Reinado de Fernando VII e Isabel II: Transición del Absolutismo al Liberalismo en España

Fernando VII: El Retorno del Absolutismo (1814-1820)

En 1813, al concluir la Guerra de la Independencia, las Cortes de Cádiz se trasladaron a Madrid para recibir a Fernando VII como rey constitucional. Sin embargo, Fernando se dirigió a Valencia, donde un grupo de absolutistas le entregó el Manifiesto de los Persas, defendiendo la monarquía absoluta. El golpe de estado triunfó y Fernando VII promulgó el Decreto de Valencia, anulando la Constitución de 1812 y las reformas socioeconómicas aprobadas. Se generó inestabilidad en el gobierno y la crisis en la hacienda se agravó por la guerra y el restablecimiento de los privilegios de la sociedad estamental. La guerra de emancipación de las colonias americanas obligaba a enviar tropas. La represión contra los liberales no logró frenar sus intentos de restablecer la Constitución de 1812. Los guerrilleros reorganizaron partidas y los oficiales liberales del ejército conspiraron contra el absolutismo. Finalmente, uno de ellos logró restaurar la constitución.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El comandante Riego, a punto de embarcar hacia América, inició un pronunciamiento militar a favor de la Constitución de 1812 en la Serranía de Ronda. Al creer haber fracasado, se dirigía a Portugal cuando se enteró de que otros militares del norte se habían sumado y que Fernando VII había jurado la Constitución. Durante tres años se restablecieron las leyes de Cádiz. Se creó la Milicia Nacional, se promovieron los primeros periódicos en defensa del orden constitucional y nacieron los primeros partidos políticos: moderados y exaltados.

  • Moderados: Querían reformar la constitución para establecer el sufragio censitario y añadir un Senado.
  • Exaltados: Jóvenes seguidores de Riego, defensores de la Constitución de 1812, querían acelerar las reformas con la colaboración de la Milicia urbana, cada vez más radicalizada.

Tras jurar la Constitución, Fernando VII pidió ayuda a la Santa Alianza. En el Congreso de Verona (1822), Rusia, Prusia, Austria y Francia acordaron intervenir en España con el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis (1823). En octubre, Fernando VII había recuperado su poder absoluto.

La Década Absolutista (1823-1833)

Con el retorno del absolutismo, los liberales sufrieron dura represión por la policía, dirigida por Calomarde. La monarquía absoluta evolucionó hacia un reformismo moderado, destacando las reformas en la Hacienda por López Ballesteros. A él se opusieron los ultrarrealistas y el infante Don Carlos, hermano del rey, liderados por Calomarde. En 1830, un intento de revolución liberal acabó con el fusilamiento de Torrijos. Ese año nació Isabel y Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, derogando la Ley Sálica, lo que disgustó a los ultrarrealistas que apoyaban a Carlos como rey. Los carlistas protagonizaron los sucesos de la Granja (1832), presionando al monarca para abolir la Pragmática Sanción. Tras el fracaso, Don Carlos marchó a Portugal. Al morir Fernando VII en 1833, comenzaría la guerra carlista. La regente María Cristina tuvo que buscar apoyos entre los liberales moderados.

La Emancipación de las Colonias Americanas (1814-1825)

Protagonizada por las minorías criollas, influidas por la independencia de las colonias norteamericanas y la Revolución Francesa (1789), lucharon contra los gobiernos de la metrópoli por regímenes liberales. Sus líderes fueron Simón Bolívar (Colombia, Venezuela y Ecuador) y San Martín (Argentina y Chile). Juntos, hicieron posible la emancipación de Perú y Bolivia (1824). En 1821, el criollo Iturbide proclamó la independencia de México, nombrándose emperador. Varias regiones constituyeron la Confederación de las Provincias Unidas de América Central (1823). En 1824, Iturbide fue derrocado, estableciéndose una república federal mexicana. El imperio español quedó reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

El Reinado de Isabel II: La Oposición

La Cuestión Sucesoria

En 1833 murió Fernando VII. Hasta el nacimiento de Isabel en 1830, su hermano Carlos había sido el heredero. Fernando VII publicó la Pragmática Sanción para derogar la Ley Sálica. Los partidarios de Carlos consideraron esta decisión una conspiración liberal. En 1832, con el rey enfermo, los carlistas protagonizaron los sucesos de la Granja, presionando sin éxito para abolir la Pragmática Sanción. María Cristina decretó una amnistía para los liberales exiliados moderados, buscando apoyos para su hija. Fernando VII falleció y le sucedió Isabel, pero, dada su minoría de edad, la regencia recayó en su madre. Los carlistas siguieron apoyando a Carlos V.

