muchas tierras siguieron perteneciendo a grandes propietarios, que seguían usando métodos antiguos.

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