Introducción
La profunda recesión que España vivió en los años cuarenta se debió a dos factores principales: los efectos de la Guerra Civil y la ineficaz política económica franquista. A esta dura etapa le seguiría una fase de desarrollismo en los años sesenta, que supuso el mayor crecimiento económico en la historia de España. No obstante, este proceso no estuvo exento de deficiencias y contradicciones, y la modernización acabó erosionando la base social tradicional del franquismo.
Intervencionismo y Autarquía
Los principales daños de la Guerra Civil fueron demográficos, con grandes pérdidas de hombres jóvenes y especialistas. El Estado franquista implementó una política económica intervencionista con influencias del fascismo italiano. Sin embargo, el cariz autárquico que adoptó esta política no hizo sino empeorar la situación. En 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI) para desarrollar sectores estratégicos como la siderurgia y la construcción naval. A pesar de ello, la producción industrial siguió siendo insuficiente y persistió el racionamiento de alimentos, materias primas y energía. La agricultura, a pesar de volver a ocupar a la mitad de la población, tuvo rendimientos inferiores a los de los años treinta. La producción industrial no recuperó los niveles previos a la guerra hasta 1950, pero continuó siendo obsoleta y deficiente. El comercio interior se vio profundamente afectado por la escasez de productos y el mercado negro o estraperlo. La renta per cápita no se recuperó hasta 1953, pero la situación de los trabajadores era de miseria. El hambre y la desnutrición se convirtieron en algo habitual, mientras que un reducido grupo de personas amasaba grandes fortunas.
Fin de la Autarquía
En 1951 se produjo un boicot a la subida de tarifas del transporte público. Como consecuencia, Franco cambió su gobierno, incorporando nuevas figuras como el almirante Carrero Blanco. La llegada de las ayudas de Estados Unidos y del Fondo Monetario Internacional (FMI) coincidió con el inicio de la liberalización económica. La situación económica mejoró: se suprimieron las cartillas de racionamiento, se liberalizaron los precios y se redujo la inflación. Sin embargo, los cambios fueron limitados y no se consiguió equilibrar la balanza comercial ni reducir el déficit público.
El «Milagro Español»
A mediados de 1959, España se encontraba al borde de la suspensión de pagos. Los tecnócratas del Opus Dei lograron convencer a Franco de la necesidad de un cambio en la política económica, y se aplicaron medidas liberales en el Plan de Estabilización de 1959, tales como: control del gasto público, ajuste del tipo de cambio de la peseta, impulso a las exportaciones y congelación de salarios. El crecimiento que se produjo posteriormente fue producto de la convergencia de varios factores:
- La liberalización de la economía española en el marco del auge económico europeo.
- La emigración interior y exterior, que cubrió los puestos de trabajo industriales y trajo divisas extranjeras.
- El desarrollo del turismo.
Se crearon polos de desarrollo, pero la incidencia de esta planificación es muy discutida.
Boom de la Industria y Modernización de la Agricultura
El desarrollo económico de los sesenta fue fundamentalmente industrial, llegando este sector a ocupar al 37% de la población activa. La metalurgia, la química y el sector energético se convirtieron en los motores del desarrollo. Crecieron el sector de la construcción y las exportaciones de calzado. Las importaciones de petróleo sostuvieron este desarrollo, que se complementó con la construcción de embalses, centrales termoeléctricas y nucleares. Al mismo tiempo, se produjo la entrada masiva del turismo europeo, dadas las buenas condiciones que ofrecía España (bajos precios y buen clima). Esto tuvo sus desventajas, como el carácter estacional del trabajo, pero fue rentabilizado por las divisas. No obstante, la influencia del turismo contribuyó a minar los apoyos sociales del régimen. Respecto a la agricultura, se implementaron planes como el Plan de Concentración Parcelaria, el Plan Badajoz o la Ley de Grandes Zonas Regables. Se produjo un aumento en el rendimiento de la producción agrícola, una subida de los salarios y una mejora en el nivel de vida de los agricultores.
Transformaciones Sociales
España se convirtió en una sociedad urbanizada en la que se impusieron rápidamente los valores de la sociedad de consumo. Se produjo una transición demográfica en la que se alcanzaron los 35 millones de habitantes en 1973. Pero el hecho más significativo fue el éxodo rural, que llevó a más de seis millones de personas a abandonar el campo y a otros dos millones a emigrar a países como Alemania, Francia o Suiza. La población se urbanizó aceleradamente, pero la organización fue caótica y desordenada, con barrios de chabolas y falta de servicios. La población agraria se redujo drásticamente, transformando la estructura de clases y permitiendo que hasta un 55% de la población fuese considerada como clase media. A pesar de esto, siguió existiendo una desigualdad en la distribución de la riqueza entre los españoles, mayor que la de los países europeos.
Conclusión
Entre 1959 y 1973, la economía española creció a un ritmo sin precedentes, integrándose en la Europa occidental. Este desarrollo económico determinó una profunda transformación social que dejó sin apoyos a la anquilosada e inmóvil dictadura franquista, que fue incapaz de democratizarse. El desarrollo de la oposición al régimen dejó claro que, cuando este entró en crisis, la sociedad española no deseaba la continuidad del franquismo.