Ideologia de los partidos dinasticos

1. Introducción:
La Restauración es el período de la historia de España que se extiende desde finales de 1874 hasta 1931 y significa la vuelta
al sistema monárquico borbónico en la figura de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Aunque el término de la Restauración no es
solo designa la recuperación de la corona española por la casa de Borbón, sino también la época en la que se estableció en
España un régimen constitucional que estuvo en vigor cerca de cincuenta años. Las principales características de dicho
régimen serán: el conservadurismo, el bipartidismo y el turno pacífico, basado en las prácticas del caciquismo, el encasillado
y el pucherazo. Las figuras políticas claves de estos años serán: Antonio Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta.
2. Fases de la Restauración:
Desde el punto de vista político, la Restauración transcurrió entre dos repúblicas, el final de la Primera República española y
la proclamación de la Segunda en 1931, aunque para este tema es posible distinguir al menos dos etapas:
1ª) Entre 1874 y 1902, que abarca el reinado de Alfonso XII (1874-1885) y la regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-
1902) durante la minoría de edad de su hijo Alfonso XIII.
2ª) Entre 1902, a partir de la mayoría de edad de Alfonso XIII, hasta el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923.
Durante la primera fase, el sistema político constitucional funcionó satisfactoriamente, destacando las figuras del
conservador Cánovas y el liberal
Sagasta. La no interferencia del rey y el Ejército en la actividad política contribuyó a la
estabilidad gubernamental. En la segunda, a raíz de la pérdida definitiva de las últimas colonias de Ultramar en 1898, el
régimen entró en una situación de crisis y agotamiento interno. En esta fase, políticos como el conservador Maura o el
liberal Canalejas intentaron infructuosamente revisar o reformar el desacreditado sistema canovista. En 1923, el rey Alfonso
XIII optará como solución final el aprobar el golpe de Estado del general Primo que ponía fin al régimen constitucional
establecido en 1876.
3. Génesis de la Restauración:
El retorno de los Borbones a España se debió a la combinación de los siguientes factores:
• La incapacidad de la Primera República para resolver tres conflictos bélicos simultáneos: la guerra colonial de Cuba,
la cantonalista y la carlista.
• La pasividad y debilidad de toda posible oposición social a la restauración.
• La fuerza de los grupos sociales favorables al cambio de régimen: la alta burguesía, los grandes propietarios de
tierras, los sectores económicos con intereses coloniales y los mandos y oficiales del ejército.
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Tras el golpe del general Pavía y la disolución de las Cortes republicanas en enero de 1874, se estableció un régimen militar
bajo la presidencia del general Serrano. El gobierno de Serrano movilizó nuevos contingentes militares para hacer frente al
carlismo en el Norte, combatir los restantes focos cantonales y restablecer el orden y el control en el país, aumentando para
ello los impuestos y ganándose la antipatía del pueblo español. Esta debilidad fue aprovechada por Antonio Cánovas del
Castillo para comenzar a difundir la propaganda a favor del regreso de Alfonso XII a la Corona española, cayendo bien en
amplios sectores del ejército y de las clases más influyentes del país.
El 1 de diciembre de 1874, desde la academia militar de Sandhurst, el joven rey (tiene 17 años) emite el famoso Manifiesto
de Sandhurst, en el que se pone al servicio de la nación y se ofrece para ocupar el trono español. Además se define corno
liberal, tolerante, constitucional y buen católico. Alfonso XIII ofrecía así el establecimiento de una monarquía constitucional
capaz de conciliar el catolicismo tradicional con el liberalismo propio del siglo XIX. El autor del manifiesto había sido el
mismo Cánovas, líder del partido alfonsino, que preparaba la vuelta de la monarquía de forma pacífica y legal. Pero los
militares se adelantaron con el pronunciamiento a favor de la monarquía del general Arsenio Martínez Campos en Sagunto
(Valencia) el 29 de diciembre de 1874. El gobierno de Serrano no opuso resistencia, por lo que se da por finalizado el modelo
político republicano, proclamándose rey de España a Alfonso XII. Así se inicia el sistema político de la Restauración o
también conocido como sistema político canovista en relación a su artífice Canovas del Castillo.
