La Primera Guerra Mundial (1914-1918): Causas Económicas
La Primera Guerra Mundial se originó, en parte, como resultado de un conflicto comercial intensificado por el incremento en la producción y la productividad derivado de la Segunda Revolución Industrial. Esta situación condujo a una feroz competencia por el control de los mercados globales. El principal foco de tensión fue la irrupción de los productos alemanes, que desafiaban la hasta entonces indiscutida supremacía británica. Mientras Francia y Gran Bretaña se oponían a la creciente presencia de productos alemanes en sus mercados, Alemania temía que su notable desarrollo económico se viera obstaculizado por el dominio colonial británico. Este último, según la percepción alemana, dificultaba la entrada de sus productos en las zonas bajo su control y podría restringir el acceso a materias primas esenciales.
La inestabilidad que precedió a 1914 se atribuye a dos desequilibrios fundamentales: la disparidad en el crecimiento económico entre Estados Unidos y Europa, y la trayectoria divergente de la oferta y la demanda de productos alimenticios y materias primas, que constituían la base de las exportaciones de las economías no industrializadas. La incapacidad para comprender la magnitud de estos cambios socavó los cimientos sobre los que se había desarrollado la economía mundial.
Consecuencias de la Primera Guerra Mundial
- Pérdidas demográficas: La pérdida de vidas humanas, incluyendo mano de obra calificada difícil de reemplazar, junto con la disminución de la natalidad, obstaculizaron la recuperación económica posterior.
- Destrucción de capital físico: Infraestructuras, fábricas, viviendas y sistemas de transporte sufrieron daños considerables, afectando especialmente a la agricultura y a ciertos sectores industriales.
- Endeudamiento y desequilibrio monetario: El sistema del patrón oro colapsó durante la guerra, dando paso a la inestabilidad en los tipos de cambio, lo que a su vez entorpeció el comercio internacional y los flujos de capital. La libre circulación de capitales y la convertibilidad de las monedas en oro se vieron interrumpidas. El financiamiento de las necesidades militares mediante el endeudamiento público generó inflación y alteró la posición financiera de los países involucrados. La necesidad de financiar el gasto bélico llevó a un aumento del endeudamiento a corto plazo, financiado con la creación de dinero. El efecto inflacionario obligó a suspender la convertibilidad de las monedas, ya que una política monetaria restrictiva era incompatible con las exigencias de la guerra. Además, los crecientes déficits entre las importaciones, que eran imprescindibles, y las exportaciones, en declive por la guerra, provocaron la desaparición de las reservas de oro.
- Nuevo orden económico internacional: Durante el conflicto, Europa descuidó sus mercados de exportación y se volvió más dependiente de las importaciones de alimentos y materias primas. Esto estimuló la producción en los países exportadores de bienes primarios y fomentó la industrialización en naciones menos desarrolladas.
- Tratado de Versalles: Se impusieron duras condiciones a Alemania, incluyendo la desmilitarización de ciertas áreas, la pérdida de territorios y colonias, y la obligación de pagar los costes de la guerra, además de indemnizar a los países afectados con 33.000 millones de dólares. Para hacer frente a esta deuda, Alemania recurrió a la emisión de moneda y a la exportación, aprovechando la devaluación de su moneda. Esta estrategia, conocida como dumping, le permitió expulsar a competidores del mercado, pero a costa de hundir los sectores en los que se aplicaba. Entre 1921 y 1923, Alemania experimentó una hiperinflación devastadora, con una pérdida masiva del poder adquisitivo que sumió al país en la pobreza y la miseria. A pesar de este panorama, la década de 1920 se caracterizó por un crecimiento económico impulsado por la Segunda Revolución Industrial, conocidos como los «felices años 20». En 1923, ante el fracaso de la estrategia de culpabilizar a Alemania, los aliados renunciaron a cobrar la deuda. Estados Unidos concedió préstamos a Alemania, que a su vez abandonó la política de dumping, dejó de emitir moneda sin respaldo y equilibró su presupuesto, aceptando un severo plan de ajuste.
Estados Unidos se convirtió en el principal prestamista mundial, produciendo más de lo que podía consumir y prestando dinero a otros países para que pudieran comprar sus productos. La mayoría de los países se endeudaron con Estados Unidos, lo que contribuyó a la expansión de la crisis bursátil. Los precios agrícolas continuaron cayendo por debajo de los precios industriales, y los desequilibrios monetarios persistieron.
