El Sistema de Partidos y la Constitución de 1931
Al proclamarse la II República el 14 de abril de 1931, se constituyó el gobierno, el Comité formado en el Pacto de San Sebastián. Presidencia: Alcalá Zamora (Derecha Liberal Republicana); Fernando de los Ríos, Largo Caballero e Indalecio Prieto (PSOE); Lerroux (Partido Radical), Azaña (Acción Republicana) y Marcelino Domingo (Partido Republicano Radical-Socialista), entre otros. No era un gobierno revolucionario, la mayoría eran hombres de clase media que pretendían modernizar el país por la vía democrática y legal. Por primera vez se establecía en España un sistema verdaderamente democrático. El nuevo Gobierno actuará mediante el recurso del decreto-ley para resolver algunos de los problemas más urgentes. Básicamente se actúa en dos direcciones:
- Azaña dirigió la reforma del ejército para modernizarlo y crear una milicia profesional políticamente neutral: disolvió la Academia Militar General de Zaragoza, dirigida por el general Franco; pasó a la reserva con sueldo íntegro a los generales que no juraran lealtad a la República; creó la Guardia de Asalto, policía ciudadana de gran lealtad a la República. Las reformas de Azaña irritaron a amplios sectores del ejército.
- Largo Caballero se encargó de las reformas laborales urgentes, como un anticipo de la reforma agraria posterior, para dotar a los trabajadores de mejores condiciones de vida y laborales: protegió a los campesinos del desahucio con la prórroga de los arrendamientos; aseguró la contratación colectiva; jurados mixtos; salario mínimo; obligó a contratar a los peones del pueblo.
Al iniciarse la II República, se proclamó el Estado catalán por los nacionalistas; Alcalá Zamora les ofreció un pacto en el que se reconocía la formación de un Gobierno provisional de la Generalitat, a cuyo frente se situó Maciá. El segundo problema fue la agitación anticlerical: quema de iglesias y asalto al diario monárquico ABC, como consecuencia de una Pastoral del cardenal Segura, quien ensalzaba a Alfonso XIII y la Iglesia Católica, alentando a la formación de un frente católico. El gobierno actuó con pasividad y decretó la expulsión de España del cardenal Segura. Por otro lado, el ministro de Hacienda, el socialista Indalecio Prieto, se quejó desde el principio de la actitud de algunos financieros, que evadieron capitales.
Se convocaron elecciones generales para el 28 de junio de 1931, que otorgaron un claro triunfo a las candidaturas de centro-izquierda, con un incremento de escaños del PSOE y de los partidos republicanos. Se eligió como presidente del Congreso de los Diputados al socialista Julián Besteiro.
Para elaborar la nueva Constitución (125 artículos), se creó una comisión presidida por Jiménez de Asúa; fue aprobada en diciembre de 1931 por una mayoría aplastante al no darse votos en contra (la derecha se ausentó durante la votación). Sus características eran:
- Se recoge una amplia declaración de derechos que demuestran una concepción moderna del Estado.
- Se establece la soberanía nacional. Todos los poderes emanan del pueblo. Se establece la división de poderes: en el ejecutivo, el presidente de la República nombra al presidente de Gobierno, tras las elecciones, quien forma su gabinete; el legislativo recae en las Cortes unicamerales (Congreso de los Diputados), para cuya elección se implantó el sufragio universal (incluyendo por vez primera el voto femenino); el poder judicial reside en el Tribunal Supremo y un Tribunal de Garantías Constitucionales.
- La estructura del Estado configura un Estado integral, aunque se garantiza la autonomía de las regiones que vean refrendado su Estatuto de Autonomía por el Parlamento; lo obtuvo Cataluña (1932).
- La relación Iglesia-Estado quedó regulada, al declararse España una República laica. El principal debate fue el de los artículos 26 y 27, en los que se abordaba la cuestión religiosa; establecían la disolución de las Congregaciones religiosas de obediencia distinta a la del Estado (la Compañía de Jesús) y la extinción del presupuesto de culto y clero. Se proclamó la libertad de conciencia y cultos, la jurisdicción civil sobre los cementerios y se prohibió a las Congregaciones religiosas el ejercicio de la enseñanza, la industria y el comercio. La aprobación de esos artículos provocó la dimisión de Alcalá Zamora, con lo que Azaña tuvo que ocupar la presidencia del gobierno, además del Ministerio de la Guerra. Pero, tras la aprobación de la Constitución, Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República y Azaña se hizo cargo del gobierno.
