Consecuencias del Desastre del 98
La derrota y la pérdida de las colonias se convirtió en un símbolo de la Primera Gran Crisis del sistema político de la Restauración, conocida como el Desastre del 98. Las repercusiones fueron menores de lo esperado, aunque se debieron afrontar las deudas de la guerra cubana mediante una reforma de Hacienda que incrementó los impuestos. El sistema político de la Restauración resistió, asegurando la continuidad del turno de partidos, pero algunos gobernantes aplicaron políticas regeneracionistas basadas en la modernización y el desarrollo de la ciencia.
Los movimientos nacionalistas crecieron, aprovechando el momento para desacreditar a los partidos dinásticos, incapaces de implementar políticas renovadoras y descentralizadoras. La crisis moral e ideológica fue profunda entre la población, marcando la destrucción del mito del Imperio español. Surgieron nuevos movimientos de intelectuales progresistas:
Movimientos Intelectuales Emergentes
- La Institución Libre de Enseñanza: Fundada en 1876 por catedráticos que abandonaron la universidad en defensa de la libertad de cátedra, destacando Giner de los Ríos. Promovía la modernización y el desarrollo científico.
- Los Regeneracionistas: Abogaban por la regeneración de España. Joaquín Costa, su máximo exponente, fundó la Liga Nacional de Productores y el partido Unión Nacional, crítico con la Restauración y defensor de la mejora del campo y la educación.
- La Generación del 98: Grupo literario crítico y pesimista.
El Desastre del 98 marcó el fin del sistema de la Restauración y el surgimiento de una nueva generación de políticos, intelectuales y científicos durante el reinado de Alfonso XIII.
La política reformista no logró implementar las reformas anunciadas, y el sistema continuó con pocos cambios. En el ejército, hubo consecuencias como el antimilitarismo en ciertos sectores y el auge de posturas intransigentes y autoritarias que culpaban a los políticos de la derrota. El deseo del ejército de mayor protagonismo culminaría en el Golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.
Crisis Final de la Restauración
Impacto de la Primera Guerra Mundial y Agotamiento del Sistema Político
En 1902, Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad, iniciando la segunda etapa de la Restauración, que intentó modernizar el sistema político. Sin embargo, el miedo a la participación democrática mantuvo el turno dinástico, impidiendo una reforma profunda y llevando al sistema a su quiebra definitiva.
El nuevo siglo trajo una crisis de liderazgo en los partidos dinásticos, conservador y liberal. La presión de la intelectualidad regeneracionista, los partidos republicanos y socialistas, y el movimiento obrero, impulsó tímidas reformas democráticas por parte de Antonio Maura (conservador) y José Canalejas (liberal), sucesores de Cánovas y Sagasta.
El intento de saneamiento político de Maura fracasó por la oposición interna de su partido y su desacreditación tras la represión de la Semana Trágica en 1909. Los esfuerzos de Canalejas terminaron con su asesinato en 1912.
La Política Colonial y la Guerra de Marruecos
Desde 1906, España inició su penetración en el norte de África, motivada por beneficios económicos y la restauración del prestigio militar. La Guerra de Marruecos, impopular, junto con el sistema de reclutamiento de quintas, provocó la Semana Trágica de Barcelona.
La huelga general, promovida por anarquistas y socialistas, derivó en un estallido social con barricadas y enfrentamientos. La represión fue dura, con detenciones, consejos de guerra y la ejecución de Francisco Ferrer y Guardia, acusado de ser el inspirador ideológico.
La represión generó protestas en Europa y la dimisión de Maura. El partido liberal, con Canalejas, intentó reformas, pero su asesinato truncó estos proyectos. La Semana Trágica unió a republicanos y socialistas contra la monarquía, mientras el partido liberal se fragmentaba.
España y la Primera Guerra Mundial
Eduardo Dato enfrentó las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). España mantuvo la neutralidad, apoyada por todas las fuerzas políticas excepto los radicales de Lerroux, debido al aislamiento internacional y la falta de fuerza militar.
La guerra generó actividad económica en España, beneficiando a terratenientes y empresarios, pero no a la mayoría social. La exportación provocó desabastecimiento e inflación, generando descontento popular. En 1917, la situación política y social era delicada, con la división de los partidos tradicionales y el auge de republicanos, socialistas y el movimiento obrero.
La oficialidad media del ejército y la burguesía nacionalista catalana también mostraban descontento, contribuyendo a la inestabilidad del país.