La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

a) Guerra de Sucesión e Ideológica

Estalló la guerra civil entre los partidarios de Carlos y los de María Cristina. En principio fue una guerra de sucesión, pero pronto se convirtió en ideológica, ya que la regente pidió ayuda a los liberales. Los carlistas defendían el Antiguo Régimen, la monarquía absoluta y los fueros, especialmente en Navarra y el País Vasco. Sus apoyos provenían de la Iglesia, la pequeña nobleza local y sectores del campesinado. El carlismo se extendió en menor medida por el Maestrazgo y el Pirineo catalán. Las grandes ciudades apenas lo apoyaron. La burguesía y los sectores populares de las ciudades apoyaron a Isabel II, así como la aristocracia y la burguesía financiera, favorecidas por la desamortización de Mendizábal. La guerra se internacionalizó: los absolutistas tuvieron el apoyo de la Santa Alianza, Nápoles y los Estados Pontificios. Francia e Inglaterra apoyaron a los liberales de España y Portugal con ayuda financiera y voluntarios. Francia, Inglaterra, Portugal y España firmaron la Cuádruple Alianza (1834).

b) Cuatro Etapas

  1. El foco vasconavarro (1833-1835): El ejército carlista, bajo Zumalacárregui, consiguió victorias pero no pudo ocupar el País Vasco ni Pamplona. Tras la muerte de Zumalacárregui en el sitio de Bilbao (1835), el carlismo se debilitó.
  2. Las expediciones hacia el interior (1836-1837): El carlismo no logró generalizar el conflicto más allá del País Vasco, Navarra y el Maestrazgo. Fracasaron las incursiones hacia el interior y el intento de tomar Bilbao, gracias a la victoria de Espartero en Luchana.
  3. Espartero y el Convenio de Vergara (1837-1839): La guerra fue favorable al ejército gubernamental, liderado por Espartero. La firma del Convenio de Vergara (1839) puso fin a la guerra en Navarra y el País Vasco. Se admitieron militares carlistas en el ejército isabelino y el gobierno se comprometió a remitir la cuestión foral a las Cortes, que mantuvieron los fueros. Carlos se exilió a Francia.
  4. El final de la guerra en el Maestrazgo (1839-1840): La guerra continuó en el Maestrazgo hasta 1840, con Cabrera negándose a acatar el Convenio de Vergara. Fue derrotado por Espartero.

El carlismo se mantuvo activo durante el siglo XIX, provocando dos guerras más, lideradas por Carlos VI y Carlos VII. Tras la tercera guerra (1876), se abolieron los fueros vascos.

Isabel II: Las Regencias

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

En 1833, María Cristina asumió la regencia. Tuvo que defender los derechos de Isabel frente a Don Carlos y el poder absoluto frente al liberalismo. La Primera Guerra Carlista frustró sus aspiraciones absolutistas, obligándola a una apertura política para obtener el apoyo de los moderados. Durante su regencia se empezó a construir el Estado liberal y se configuraron dos partidos: el Moderado (liberalismo doctrinario, poder reforzado de la corona, soberanía compartida con las Cortes, sufragio censitario) y el Progresista (liberalismo burgués, soberanía nacional, separación de poderes, sufragio censitario, libertades individuales).

a) El Estatuto Real (1834)

María Cristina concedió una Carta Otorgada, escrita por Martínez de la Rosa. Establecía unas Cortes con dos cámaras consultivas: Próceres (aristócratas elegidos por la regente, vitalicios) y Procuradores (elegidos por sufragio muy censitario). El Estatuto apenas modificó el Antiguo Régimen. Las revueltas ciudadanas forzaron un cambio político más liberal. La regente incluyó a liberales progresistas en el gobierno. Tras la rebelión de los sargentos de La Granja (1836), la regente firmó la Constitución de 1812, rompiendo con el Antiguo Régimen. Los progresistas modificaron algunos artículos, creando una nueva constitución.