Las Reformas del Bienio Republicano-Socialista (1931-1933)
Además de la citada reforma del Ejército, el gobierno de Azaña realizó varias reformas:
- La Reforma Agraria: Tras los decretos del Gobierno Provisional, se aprobó la Ley de Reforma Agraria con el objetivo de eliminar el latifundismo y crear una masa de pequeños propietarios que permitieran la modernización de las explotaciones, el incremento de la producción, y una mejora de las condiciones de vida del campesinado. La ley establecía la expropiación, sin indemnización, de las tierras de los Grandes de España y, con indemnización, de los grandes latifundios no cultivados directamente por los propietarios, las tierras deficientemente cultivadas y las no regadas en zonas de regadíos. Su aplicación se encargó al Instituto de Reforma Agraria (IRA), que entregaba las tierras a las Juntas Provinciales para distribuirlas entre los campesinos. Sin embargo, la división de opiniones entre los partidos (unos pretendían la propiedad individual y otros la colectiva), la oposición radical de los afectados por las expropiaciones y de los partidos conservadores, la falta de presupuesto para pagar las indemnizaciones, así como el excesivo entramado burocrático del IRA, provocaron una ineficaz e insuficiente aplicación de la reforma, lo que generó el descontento y las movilizaciones entre el campesinado.
- El desarrollo de las Autonomías: En Cataluña, el gobierno provisional de la Generalitat redactó el Estatuto de Nuria que reconocía el derecho de autodeterminación y el catalán como única lengua oficial; fue aprobado por el 99% de la población catalana. Sin embargo, en septiembre de 1932 las Cortes aprobaron un Estatuto de autonomía bastante recortado con respecto al original. Las primeras elecciones autonómicas dieron como vencedor a ERC y Francesc Maciá fue elegido Presidente de la Generalitat. En el País Vasco el PNV redactó el Estatuto de Estella. Sin embargo, Navarra rechazó la unión con las provincias vascas y Álava no consiguió la mayoría suficiente en el referéndum.
- La relación Iglesia-Estado: Los artículos 26° y 27° de la Constitución de 1931 establecieron una nueva relación Iglesia-Estado, completada por la legislación posterior: libertad de culto; matrimonio civil y divorcio; se suprimió la Compañía de Jesús… Significó una oposición radical de la Iglesia a la República y el apoyo a las políticas conservadoras o de extrema derecha. Diversos grupos de la derecha católica formaron la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), dirigida por Gil Robles.
- La reforma educativa: Fue desarrollada, entre otros, por Marcelino Domingo, del Partido Radical Socialista, para disminuir el 35% de analfabetismo que existía en España, creando una escuela pública, obligatoria y gratuita, incluyendo la enseñanza mixta. Logros de la reforma fueron: construcción de miles de escuelas; creación de 7.000 plazas de maestro; supresión de la formación religiosa en las escuelas. También debe destacarse la creación del Patronato de las Misiones Pedagógicas, que llevó la cultura a los rincones más apartados de España, con la colaboración de escritores como García Lorca o el asturiano Alejandro Casona.
El gobierno de Azaña contó pronto con la oposición de los partidos conservadores. En agosto de 1932 el general Sanjurjo dirigió una sublevación militar (la «Sanjurjada») instigada por carlistas y algunos latifundistas afectados por las expropiaciones; fue dominado por el gobierno y Sanjurjo fue condenado a muerte por el delito de rebelión militar, pero se le conmutó la pena por la cadena perpetua.
También la izquierda se opuso al gobierno republicano-socialista, al considerar insuficientes las reformas. La CNT-FAI y la UGT se radicalizaron; la agitación social creciente durante 1931 desembocó en huelgas, insurrecciones de trabajadores y ocupaciones ilegales de tierras por los campesinos. Sucesos como los de Castilblanco (Badajoz, diciembre, 1931) o Casas Viejas (Cádiz, enero, 1933), donde, durante la huelga revolucionaria convocada por la CNT, se masacró a varios campesinos, significaron una gran presión para Azaña y su gobierno, y los socialistas, en especial el sector más radical, dirigido por el líder de la UGT Largo Caballero (también ministro), empezaron a pensar que era mejor romper su alianza con los republicanos. El descrédito del gobierno y la indignación de la opinión pública, unidos a la derrota de la coalición republicano-socialista en las elecciones municipales (abril, 1933), hicieron que el presidente de la República Alcalá Zamora retirase la confianza al gobierno de Azaña y convocase nuevas elecciones generales (19 de noviembre, 1933).
