El Reinado de Fernando VII: Entre el Absolutismo y el Liberalismo (1814-1833)
El Regreso de Fernando VII y la Restauración Absolutista
En diciembre de 1813, se firmó el Tratado de Valençay, por el cual Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España. Poco después, las Cortes abandonaron Cádiz y se establecieron en Madrid, esperando el regreso del rey para que firmase la Constitución. Fernando VII atravesó la frontera en 1814, pero en lugar de dirigirse a Madrid, se fue a Zaragoza y después a Valencia. Su objetivo era restablecer el Antiguo Régimen, y fue apoyado por los dirigentes europeos, inmersos en la Restauración (1814/15-1848), que formaron la Santa Alianza, reuniéndose en el Congreso de Viena.
En Valencia fue recibido por el capitán general Elío, un absolutista, que le propuso recobrar todo su poder y le ofreció el respaldo del ejército. Allí recibió el llamado “Manifiesto de los Persas”, firmado por 69 diputados realistas (serviles) que reclamaban la supresión de toda la legislación liberal de las Cortes de Cádiz y la restauración del absolutismo.
Sexenio Absolutista (1814-1820)
En mayo de 1814, Fernando VII se trasladó a Madrid y promulgó el decreto del 4 de mayo (1814) en el que se declaraba nula y sin valor la legislación de las Cortes de Cádiz, incluyendo la Constitución. Declaró reos de lesa majestad a los liberales, cuya suerte decidiría el rey. También fueron detenidos y encarcelados los diputados liberales. La acción de gobierno tuvo como objetivo volver al Estado absolutista. Para ello se restableció el Tribunal de la Inquisición.
A los liberales solo les quedaba la opción de exiliarse o trabajar en España en la clandestinidad, formándose la masonería. También intentaron imponer el liberalismo por la fuerza con los pronunciamientos militares. El primer pronunciamiento de importancia fue el de Espoz y Mina en 1814; en 1815 se levantó el general Díaz Porlier en La Coruña. En 1817 tuvo lugar el pronunciamiento del general Lacy en Barcelona, que también fracasó.
Fernando VII puso en marcha una política que entroncaba con el despotismo ilustrado. Durante el Antiguo Régimen, la hacienda estaba en déficit permanente. A esto se unió el hecho de que la plata americana estaba dejando de llegar debido a la insurrección de las colonias americanas, iniciando su independencia. Los esfuerzos del gobierno por contener a los independentistas fracasaron. Se envió al general Murillo. En 1816, en el Congreso de Tucumán, Argentina proclamó su independencia.
Martín de Garay intentó resolver el problema económico y de impuestos, pero fracasó por la oposición de los grupos privilegiados. En las provincias se suprimieron los gobernadores civiles y se restablecieron las capitanías generales, y en los municipios se anuló el sistema de elección de alcaldes y de organización del poder municipal. Se restauraron los señoríos.
Tras la caída de Napoleón, se reanudó el Congreso de Viena (1815). Diseñaron un nuevo orden europeo, con la Restauración. España fue invitada a participar, pero su representación, encabezada por Pedro Labrador, quedó relegada a una potencia de segunda fila.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El 1 de enero de 1820 tuvo lugar el pronunciamiento de Riego, que cambió la política a liberal. El 1 de enero de 1820 se sublevó en Cabezas de San Juan (Sevilla) el teniente coronel Riego, que mandaba un cuerpo de ejército que iba a ser enviado a América para luchar contra los independentistas. El ejército de Riego permaneció sublevado recorriendo Andalucía. Estallaron pronunciamientos liberales en Galicia, Aragón, Murcia y Madrid, y en numerosos puntos de la Península se establecieron juntas que declaraban su fidelidad a la Constitución de Cádiz y querían restituir a las autoridades constitucionales municipales. Para intentar sofocar el levantamiento, el rey mandó un ejército dirigido por La Bisbal, encontrándose con los sublevados en Ocaña, y vencidos, tuvieron que jurar la Constitución. Así, el rey también juró la Constitución. Fernando VII nombró como ministros a los liberales, que querían restaurar la Constitución de 1812, con la introducción del Senado, un cuerpo aristocrático que filtrase la soberanía nacional. Los liberales formaron Sociedades Patrióticas, y se dividieron en moderados y exaltados, que se oponían a las medidas de los moderados.
Se tomaron dos medidas: disolver las Juntas y desarmar al ejército revolucionario por los moderados.
Se levantaron por todo el país cuadrillas que decían ser “guerrilleros”, formados por los absolutistas, que organizaron la Regencia de Urgel (1822). Para sofocarlos, Fernando VII envió a los liberales exaltados, y tras ello, se tomaron medidas más liberales en 1822, tomando estos el poder. Con los liberales en el poder se restableció la Constitución de 1812, y con ella, las libertades individuales de asociación.
Sin embargo, las medidas no gustaron a:
- La Iglesia: expulsión de los jesuitas, reducción del número de monasterios, con la Ley Monacal. Reducción del diezmo a la mitad; abolición del fuero eclesiástico.
