Etapa del Desarrollismo (1960-1973)
El Milagro Español
Comienza un ciclo económico de crecimiento que la propaganda del Franquismo denominó como el «Desarrollismo», dirigido por el Opus Dei. La expansión industrial se basó en los bajos salarios y en la masiva llegada de inversiones extranjeras, incluida la tecnología, que convertían a la economía española en muy dependiente del exterior. El crecimiento industrial trajo consigo el éxodo rural. Modernización agrícola y despoblamiento del interior fueron, así, fenómenos paralelos. La balanza de pagos dejó de ser deficitaria, en buena parte gracias a las divisas obtenidas por la entrada masiva de turistas, que llegaron a cubrir el 80% del déficit comercial. El Gobierno intentó regular el crecimiento mediante los Planes de Desarrollo. Se trataba de conseguir, en periodos de tres años, una serie de objetivos de crecimiento en sectores clave, mediante incentivos fiscales y ayudas estatales. En conjunto, el crecimiento económico español entre 1961 y 1973 fue elevado y constante, y significó una profunda transformación del tejido productivo y la apertura al exterior. Pero hay que señalar que el crecimiento fue posible gracias a la expansión de la economía mundial, y especialmente la europea, de aquellos años.
Cambios Sociales
Se producen cambios en la sociedad española, como el éxodo rural, que atrajo a millones de españoles a las grandes ciudades. Más de un millón de españoles tuvo que emigrar por toda Europa; allí realizaron empleos que muchos rechazaban. Además, son los años del «Baby Boom», impulsado por la política pro-natalicia del régimen. Hacia 1970, la sociedad de consumo había llevado a un cambio de mentalidad profundo. Mientras la clase dirigente, ultra-católica y conservadora, se encastillaba en los valores del franquismo, el resto del país, las generaciones más jóvenes, evolucionaba hacia posiciones muy distintas. Síntomas de ello eran la progresiva relajación de la asistencia a los actos religiosos, la introducción de nuevos hábitos de relación social y sexual, o la aceptación de las modas, costumbres y movimientos culturales extranjeros.
Tensiones Nacionalistas y Conflictos Laborales
Surgieron las tensiones nacionalistas. En 1959, un grupo de jóvenes miembros del PNV se escindió del partido y fundó ETA, que rápidamente optó por la lucha armada como táctica para lograr la liberación nacional vasca. Otro frente lo constituyeron los conflictos laborales. Desde la primavera de 1961 se sucedieron las huelgas, concentradas sobre todo en los sectores punta de la industria, cada vez más intensas y demandando más derechos.
El Ocaso del Franquismo (1973-1975)
A partir de 1970, los Gobiernos fueron cada vez más débiles. Estallaron escándalos de corrupción, el más grave el Caso Matesa, un caso de subvenciones a la exportación concedidas a una empresa fraudulenta que salpicaba a varios ministros. El régimen se desborda por la oposición universitaria y obrera, a lo que respondía con la represión en las calles, la aplicación de estados de excepción, interrogatorios, etc. El envejecimiento de Franco y su enfermedad suscitaron el debate sobre la continuidad de la Dictadura. Dentro del régimen se fue produciendo una ruptura entre los llamados aperturistas, partidarios de reformar el sistema para ir acercándolo progresivamente a un modelo parlamentario, y los sectores más inmovilistas, opuestos a cualquier cambio, a los que pronto se denominó como «el búnker». Franco decidió separar por vez primera la Jefatura del Estado y la del Gobierno. Nombró presidente del mismo a Carrero Blanco, que formó un gabinete con mayoría de miembros del Opus Dei y de franquistas «puros». Pero el nuevo Gobierno no tuvo tiempo de actuar. Carrero Blanco moría víctima de un atentado de ETA minuciosamente preparado (Operación Ogro). El magnicidio, que hizo crecer la imagen mítica de ETA en ciertos sectores de la oposición, fue un golpe durísimo para el Dictador, que perdía a su hombre de máxima confianza, en un momento en que acusaba ya síntomas de debilidad física y moral. El «búnker» consiguió imponer a su candidato a la presidencia del gobierno, Carlos Arias Navarro, que formó un gabinete de franquistas puros, pero también con algunos ministros aperturistas, como Pío Cabanillas. Era un gabinete enteramente civil, y con la novedad de que no había ningún miembro del Opus Dei. Su discurso incluía vagas promesas de apertura. Arias pronto mostró su talante represivo, sobre todo cuando decidió la ejecución del anarquista catalán Salvador Puig Antich. Entonces se produjo un grave enfrentamiento con la Iglesia. Franco fue hospitalizado por motivos de salud y durante algunos días cedió sus poderes al príncipe Juan Carlos. Se recuperó, pero el declive físico del dictador era ya evidente y varios meses más tarde murió.
Cultura
A partir de los años 60 y 70 aparecen nuevos literatos, opuestos totalmente al Franquismo. Toda la intelectualidad se aleja del régimen. Novelistas como Sánchez Ferlosio, Delibes son ejemplo de ello. En el exilio, la aportación sigue siendo espléndida: Ramón J. Sénder, Max Aub, etc. La censura se suaviza poco a poco y la educación sobre valores tradicionales empieza a hacer aguas.