Transformaciones económicas y sociales del siglo XIX: demografía, agricultura, industria y finanzas

Transformaciones Económicas y Sociales del Siglo XIX

Cambios Demográficos

Evolución de la Población Mundial

El crecimiento de la población a lo largo del siglo XIX fue constante. En Europa occidental, el apogeo demográfico se sitúa entre 1870 y 1880. A partir de esta década se inicia un declive en el ritmo de incremento de la población.

La aplicación de los descubrimientos de Pasteur y sus sucesores sobre las vacunas y sueros había logrado contener los estragos de enfermedades como el tifus, el cólera y la difteria, particularmente en la población infantil. Esta bajada de la natalidad también es efecto del avance de las prácticas malthusianas y del birth-control. El malthusianismo pretendía suprimir la indigencia y resolver el problema social mediante una restricción de la natalidad.

Régimen Demográfico y Movimientos Migratorios

A lo largo del siglo XIX, la emigración de Europa hacia otros continentes mantuvo un ritmo creciente. La emigración fue para Europa una válvula de escape, un elemento compensatorio de su enorme crecimiento demográfico.

La época de la gran emigración se inicia con la crisis económica y política de 1846-1848. Una segunda oleada se desarrolla desde los años 80 a 1914. Es la llamada «New Immigration» y se corresponde con la caída de la vitalidad demográfica de Europa occidental.

Los Estados Unidos recibieron la mayor parte de esta corriente emigratoria. De 1860 a 1913, acogieron a más de 26 millones de europeos, de los cuales unos 18 millones se asentaron allí definitivamente. Un segundo núcleo de acogida de emigrantes europeos fue América Latina, principalmente Brasil y Argentina.

En Brasil, la inmigración fue favorecida desde 1888 por la abolición de la esclavitud, que permitió la contrata libre de mano de obra. En Argentina, pueden distinguirse dos etapas: una de 1886 a 1890 con una media de 111,000 inmigrantes anuales, y otra de 1906 a 1913, en la que la media asciende a 360,000.

De los emigrantes, el 44% eran de procedencia italiana y el 31% de España. Los Dominions y colonias británicas, en particular Canadá y Australia, recibieron emigrantes ingleses. Fuera de los países europeos, China fue el principal exportador de emigrantes. Varios millones de chinos salían anualmente para Indochina, Siam, Malasia y Corea. Pero, salvo en Asia, los chinos tropezaron con grandes obstáculos y prohibiciones legales. Algunos lograron penetrar en Australia, Estados Unidos y Perú (coolies).

El Sector Agrario

La Crisis Agraria Finisecular y sus Consecuencias

A partir de los años ochenta, mientras la industria mantiene su ritmo ascendente de progreso, la agricultura, con un crecimiento más pausado, se va distanciando. Debido a la baja rentabilidad y la creciente competencia introducida por el desarrollo de países extraeuropeos, los capitalistas rehúyen invertir en la tierra, por lo que la agricultura se retrasa considerablemente con respecto a otros sectores económicos.

Gran parte de la economía agrícola permanece al margen de la racionalización y no participa de las ventajas de una economía de mercado. El autoconsumo constituye una proporción elevada, incluso en algunas explotaciones relativamente grandes, donde no es menor al 40%.

La depresión agrícola en Europa de 1871 se vincula a la llegada a Europa de trigo barato procedente de las granjas mecanizadas de Canadá, Australia y Argentina (la modernización del transporte marítimo había dado lugar a una bajada importante de los fletes). El aumento considerable de la producción de cereales fuera de Europa y la bajada de los fletes marítimos fueron dos hechos paralelos que repercutieron en la misma dirección. Los grandes mercados mundiales de cereales (Winnipeg, Chicago, Buenos Aires, Melbourne, Odesa) ofrecen sus productos a precios considerablemente más reducidos que los europeos.

Los efectos de la competencia se acusaron inmediatamente en los mercados de Europa. De 1878 a 1885, los precios de los cereales acusaron un rápido descenso, después ascendieron hasta casi volver al nivel primitivo en 1891, pero para bajar profundamente en 1894-1895. A partir de esa fecha, inician un nuevo ascenso hasta 1913, pero no alcanzarían el nivel de 1878.

