El reinado de Carlos I de España y V de Alemania (1517-1556)
Conclusión:
La monarquía fue la gran vencedora tras las revueltas. Las Cortes de Castilla se convirtieron en una institución sumisa. Los nobles, temerosos e impotentes ante las rebeliones, se transformaron en aliados fieles del rey. En consecuencia, la política exterior posterior, costosa y ambiciosa, se financió con recursos humanos y económicos de Castilla obtenidos sin casi oposición.
c) Política exterior:
Se basa en la defensa de su herencia dinástica y su hegemonía en Europa.
● Enfrentamiento con Francia:
En él hay varios elementos:
- La rivalidad personal con Francisco I.
- El legado de luchas anteriores: enfrentamiento por Navarra y por la hegemonía en Italia.
El emperador libró hasta seis guerras con Francia:
- La primera en 1521: Francia invade Navarra y desde Milán intenta asegurar su hegemonía en el norte de Italia. Derrota francesa de Pavía en 1525 (Francisco I es hecho prisionero). Carlos V controla Milán.
- La lucha se reanuda en 1536 en los escenarios de Italia y los Países Bajos; ésta se prolonga durante 20 años con largos periodos de paz intermedios. La última de estas guerras terminó en el reinado de su hijo Felipe II, que derrotó a los franceses en San Quintín (1557). La paz posterior de Cateau-Cambrésis de 1559 entre Felipe II y Enrique II de Francia estableció un largo periodo de hegemonía de la casa de Austria en Italia y en toda Europa occidental.
● La guerra contra los turcos:
Tuvo dos escenarios:
- La zona central de Europa: el sultán Solimán el Magnífico (1520-1566) ocupó Hungría y sitió Viena.
- En la zona occidental del Mediterráneo, los corsarios protegidos por Solimán (Barbarroja) ocuparon Trípoli y Bujía e incluso saquearon pueblos costeros de Italia y España.
La guerra contra los turcos no constituyó una prioridad para Carlos V, los recursos se dedicaron a otras campañas militares y el Mediterráneo occidental se convirtió en un mar inseguro hasta Lepanto (1571).
● La guerra en Alemania:
Carlos V lucha contra la reforma de Lutero y algunos príncipes alemanes que ven en ella la oportunidad de aumentar sus rentas e independizarse del emperador.
Carlos V se mostraba partidario de llegar a un compromiso entre Lutero y el Papa y convocó una reunión en Worms en 1521 (el año de Villalar, de la invasión de Navarra por Francia y la expulsión por los turcos de los caballeros de Malta de Rodas). En Worms, Carlos V fijó su posición de condena a Lutero y reclamó del Papa un concilio para la reforma de la Iglesia: algunos príncipes alemanes protestaron (protestantes).
Cuando en 1545 el Papa convoca el Concilio de Trento la ruptura era un hecho y originó una guerra entre los príncipes protestantes y Carlos V: la victoria de Mühlberg aumentó su poder en Alemania, pero no resolvió la cuestión. La Paz de Augsburgo (1555) reconoció a los príncipes el derecho de imponer su religión a sus súbditos: cuius regio, eius religio.
En esta época, 1555-56, Carlos V renunció a sus dominios en la península Ibérica, en Borgoña e Italia a favor de Felipe II y cedió sus derechos imperiales y dominios austríacos a su hermano Fernando, retirándose al monasterio de Yuste.
La monarquía hispánica de Felipe II. La unidad ibérica.
a) Objetivos/Leyenda Negra:
Felipe II (1556-1598) es el prototipo del monarca absoluto: estableció la corte en el centro de sus dominios, en Madrid, y construyó la monumental residencia del Escorial. Además del patrimonio de su padre (no el título de emperador) heredó dos objetivos políticos fundamentales: la lucha por la hegemonía en Europa y la defensa de los territorios que formaban su patrimonio.
Felipe II sustituyó la política universal de su padre por la confesional, la defensa de la catolicidad. Aunque sus decisiones no se guiaron por motivos únicamente religiosos intentó mantener la unidad religiosa y política frente a las minorías. En España impulsó la Contrarreforma.
La imagen negativa más poderosa de Felipe II ha sido transmitida a través de la así llamada Leyenda Negra, que todavía se mantiene con fuerza. Una parte de esta leyenda se debe a los oponentes del rey, personajes como Guillermo de Orange o Antonio Pérez, donde acusaban a Felipe de crímenes «personales» tales como el asesinato de su hijo don Carlos, de su esposa Isabel de Valois y del secretario Escobedo. Pero ya que no se ha encontrado evidencia alguna que justifique estas acusaciones, deben tomarse como simplemente falsas. La supervivencia de la leyenda sobre don Carlos se debe a la popularidad de la ópera de Verdi.