Nos encontramos en un periodo de entreguerras, entre el final de la 1ª Guerra Mundial y el comienzo de la 2ª Guerra Mundial, que se caracteriza por las crisis en los sistemas políticos, el miedo a la extensión de la revolución bolchevique y el éxito de las tendencias autoritarias y totalitarias. En el exterior, resalta el triunfo de Mussolini en Italia, la fundación del partido Nazi en Alemania y el intento de golpe de estado de Hitler en 1923. En esta época, Alfonso XIII presenta en Roma a Primo de Rivera como «mi Mussolini».
España, en esta época, está marcada económicamente por las consecuencias de la 1ª Guerra Mundial. En el ámbito político, la crisis de la Restauración genera un ambiente tenso ante la imposibilidad de crear estructuras políticas sólidas y mejorar las condiciones de las clases trabajadoras.
El Fracaso del Sistema de Turnos y el Golpe de Estado
El fracaso del sistema de turno de partidos Conservador y Liberal se hace evidente. El caciquismo y el rechazo del intervencionismo del ejército en la vida política, junto con el expediente Picasso (que sacó a la luz una serie de escándalos políticos y militares), molestan a los militares. Estos, preocupados por el auge del nacionalismo y el ascenso de socialistas y republicanos, pretenden frenar el crecimiento del movimiento obrero con un gobierno autoritario. La agudización de problemas y conflictos, la incapacidad de las fuerzas políticas para satisfacer a las clases obreras y la violencia anarquista dan los últimos impulsos al golpe de estado. Este panorama lleva a una parte neutra de la población, a la patronal, a sectores católicos y castrenses, y al Rey Alfonso XIII a apoyar la formación del gobierno del dictador. La única oposición provenía de anarquistas y comunistas.
El golpe se produce el 13 de septiembre de 1923, cuando se elige a Primo de Rivera como capitán general de Cataluña con la idea de ser tajante con los anarquistas. El golpe triunfó sin resistencia y la dictadura abarca desde el 13 de septiembre de 1923 hasta el 27 de enero de 1930.
Objetivos y Directorio Militar
Entre los objetivos de Primo de Rivera estaba el saneamiento del sistema político, poner fin a la violencia anarquista, solucionar el descrédito de políticos y militares en Marruecos y acabar con el problema regionalista. Esta sería la solución transitoria.
Entre septiembre y diciembre de 1923, se establece un gobierno dirigido por militares en el que Primo de Rivera concentra todos los poderes, dejando al resto de militares como apoyo (el Directorio Militar). Sus propósitos eran la disolución de las Cortes y la suspensión de la Constitución, una reordenación de la administración central, local y provincial. Desarrolla una política caciquil mediante delegados gubernativos, funda el partido conservador, derechista y católico, Unión Patriótica (que él mismo presidirá), y prohíbe la libertad de prensa. Se creó una especie de milicia ciudadana.
Directorio Civil e Intento de Institucionalización
Entre diciembre de 1925 y 1930, el Directorio Militar se sustituye por un gobierno de civiles y se intenta establecer una nueva estructura política que sustituyese a la de la Constitución de 1876 y de la Restauración. En este caso, el dictador intenta institucionalizar el régimen. En este periodo se realiza un proyecto de constitución en 1929 que no llega a entrar en vigor.
Política Económica y Social
Uno de los mayores éxitos del dictador fue su política económica, que comienza con la intervención del Estado en todos los ámbitos económicos. Se refuerza el proteccionismo arancelario y se incrementan las inversiones públicas: se construyen carreteras, pantanos, ferrocarriles… Se crean monopolios importantísimos para España (Tabacalera, Telefónica, CAMPSA). Todo esto confluye en un aumento espectacular de la producción y un descenso del paro, además de un crecimiento de la economía. El problema que persiste es el agrícola, ya que no se llega a abordar. España se sumerge en un fuerte endeudamiento del Estado. Sin embargo, otro éxito rotundo fue la política colonial en Marruecos.
En cuanto a la política social, se eliminan los conflictos sociales mediante la intervención del Estado. Se integra a los sectores moderados en el movimiento obrero y se produce una represión de las organizaciones más radicales, como la CNT. Crea la Organización Corporativa Nacional, dividiendo a los trabajadores en 27 corporaciones que forman los comités paritarios, integrados por un representante de los patronos y obreros, con un delegado gubernativo actuando como árbitro. Se impulsa la instrucción pública construyendo nuevas escuelas y contratando maestros. Se producen recortes en la libertad de cátedra y se potencia exageradamente la enseñanza privada y religiosa. Los nacionalismos fueron perseguidos y la Mancomunidad de Cataluña se suprime, además de prohibir el uso de la bandera y la lengua catalana en actos oficiales.
Decadencia y Fin de la Dictadura
Desde mediados de 1928, empieza a decaer la dictadura. Aumenta el número de opositores al régimen y se presentan dificultades financieras debido a las inversiones públicas. Se empiezan a ver las primeras manifestaciones de la crisis internacional de 1929. Las relaciones con el rey empiezan a flojear y, para ultimar este periodo, el dictador cae enfermo. Alfonso XIII, cuando dimite Primo, nombra jefe de Estado al general Berenguer en un intento de volver a la normalidad constitucional. Esta situación no fue aceptada por políticos, republicanos, demócratas y socialistas. Más tarde, se firma un pacto por el que todos los partidos opositores se comprometen a emprender acciones para sustituir la monarquía por la república. Tras varios intentos de sublevación militar, se sustituye al general Berenguer por Aznar, quien convoca elecciones el 12 de abril de 1931. Los partidos republicanos triunfan en toda España y el 14 de abril de 1931 se proclama la República, después de que Alfonso XIII abdicara.