El Bienio Radical-Cedista (1933-1935)
En esas elecciones -noviembre, 1933-, primeras con voto femenino, triunfó el centro-derecha: los radicales de Lerroux obtuvieron 102 escaños y la CEDA, 115. Alcalá Zamora encargó formar gobierno a Lerroux; para tener la mayoría parlamentaria era necesario el pacto entre la CEDA y el P. Radical y que Lerroux aceptase llevar a cabo una política de derechas, opuesta a las reformas del bienio anterior. Por ello, los primeros gobiernos del bienio radical-cedista estuvieron integrados por radicales, con Lerroux al frente, con apoyo parlamentario de la CEDA de Gil Robles, y el programa del gobierno consistió en la «contrarreforma», la paralización de las reformas del bienio republicano-socialista:
- Modificación de la política religiosa, propiciando un acercamiento al Vaticano; se permitió el regreso de la Compañía de Jesús y se aprobó nuevamente el «presupuesto de clero».
- La Reforma Agraria no se suspendió, pero prácticamente se paralizó; también se devolvieron muchas tierras a los latifundistas («Comed República», lema de los latifundistas dirigido a los jornaleros).
- Se paralizó la Reforma del Ejército, promocionando a los generales antirrepublicanos; se amnistió al general golpista Sanjurjo y sus oficiales.
- Se inició una política de enfrentamiento con la autonomía catalana y con los poderes locales vascos.
A lo largo de 1934, la vida política se fue polarizando en «las derechas» y «las izquierdas». En la derecha: FE de las JONS, Renovación Española y la CEDA, con apoyo de las clases medias y populares de la derecha católica; sus jóvenes – Juventudes de Acción Popular- actuaban como una milicia fascista, aclamando a su líder como el Jefe, a imitación de los fascismos europeos; en abril realizaron una concentración de jóvenes católicos en El Escorial y en septiembre otra en Covadonga (huelga de los obreros de Oviedo y Gijón, como protesta).
Los partidos y organizaciones obreras se radicalizaron: en el PSOE, Largo Caballero y Prieto iniciaron la preparación de una revolución si la CEDA llegaba al gobierno. El PCE, siguiendo directrices de la Komintern, abandonó el enfrentamiento con el PSOE, al imponerse la necesidad de crear un Frente Antifascista, y entró en las Alianzas Obreras socialistas, preparando conjuntamente la revolución. Sólo la CNT se mantuvo al margen, en parte porque su capacidad de acción estaba mermada por el fracaso de la insurrección de diciembre de 1933.
Ante las medidas contra la política agraria, la Federación de Trabajadores de la Tierra (UGT) organizó una huelga general de campesinos en junio de 1934, de varios días; declarada ilegal, fue un fracaso: una docena de muertos y miles de detenidos. El movimiento campesino quedó derrotado y tardaría meses en recuperarse.
En el verano de 1934, Gil Robles presionó a Lerroux para que incluyera a tres ministros cedistas en el gobierno. Ante el temor a perder su apoyo parlamentario, Lerroux permitió, en octubre, la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno. Esto parecía, a la izquierda revolucionaria, el equivalente a la implantación del fascismo en España. La izquierda y el movimiento obrero lo interpretaron como un intento de destruir la República por medios legales. Así, las principales organizaciones obreras, encabezadas por la UGT, convocaron una huelga general, el 5 de octubre de 1934. La huelga fue general en todas las ciudades del país, pero no en el campo, donde la movilización era muy difícil tras el fracaso de la huelga de junio. El movimiento fue rápidamente controlado en Madrid y detenidos los principales dirigentes socialistas y comunistas. En Cataluña, con el apoyo del presidente Companys, triunfó momentáneamente, proclamándose la República catalana, en el marco de la República federal española. La intervención del gobierno y la falta de apoyo de la CNT frustraron la sublevación; se encarceló a los miembros del gobierno autónomo y se suspendió el Estatuto.
En el resto del país, el paro fue total unos días, produciéndose conatos de insurrección, sobre todo donde los obreros socialistas eran mayoría; pero no triunfaron: ni los campesinos ni la CNT se unieron a la sublevación y, hacia el 12 de octubre, la insurrección había sido controlada en todas partes. Salvo en Asturias: hubo una insurrección armada revolucionaria. Todos los obreros, de todas las tendencias (incluidos anarquistas), con el lema UHP (Unión de Hermanos Proletarios), se alzaron en armas, perfectamente organizados. En dos días controlaron la provincia, destituyeron a las autoridades y conquistaron la capital. Organizaron los suministros, mantuvieron la producción siderúrgica, organizaron el racionamiento de alimentos, cubrieron servicios sanitarios y se estructuraron en comités de gobierno. Fue el conato de una revolución socialista, la toma del poder por los revolucionarios. Los dirigentes fueron los socialistas Belarmino Tomás o González Peña. Franco recibió plenos poderes y mandó tropas (Legión y Regulares), con el general López Ochoa. La represión fue durísima: torturas y ejecuciones. Balance de víctimas: más de 1.000 muertos y más de 2.000 heridos, por los insurrectos; casi 300 muertos y unos 1.000 heridos, por las fuerzas del orden y el Ejército; miles de encarcelados.
