La Segunda República Española (1931-1936)
El 12 de abril se celebraron elecciones municipales mediante sufragio universal masculino. La participación fue muy alta y las candidaturas republicano-socialistas triunfaron en las grandes ciudades y en la mayor parte de los núcleos industriales.
El 14 de abril, los concejales electos proclamaron la República mientras la población salía a celebrarlo. El rey renunció a la potestad real y abandonó el país, partiendo hacia el exilio. En Madrid se constituyó un gobierno provisional que se presentó en el Ministerio de la Gobernación y se proclamó oficialmente la Segunda República Española. Los miembros de ese gobierno representaban a las fuerzas de la conjunción republicano-socialista. Al margen quedaban los nacionalistas vascos, la derecha monárquica y el obrerismo más radical.
El gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes para el 28 de junio. Paralelamente, el gobierno decretó una serie de medidas de extrema urgencia. Las promesas de cambio de la nueva República contaron con el apoyo popular, pero también con la animadversión de los grandes propietarios agrícolas, la oligarquía financiera, parte del ejército y la Iglesia. La victoria de estas elecciones fue para la coalición republicano-socialista.
Los diputados electos formaron las nuevas Cortes republicanas y el ejecutivo quedó en manos de la coalición vencedora, que ratificó en sus cargos al jefe del gobierno y a los ministros del gobierno provisional. Se elaboró la Constitución de 1931. El Estado se configuraba de forma integral, pero aceptaba la posibilidad de constituir gobiernos autónomos en algunas regiones.
Poderes del Estado
- El poder legislativo residía en las Cortes.
- El ejecutivo en el gobierno (ministros, jefe de gobierno y presidente de la República).
- El poder judicial se confiaba a jueces independientes.
Amplia declaración de derechos y libertades y preocupación por los temas sociales.
Manuel Azaña sustituyó en la jefatura del gobierno a Alcalá Zamora, y este pasó a ser presidente de la República. El Parlamento pasó a ser el centro de la vida política del país.
Formaciones Políticas
Partidos Republicanos de Izquierda
- Laicidad del Estado.
- Democratización del ejército.
- Reforma agraria.
- Derechos sociales y laborales.
- Autonomía.
Partidos de Derecha
- Estado confesional.
- Privilegios del ejército.
- Defensa de la propiedad agraria tradicional.
- Contrarios a las reformas laborales.
- Estado unitario.
Gobierno de Azaña (1931-1933)
Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, el gobierno presidido por Manuel Azaña, e integrado en su mayoría por republicanos de izquierdas y socialistas, impulsó un programa de reformas con el objetivo de modernizar y democratizar la sociedad española.
Uno de los primeros objetivos de la República fue limitar la influencia de la Iglesia y secularizar la sociedad española. Estas intenciones se plasmaron en la Constitución, que estipuló la no confesionalidad del Estado, la libertad de cultos y la supresión del presupuesto de culto y clero. También se permitieron el divorcio y el matrimonio civil. Además, se prohibió a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza. El proceso se completó con la Ley de Congregaciones de 1933, que limitó la posesión de bienes a las órdenes religiosas y previó la posibilidad de su disolución en caso de peligro para el Estado.
Azaña pretendía crear un ejército profesional y democrático. Para ello, creyó necesario acabar con la macrocefalia (un oficial por tres soldados), poner fin al fuero especial de los militares, asegurar la obediencia al poder civil y terminar con la intervención del ejército en la vida política. Posteriormente, se creó la Guardia de Asalto, una fuerza de orden público fiel a la República. La reforma fue recibida por algunos sectores, sobre todo por los africanistas, como una agresión a la tradición militar y al poder del ejército. La derecha aprovechó ese descontento para animar a la revuelta militar contra la República. La reducción del presupuesto dificultó la modernización del material, del armamento y de los equipamientos.
