Evolución Política Durante la Guerra Civil Española
1. La Zona Republicana
El golpe de estado de julio de 1936 provocó la caída del gobierno de Casares Quiroga. Esta caída fue consecuencia de divergencias internas en el Frente Popular y entre éste y sectores obreros más radicales. El debate se centraba en la necesidad de armar a las organizaciones obreras para contrarrestar el golpe militar. Finalmente, se optó por armarlas, lo que disgustó a los partidos más moderados del Frente Popular.
Esta decisión creó una dualidad de poderes: el poder formal de las instituciones republicanas y el poder real en manos de grupos anarcosindicalistas, socialistas y comunistas radicales. La llegada al poder de Francisco Largo Caballero, del ala izquierda del PSOE y la UGT, en septiembre de 1936, intentó reorientar esta dualidad hacia un poder legítimo, democrático y parlamentario para afrontar una guerra a largo plazo.
En la primavera de 1937, se produjeron importantes enfrentamientos en Cataluña entre anarcosindicalistas y trotskistas (POUM) contra los partidos que sustentaban al gobierno de la Generalitat. El gobierno se impuso, y una consecuencia de esta pugna fue la sustitución de Largo Caballero por Negrín al frente del gobierno republicano. La llegada de Negrín significó el predominio de los comunistas, quienes priorizaban la victoria en la guerra. A pesar de ello, Negrín intentó acabar con el conflicto con sus famosos 13 puntos de mayo de 1938, que incluían desde la amnistía y la salida de tropas extranjeras hasta reformas sociales como la agraria.
La oposición a la influencia comunista creció, especialmente en la zona centro, como se evidenció en el golpe Casado-Besteiro, sobre todo tras la batalla del Ebro. Esta oposición se unía a la política internacional de apaciguamiento a Hitler, destinada a impedir la guerra en Europa. Negrín y los comunistas, por el contrario, veían la guerra como inevitable.
2. La Zona Nacional
El fracaso parcial del golpe de estado obligó a los militares a organizarse creando la Junta de Defensa Nacional, presidida por Cabanellas. Se destituyeron los cargos públicos republicanos y se disolvieron partidos políticos y sindicatos. A pesar de esta unificación, existían tres focos de poder: Franco con el ejército de África, Queipo de Llano en la zona Sur y Mola en el Norte.
El ascenso de Franco a la Jefatura del Estado se produjo sin grandes problemas. Franco contaba con el ejército más decisivo (el africano), el apoyo de los generales monárquicos tras la muerte de Sanjurjo, y la creencia de que la guerra sería corta. Al llegar a la Jefatura del Estado en septiembre de 1936, Franco comenzó a construir un «Nuevo Estado», disciplinando a los partidos e iniciando un culto a su personalidad como «caudillo».
La constitución del partido único fue crucial en esta etapa. Falange jugó un papel fundamental: movilizó voluntarios, utilizó la prensa y la propaganda, y mantuvo el contacto con Alemania e Italia, de donde Franco obtenía armamento. A principios de 1937, Franco decretó la unificación, creando la Falange Española Tradicionalista de las JONS bajo su mando, excluyendo cualquier otra formación política y eliminando disidencias internas.
Este nuevo partido se caracterizó por su heterogeneidad ideológica (del carlismo al fascismo), su sometimiento a Franco y su labor en la creación del «Nuevo Estado». En junio de 1937, Franco formó su primer gobierno, con Serrano Súñer como figura destacada, aunque la pluralidad ideológica seguía presente. Aparecieron los primeros documentos ideológicos, como el Fuero del Trabajo, que mezclaban elementos fascistas y católicos. El sometimiento de todas las cuestiones a la voluntad de Franco se convirtió en una característica clave de su dictadura.