Regencia de María Cristina y el Turno Político en España (1885-1902)

Alfonso XII muere el 25 de noviembre de 1885. Le sucede su mujer, María Cristina de Habsburgo-Lorena como Regente hasta 1902. Horas antes se firmaba el Pacto de El Pardo mediante el que Antonio Cánovas del Castillo se compromete con Práxedes Mateo Sagasta a ceder el gobierno a cambio de la lealtad de los liberales a la Constitución de 1876. El objetivo era evitar otro pleito dinástico o sucesos revolucionarios republicanos o carlistas. Este pacto consolidó el sistema del turnismo entre los dos partidos dinásticos: el Conservador de Cánovas del Castillo y el Liberal o Fusionista de Práxedes Mateo Sagasta. Este sistema se basaba en la manipulación de los procesos electorales.

El Mecanismo del Turno

El candidato a Presidente de Gobierno era designado por el rey, y para gobernar debía contar con una mayoría sólida de diputados en las Cortes. Si el candidato no contaba con esta mayoría, el rey decretaba la disolución de las Cortes y convocaba elecciones para lograr esa mayoría que le permitiera gobernar. En ese momento se ponía en marcha el mecanismo desde el Ministerio de la Gobernación, que encargaba a los gobernadores provinciales realizar el encasillado, es decir, la lista de nombres de diputados que debían ser elegidos en cada circunscripción para conseguir la mayoría buscada. A continuación, y a nivel local o comarcal, los alcaldes y caciques locales (individuos o familias con poder económico e influencias), conseguían los votos de sus “clientes” a cambio de cargos y prebendas. Asimismo, era frecuente el recurso al pucherazo, es decir, a diferentes trampas electorales, realizadas en todas las fases del proceso electoral. Las elecciones eran un fraude institucionalizado, aceptado por el otro partido dinástico a la espera de su próximo turno, y favorecido por el abstencionismo generalizado (80%) y por un electorado mayoritariamente analfabeto.

Movimientos de Oposición al Sistema

Fuera del sistema quedan una serie de movimientos que se opondrán al mismo:

  • Carlistas: Se sitúan a la derecha de los partidos dinásticos. El fin de la Tercera Guerra Carlista en 1876 no supone su desaparición política. Contaban con apoyos en sectores importantes de Navarra y el País Vasco, pero sufrían divisiones internas entre los que rechazaban el régimen (Partido ultracatólico) y los que se adaptan a la vida política (Unión Católica).
  • Republicanos: Se sitúan a la izquierda de los partidos dinásticos. También estaban divididos en Posibilistas (Castelar), que terminarán integrándose dentro del partido Liberal de Sagasta; Centralistas (Salmerón) y Federalistas (Pi y Margal). El ideario republicano defendía la república, el laicismo-anticlericalismo y políticas reformistas en materia social.

El Auge de los Regionalismos y Nacionalismos

Característico de este momento es la eclosión de los regionalismos y nacionalismos, cuyo origen radica en movimientos culturales que apelaban al pasado y defendían la cultura, lenguas y costumbres autóctonas. Aunque todos critican el centralismo del Estado liberal, son movimientos heterogéneos, con grupos ideológicos y aspiraciones políticas diferentes.

  • Nacionalismo catalán: Tiene su origen en la Renaixença, movimiento que promueve la recuperación de la lengua y cultura catalana. Políticamente confluyen en él desde el republicanismo federal hasta el carlismo. Las “Bases de Manresa” son el primer programa del catalanismo, que representa un intento de unificar el catalanismo en torno a un nacionalismo conservador basado en los principios de orden, tradición, religión y propiedad. Cuenta con el apoyo de la burguesía catalana y las clases medias. La Lliga Regionalista, liderada por Cambo y Prat de la Riba, será el primer partido catalanista (1901).
  • Nacionalismo vasco: Surge como un movimiento foralista de valores católicos y antiliberales. Su lema se resume en “Dios y ley vieja”. Postula la integridad cultural y étnica del pueblo vasco y un rechazo al proceso industrializador que rompía la sociedad tradicional vasca, mostrándose beligerante con la llegada de inmigrantes no vascos. El PNV, fundado en 1895 por Sabino Arana, oscilará entre independentismo radical y la integración autónoma.
  • Nacionalismo gallego: Más tardío que los anteriores. Sin embargo, sus apoyos sociales son escasos debido al predominio de una población de base agraria y a la ausencia de una clase media influyente. El galleguismo carece de proyección política a finales de siglo.

Otros movimientos regionalistas o nacionalistas, como en el caso de Valencia y Andalucía, tendrán una articulación política más tardía.

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