Transformación Política y Administrativa de Rosario
Impulso de Urquiza y Oroño
El General Justo José de Urquiza impulsó la organización política y administrativa del departamento de Rosario. Estimulado por el capitán Nicasio Oroño, este le solicitó a Domingo Crespo que se crearan las instalaciones que la ciudad necesitaba. Resumiendo todas las que organizaba su pedido, Oroño le había escrito a Urquiza en agosto de 1854 que no podía gobernar un juez de paz porque la ciudad ya era muy grande, que la población y los intereses comerciales habían incrementado notablemente, que la aduana y los puestos eran nacionales, y que las ciudades del interior debían venir a abastecerse aquí. De esta manera, era un delirio que la ciudad siguiera el antiguo orden en la parte gubernamental y económica.
Era indispensable nombrar una autoridad política con suficientes atribuciones y establecer atribuciones para una recta administración de justicia. El 13 de agosto, Crespo, atendiendo las recomendaciones del ya presidente Urquiza, firmó el decreto respectivo, al que prestó aprobación la legislación. En él se establecía el cargo de jefe político, con tantas atribuciones y funciones que lo convertían en gobernador del sur santafesino; se creaba un juzgado de primera instancia civil y criminal, y se ordenaba la constitución de un tribunal de comercio que había de regirse en la forma prescripta por las ordenanzas de Bilbao y administrar justicia a verdad sabida y buena fe guardada. Faltaba aún poner el régimen municipal en vigencia, pero el gobernador y los legisladores se mostraron renuentes. El jefe político era un empleado de la provincia, cuya designación correspondía a aquel. Sin embargo, la puesta en marcha de esta maquinaria cambió la vida de Rosario, habida cuenta de que la mayor parte de las cuestiones que antes debían recurrir a la capital ahora quedaban resueltas en su propio seno.
Primeros Jefes Políticos y Desarrollo Urbano
El primer jefe político fue el Brigadier General Benjamín Virasoro. A este le correspondió poner en marcha el engranaje. Pero fue su sucesor, Nicasio Oroño (1855), quien dio impulso a la ciudad. Ya gobernaba la provincia José María Cullen, hombre pacífico y emprendedor que finalizó con el estado de beligerancia entre la Confederación y Buenos Aires.
Le correspondió a Oroño:
* Formar un Cuerpo de Serenos. * Mejorar el juzgado de primera instancia. * Obtener la sanción legislativa para un proyecto de reglamento para la policía de la ciudad y la campaña. * Organizar la milicia dependiente de la Comandancia General de Fronteras del departamento Rosario, dotándolos de uniformes y armamento. * Dar nombre a las calles que no lo tenían (en 1853, Estanislao Zeballos procedió a establecer la primera nomenclatura urbana). * Numerar las fincas para su localización. * Rellenar la Laguna Sánchez. * Construir el cementerio público. * Crear una lotería semanal, cuyos recaudos fueron destinados al socorro de inválidos. * Abrir hospitales de caridad. * Obtener la devolución de documentos históricos referentes a Rosario que se hallaban en Santa Fe.
Todo ello en medio de la movilización derivada de la frontera de Buenos Aires y de los ataques de los indios, que llegaban a los suburbios de la ciudad.
Cambios Políticos y Conflictos Internos
Oposición a Cullen y Ascenso de López
En 1856 se agitaba la oposición contra Cullen, excusándose en que era peligroso un gobernador amigo de los porteños. Esta posición era compartida por el presidente Urquiza, lo que significó sellar la suerte del gobernador. Así, Juan Pablo López se pronunció contra Cullen, quien ya no tenía el respaldo de Oroño en el sur, por haber dejado la jefatura política. Pascual Rosas asumió el poder, pues el gobernador legal renunció. La legislatura no quiso aceptar el atropello, pero López obtuvo que el pueblo le diese el mando mediante un acta.
Conflictos y Revueltas
La negativa revuelta que tuvo el exterior (de la provincia) se manifestó cuando el doctor Juan Bautista Alberdi libraba batalla en pro de la Confederación, que era constantemente obstaculizada por los agentes de Buenos Aires. Rosario vivió momentos difíciles porque Juan Pablo López se apresuró a asegurar las clavijas a los opositores, mandando a apresar a Santiago Oroño y a otras personas. En octubre estalló una revuelta en Santa Fe contra el gobierno, trasladado a Rosario. Hubo varios opositores complicados, como Nicasio Oroño y Marcelino Freyre, quienes huyeron a San Nicolás. Llegó a pensarse una nueva invasión porteña en apoyo de los insurrectos. A estos se les sumó López. El 1º de abril de 1857 se alzó el General Virasoro, abriendo la puerta de la cárcel a don Marcelino Bayo, con el apoyo de todo el vecindario. Hubo combate con fuerzas de caballería sanlorencina, que dejó algunos muertos en la Laguna Sánchez. Seguro de su triunfo, Virasoro lo comunicó a Paraná. Se aprestaba a vencer a las tropas de López, pero fue derrotado. Mientras tanto, el gobierno nacional había cometido un gran error. Convencido el vicepresidente de que el triunfador era Virasoro, aprobó lo actuado. Pero al enterarse rápidamente de la realidad, tuvo que volver sobre sus pasos. El gobernador López ordenó el destierro de todo el que pareciera enemigo del gobierno de la provincia. Poco después, el presidente Urquiza intervino para lograr un decreto de amnistía (olvido), que permitió que muchos ciudadanos volvieran a sus hogares.