La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Contexto y Origen del Golpe de Estado
Desde la primavera de 1923 se estaba conspirando para derrocar al gobierno liberal e instaurar un gobierno que recogiera las aspiraciones del ejército de África sobre el futuro marroquí y que resolviera los problemas de orden público. Miguel Primo de Rivera entró en contacto con este grupo y se convirtió en el jefe de la sublevación. En septiembre, las Cortes debían analizar los resultados del informe Picasso. Era de prever que se criticara la gestión del ejército y que la oposición acusara a Alfonso XIII de su intervención en la dirección del desastre colonial, de injerencia política y de actitud antiparlamentaria. Sin embargo, las Cortes no llegaron a reunirse, ya que el 13 de septiembre Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en Barcelona, punto clave en la política española de esos años, y sin derramamiento de sangre, dominó la situación.
El golpe de Estado contó con la simpatía de la burguesía, especialmente de la catalana, con la que posiblemente hubo pactos previos. El pueblo, en general, se mantuvo pasivo y expectante, aceptando el fin de un parlamentarismo estéril y esperando la regeneración de la vida política. Los partidos dinásticos se mantuvieron también pasivos, y republicanos y socialistas permanecieron expectantes. Sin embargo, la CNT lo rechazó abiertamente.
Alfonso XIII desechó la propuesta del gobierno de destituir a los sublevados y convocar Cortes. Ante la negativa del Rey a esta solución, el gobierno dimitió y Alfonso XIII encargó formar gobierno a Primo de Rivera. El dictador justificó su acción como un remedio indispensable y transitorio.
El Contexto Europeo y el Pensamiento de Primo de Rivera
El contexto europeo en el que se desarrolló el golpe de Primo de Rivera es el de la Europa de entreguerras, caracterizada por:
- El miedo de muchos estados a la expansión de la Revolución bolchevique.
- El surgimiento de regímenes autoritarios como el fascista en Italia.
- El intento de democratizar algunos países europeos con escasa tradición liberal (Alemania).
El pensamiento político de Miguel Primo de Rivera se forja en la mentalidad jerárquica militar y en el rechazo a los políticos profesionales. Se identifica como un profundo patriota, católico y tradicional. Su lema es Patria, Religión y Monarquía. Su talante personal es impetuoso e ingenuo, y practicó el paternalismo y el populismo en sus actos de gobierno.
En principio, fue admirador de Mussolini, pero su opinión sobre el fascismo fue variando conforme avanzaba su régimen. Admirador también de algunos aspectos del regeneracionismo, pretendió ser “el cirujano de hierro” que salvara a la Patria de sus peores males, que eran la corrupción y el caciquismo.
En el primer manifiesto en el que se dirigió a la Nación, el régimen militar se presentó como un proyecto de regeneración, un “paréntesis de curación” de los males del país. Primo de Rivera desconfiaba de los partidos políticos, ya que pensaba que estos anteponían el deseo de conseguir el poder a los intereses generales del país, y desconfiaba también de los regionalismos, de los cuales sólo admitía sus manifestaciones folclóricas y artesanales. Mostró también una gran incomprensión hacia el movimiento intelectual.
En un primer momento, gozó de grandes apoyos sociales y políticos. Los sectores que más le apoyaron fueron: los católicos y tradicionalistas, el ejército, los empresarios y patronos, y algunos intelectuales conservadores que valoraban los ideales regeneracionistas del régimen.
Etapas de la Dictadura
Directorio Militar (1923-1925)
El Directorio Militar abarca desde 1923 hasta 1925 y está compuesto exclusivamente por jefes del ejército que, de forma inmediata, tomaron las siguientes medidas:
- Sustitución de todos los gobernadores civiles por militares.
- Los más importantes cargos de la Administración fueron ocupados también por militares.
- Se decretó la suspensión del Congreso y de la Constitución.
- Se estableció una férrea censura de prensa.
Miguel Primo de Rivera se propuso durante este directorio terminar con los problemas de la última etapa de la Restauración: orden público, nacionalismos, caciquismo, Marruecos, etc.