4. El sistema político canovista de la Restauración:
La ideología política de la Restauración es en esencia la ideología de Cánovas del Castillo, quien sentó las bases
institucionales y jurídicas del sistema, alejando los peligros que habían provocado el fracaso del régimen isabelino en 1868.
Para ello crea un sistema flexible que dé solidez a la institución monárquica, tratando de acabar para siempre con la política
partidista y excluyente (el que gobernaba no permitía la participación del resto de fuerzas políticas), con los
pronunciamientos militares y con la guerra civil. De esta manera, intenta conseguir estabilidad política, apartando al Ejército
del poder político y subordinándolo al poder civil, con lo que se evitaba el recurso de los partidos al pronunciamiento para
alcanzar el poder y se le volvía a asignar su papel tradicional de evitar agresiones exteriores y garantizar la independencia
nacional.
Cánovas actuará como ministro-regente hasta la llegada del nuevo rey el 14 de enero de 1875. El nuevo monarca tendrá el
apoyo de las clases altas y de la aristocracia, siendo recibido por las clases populares con indiferencia. Cánovas pretendía
crear un sistema político bipartidista, similar al modelo inglés, donde la monarquía compartiera el poder con el Parlamento,
al tiempo que emprender la elaboración de una nueva constitución que debía atraer tanto a los más conservadores como a
los más progresistas. Se pretendía normalizar la vida política del país creando un sistema político de “centro”. Para ello,
convocó elecciones a Cortes Constituyentes, aplicando el sufragio universal masculino, intentando que todos los partidos
políticos existentes pudieran presentarse a las elecciones. Cánovas pretendía crear un programa de reconciliación nacional
para todas aquellas fuerzas políticas y sociales que aceptaran la monarquía Alfonsina (partidos dinásticos), excluyendo del
sistema a los carlistas por la derecha y a los republicanos, socialistas y anarquistas por la izquierda. Asimismo quedaron
marginados del sistema los nacionalistas.
5. La Constitución de 1876:
La Constitución de 1876, que estuvo en vigor hasta el golpe de Estado de 1923, es hasta hoy la más duradera de la historia
de España. Sus puntos básicos son pragmatismo, flexibilidad y compromiso entre todas las fuerzas políticas, lo que permite
diversas interpretaciones cuando se produzca un cambio de signo político en el poder. La legislación de 1876 recoge
aspectos moderados de la Constitución de 1845 y progresistas de la de 1869 (sobre todo los relacionados a los derechos y
libertades), por lo que se puede considerar una clara muestra del liberalismo doctrinario. Sus características principales son:
1) La soberanía compartida entre el rey y las Cortes: el monarca como árbitro de la política que controlaba el poder ejecutivo
(mando sobre el Ejército, designación del Gobierno y sus ministros) y tenía la iniciativa legislativa (derecho de veto y
capacidad para convocar, suspender o disolver las Cortes).
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2) Las Cortes eran bicamerales: Congreso de los Diputados y Senado.
– Los diputados son elegidos por sufragio censitario (varones mayores de 25 años que paguen una contribución territorial,
por lo que se excluía a la gran mayoría de los españoles de la participación política) y desde 1890 por sufragio universal
masculino.
– Los senadores eran nombrados por derecho propio, nobles o altos cargos de la Iglesia y el Ejército, o vitalicios, nombrados
directamente por el rey en representación de los mayores contribuyentes y de las Corporaciones. Se trataba de un Senado
elitista que garantizaba el control del poder legislativo por las minorías privilegiadas.
3) Se establece el carácter centralista y unitario del Estado, lo que desdeñaba las crecientes demandas descentralizadoras de
las regiones periféricas del país.
4) Amplia declaración de derechos y libertades individuales. Estos quedaron restringidos por las leyes posteriores que los
desarrollaron, sobre todo los derechos colectivos de imprenta, expresión, asociación y reunión.
5) La religión oficial del Estado es el catolicismo, aunque se toleran otras creencias y se permitía el ejercicio privado de otros
cultos.
En resumen, el texto constitucional de 1876 le daba al régimen político de la Restauración la apariencia de una democracia
parlamentaria, pero ahí acababa toda semejanza con una auténtica democracia.
