El Descubrimiento de América
El descubrimiento de América en 1492 por Cristóbal Colón fue uno de los hechos más importantes de la historia europea y condicionó la evolución política, social y económica de los siglos siguientes. Por primera vez podemos hablar de una Historia universal: una serie de hechos jalonan este periodo que llevan al conocimiento certero de cómo es nuestro planeta y, lo que es más importante, a concebirle como un conjunto en el que las diversas partes (los continentes) influyen mutuamente. Para bien o para mal, se inicia el camino hacia el concepto de “aldea global” tan difundido en la actualidad. El mundo deja de circunscribirse a Europa o, mejor dicho, a un conjunto de civilizaciones aisladas entre sí.
Se inicia este periodo de los descubrimientos y exploraciones cuando la corona portuguesa se lanza durante el siglo XV, apoyada en una serie de innovaciones importantes en la técnica de navegación (barcos más grandes y seguros como la carabela y la nao, la brújula, el astrolabio…), a la búsqueda de una ruta marítima que le permitiese comerciar con los ricos productos asiáticos, como la seda china o las especias de la India. Este objetivo les llevó a navegar hacia el este bordeando por primera vez el continente africano hasta que, en 1499, Vasco de Gama consiguió llegar a la India tras muchas décadas de ir afianzando y abriendo dicho camino. Bartolomé Díaz fue el primero en llegar al extremo sur del continente africano.
El mismo objetivo comercial tenía Cristóbal Colón, aunque en lugar de navegar hacia el este pretendía alcanzarlo navegando hacia el oeste, en base a la idea de la esfericidad de la Tierra y a unos cálculos erróneos que daban a nuestro planeta unas dimensiones menores. La consecuencia fue el descubrimiento de América.
Los Reyes Católicos, tras el tratado de Alcaçovas, habían renunciado a la navegación por las costas africanas, por lo que necesitaban otra ruta para llegar a la India. Por esta razón, la reina Isabel aceptó el proyecto de Colón y firmó las Capitulaciones de Santa Fe (enero de 1492), en las que se comprometía a financiar la expedición y concedía a Colón plenos poderes para la misma y los títulos de almirante y virrey de las tierras que descubriera.
El 3 de agosto de 1492, Colón partió del puerto de Palos de Moguer (Huelva) comandando una expedición de tres naves (La Santa María, La Pinta y La Niña) que llegó a Las Antillas el 12 de octubre.
Colón realizó tres viajes más y murió en 1506 convencido de haber llegado a Asia por la ruta occidental.
Los conflictos entre España y Portugal se solucionaron en el Tratado de Tordesillas (1494), que supuso la partición de las zonas de navegación y expansión de los dos reinos en función de un meridiano situado a 370 leguas de Cabo Verde. Este meridiano separaba una zona oriental para Portugal (incluía la costa africana y Brasil) y otra occidental para Castilla (el resto de América).
En los primeros momentos de la colonización, los reyes asumieron el control religioso y económico de las nuevas tierras. Debían extender la evangelización en las nuevas tierras y consiguieron del papado los derechos para cobrar diezmos y para elegir obispos. Asimismo, crearon la Casa de Contratación de Sevilla (1503) para regular el comercio con América. Las nuevas tierras proporcionaron pronto a la Corona numerosos recursos, sobre todo por la extracción de metales preciosos y las explotaciones agrarias.
La Corona consideró a la población indígena como vasallos directos de los reyes, pero los colonos los esclavizaron. Esta situación provocó numerosas protestas de misioneros como fray Bartolomé de las Casas, dominico que condenaba la esclavitud y justificaba la colonización mediante la evangelización pacífica. Para poner límite a la explotación de los indígenas, la corona dictó las Leyes de Burgos (1512) y las Leyes Nuevas (1545), sin que ello supusiera un freno a la esclavitud y al reparto de los indígenas en encomiendas.
Las consecuencias de este proceso arriba descrito son muchas y complejas: la sustitución de culturas ancestrales por las nuevas formas traídas desde Europa, la explotación económica y política del nuevo mundo dando pie al nacimiento del colonialismo, la posibilidad de poder emigrar para los europeos creando “nuevas Europas” en otros continentes, muerte masiva de aborígenes, nuevas especies de cultivo desconocidas en Europa (patata, tomate, cacao, maíz, tabaco…) que cambian hábitos alimenticios y costumbres.
Gobierno y Administración
Desde el principio, los nuevos territorios dependieron del reino de Castilla, siendo muy pequeña o nula la participación de Aragón. Se consideraba al nuevo territorio como una prolongación del reino castellano, lo que suponía que teóricamente compartían las mismas leyes y las instituciones eran similares.
En un primer momento, el territorio se dividió administrativamente en dos virreinatos: el de Nueva España, con capital en la ciudad de México, y el de Perú, con capital en Lima. Este último ocupaba todo el sur de América y durante el siglo XVIII se subdividió en tres para facilitar el gobierno.
El virrey era la máxima autoridad administrativa, judicial y militar, actuando como representante directo del rey. Los virreyes eran designados entre los miembros de la gran nobleza o de la familia real. Su actuación estuvo sometida a inspección periódica, las visitas, aunque en la práctica gozaron de una enorme autonomía, propiciada por la enorme distancia entre España y América y los largos períodos sin comunicación.
Por debajo de los virreyes estaban las Reales Audiencias, órgano administrativo y tribunal de justicia con jurisdicción sobre los distritos en los que se dividían los virreinatos. Otros estamentos administrativos fueron las capitanías generales y gobernaciones.
Según avanzaba la conquista, los españoles fueron creando ciudades habitadas por colonos y desarrollando una administración de las mismas. En las ciudades se creó un Cabildo (municipio), con un concejo (asamblea de los colonos) gobernado por un alcalde mayor.
Los más altos cargos los ocupaban funcionarios mandados desde la península y, más adelante, se fueron incorporando, sobre todo a la administración local, los descendientes de españoles nacidos en América o criollos. Eran frecuentes los abusos de poder y corrupciones.
Desde la península, los organismos encargados del control de las colonias fueron el Consejo de Indias, con unas funciones similares a los otros consejos territoriales de la corona, y la Casa de Contratación, que desde la ciudad de Sevilla supervisaba todo tránsito de mercancías y pasajeros.