Tras los sucesos de octubre del 34, la política del gobierno se hizo más reaccionaria: se paralizó la reforma agraria, se produjo un acercamiento a la Alemania nazi, se nombraron militares antirrepublicanos en cargos de responsabilidad del Ejército, etc. La radicalización también se produjo en la izquierda, que se propuso frenar el ascenso del fascismo en España. Varios escándalos de corrupción, como el estraperlo, en el que estaban implicados algunos miembros del gobierno, obligaron a Lerroux a dimitir y, a fines de 1935, Alcalá Zamora nombró jefe de gobierno al centrista Portela Valladares, con el encargo de convocar nuevas elecciones.
Las Elecciones de 1936 y el Triunfo del Frente Popular
Se produjo una polarización de la vida política; la campaña electoral previa a las elecciones de febrero de 1936 fue dura y la violencia verbal alcanzó cotas muy altas en los discursos de los líderes de derecha e izquierda. El centro, antes representado por los radicales -Lerroux- o por la derecha moderada republicana, había desaparecido. Dos bloques electorales se formaron, enfrentados y con pocas posibilidades de entendimiento, dados sus programas electorales:
a) El 15 de enero se firmó el pacto del Frente Popular: participaron Izquierda Republicana (Manuel Azaña), Unión Republicana (Martínez Barrio), PSOE, PCE, POUM y el Partido Sindicalista. La UGT y la CNT apoyaron al Frente Popular, estos últimos debido a que muchos de sus líderes podían verse amnistiados si ganaba la coalición de izquierdas. Su programa se basaba en volver a poner en marcha las medidas del primer bienio, decretar una amnistía y restablecer todas las garantías constitucionales.
b)La otra coalición fue el Bloque Nacional, integrado por la CEDA y los monárquicos, junto con algunos pequeños partidos conservadores de índole provincial. La alianza se basó en la negación de la revolución y la amenaza que representaba la victoria del Frente Popular. Falange y PNV se presentaron por separado.
En las elecciones votó un 72% del censo. El Frente Popular obtuvo 263 escaños y el Bloque Nacional, 210 diputados. La izquierda venció en las grandes ciudades y en las provincias del Sur y la periferia, mientras que la derecha triunfó en el Norte y el interior. El nuevo gobierno del Frente Popular estuvo presidido por Manuel Azaña y compuesto exclusivamente por republicanos, sin socialista. Pero en mayo, Azaña fue elegido presidente de la República, al considerar la izquierda demasiado conservador a Alcalá Zamora. Azaña recibió no sólo el apoyo unánime de los partidos del Frente Popular, sino los votos de los nacionalistas vascos, de la Lliga catalana y los pocos lerrouxistas y mauristas. El nuevo presidente ofreció en primer lugar la jefatura del gobierno a Indalecio Prieto; pero éste, en vista de la decidida oposición de la mayoría de los diputados socialistas, declinó el encargo. Así, la responsabilidad recayó en el aliado político de Azaña, Casares Quiroga.
El gobierno frentepopulista inició la aplicación del programa electoral: amnistía política y restitución en sus puestos de los cargos públicos suspendidos tras la revolución de octubre del 34; se restauró la Generalitat de Cataluña y la presidencia de Companys; se inició la tramitación de los Estatutos del País Vasco y Galicia; se readmitió a los trabajadores despedidos y represaliados tras la huelga de octubre del 34; se reanudó la reforma de la enseñanza. El 15 de junio, el Parlamento reponía íntegramente la Ley de Bases para la Reforma Agraria de 1932, que se aplicó con mucha mayor rapidez y profundidad que durante el primer bienio.
En la primavera de 1936 proliferaron los enfrentamientos callejeros y los atentados contra los líderes tanto de derechas como de izquierdas. Para el Bloque Nacional y la Falange se trataba de intentar desestabilizar al régimen republicano. Además, un grupo de militares preparaba una conspiración contra la República desde la misma noche electoral de febrero. Aunque el gobierno republicano alejó de Madrid a los generales sospechosos (Franco a Canarias, Mola a Pamplona y Goded a Baleares), la sublevación siguió organizándose.
En esta atmósfera de grave confrontación, el día 12 de julio se produjo el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto José Castillo y, en respuesta, unas horas después el asesinato de J. Calvo Sotelo, líder de la oposición conservadora monárquica. Desde luego, esta muerte no fue la causa de la guerra civil, que se iniciaría el 18 de julio, pero fue el detonante del golpe militar del 17 de julio de 1936 en Melilla, Ceuta y el protectorado de Marruecos, que se extendió al día siguiente a la Península.