6. El turno de los partidos conservador y liberal:
El sistema de la Restauración pretendió limitar la actuación política tanto de los partidos de la oposición como de los
movimientos obreros, invitándolos a integrarse en las dos fuerzas políticas en las que descansa el sistema o de lo contrario
serían declarados ilegales, cerrados sus locales, apresados sus líderes por actividades ilícitas, etc. La Restauración no integró
así a otras formaciones políticas como los carlistas y republicanos. También fueron excluidos los nacionalistas o regionalistas,
que cuestionaban la administración centralista, y las organizaciones obreras, contrarias al orden liberal y capitalista.
La aplicación del bipartidismo británico en España se fundamentaba en la alternancia pacífica en el poder de los partidos
dinásticos o fieles a la Corona para conseguir la estabilidad institucional. Los dos eran partidos de minorías, de notables, que
pretendían conservar parte de su protagonismo y defender sus intereses:
• El Partido Conservador (Liberal-Conservador), liderado por el propio Antonio Cánovas. Su origen estaba en el
partido alfonsino creado durante el Sexenio Democrático surgido de la unión de los antiguos moderados, los
unionistas y de algunos disidentes del carlismo. Sus bases sociales eran la aristocracia, la Iglesia, alta burguesía, los
grandes propietarios rurales y los funcionarios de alto nivel, tanto civiles corno militares. Sus ideas básicas eran:
inmovilismo político, sufragio censitario, defensa de la Iglesia y del orden social.
• El Partido Liberal (Liberal-Fusionista), cuyo líder era Práxedes Mateo Sagasta. Integraba a antiguos progresistas,
demócratas y ex republicanos moderados. Su fuerza principal residía en la burguesía comercial e industrial y los
propietarios rurales medianos y pequeños. Sus ideas básicas eran: sufragio universal masculino, reformismo social y
laicismo.
Las diferencias ideológicas y políticas entre ambos partidos eran mínimas. Ambos partidos coincidían en lo fundamental:
monarquía, Constitución, propiedad privada, Estado liberal unitario y centralista. De hecho, la creación del Partido Liberal en
1876 se debió a las necesidades del sistema canovista, puesto que debía existir una oposición parlamentaria con un 4
programa político similar al partido gobernante. En la práctica, la actuación de ambos partidos cuando alcanzaban el poder
no difería mucho, al existir un acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando
regresase al gobierno.
Los dos partidos dinásticos pactaban el acceso al gobierno. Para garantizar que en las elecciones ganara el partido al que le
tocaba el turno, era necesario establecer una complicada red de intermediarios que manipularan los resultados electorales o
bien la intención de voto. El mecanismo del turno era como sigue: periódicamente o cuando el partido en el gobierno sufría
un proceso de desgaste político o perdía la confianza de las Cortes, el rey encargaba al jefe del partido en la oposición la
formación de un nuevo gobierno. Entonces, se convocaban elecciones con el objetivo de que dicho partido obtuviera una
mayoría parlamentaria para ejercer el poder de manera estable. Desde el Ministerio de la Gobernación se procedía al
encasillamiento o se confeccionaban las listas cerradas de diputados que debían salir elegidos, reservando siempre algunos
escaños a la oposición política. Las listas de diputados estaban formadas por miembros de la alta burguesía y la aristocracia,
que constituían una oligarquía que monopolizaba los cargos político-administrativos y los escaños de las Cortes. Dichas listas
se entregaban a los gobernadores civiles para que lo impusieran en la provincia y en los ayuntamientos a través de los
caciques locales. Los caciques eran individuos o familias que, por su poder económico o por sus influencias políticas,
controlaban una determinada circunscripción electoral. Estos caciques locales actuaban impunemente a fin de conseguir los
resultados que se pretendían: retiraban las urnas de los colegios electorales antes del recuento de votos y daban el
resultado apetecido a través del pucherazo, incluso llegando a figurar un número de votos emitido superior al número de
electores; falsificaban el censo electoral incluyendo a personas fallecidas e impidiendo votar a las vivas; ubicaban los
colegios electorales en lugares inaccesibles o en las sedes del partido que debía resultar ganador, impidiendo la entrada a
personas de otras formaciones políticas; los patronos coaccionaban a sus trabajadores con medidas represivas (despidos) si
no votaban al candidato señalado; se ejercía la compra de votos etc. A todo este sistema se le denominó globalmente
caciquismo y si los mecanismos caciquiles fracasaban, los resultados se hacían en el Gobierno Civil, asegurando de todas
maneras el triunfo de la candidatura oficial.
El caciquismo era más evidente en el medio rural, donde, debido al atraso económico y cultural, una buena parte de la
población campesina estaba supeditada a los caciques. Gracias al control al que sometían a los ayuntamientos, hacían
informes y certificados personales, controlaban el sorteo de las quintas, podían resolver o complicar trámites burocráticos y
proporcionaban puestos de trabajo. Así, con sus “favores”, agradecían la fidelidad electoral y el respeto a sus intereses. Por
esta razón, el voto en las zonas rurales era determinante frente al voto urbano, donde la mayoría de la población estaba
formada por obreros industriales, menos manejables o manipulables. Aunque en las ciudades el voto estaba más dividido,
repartiéndose los escaños entre los partidos dinásticos (Liberal y Conservador) y la oposición al sistema (carlistas, socialistas,
republicanos, nacionalistas-regionalistas, etc.).
En definitiva, el sistema político no utilizaba procedimientos realmente democráticos. El fraude electoral fue una práctica
habitual durante todo el período de la Restauración, incluso cuando se introdujo el sufragio universal en 1890. Sólo en los
núcleos urbanos importantes, donde la oposición política era más fuerte, se hizo cada vez más difícil el control caciquil del
sufragio. Por otro lado, todas estas prácticas fraudulentas se apoyaban en la abstención de una buena parte de la población,
cuya apatía electoral se explica tanto por no sentirse representada como por el desencanto de las fuerzas de la oposición en
participar en el proceso electoral.
7. La obra del régimen de la Restauración:
Entre los aspectos que más destacan de la labor de los gobiernos liberal y conservador figuran:
1) La pacificación del país poniendo fin a los conflictos bélicos abiertos durante el periodo anterior:
• La finalización del conflicto carlista: se logra la derrota definitiva del carlismo en 1876 (Tercera Guerra Carlista), que
había constituido una constante preocupación para la pervivencia del régimen liberal. El Ejército liberal al mando del
general Martínez Campos se impuso sobre el carlista en el Norte, teniendo éstos que huir y refugiarse en Francia. La
consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la supresión de los fueros vascos, como castigo al apoyo carlista,
con lo que se ponía fin a las exenciones en pago de impuestos y en prestación del servicio militar. De este castigo se 5
excluyó a Navarra, que hasta la actualidad conserva sus fueros históricos. Esta supresión de fueros ha sido de gran
trascendencia hasta la actualidad en lo que ha supuesto el surgimiento del nacionalismo y separatismo vasco.
• Control de los intentos de emancipación de Cuba (Guerra de los Diez Años, 1868 – 1878): los insurgentes cubanos,
ayudados por los Estados Unidos, pedían libertad de comercio frente al monopolio español, autogobierno frente a
las imposiciones de la metrópoli y nombramiento de los cargos públicos entre los cubanos frente al nombramiento
de españoles. Cánovas envía al general Martínez Campos al frente de un ejército con un plan de paz que ofrecía
unas condiciones políticas y sociales más dignas para los cubanos. Tras combinar la acción militar con la política de
negociación, se firma la Paz de Zanjón en 1878, entre los españoles y los representantes de los criollos, que
prometía una amplia amnistía para los rebeldes, un régimen de autonomía, la representación de Cuba en las Cortes
españolas y la abolición de la esclavitud. El retraso o incumplimiento de dichas promesas hará estallar un nuevo
conflicto en 1879 (Guerra Chiquita), que volverá a resurgir en 1895 bajo la bandera del independentismo.
2) La aplicación de una serie de reformas (hacendísticas, militares y sociales) tendentes a lograr la uniformidad jurídica y
administrativa del territorio español. La mayor parte de las reformas se realizaron durante los gobiernos del Partido Liberal,
en un intento de acercamiento a la clase trabajadora, siendo las más importantes:
• Ley de Administración Local.
• Sufragio universal masculino para los comicios municipales (1882).
• Sufragio universal masculino para los mayores de 25 años (1890), que provocaría reacciones en contra.
• Reforma del Ejército (se establece el servicio militar obligatorio).
• Abolición de la esclavitud (1888).
• Leyes de contenido económico y de ferrocarriles.
3) Solución de la crisis planteada al morir Alfonso XII sin heredero varón en 1885: esta crisis fue resuelta hábilmente por
Cánovas, que quería evitar declarar heredera a la hija del rey. De este modo, pacta con Sagasta un cambio de gobierno
nombrando regente a María Cristina, esposa de Alfonso XII, quien designa un gobierno liberal. Este pacto entre Cánovas y
Sagasta se conoce con el nombre de Pacto del Pardo, que intentaba evitar las presiones de carlistas y republicanos y
garantizar la continuidad de la monarquía borbónica En 1886 nació el hijo póstumo de Alfonso XII, ocupando la regencia
María Cristina hasta que Alfonso XIII alcanzó la mayoría de edad en 1902.
4) El control de la oposición política marginada del sistema: Cánovas y Sagasta intentaron atraer a las fuerzas de la
oposición invitándolas a las filas de sus partidos o permitiéndoles, al final del periodo, la participación política.
8. Las fuerzas de la oposición:
La oposición política al régimen de la Restauración se debatió entre participar en las fuerzas legales del sistema o mantener
una férrea oposición.
Entre estas fuerzas políticas se encontraban los carlistas. Los partidarios carlistas que permanecieron en territorio nacional,
tras su derrota definitiva en 1876 y el exilio del pretendiente Carlos VII en Francia, se subdividieron en dos facciones: la
primera, los que deseaban participar en la política activa, por lo que reconocieron a Alfonso XII y se integraron en el Partido
Conservador. Y la segunda, los que se mantuvieron al margen, defendiendo la autoridad de Carlos VII, la oposición a la
democracia, la unidad católica y el foralismo o régimen foral, aunque aceptaron el orden liberal-capitalista. En 1888 se
produce una escisión del carlismo: el Partido Católico Nacional que era un partido católico integrista, que a pesar de
practicar cierta actividad insurreccional, sus principales dirigentes optarán por la vía política. 6
El republicanismo se subdividió entre los partidarios de participar en el sistema (Partido Republicano Posibilista) aliándose al
Partido Liberal y los que se mantuvieron fuera del sistema (Partido Republicano Progresista y Partido Republicano Federal).
Algunos socialistas optaron por su integración en el Partido Liberal y otros conformarán el Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), fundado por Pablo Iglesias en 1879, que desde muy pronto participará en las elecciones, aunque no obtendrá
representación parlamentaria hasta ya entrado el siglo XX. En otra línea se encontraban los anarquistas, que rechazaban la
democracia parlamentaria y defendían la acción violenta contra los terratenientes, empresarios, políticos y hombres de
Estado como medio para conseguir lo que concebían como revolución social.
Además, derivado de la eliminación de los fueros vascos y de la política centralista y uniformizadora del liberalismo
doctrinario, apareció con gran fuerza el nacionalismo-regionalismo catalán y vasco, transformándose en movimiento
político importante. En 1892 se formularon las propuestas nacionalistas catalanas en las Bases de Manresa, donde se exigía
una cámara legislativa propia y el reconocimiento de Cataluña como entidad autónoma dentro de España. En 1901 se funda
la Lliga Regionalista o Liga Catalana, destacando Prats de la Riba como líder que aglutinó el sentimiento nacionalista. El
nacionalismo vasco tuvo su origen en las protestas por la supresión de los fueros vascos en 1876. En 1895 Sabino Arana
funda el actual Partido Nacionalista Vasco (PNV) como fuerza política que se autodefinía como radical, nacionalista y
católica, con el lema “Dios y ley antigua”. Con posterioridad surgieron otros partidos de corte nacionalista-regionalista en
Galicia, Valencia, Andalucía y Aragón.

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