La Guerra Hispanoamericana y la Crisis del 98: Fin del Imperio Español

Antecedentes de la Crisis del 98

Situación de las Colonias a principios del siglo XIX

A principios del siglo XIX, tras la independencia de las colonias españolas en América, solo quedaban el Caribe (Cuba y Puerto Rico) y las Islas Filipinas. Tanto en el Caribe como en Filipinas, la economía se basaba en la agricultura de exportación, principalmente de azúcar de caña y tabaco. A partir de 1870, la dependencia de España se mantuvo por la presencia de las tropas y la administración española. En Filipinas, la población española era escasa y, durante tres siglos, el poder se mantuvo gracias a la presencia militar.

La Guerra de los Diez Años (1868-1878)

En 1868, comienza en Cuba un movimiento autonomista con el Grito de Yara. Se inició la lucha por la abolición de la esclavitud en las plantaciones y por la autonomía política que defendían los republicanos. Este movimiento estuvo relacionado con el final de la Guerra de Secesión en Estados Unidos. La guerra terminó en 1878 con la Paz de Zanjón, donde Martínez Campos se comprometió a conceder a Cuba un autogobierno. Surge el Partido Liberal Cubano, que representaba los intereses de la burguesía criolla.

La Guerra Colonial en el Caribe y Filipinas (1895-1898)

Comienza en Cuba en 1895 con el Grito de Baire, después de que las Cortes aprobaran un proyecto de autonomía que no llegó a aplicarse. Al frente del movimiento independentista cubano estaban Máximo Gómez y Antonio Maceo, liderados por José Martí, autor del Manifiesto de Montecristi. En 1896, Martínez Campos intenta acabar con la sublevación, pero se niega a tomar medidas contra la población civil y pide su regreso a España. En España, ni Cánovas del Castillo ni Sagasta estaban dispuestos a perder el territorio, considerando que, ante la opinión pública, esto significaba una deshonra. Envían a Cuba a Weyler, quien dividió el territorio para evitar el apoyo a los sublevados por parte de los estadounidenses. El nuevo presidente estadounidense, McKinley, era partidario de amenazar con la intervención militar a España si esta no vendía la isla.

En Puerto Rico, el movimiento independentista comienza en la década de 1880. Al frente del movimiento se encuentra Luis Muñoz Rivera, cuyo objetivo era expulsar a los españoles. El movimiento en Filipinas fue sofocado por la acción militar liderada por el general Polavieja.

La Guerra Hispano-Estadounidense (1898)

Comienza en febrero de 1898 con el hundimiento del acorazado Maine, que estaba situado en la bahía de La Habana con la excusa de proteger los intereses estadounidenses en Cuba. De esta forma, comienza la guerra tras un ultimátum norteamericano que exigía a España la renuncia a Cuba. La guerra se desarrolla en dos escenarios: Filipinas y Cuba. En Filipinas, la armada española es destrozada en Manila y se rinde en Cavite. España solo conservó la ciudad de Manila, que se rinde en agosto de 1898. En Cuba, la flota española, al mando del almirante Cervera, se dirigió a Santiago de Cuba para evitar el bloqueo norteamericano. Debido a la superioridad norteamericana, la flota española fue destruida y todos los marinos murieron. En ese momento, se rinde Santiago y las fuerzas estadounidenses desembarcan en Puerto Rico y ocupan la isla.

El Tratado de París (1898)

España se vio obligada a acatar las exigencias de los estadounidenses. De este tratado fueron excluidos los cubanos, puertorriqueños y filipinos. Se firmó en París en diciembre de 1898. En los tres primeros artículos se establecía que España perdía la soberanía de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. En otros artículos, se establecía un trato de favor de 10 años para los barcos y mercancías españolas en Filipinas. También se mencionaba el derecho privado de propiedad. Los últimos artículos establecían el tiempo de ocupación de Cuba por parte de Estados Unidos.

Consecuencias de la Guerra Hispano-Estadounidense

Consecuencias para Cuba

Cuba quedó arruinada. Estados Unidos convirtió a Cuba en un protectorado, ocupándola con el pretexto de proporcionar las condiciones necesarias para su desarrollo.

Consecuencias para Estados Unidos

En 1898, comienza su política imperialista una vez que controla el Caribe. En 1903, con la independencia de Panamá, controla la zona del canal.

Consecuencias para España

La derrota de 1898 planteó la cuestión de si España debió aceptar la guerra. Después de la derrota, la oposición solicitó la condena de los culpables. Al frente se encontraba Sagasta, que había manifestado varias veces que no estaba dispuesto a abandonar Cuba. Los republicanos protestaron por el envío de tropas y por las pérdidas de vidas, pero no se produjo una crisis política ni el fin de la Restauración.

Crisis Política y Regeneracionismo

El regeneracionismo fue un sistema ideológico que asumía la necesidad de una modernización política, económica y social. Todos coincidían en que la causa del desastre del 98 era el retraso de España con respecto a los países de su entorno. Las críticas provenían de:

  • Partidos dinásticos: Liberales y conservadores pretendían hacer la revolución desde arriba, luchando contra el caciquismo.
  • Nacionalismos: En el País Vasco y Cataluña se pensaba que el Estado liberal tenía la culpa de todos los males. Los catalanes empezaron a entender la autonomía como forma de regenerar España.
  • Republicanos: Culpaban a la monarquía y a la estructura política de los males del país y defendían la república como sistema de gobierno para modernizar el país.
  • Movimiento obrero: Anarquistas y socialistas consideraban que el sistema político era el culpable de las condiciones de vida de los trabajadores.
  • Militares: Creían que la culpa era de los políticos y, por ese motivo, adoptaron una posición más conservadora, abandonando las tendencias republicanas.

Estas críticas fueron apoyadas por los intelectuales del país, agrupados en la Generación del 98, como Unamuno, Pío Baroja, entre otros.

Consecuencias en la Política Exterior

La derrota significó el fin del imperio colonial español y España se convirtió en una potencia de segundo orden. Ante el reparto del mundo por las grandes potencias, España orientó su política exterior hacia el norte de África (africanismo).

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