- Los campesinos: supresión de las tierras amortizadas; establecimiento de la libertad de contratación; establecimiento de los impuestos en metálico, aparte del diezmo.
En plena época de reacción absolutista, la revolución liberal española era un peligro para la estabilidad del sistema contrarrevolucionario establecido por el Congreso de Viena (1814-1815) y la Santa Alianza.
En el Congreso de Verona (noviembre de 1822), las potencias de la Santa Alianza decidieron intervenir militarmente en España. Así se firmó un tratado secreto por el que se facultaba a Francia a invadir España.
En abril de 1823 entró en España un ejército francés mandado por el Duque de Angulema, los llamados “Cien Mil Hijos de San Luis”. Los españoles apenas mostraron resistencia.
Una vez perdida la guerra, el rey prometió la garantía de seguridad personal y la libertad civil de los españoles liberales.
Sin embargo, Fernando VII se desdijo de su promesa y el 1 de octubre de 1823 declaró nulos todos los actos de gobierno realizados durante el Trienio Liberal (1820-1823). Tras ello, mandó ejecutar a Riego.
La Independencia de las Colonias Americanas
En cuanto a la independencia de las colonias americanas, Bolívar asumía el poder después de que las tropas españolas fueran derrotadas.
Bolívar consiguió derrotar a los españoles en Carabobo, Pichincha y Boyacá (1821), asegurando la independencia de Venezuela, Colombia y Ecuador. Desde Argentina, el ejército de San Martín había conseguido la independencia de Chile tras las batallas de Chacabuco y Maipú. En 1821, proclamó su independencia México (Nueva España) con el propio virrey Itúrbide que se declaró emperador. Al año siguiente, cayó el último bastión español, Perú, tras ser derrotados los españoles en Ayacucho y Junín (1824), con Sucre, el lugarteniente de Bolívar. De esta forma, las únicas colonias que nos quedaban eran Cuba y Puerto Rico.
La Década Absolutista (1823-1833)
Se inició un proceso de dura represión. Riego y otros destacados liberales fueron ejecutados. Fernando VII tomó una serie de medidas contra los liberales: depuración del ejército, de la Administración de Justicia, el funcionariado y los secretarios; supresión de las Sociedades Patrióticas y de los periódicos de corte liberal; se purgaron en España las librerías y las bibliotecas; se clausuró la universidad y aumentó la represión policial; se restableció la Inquisición con otro nombre: Las Juntas de Fe Diocesanas.
Se restableció el Antiguo Régimen en forma de Despotismo Ilustrado.
Se realizaron pequeñas reformas, pero la situación económica era desesperada. Las medidas económicas fueron llevadas a cabo por el ministro López Ballesteros: se creó la primera fábrica con máquina de vapor, la de Bonaplata. Se reformó la Hacienda, se creó la Junta de Fomento (1824), se publicó el Código de Comercio (1829) y se creó la Bolsa de Madrid (1831). Se aprobó la Ley de minas, se sustituyó el Banco de San Carlos por el de San Fernando, y se crearon nuevas carreteras.
Esto provocó el descontento de los absolutistas, que se sublevaron en la revuelta de los Malcontents o Agraviats en Cataluña (1827). Pedían la restauración de la Inquisición, la destitución del gobierno, y el exilio de funcionarios y miembros del ejército liberales. Fueron apoyados por campesinos de Cataluña y norte de Castellón.
Fernando VII se trasladó a esta zona para sofocar la revuelta y detuvo a los cabecillas de la revolución. Las clases medias catalanas, como agradecimiento le dieron dinero, resolviendo en parte la falta de fondos. Fernando VII como recompensa, colocó aranceles proteccionistas en Cataluña.
En 1830 hubo una nueva oleada de revoluciones liberales, por lo que Fernando VII aumentó la represión contra estos. Hubo un intento de levantamiento militar en Málaga (1831) dirigido por Torrijos, que fue ejecutado. Mariana Pineda fue ejecutada por bordar una bandera liberal.
El Problema Sucesorio y el Inicio de las Guerras Carlistas
Fernando VII tuvo problemas en cuanto a su sucesión, pues aún no había tenido hijos. Se casó con María Cristina de Borbón, con la que tuvo dos hijas, llamándose la primogénita Isabel. Según la Ley Sálica, las mujeres no podían reinar si había descendencia masculina o descendencia colateral. Por ello, las hijas de Fernando VII no podían reinar, sino que sería su hermano Carlos. En 1789, Carlos IV había creado la Pragmática Sanción, por la cual se permitía el reinado directo de las mujeres, pero no llegó a publicarse. Fernando VII antes de morir, la aprobó, por lo que el trono pasaría a su hija Isabel. Pero Carlos se opuso.
Cuando el rey murió en 1833, pasó a reinar Isabel II, pero al ser menor de edad, se estableció la Regencia de la reina María Cristina. Así, tras la oposición del pretendiente Carlos al reinado de Isabel, y gracias a los apoyos conseguidos, se inició la Primera Guerra Carlista (1833-1843).