La Gran Depresión: Causas y Desarrollo
La Gran Depresión se originó por la caída de la inversión, debido al agotamiento de las innovaciones de la Segunda Revolución Industrial, y por la adopción de políticas económicas y monetarias inadecuadas. La crisis se fundamentó en la reducción del comercio internacional de productos primarios en comparación con la situación anterior a la guerra y en el mal funcionamiento del patrón oro. Las empresas, con altas expectativas de beneficios, comenzaron a cotizar en bolsa, y sus acciones experimentaron un fuerte aumento debido a la gran demanda. La especulación se intensificó con la participación de pequeños ahorradores. Sin embargo, este auge bursátil se basaba en una burbuja especulativa, no en beneficios empresariales reales. En 1927, las empresas comenzaron a experimentar una disminución en sus ventas, acumulando stocks. El mercado se saturó debido a la brecha entre beneficios y salarios, lo que permitía a las empresas seguir invirtiendo y aumentando su capacidad productiva, mientras que el consumo se estancaba. Se configuró así una crisis de subconsumo relativo a la sobreinversión empresarial.
El 24 de octubre de 1929, conocido como el «Jueves Negro», las acciones de las empresas de la Segunda Revolución Industrial perdieron rentabilidad, desplomándose un 77% en un solo día. Durante el fin de semana, políticos y banqueros, creyendo que se trataba de una caída transitoria, invirtieron 500.000 millones en bolsa. Sin embargo, el martes siguiente, la venta masiva de acciones se generalizó. La gente retiró sus ahorros de los bancos para cubrir sus deudas, pero estos se encontraron sin liquidez al haber invertido también en bolsa, lo que llevó al cierre de 5.000 bancos en tres días.
La especulación no se contuvo debido a la creencia de que cada inversor podría retirarse del mercado en el momento de máximo beneficio, a la falta de una autoridad monetaria efectiva y a la ideología ultraliberal que rechazaba la intervención estatal. La caída de la bolsa provocó una oleada de quiebras bancarias, impulsada por la disminución del valor de los activos bancarios y el pánico que llevó a la retirada masiva de depósitos. Las consecuencias incluyeron una contracción del crédito, tanto a nivel nacional como internacional, y un deterioro de las expectativas empresariales, lo que se tradujo en una caída de la producción y de la inversión.
La respuesta del gobierno fue frenar la especulación, dificultando el acceso al crédito, elevando los tipos de interés y restringiendo la cantidad de dinero en circulación, lo que provocó una caída de los precios. Para hacer frente a la falta de liquidez, se reclamó el dinero prestado a los países europeos, dejando a Europa al borde del colapso. Las empresas redujeron su actividad o quebraron, generando un desempleo masivo, una disminución de las rentas del trabajo y una mayor caída de los precios, agravando la situación del mercado y reduciendo aún más la producción. El alto desempleo llevó a una mayor disponibilidad de mano de obra dispuesta a trabajar por salarios bajos, lo que a su vez deprimió el consumo. En la agricultura, los precios se desplomaron, los campesinos se endeudaron y los bancos embargaron sus tierras por falta de liquidez. Los países donde el fordismo se había implantado más rápidamente fueron los más afectados por la crisis.
La Segunda Guerra Mundial en el Contexto de la Crisis
A finales de la década de 1930, la economía mundial aún no se había recuperado de la Gran Depresión. Alemania, al iniciar la Segunda Guerra Mundial, ya había agotado todos sus recursos disponibles, mientras que Estados Unidos aún contaba con stocks acumulados durante la crisis. Alemania había alcanzado el pleno empleo entre 1938 y 1939, recurriendo a mano de obra forzada y esclava, y no tenía capacidad para aumentar su productividad. Las guerras requieren inversiones, y Alemania ya no podía crecer más, salvo invadiendo otros países o incrementando la producción bélica. La inflación y la escasez se hicieron presentes, y la guerra implicó la pérdida de mano de obra que no podía ser reemplazada. Estados Unidos entró en la guerra tras el ataque a Pearl Harbor, y al desviar recursos hacia la producción bélica, se reactivó el consumo, sin generar inflación debido a la existencia de recursos ociosos que permitían aumentar la producción al mismo ritmo que la demanda.