Dictadura de Primo de Rivera
Introducción
Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, encabezó un golpe de Estado que fue visto con buenos ojos por el rey Alfonso XIII. Primo de Rivera, militar de prestigio en Cuba, Filipinas y Marruecos, contaba con el apoyo del General Sanjurjo y el duque de Tetuán. El General Primo de Rivera se hizo cargo del Gobierno y tomó el cargo de Presidente del Directorio Militar. Primo de Rivera expresaba su decidido propósito de emprender urgentes reformas económicas, sociales y políticas, de las que España estaba muy necesitada.
Apoyos y oposición al Golpe de Estado
Al Directorio Militar se opusieron solamente el Partido Comunista y la CNT, cuyos miembros fueron detenidos. Por otra parte, quienes le dieron la bienvenida al dictador fueron: el Ejército (sobre todo militares africanistas), la Iglesia, la aristocracia, la prensa y la burguesía catalana. El Partido Socialista Obrero Español y la UGT mantuvieron una postura prudente, incluso colaborando con el nuevo régimen; solo se opondrían cuando vieron que la Dictadura se hundía.
El Directorio Militar (1923-1925)
El Directorio Militar, presidido por Primo de Rivera y con una ideología conservadora, hizo balance de una serie de problemas que debía resolver: el grave problema en Marruecos, el terrorismo, la agitación del proletariado, el separatismo catalán, el caos económico y la corrupción política. Para garantizar el orden público, el dictador declaró el estado de guerra en todo el país, destituyó a todos los gobernadores civiles y en su lugar colocó a gobernadores militares. Se suspendió la Constitución, se disolvieron las Cortes y se prohibieron las actividades de los partidos políticos. Primo de Rivera promocionó un partido político que ejerciera una acción política administrativa y que no fuese ni de derechas ni de izquierdas. Nació así la Unión Patriótica, partido de derechas ultraconservador con el lema Dios, Patria y Religión. Además, el dictador creó la llamada Asamblea Nacional, parodia de parlamento. El régimen militar carecía de experiencia política para gobernar.
La cuestión marroquí
En el territorio del Rif, bajo Protectorado español, había un problema grave. Había un crecimiento de enfrentamientos entre militares africanistas (ascensos rápidos por méritos de guerra) y militares junteros (ascensos por antigüedad). El mantenimiento de un ejército en África suponía enormes gastos para el Estado. El desastre de Annual supuso la puesta al descubierto de la mala organización del ejército español de África, ocasionando 12.000 muertos españoles. La llegada al poder del Dictador paralizó el llamado expediente Picasso, que podía implicar al rey en el desastre, pues parece ser que este alentó directamente al general Silvestre a atacar, sin notificar nada al Ministro de la Guerra. Primo de Rivera inicia una política de disminución de tropas y la retirada de las zonas más comprometidas. Francisco Franco exigía al dictador una ofensiva contra el líder de los rebeldes rifeños, Abd el-Krim. Cuando Abd el-Krim ataca la zona del Protectorado bajo control francés, el gobierno de París solicita ayuda a Primo de Rivera para organizar una operación militar que acabase con la rebelión rifeña. El propio dictador dirige la operación del desembarco de Alhucemas y logra la derrota del enemigo.
El Directorio Civil (1926-1930)
El éxito de la campaña en África consolidó el régimen de Primo de Rivera y animó al dictador a continuar en el poder, pero nombró un nuevo gobierno donde los militares eran sustituidos por civiles. El Estado trató de encontrar los fondos para acometer una serie de mejoras en España.
El gobierno de Berenguer
Alfonso XIII nombró jefe de gobierno al general Berenguer. Su objetivo declarado era la vuelta al régimen constitucional. La mayoría de los políticos desconfiaban del rey y se negaron a participar en el gobierno. La lentitud con que se restablecieron las libertades constitucionales y la falta de plazos concretos para la vuelta al régimen parlamentario fueron minando el poco prestigio del nuevo Gobierno. A lo largo de 1930, la oposición al rey fue creciendo, incluso entre los propios monárquicos. Pero fueron los republicanos quienes experimentaron un impulso espectacular. En agosto de 1930, los representantes de los principales partidos de la oposición llegaron a un acuerdo: el Pacto de San Sebastián.
Gobierno Provisional
El Gobierno Provisional de la República, presidido por Alcalá Zamora, fue un fiel reflejo de las fuerzas políticas firmantes del Pacto de San Sebastián. En él estaban representados los católicos moderados, el partido radical, el partido radical-socialista, Acción Republicana y, también por primera vez, el Partido Socialista. El partido más fuerte y organizado de esta coalición era el Partido Socialista, que contaba con el apoyo de UGT. La otra gran organización obrera, la CNT, dejó claro que no le interesaba la forma de gobierno republicana. La tarea que se abría ante el Gobierno Provisional era amplia y prometedora. En España, las clases medias, apoyadas por la clase obrera, iban a tener la posibilidad de dirigir los destinos del país. Los problemas más acuciantes eran elaborar una nueva Constitución, hacer la ansiada reforma agraria y dar cabida a los deseos autonomistas de algunas regiones. Pretendían hacer todas estas reformas dentro de la legalidad constitucional, pero las masas obreras y campesinas exigían reformas drásticas y rápidas. Los deseos autonomistas degeneraron muy pronto en claro separatismo con la proclamación del Estat Catalá; por su parte, las fuerzas conservadoras endurecieron su actitud ante las reivindicaciones, agudizando uno de los problemas más graves: el del orden público. En mayo de 1931 estallaron los desórdenes más graves, y que más desprestigiaron al Gobierno Provisional, explotando en la calle la agitación anticlerical, concentrándose en la quema de iglesias y conventos de Madrid. Se celebraron las elecciones a Cortes Constituyentes, que fueron un triunfo de los partidos republicanos y del socialista. En diciembre de 1931 se votó la nueva Constitución. La Constitución de 1931 establecía un presidente elegible cada 6 años, un jefe de Gobierno responsable ante las Cortes y una sola Cámara de Diputados. Confirmaba la separación de los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial. Reconocía la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, concedía el voto a las mujeres y reconocía la propiedad privada; pero lo que apartó definitivamente de la República a las masas católicas fueron los artículos de la Constitución referentes a la Iglesia y al Estado, que proclamaban la separación de ambos, prohibían la enseñanza religiosa en las escuelas y disolvían las Órdenes religiosas.