Para solucionar el problema del orden público, se realizó una fuerte represión militar, sobre todo hacia el movimiento anarquista. Intentó extender el “Somatén” (cuerpo civil armado auxiliar para la defensa del orden) a toda España, pero sólo tuvo éxito en Cataluña.
En cuanto a los nacionalismos, en Cataluña prohibió el uso de la bandera catalana, del himno nacional catalán, y llegó a clausurar el Club de Fútbol Barcelona y el Orfeón Catalán.
Para intentar acabar con el caciquismo, se publicó el Estatuto Municipal en 1924, que intentaba conceder mayor autonomía económica a los ayuntamientos. Sin embargo, el exceso de poder dado a los gobernadores recortó enormemente el poder real de los ayuntamientos. Tampoco llegó a desarrollarse un sistema electoral democrático, aunque concedió el voto femenino en las elecciones municipales a las cabezas de familia.
El gran éxito del Directorio Militar fue terminar con la guerra de Marruecos. Primo de Rivera era, al principio, partidario de abandonar la guerra y negociar, pero su posición provocó una reacción airada y hostil de los africanistas, encabezados por los generales Sanjurjo y Queipo de Llano, y por los jefes del Tercio Millán Astray y Franco, que le obligó a cambiar de opinión.
Fue el avance de Abd-el-Krim, creyendo derrotadas las tropas españolas, el que provocó un giro en la situación. En abril de 1925, al penetrar el jefe rifeño en la zona de protectorado de los franceses, estos propusieron una operación conjunta. Rápidamente se acordó un desembarco en la retaguardia marroquí, que tuvo lugar en la bahía de Alhucemas el 8 de septiembre de 1925. La operación permitió romper en dos la zona controlada por los marroquíes, cuyo frente se desmoronó. A mediados de 1926, Abd-el-Krim se entregó a los franceses. La guerra había terminado.
La victoria en Marruecos colocó a Primo de Rivera en la cumbre de su prestigio: le reconcilió con los militares africanistas, elevó su popularidad y le permitió renovar el apoyo de la oligarquía, que podía volver a invertir con tranquilidad en el Protectorado.
Para evitar el enfrentamiento entre partidos políticos, Primo de Rivera creó un partido político que él denominaba apolítico, llamado la Unión Patriótica, cuyas características más importantes eran que era un partido de centro y monárquico. Este partido político careció desde el primer momento de apoyo popular.
El Directorio Civil (1925-1930)
En diciembre de 1925, cuando ya los éxitos militares en Marruecos eran un hecho, Primo de Rivera propuso al rey la sustitución del Directorio Militar por uno Civil. Este cambio provocó que se pensara que Primo de Rivera ya no deseaba que la Dictadura fuera un periodo transitorio, como había expuesto en su manifiesto, sino que pretendía la institucionalización del régimen.
El nuevo gobierno estaba integrado por civiles y un militar. De esta forma, el ejército retornaba a los cuarteles, aunque permanecían suspendidas la Constitución y las libertades.
Durante esta etapa, se procede a la institucionalización del Régimen mediante la formación de una Asamblea Nacional Consultiva, formada por miembros elegidos mediante sufragio censitario por municipios, provincias, Iglesia, Ejército, sectores de la cultura, etc. A esta Asamblea se le encargó la redacción de una nueva Constitución que no gustó a nadie y que no llegó a publicarse.
La política social del período, aunque de corte paternalista, fue positiva y ayudó a solucionar la conflictividad social. El ministro Eduardo Aunós realizó una legislación entre la que destaca el Código de Trabajo, que regulaba los contratos de trabajo, los tribunales de trabajo y los accidentes. Se crea también el subsidio de familia numerosa, el subsidio de maternidad y el apoyo a los emigrantes.
En 1926, queda organizado también el tema sindical con la llamada Organización Corporativa del Trabajo. Este organismo trataba de regular los problemas laborales entre patronos y obreros mediante la mediación del Estado. Patronos y obreros se integraban en los Comités Paritarios en la misma proporción. Era una imitación del modelo corporativo italiano que, aunque fue criticado desde la derecha y desde la izquierda, permitió atenuar los conflictos y las huelgas.
El sector social en el que se introducen menos mejoras fue el del campesinado, ya que la oligarquía terrateniente continuó dominando la vida económica y social.