b) La Constitución de 1837

Modelo de liberalismo burgués. Se reforzó el poder de la corona (derecho a disolver las Cortes y veto). Cortes bicamerales (Congreso y Senado). Sufragio censitario (2% en 1837, 4% en 1843). Tolerancia religiosa. Estuvo vigente hasta 1843. Los progresistas tuvieron problemas para aplicarla, ya que los moderados seguían teniendo el apoyo de la regente. En 1840, Espartero, contrario a los gobiernos moderados, hizo un pronunciamiento militar que acabó con la regencia de María Cristina. Asumió provisionalmente la regencia, confirmada por las Cortes en 1841.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

El carácter autoritario de Espartero generó oposición. Un acuerdo librecambista con Inglaterra (1842) dañó la industria textil catalana, provocando una rebelión en Barcelona. Espartero bombardeó la ciudad, perdiendo popularidad. Liberales y progresistas se levantaron contra él. Los moderados, liderados por Narváez, tomaron el control. Narváez derrotó a las tropas gubernamentales en Torrejón (diciembre de 1843). Tras el pronunciamiento de Narváez…

Isabel II: Reinado

La Década Moderada (1844-1854)

Tras la victoria de Narváez, Isabel II empezó su reinado efectivo (1843-1868) bajo la tutela de Narváez. Se estableció un sistema político autoritario, con el respaldo de la aristocracia terrateniente, la burguesía financiera y altos oficiales, favorecidos por las desamortizaciones.

La Constitución de 1845

Modelo de liberalismo doctrinario, creó un Estado nacional centralizado con soberanía compartida entre las Cortes y el rey. Fortaleció el poder de la corona (poder ejecutivo y legislativo compartido con las Cortes). Cortes bicamerales: Senado (designación real, aristocrático, vitalicio) y Congreso (sufragio censitario del 1%). No había declaración de derechos y libertades, se limitaba la libertad de imprenta y el catolicismo era la religión oficial. Estuvo vigente hasta 1868. Para centralizar el Estado, el gobierno central controló la administración provincial, se promulgaron nuevos códigos penal y civil, y se reformó la hacienda. En 1849 nació el Partido Demócrata, defensor del sufragio universal masculino.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Comenzó con la Vicalvarada (1854). O’Donnell firmó el Manifiesto de Manzanares, pidiendo la ampliación del sufragio, el fin de la censura, la democratización de los ayuntamientos y el restablecimiento de la Milicia Nacional. Isabel II encargó a Espartero formar un gobierno progresista con O’Donnell. Los progresistas elaboraron la Constitución de 1856 (non nata), siguiendo el modelo del liberalismo burgués. Implementaron las reformas propuestas por O’Donnell, pero la inestabilidad social aumentó. En Barcelona hubo una huelga general y en Madrid motines contra la carestía del pan. Espartero reprimió las protestas con dureza. O’Donnell propuso recuperar la Constitución de 1845 con un acta adicional con algunas reivindicaciones progresistas. Isabel II aceptó y no firmó la Constitución de 1856.

El Gobierno de la Unión Liberal (1856-1868)

Narváez asumió el gobierno, clausuró las Cortes y anuló el acta adicional. O’Donnell lo sucedió en 1858, aceptando el liberalismo doctrinario. Los primeros cinco años fueron prósperos, con una política exterior en busca de prestigio. A partir de 1863, una crisis agrícola provocó malestar social. En la Noche de San Daniel, se reprimió a estudiantes que protestaban por la expulsión de Castelar. En 1866, demócratas y progresistas firmaron el Pacto de Ostende para derrocar a Isabel II y establecer un régimen con sufragio universal. Una crisis financiera extendió el descontento a la burguesía, que culpó a la reina. La Unión Liberal se sumó al Pacto de Ostende. Tras la Gloriosa (1868), Isabel II abandonó España y la coalición de Ostende formó un Gobierno provisional, comenzando el Sexenio Democrático (1868-1874).

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