Los agricultores europeos tuvieron que enfrentarse a una reducción de sus ingresos y beneficios, y a un irremediable descenso de la renta de la tierra y de la demanda de trabajo (y, por tanto, de los salarios). Aumentó el endeudamiento de los pequeños campesinos y el desempleo en las zonas agrícolas. Muchos pequeños campesinos se arruinaron y numerosos jornaleros se encontraron sin empleo. En consecuencia, los movimientos migratorios hacia las ciudades o hacia los países de nueva colonización redoblaron su intensidad.

Esta brusca caída de los precios provocó diferentes respuestas en las agriculturas europeas. Una primera reacción inmediata fue la protección arancelaria en países como Francia y Alemania. En países como Inglaterra, donde el capitalismo industrial era suficientemente fuerte como para impedir la vuelta al proteccionismo, la agricultura fue herida de muerte y quedó prácticamente abandonada. Muchas tierras abandonadas se transforman en terrenos de pastos o en cotos de caza.

La Concentración Empresarial

Desde el último tercio del siglo XIX, la empresa capitalista se orienta hacia una concentración progresiva. La concentración adoptó dos formas esenciales: la vertical y la horizontal, aunque frecuentemente se dio la combinación de ambas.

La concentración vertical consiste en integrar en una misma empresa todas las etapas o fases de la producción, desde la obtención de la materia prima a la venta del producto. Con ello, al no necesitar los servicios de otras empresas, podían lograrse márgenes de beneficio superiores y, con la racionalización y coordinación, evitar el desperdicio de esfuerzos.

La concentración horizontal, que tenía antecedentes en otras épocas, consiste en el mantenimiento de un control de la fase final de la producción e incluso de algún proceso intermedio básico, mediante una asociación de productores, al objeto de evitar una competencia dañosa para los intereses individuales y, al mismo tiempo, presionar sobre el mercado para obtener mayores beneficios.

  • Concentración horizontal a corto plazo (un año)
  • Concentración horizontal a medio plazo
  • Concentración horizontal a largo plazo o permanentes

Es destacable también la utilización cada vez mayor de la diversificación como estrategia de crecimiento de las grandes empresas. Esta estrategia dio lugar a una profunda reestructuración administrativa de las empresas, cuyo resultado último fue la creación de una estructura multidivisional. Dicha diversificación podía realizarse de dos formas: dirigiéndose a nuevos mercados o mediante la comercialización de nuevos productos o servicios.

La Expansión de la Economía Internacional

Aunque el comercio a larga distancia ha existido desde los comienzos de la civilización, su importancia creció enormemente y con gran rapidez en el siglo XIX. A principios del siglo, dos tipos de obstáculos, naturales y artificiales, entorpecían la corriente del comercio internacional. La incidencia de ambos fue disminuyendo a medida que avanzaba el siglo. El obstáculo natural (el alto coste del transporte, especialmente el transporte de tierra) cedió ante el ferrocarril y los avances en la navegación, culminando en el barco de vapor de alta mar.

Los obstáculos artificiales (aranceles en las importaciones y exportaciones, así como algunas prohibiciones absolutas en la importación de algunos productos) se redujeron e incluso desaparecieron, aunque a final de siglo una vuelta a la protección dio lugar a la imposición de aranceles de importación más altos en varios países.

Las teorías de Smith y Ricardo sobre el libre comercio descansaban en el terreno de la lógica. La pieza central y símbolo del sistema proteccionista del Reino Unido (que incluía Irlanda desde 1801) eran las llamadas Leyes del Grano (Corn Laws).

Con anterioridad, las Leyes del Grano y el proteccionismo en general no habían sido cuestiones de partido, ya que eran propietarios de tierras quienes formaban el grueso de ambos partidos, whigs y tories. En la campaña electoral, los whigs, intentando capitalizar el sentimiento anti-Corn Law, propusieron una reducción (no una revocación) de los aranceles, mientras que los tories abogaron por mantener el statu quo.