Reforma Agraria
Se pretendía poner fin al latifundismo y mejorar las condiciones de vida de los campesinos pobres. Esta reforma era esencial teniendo en cuenta el papel de la agricultura en la economía española. Se fijó la jornada laboral de ocho horas en el campo y se establecieron salarios mínimos y la obligación de los propietarios de poner en cultivo las tierras aptas para ello. Pero la verdadera reforma consistía en la elaboración de una Ley de Reforma Agraria de 1932. Su objetivo era la modernización de la agricultura. La ley permitía la expropiación sin indemnización de las tierras de una parte de la nobleza, mientras que las cultivadas deficientemente, las arrendadas sistemáticamente o las que, pudiendo ser regadas, no lo eran, se podían expropiar indemnizando a sus propietarios. La aplicación de esta ley se encomendó al IRA (Instituto de la Reforma Agraria), que se encargaba de facilitar los asentamientos de familias campesinas y contaba con un presupuesto anual para indemnizar a los propietarios expropiados. La aplicación de la reforma llevó a un aumento de la tensión social. Los grandes propietarios se aliaron con los enemigos de la República, consolidando un frente de fuerzas conservadoras dispuestas a acabar con ella, y los campesinos, viendo frustradas sus esperanzas, se orientaron hacia posturas más revolucionarias y de enfrentamiento con las fuerzas del orden.
Educación y Cultura
La configuración de un Estado que permitiera a las regiones con sentimientos nacionalistas tener una organización propia y acceder a la autonomía era una cuestión pendiente en la vida política española. El objetivo primordial era promover una educación liberal y laica y hacer del Estado el garante del derecho a la educación extendido, por primera vez en nuestra historia, a toda la población. Los republicanos querían mejorar el nivel cultural de la población, por ello promovieron campañas culturales destinadas a los sectores más humildes. Surgen así las Misiones Pedagógicas, formadas por grupos ambulantes de estudiantes, profesores e intelectuales que llevaban a las zonas rurales bibliotecas, coros, conferencias, cines y grupos de teatro como La Barraca (Federico García Lorca).
Reformas Laborales
El socialista Largo Caballero inició una serie de reformas para mejorar las condiciones laborales. Se aprobó la Ley de Contratos de Trabajo, que regulaba la negociación. Se redujo la jornada laboral de los trabajadores del campo y se reforzó el papel de los sindicatos agrícolas en la contratación de tareas del campo.
Desafíos Económicos y Sociales
La proclamación de la República despertó, por un lado, esperanzas y, por otro, desconfianza. El cambio de régimen coincidió con la fase más grave de la depresión económica mundial. Aunque esta crisis incidió de manera más débil, debido a la reducida relación de nuestra economía con el mercado internacional, imposibilitó el crecimiento económico y paralizó la emigración a América. La crisis agravó los problemas internos de la economía española: desigual reparto de la tierra y paro agrícola. El gobierno optó por una política orientada a disminuir el gasto público, pero la disminución de la inversión pública tuvo repercusiones desastrosas sobre la siderurgia, construcción de maquinaria y construcción naval, al reducirse al mismo tiempo la inversión pública y la privada.
La lentitud de las reformas emprendidas provocó el desencanto y la impaciencia de los trabajadores, teniendo en cuenta que el paro era muy alto y la actitud de la patronal y de los propietarios agrícolas era contraria a cualquier negociación. Las reformas republicanas y la conflictividad social disgustaron a las élites económicas, sociales e ideológicas. Asimismo, un amplio sector de las clases medias consideraron los cambios demasiado radicales. Todos estos grupos se fueron organizando alrededor de los tradicionales partidos conservadores o de las nuevas organizaciones de carácter fascista y autoritario para oponerse al gobierno.
En otoño de 1933, se produjo la crisis de la coalición republicano-socialista. El jefe de gobierno, Azaña, dimitió y el presidente de la República, Alcalá Zamora, convocó elecciones para noviembre, las primeras en España en las que votaron las mujeres. La izquierda se presentó desunida. El resultado fue la victoria de los partidos de centro-derecha, lo cual inauguró dos años de gobierno conservador, el Bienio Negro, término con el que las izquierdas denominaron a estos dos años del gobierno conservador.