La Política Económica de la Dictadura de Primo de Rivera
Miguel Primo de Rivera aprovechó la coyuntura mundial favorable para impulsar una ambiciosa política de inversiones y de infraestructuras. La Dictadura defendía la producción nacional frente a la extranjera. El Estado intervino en la economía protegiendo la propiedad privada, creando monopolios y actuando directamente sobre las obras públicas. De esta forma, se crearon puestos de trabajo y se reactivó la demanda.
Influenciado por el pensamiento de Joaquín Costa, se realizó un plan de infraestructuras en el que destaca su política hidráulica, creándose las Confederaciones Hidrográficas, que pretendían crear nuevos regadíos y obtener electricidad (La Confederación Hidrográfica del Ebro aumentó el número de regadíos en un 50%). Otros aspectos a destacar son la mejora de las carreteras y caminos vecinales (Circuito Nacional de Firmes Especiales), que permitió la circulación de automóviles y de camiones por casi todos los rincones de España, y la creación del Consejo Superior de Ferrocarriles, que estableció un control de tarifas y precios y emprendió la modernización de la red ferroviaria. Estas grandes obras públicas se financiaron con la emisión de bonos de Deuda Pública y con créditos que realizaba el estado a la banca privada.
El Estado creó grandes monopolios como el de Tabacalera Española, CAMPSA y Telefónica.
En el aspecto industrial, se creó el Consejo Económico Nacional, que se encargaba de autorizar la instalación de nuevas industrias y de proteger la producción nacional frente a la extranjera. La producción industrial creció en todos los sectores, incrementando el flujo migratorio del campo a la ciudad.
La productividad del sector primario mejoró tanto en el sector ganadero como en los cultivos de regadío, consolidándose los cítricos en Valencia y Murcia, y la remolacha azucarera en Navarra, La Rioja y Aragón. Pero la situación de los jornaleros sin tierras, el minifundismo y el latifundismo siguieron siendo los graves problemas sin solucionar.
El buen momento de la economía se puso de manifiesto en el éxito de las Exposiciones Universales de 1929 en Sevilla y Barcelona.
Los aspectos negativos de la política económica fueron: crecimiento del déficit, acusado endeudamiento del Estado y la devaluación de la peseta.
Oposición a la Dictadura
La persistencia de la dictadura en el poder se fue granjeando la oposición de diversos sectores de la sociedad, que cuestionaban la falta de libertades, la arbitrariedad y la censura del régimen.
Los partidos Conservador y Liberal, desde la convocatoria de la Asamblea Nacional Consultiva, presionaban a Alfonso XIII para que retirara su apoyo al dictador ante la posibilidad de que la dictadura pudiera perpetuarse.
Los republicanos empezaron a organizarse a partir de 1926, formando la Alianza Republicana, que logró unir a diversos sectores del republicanismo y que realizó una movilización lenta pero constante.
Dentro del PSOE, se produjo la división entre el sector de Largo Caballero, partidario de colaborar con el dictador, y el sector de Indalecio Prieto y de Fernando de los Ríos, contrarios a esta. En 1929, triunfa este sector y el PSOE se pronunció a favor de la República.
En el Ejército, fue también creciendo el descontento, surgiendo conspiraciones en las que se encontraban militares de prestigio como Weyler, y produciéndose enfrentamientos con el cuerpo de artillería.
El enfrentamiento de los intelectuales con la Dictadura estuvo protagonizado por figuras como Unamuno, Ortega y Gasset y Menéndez Pidal, muy críticos con el régimen y que suscribieron un manifiesto en contra de su política cultural.
La oposición del mundo universitario se materializó en la revuelta estudiantil promovida por la Federación Universitaria Española, en contra de la Ley de Reforma Universitaria que favorecía a la enseñanza universitaria privada.
La CNT se mostró siempre contraria a la Dictadura, pero en su interior apareció un grupo que defendía una actitud más radical y partidaria de la violencia frente al régimen. Este grupo creó la FAI en 1927.
Ante esta situación, Alfonso XIII, temeroso de que el desprestigio creciente de la Dictadura afectase a la Monarquía, retiró la confianza al dictador, que dimitió en enero de 1930.