Oposición al Sistema de la Restauración y Auge de los Nacionalismos Periféricos

LA OPOSICIÓN AL SISTEMA Y EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS PERIFÉRICOS

1. Introducción

A finales del siglo XIX, la reforma liberal se encontraba con un obstáculo insalvable. La Restauración, un intento de conciliar los extremos políticos, supuso una recomposición del sistema político español. La pieza clave era la vuelta de los Borbones al trono de España y el fortalecimiento de la monarquía, desprestigiada durante el reinado de Isabel II.

Los diferentes gobiernos turnantes demostraron su ineficiencia para hacer frente a los graves problemas internos del país. Ante tal situación, varias fuerzas políticas se opusieron a este sistema político que pretendía defender los intereses económicos y políticos de los grupos sociales dominantes.

2. Las fuerzas de oposición: republicanismo y carlismo

En la práctica, el sistema de la Restauración marginó de la vida política a amplios sectores de la sociedad mediante una doble estrategia.

Entre los sectores que decidieron enfrentarse a la Restauración se encuentran los carlistas. Vencidos militarmente, el carlismo se presentó ante la opinión pública como la única fuerza política auténticamente católica. Sin embargo, el apoyo del Vaticano a la dinastía Alfonsina dificultó su triunfo.

El republicanismo, por su parte, debió enfrentarse al desencanto de sus seguidores. Una pequeña parte, dirigida por Emilio Castelar, fundó el Partido Posibilista y optó por entrar en el juego político de la Restauración. Los núcleos más radicales formaron el Partido Republicano Progresista encabezado por Ruiz Zorrilla, pero sin apoyo popular. El resto del republicanismo unitario se organizó alrededor de Salmerón, mientras que los federales siguieron bajo la influencia de Pi i Margall.

3. El nacimiento de los nacionalismos

Uno de los fenómenos más relevantes de la Restauración fue la emergencia de movimientos nacionalistas y regionalistas en diversas zonas de España. La gestación de estos nacionalismos debe comprenderse como una reacción frente a las pretensiones uniformizadoras del sistema político y administrativo adoptado por el liberalismo y su pretensión de imponer una cultura oficial castellanizada.

3.1. El Catalanismo

Hacia 1830, surgió en Cataluña un amplio movimiento cultural y literario conocido como la Renaixença. Su finalidad era la recuperación de la lengua y las señas de identidad catalana.

Las primeras formulaciones catalanistas políticas vinieron de la mano de Valentí Almirall, quien fundó el Centre Català en 1882. Al mismo tiempo, un grupo de intelectuales, vinculados al periódico La Renaixença y contrarios al progresismo de Almirall, fundaron la Unió Catalanista en 1891. Su programa quedó reflejado en las Bases de Manresa.

El impacto de la Crisis del 98 fue decisivo para el desarrollo y expansión del catalanismo. La convergencia de intereses entre sectores catalanistas y la burguesía industrial y comercial, cada vez más alejada de los partidos dinásticos, propició la formación de la Lliga Regionalista. La Lliga presentaba un programa político conservador. Sus éxitos en Barcelona a partir de 1901 la convirtieron en la fuerza hegemónica en Cataluña.

3.2. El nacionalismo vasco

En el País Vasco, la abolición de los fueros tras la última Guerra Carlista dio origen al nacimiento de una corriente que reivindicaba la reintegración foral. El proceso industrializador favoreció una fuerte inmigración, lo que a su vez fortaleció una corriente defensora de la lengua y la cultura vasca.

Sabino Arana formuló los principios del nacionalismo vasco y fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1894. La ideología de Arana se articulaba en torno al principio de raza vasca. Su lema “Dios y Antiguas Leyes” defendía la vieja sociedad patriarcal desde una perspectiva antiliberal y tradicionalista.

3.3. Regionalismos: Galleguismo, Valencianismo y Andalucismo

La sociedad gallega seguía siendo rural y presentaba una débil burguesía frente a unas clases dominantes compuestas por una vieja hidalguía y por la Iglesia. El regionalismo fue más débil y tardío en Galicia. A mediados del siglo XIX se inició una corriente que dio lugar a O Rexurdimento, que significó el redescubrimiento de la lengua y cultura gallegas. Tan sólo unas minorías cultas, insatisfechas con el atraso económico de Galicia, fueron buscando remedios políticos. Fue durante la última etapa de la Restauración cuando el galleguismo fue adquiriendo un carácter más político.

Más débiles resultaron los movimientos regionalistas valenciano y andaluz. El valencianismo adquirió cierta importancia a partir de la creación de València Nova en 1904 y Juventut Valenciana en 1908. En Andalucía, empezó a forjarse el regionalismo andalucista alrededor del Ateneo de Sevilla.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *