Las victorias del Eje (1939-1942): Un análisis del avance inicial en la Segunda Guerra Mundial

Las victorias del Eje (1939-1942)

Un año de triunfos

La invasión de Polonia puso de manifiesto la potencia del ejército alemán, que en poco tiempo derrotó a las tropas polacas.

La URSS, cumpliendo las cláusulas secretas del pacto de no agresión germano-soviético, invadió la parte oriental de Polonia, que quedó repartida entre alemanes y rusos.

En abril, Alemania ocupó por sorpresa Dinamarca y Noruega, con lo que se aseguraba el suministro del hierro sueco, imprescindible para abastecer la industria alemana, y una larga fachada marítima frente a Gran Bretaña.

El 10 de mayo de 1940, los ejércitos alemanes atacaron Francia. Habían construido una formidable defensa fortificada en su frontera con Alemania, la Línea Maginot, que se interrumpía al llegar a la frontera belga. Igual que en 1914, los alemanes atacaron la retaguardia francesa a través de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo.

Las fuerzas francesas y británicas fueron incapaces de hacer frente a la invasión y, de forma desorganizada, emprendieron la retirada.

En menos de un mes, Francia fue vencida. Los británicos pudieron salvar gran parte de su ejército mediante la evacuación por mar desde las playas de Dunkerque.

Italia, que se había mantenido ajena hasta el momento, convencida de la victoria de su aliado nazi, entró en la guerra en julio de 1940.

La derrota militar provocó un giro político radical en Francia. El gobierno dimitió, siendo sustituido por uno nuevo, presidido por el mariscal Pétain. Pétain consideraba que la guerra estaba perdida y solicitó un armisticio a Alemania. Francia aceptaba su derrota. El país quedó dividido en dos: la zona norte quedó bajo control alemán; el sur, en manos del gobierno de Pétain, que instaló su capital en la ciudad de Vichy (el régimen de Vichy). Contrario a esta política de entendimiento con los nazis, el general francés De Gaulle huyó a Londres. Desde allí hizo un llamamiento a los franceses para continuar la lucha.

La batalla de Inglaterra

En el verano de 1940, Alemania parecía invencible. Había ocupado Polonia, Dinamarca, Noruega, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Francia. Solo el Reino Unido se interponía en su camino hacia la victoria total.

Para asegurar la invasión de las islas británicas por mar, los alemanes intentaron destruir antes su capacidad defensiva desde el aire. Este ataque aéreo se conoce como la batalla de Inglaterra. Durante el verano de 1940, la Luftwaffe bombardeó objetivos militares, económicos y civiles del Reino Unido con el fin de sembrar el pánico.

La aviación británica acabó derrotando a la Luftwaffe, con lo que frustró la invasión de Gran Bretaña.

Otros éxitos alemanes pudieron ocultar el fracaso de la batalla de Inglaterra: la derrota británica en el norte de África y la ocupación de Yugoslavia y Grecia.

La invasión de la Unión Soviética

Hitler decidió cambiar de escenario bélico y dirigió sus armas hacia el este. En junio de 1941, las fuerzas alemanas atacaron a la Unión Soviética. Durante seis meses, los ejércitos alemanes obtuvieron grandes victorias.

Los soviéticos no se rindieron. En su avance hacia el norte, los alemanes alcanzaron Leningrado y sometieron la ciudad a un asedio que duró 900 días y costó la vida a 800.000 habitantes, muertos de hambre y frío; por el sur, ocuparon Ucrania; y por el centro, llegaron a las puertas de Moscú.

En octubre de 1941, los alemanes centraron su ataque sobre Moscú con objeto de conquistar la capital, de la que llegaron a estar a solo 15 km. La defensa soviética resistió y contraatacó con tropas procedentes de Siberia. La llegada del crudo invierno ruso puso al ejército alemán ante las dificultades de sobrevivir en aquellas circunstancias. Las fuerzas de Hitler tuvieron que retroceder.

La intervención de Japón

Desde principios del siglo XX, Japón impulsó una política de expansión imperialista a costa de los imperios coloniales. Durante los años 30, había conquistado parte de China y, aliado de Alemania e Italia, ocupó en 1941 las colonias francesas y holandesas de Asia. Estados Unidos vio en estas acciones una amenaza a su posición de dominio en el Pacífico. En diciembre de 1941, la aviación japonesa atacó Pearl Harbor (principal base estadounidense en el Pacífico Central). Desde 1939, Estados Unidos había manifestado sus simpatías hacia los aliados, especialmente hacia el Reino Unido, al que suministró armas. Pero el ataque a Pearl Harbor provocó la entrada de Estados Unidos en la guerra contra el Eje.

Esto supuso un cambio decisivo para el desarrollo de esta larga contienda. Desde entonces, los tres dirigentes aliados (Roosevelt, Churchill y Stalin) acordaron coordinar sus actuaciones frente al enemigo común.

En los meses que siguieron a Pearl Harbor, los japoneses lograron apoderarse del sudeste asiático, desde Manchuria a Malasia, y de todos los archipiélagos del Pacífico occidental.

Pero a partir de mediados de 1942, los estadounidenses tomaron la iniciativa en el Pacífico. Las victorias aliadas en las batallas del mar del Coral y de Midway supusieron el inicio del retroceso japonés.

Incapaces de resistir la creciente potencia militar enemiga, los japoneses recurrieron a métodos desesperados, como los kamikazes.

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