La Consolidación del Estado Liberal (1843-1856)
La Década Moderada
Los primeros años de reinado de Isabel II se caracterizaron por un estancamiento de las reformas y una actitud política conservadora. Los progresistas pasaron a la oposición, mientras que los moderados, liderados por el general Narváez, accedieron al poder con el apoyo de la reina.
Aunque el nuevo gobierno era moderado, esto no detuvo la consolidación del régimen liberal. El absolutismo y el Antiguo Régimen quedaban atrás, y ni Isabel II ni Narváez pretendían restablecerlos.
Las desamortizaciones y otros cambios en la propiedad de la tierra fueron respetados.
La burguesía revolucionaria del período anterior se transformó en conservadora, temerosa de cualquier agitación social.
En 1845, se aprobó una nueva Constitución que proclamaba una soberanía compartida entre la Corona y las Cortes, divididas en Congreso y Senado.
El sufragio fue muy restringido, limitándose el derecho a voto a los grandes propietarios.
Las nuevas leyes reafirmaron el carácter conservador del nuevo estado liberal. Este gobierno se caracterizó por sus relaciones con la Iglesia y el mantenimiento del orden público.
El Concordato con la Santa Sede en 1851 resolvió el conflicto iniciado con la desamortización de Mendizábal. La Iglesia reconoció la validez de los nuevos propietarios, recuperó bienes no vendidos y obtuvo el compromiso estatal de sufragar al clero, además de que se declarara la religión católica como la única oficial del estado español. También se le reconocieron labores como la enseñanza, que permaneció vigente hasta 1931.
El gobierno disolvió las milicias nacionales y creó el primer cuerpo profesional de policía: la Guardia Civil, destinada a cometidos civiles y medios rurales.
El Bienio Progresista
En 1854, progresistas y la Unión Liberal tomaron el poder mediante un pronunciamiento acompañado de revueltas populares. Espartero formó un nuevo gobierno. Los progresistas modificaron la Constitución, pero mantuvieron disposiciones importantes como el Concordato y la Guardia Civil.
El gobierno progresista duró solo dos años, durante los cuales se emprendieron reformas económicas decisivas para la consolidación del régimen. Se decretó la desamortización de los bienes comunales y municipales y se aprobaron leyes financieras e inversionistas.
El gobierno progresista también se caracterizó por una ampliación de las libertades, permitiendo la formación de sindicatos obreros.
La inestabilidad social llevó al general O’Donnell a tomar el poder en 1856.
La Reforma Agraria Liberal
Las reformas más significativas de los liberales se produjeron en el campo. El gobierno progresista implementó las siguientes medidas:
- Abolición de los privilegios de la Mesta, lo que aumentó las tierras de cultivo.
- Supresión de los señoríos jurisdiccionales, con lo que los nobles perdieron la potestad de administrar justicia en sus territorios.
- Desvinculación de los mayorazgos, permitiendo la venta de los patrimonios nobiliarios.
- Desamortización de los bienes eclesiásticos.
Las Desamortizaciones
De todas las medidas agrarias, esta fue la más revolucionaria.
La desamortización de los bienes eclesiásticos perseguía varios objetivos: abolir el Antiguo Régimen y los privilegios estamentales, y reducir el problema de la infrautilización de los latifundios.
La desamortización debía también enjugar el déficit público causado por los gastos del ejército.
La venta de tierras favoreció el mantenimiento del latifundismo. La exigencia de dinero inmediato solo pudo ser satisfecha por quienes ya disponían de capitales. Se permitió el pago con títulos de deuda pública.
Los compradores, generalmente burgueses y nobles, perpetuaron el absentismo crónico del campo.
Además, la presencia masiva de mano de obra barata limitó las innovaciones técnicas.
Muchos campesinos fueron desahuciados por los nuevos propietarios. La desamortización y la reforma agraria liberal consolidaron a los grandes propietarios agrarios.
El Fin del Reinado de Isabel II
La Alternancia de Unionistas y Moderados
Unionistas y moderados se alternaron en el poder, los primeros liderados por O’Donnell y los segundos por Narváez. El carácter conservador se reflejó en la renovación de la Constitución de 1845.
Durante estos años, se produjo la represión de movimientos populares, una política internacional intervencionista y una serie de pronunciamientos progresistas.
Durante los años de gobierno unionista, se llevaron a cabo diversas empresas militares.
Se enviaron tropas a México, Conchinchina y Marruecos.
O’Donnell pretendía hacerse un lugar entre las potencias europeas. Estos conflictos internacionales dieron gran prestigio al general Prim, que se puso al frente de los progresistas.
Los pronunciamientos encabezados por militares progresistas fueron constantes.