Nuevas Dimensiones en la Primera Guerra Mundial: Un Conflicto sin Precedentes

Nuevas Dimensiones en la Primera Guerra Mundial

La Duración y Extensión del Conflicto

La guerra de 1914 se distingue por su duración; desde las guerras napoleónicas, solo los conflictos coloniales o las guerras civiles se habían prolongado tanto. Sin embargo, el enfrentamiento entre naciones europeas había sido mucho más breve. Su extensión geográfica señala una novedad aún mayor: es una guerra continental que termina siendo mundial. Las metrópolis arrastran al esfuerzo bélico a las colonias. La movilización alcanza grados hasta entonces desconocidos: millones de hombres combaten en frentes de centenares de kilómetros de longitud.

Guerra Económica y Movilización Psicológica

Además de la grandeza de sus dimensiones, otros dos aspectos sobresalen: la guerra económica y la movilización psicológica. La guerra obliga a los beligerantes a movilizar todas sus fuerzas económicas. En un principio, se había calculado una guerra corta y ningún país estaba preparado para un esfuerzo sostenido. Luego, la realidad de la prolongación del conflicto obliga a los gobiernos a improvisar una organización a gran escala para la fabricación de municiones y material de guerra. Después, a preocuparse de las necesidades de la población civil (alimentos, combustible, ropa, reparación de viviendas).

De esta forma, los Estados comenzaron a controlar y dirigir la vida económica en un grado hasta entonces desconocido: no solo eran los responsables de la marcha de las operaciones militares, sino también los planificadores de la producción industrial y los organizadores del abastecimiento de las ciudades y los campos. En otro aspecto, los estrategas sueñan con perturbar la estructura del adversario, preparando y asestando golpes en sus comunicaciones y en sus sistemas de producción.

Una investigación iniciada por la Fundación Carnegie en 1919 demostró que cada uno de los Estados beligerantes había planificado la producción industrial y agrícola, el comercio, los transportes terrestres y marítimos, el reclutamiento de mano de obra, la organización del trabajo, la legislación social, el avituallamiento de alimentos y materias primas, la política demográfica y financiera, la reparación de las destrucciones, las cuestiones de higiene e incluso el género de vida en las zonas industriales esenciales.

El Intervencionismo Estatal: El Plan Rathenau

Este intervencionismo estatal fue iniciado por Alemania, amenazada por el bloqueo, en agosto de 1914. Con el Plan Rathenau de control de la vida económica, el gobierno monta oficinas encargadas del aprovisionamiento de las materias primas, del reparto de los alimentos y la distribución de mano de obra.

Las Dificultades de Rusia

Para Rusia, el estallido del conflicto supuso una tragedia desde el punto de vista económico. Sus máquinas y repuestos procedían de Alemania, y otras importaciones, de Francia e Inglaterra. Con la carencia de repuestos, muchas máquinas dejan de trabajar. El cierre de los Dardanelos y el Bósforo convierte en una aventura la recepción de productos ingleses y franceses. En la primavera de 1915, el enemigo ocupa los yacimientos polacos de hulla y mineral de hierro. La insuficiencia de su red ferroviaria es tal que, en un país agrícola, las ciudades carecen de alimentos.

El Bloqueo y la Guerra Submarina

El bloqueo, o interrupción de los suministros, perjudicó de manera especial a los imperios centrales. Aunque hubo fisuras, la escasez de alimentos en Alemania llegó a ser muy grave, lo que explica la insistencia germana en obtener de Rusia las cosechas de Ucrania. La réplica alemana al bloqueo, la guerra submarina, fue creciendo en intensidad: en 1915, Alemania solo disponía de 30 submarinos; en enero de 1917, tenía 154.

La Guerra Psicológica y el Racionamiento

Cuando el frente se estabiliza, se procura minar la moral del adversario. Los bombardeos de ciudades tienen esta finalidad. La prensa desempeña también una misión, exagerando los éxitos propios y minimizando el valor del enemigo. Para soportar los sufrimientos, es imprescindible mantener elevada la moral de la población. Esta guerra de tinta fue creciendo en intensidad a medida que la de las armas se prolongaba. No existía otro procedimiento que la exacerbación del patriotismo para que los civiles aceptaran estoicamente el hundimiento de sus casas y la reducción de su dieta.

Los gobiernos se vieron obligados a establecer el racionamiento. En Alemania, se decretó la mezcla de harina y fécula de patata para fabricar el llamado «pan de guerra»; en 1918, la ración diaria pasó de 220 gramos a 116. De la misma forma, se redujo la ración de carne, se reservó la leche para ciertas categorías de consumidores y se buscaron sucedáneos para el aceite. En Francia, se establecieron raciones en el azúcar, carbón, leche, aceite, y se restringió el consumo de gas y electricidad.

Consecuencias Humanas y Sociales

El hambre y la falta de jabón y antisépticos provocaron un aumento de las enfermedades epidémicas y la mortalidad. Estos mismos problemas afectaron en mayor medida a los soldados en el frente. En las trincheras, el frío y las lluvias se añadían a la amenaza de los bombardeos. «Los hombres que he visto regresar esta mañana eran solo montones de barro», escribe el general Maistre. En los años 1917 y 1918, se generalizan las protestas de soldados y civiles por los sufrimientos de la guerra. Las invocaciones a la «unión sagrada» no son escuchadas.

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