Como consecuencia de la revocación de las Leyes del Grano, el sistema político británico moderno (al menos hasta 1914) empezó a tomar forma. Peel, condenado al ostracismo por su propio partido, se retiró de la política. W. E. Gladstone, uno de los pocos tories que apoyó la revocación con su voto, se unió a los whigs, llegando a ser ministro de Hacienda y finalmente primer ministro. Los whigs, después conocidos como liberales, se convirtieron en el partido del libre comercio y la manufactura, mientras que los tories, también conocidos como conservadores, quedaron como el partido de los hacendados y, finalmente, del imperialismo.

La Era del Librecambio

El siguiente avance fundamental en el movimiento del librecambio fue un importante tratado comercial: el Tratado Cobden-Chevalier o Tratado Anglo-Francés de 1860.

El gobierno de Napoleón III, que subió al poder con un golpe de Estado en 1851, quiso seguir una política de amistad con Gran Bretaña, en parte para conseguir aceptación política y respeto diplomático. Otra circunstancia política de Francia hizo el camino del tratado más atractivo. Por consiguiente, el tratado negociado por Cobden y Chevalier a finales de 1859 se firmó en enero de 1860.

El tratado disponía que Gran Bretaña eliminaría todos los aranceles contra las importaciones de bienes franceses, a excepción de los del vino y el brandy. Estos eran considerados productos de lujo por los consumidores ingleses, por lo que Gran Bretaña solamente retuvo un pequeño arancel para obtener algún ingreso fiscal. Además, debido a los lazos económicos ya tradicionales de Gran Bretaña con Portugal, que también producía vino, Gran Bretaña cuidó de proteger la preferencia portuguesa en el mercado británico.

Francia, por su parte, eliminó su prohibición de importar productos textiles británicos y redujo los aranceles sobre una amplia gama de productos británicos a un máximo del 30%; de hecho, el arancel medio era de aproximadamente un 15% ad valorem. Los franceses renunciaron así al proteccionismo extremo a favor de un proteccionismo moderado.

La «Gran Depresión» y la Vuelta al Proteccionismo

Los entendidos no siempre están de acuerdo en la importancia relativa de cada tipo de factores. En resumen, la economía mundial a principios del siglo XX estaba más integrada y era más interdependiente de lo que nunca lo había sido o volvería a serlo hasta mucho después de la Segunda Guerra Mundial. En la agonía de la guerra mundial y sus secuelas, los pueblos del mundo, y muy especialmente los de Europa, descubrirían por sí mismos cuán afortunados habían sido.

El Sistema Monetario y Financiero

Según varios expertos, el alto grado de integración conseguido en la economía mundial a finales del siglo XIX dependía fundamentalmente de la adhesión al patrón oro internacional. Según otros, esa integración dependía primordialmente del papel central de Gran Bretaña, y de Londres, en la economía mundial.

A través de la historia, diversos artículos han servido como patrón monetario, pero el oro y la plata siempre han sido los patrones más importantes. La función de un patrón monetario es definir la unidad de valor de un sistema monetario, la unidad en la cual son convertibles todas las demás formas de moneda.

El patrón oro conoció su apogeo entre 1872 y 1914. EE. UU. adoptó el patrón oro en 1873, mientras que otros países lo hicieron más tarde: Japón en 1886, Austria-Hungría en 1892 y Rusia en 1895.

La Generalización del Patrón Oro

La estabilidad que proporcionaba el patrón oro no evitó las crisis financieras típicas. Las de 1889 y 1907 obligaron a los bancos centrales europeos a intervenir como prestamistas en última instancia. La crisis de 1907 fue grave porque coincidieron pánicos financieros en Egipto, Japón, Alemania y, sobre todo, Estados Unidos, donde quebró el Knickerboker Trust y el sistema bancario cerró las ventanillas ante la inexistencia de un banco central que ayudase a aquel banco.

La cooperación de algunos bancos centrales, particularmente del Banco de Francia y del Reichsbank, ayudó a salir de aquella crisis, que tuvo como resultado la creación, en 1913, del Sistema de la Reserva Federal. Posteriormente, esta función de prestamista en última instancia se ampliaría al control de cambios, cuando el mayor intervencionismo de los bancos centrales trató de aislar las economías nacionales de las crisis financieras internacionales mediante el control de los movimientos especulativos de capitales. Esta sería otra reacción defensiva frente a la primera globalización, que se manifestaría ampliamente en el período de entreguerras.

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