El Sexenio Revolucionario (1868-1874)
La Gloriosa y el Gobierno Provisional
El modelo político isabelino se había agotado. En 1866 se firmó el Pacto de Ostende, primer episodio que culminaría con el reinado de Isabel II. El pronunciamiento del almirante Topete el 18 de septiembre de 1868, la proclama de Prim, símbolo de la revolución, y el triunfo de Alcolea supusieron la caída de Isabel II y su salida de España, comenzando así el Sexenio Revolucionario.
La Gloriosa Revolución fue resultado de una alianza entre progresistas y unionistas. Fue un movimiento organizado desde el poder por políticos y militares con el objetivo de finalizar el bloqueo parlamentario que impedía gobernar a los progresistas. En ese sentido, fue una revolución desvirtuada, pues las juntas revolucionarias y los movimientos de base popular fueron excluidos. El fin de la revolución era conseguir una sociedad plenamente burguesa.
El triunfo el 28 de septiembre en Alcolea, al mando de Serrano, frente a las tropas fieles a la reina dirigidas por Novaliches, provocó la caída de Isabel II y su exilio a Francia. El gobierno entregó el poder a una Junta Revolucionaria el 29 de septiembre, encargada de regular la revolución. El 3 de octubre, la Junta encomendó a Serrano formar un Gobierno Provisional, constituido el día 8 tras la llegada de Prim. El 13 de octubre se estableció la disolución de las juntas, pero algunas se resistieron.
El Gobierno Provisional, presidido por Serrano, lo formaban cinco ministros progresistas y cuatro unionistas. Las primeras medidas se dirigieron a controlar la revolución. El siguiente paso fue atender algunas peticiones populares y promesas recogidas en la proclama de Prim. El 25 de octubre, el gobierno mostró su programa de reformas basado en el sufragio universal y las libertades religiosas, también medidas económicas y sociales. Este programa defendía un orden social conservador de carácter burgués.
La Constitución de 1869 y la Regencia de Serrano
El Gobierno Provisional convocó elecciones municipales para diciembre, en las que ganaron los republicanos. El 15 de enero de 1869 se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes, con mayoría de progresistas y unionistas. Las sesiones de las Cortes se abrieron y su tarea era la elaboración de una nueva constitución. El texto constitucional se promulgó el 6 de junio. El proceso político provocó revueltas populares.
La Constitución de 1869 establece la soberanía nacional de base popular y proclama la división de poderes. La adopción de la monarquía como forma de gobierno provocó la dura oposición de los republicanos y obligó a nombrar a Serrano regente, mientras Prim ocupaba la jefatura del gobierno. El poder ejecutivo hizo frente a problemas externos e internos, como la guerra colonial en Cuba.
La etapa de la regencia de Serrano estuvo plagada de convulsiones sociales y movimientos revolucionarios. Otro problema fue la elección de un nuevo rey de una dinastía que no fuera Borbón. Se planteó la propuesta de Amadeo de Saboya y la del Duque de Montpensier. Prim, tras haberse visto amenazado, agilizó la proclamación del nuevo candidato oficial, Amadeo, presentado oficialmente el 3 de noviembre. El 16 se votó en las Cortes y Amadeo fue el claro triunfador gracias al empeño de Prim para evitar la proclamación de la república. El 30 de diciembre de 1870 muere Prim en Madrid.
El Reinado de Amadeo I y la Primera República
Amadeo I entró en Madrid en enero de 1871, juró la Constitución y comenzó la primera experiencia de una monarquía democrática en España. Pronto sufrió el menosprecio de altos mandos militares y tuvo que encargar la formación de gobierno a Serrano. Uno de los principales problemas políticos fue la división interna en las políticas que apoyaban a Amadeo.
El miedo a la revolución proletaria empujó al gobierno, presidido por Sagasta, a adoptar medidas represivas contra organizaciones obreras. Estas actuaciones, junto a la manipulación de elecciones, obligaron a Amadeo a sustituir a Sagasta y poner en su lugar a Serrano, pero duró pocos días, pues la firma unilateral del Convenio de Amorebieta, por el que se indultaba a carlistas, indignó a militares y radicales. Le sustituyó Ruiz Zorrilla, que presidió el último gobierno de la monarquía amadeísta.
A toda esta inestabilidad política y social contribuyó la importante oposición de los republicanos federales, cada vez más radicalizados. A estos problemas se unieron:
- La guerra de Cuba (que finaliza con la firma de la Paz de Zanjón).
- El estallido de la Tercera Guerra Carlista.
- El malestar en el ejército (que se acrecentó al reafirmarse el poder civil sobre el ejército, colmando la paciencia del rey Amadeo, quien el 10 de febrero de 1873 renunció a la corona).
Había fracasado el primer experimento. El rechazo de la nobleza y de los círculos selectos de Madrid fue aprovechado por Cánovas para favorecer la causa del futuro Alfonso XII, hijo de Isabel II, y formar el Partido Alfonsino. En febrero de 1873, el Congreso y el Senado asumieron los poderes y proclamaron la república, dando lugar a la primera experiencia republicana en España.