Los Reyes Católicos: Unión Dinástica e Instituciones de Gobierno
La boda de Isabel y Fernando (1469) no querían la unión de los reinos puesto que ninguno tenía que ser rey, y así se había acordado en el Tratado de Segovia (1475). Sin embargo, tras la muerte de Juan II de Aragón y la firma del Tratado de Alcaçovas en Castilla, Fernando e Isabel se convierten en reyes. Esta unión personal y dinástica se interpreta como el inicio de la “monarquía hispánica”, aunque en realidad no es un estado único. Hay unidad política con objetivos claros: dominio peninsular, unidad religiosa y centralización del poder; pero la unidad no alcanza ni a los territorios ni a las instituciones, que funcionan de manera independiente. Lo que sí es cierto es que los monarcas plantearon una nueva forma de ejercer la autoridad, centralizando el poder y estableciendo las bases de un estado moderno. Para ello, refuerzan o modifican las instituciones ya existentes, sin romper con ellas. Sin embargo, este modelo autocrático encaja mejor en Castilla, con una estructura unitaria, que en Aragón, donde el pactismo seguía vigente.
En Castilla, el Consejo Real fue reorganizado en las Cortes de Toledo de 1840, para convertirse en órgano de gobierno e instancia judicial superior. Se profesionalizó con letras y se dividió en salas para hacerlo más operativo. Para enlazar los consejos con los monarcas, se crearon los secretarios reales. Las Cortes no tenían capacidad legislativa y solo se convocaban para aprobar recursos. La justicia se impartía en tres ámbitos: en lo local con los corregidores, en segunda instancia la Chancillería (Valladolid y Granada), y en última instancia el Consejo Real. Además, se crearon nuevos cargos como los capitanes generales, los gobernadores o los virreyes, que representaban al monarca en su ausencia. El poder municipal continuó de la misma forma con los alcaldes, concejos y corregidores. Esta centralización y restauración de la autoridad monárquica, los monarcas tuvieron que otorgar poder económico y social a los señores laicos y eclesiásticos.
En Aragón, las innovaciones fueron menores y mantuvo los fueros y privilegios señoriales de la Edad Media por el poder de las Cortes y el trabajo del Justicia Mayor de Aragón. Puesto que Fernando pasó poco tiempo en sus reinos, nace la figura del virrey y se crea una audiencia en cada reino. También se cerró la cuestión de los payeses de remensa con la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), por la que los campesinos podían abandonar a su señor sin necesidad de pagar la remensa para hacerlo. Las instituciones comunes en ambos reinos fueron el Patronato Regio, por el cual los cargos de la iglesia eran elegidos por el papa de una lista ofrecida por los reyes; la Santa Hermandad, nacida en 1476 para luchar contra la delincuencia y el bandolerismo; y el Consejo de Suprema Inquisición bajo mando directo de los reyes.
La Significación de 1492: La Guerra de Granada y el Descubrimiento de América
En 1492, hubo varios acontecimientos que marcaron el reinado de los Reyes Católicos: la conquista del reino nazarí de Granada, la expulsión de los judíos y el descubrimiento de América. A pesar de ser el primer objetivo en la política exterior, la Guerra de Granada no fue el resultado de una planificación previa, aunque su duración y los medios empleados la convierten en la primera guerra de la Edad Moderna. En su desarrollo se pueden distinguir tres fases: la conquista de Alhama (1481-1484) por Diego Ponce de León, marqués de Cádiz; la toma de Málaga (1488-1487), que acabó con el sometimiento a la esclavitud de toda su población; y la rendición de Granada (1488-1492) tras la firma de las capitulaciones con Boabdil el 2 de enero de 1492. La conquista de Granada es la señal para lograr la unidad religiosa y acentuar el poder de los reyes frente a la nobleza.
La expulsión de los judíos el 31 de marzo de 1492 fue una medida política, ya que acarrearía consecuencias demográficas, económicas y sociales. Sin embargo, responde al espíritu unificador defendido por los monarcas y a la tendencia que se vive en toda Europa. El descubrimiento de América es el resultado de buscar nuevas rutas de comercio con las especias de Oriente. Tras firmar las Capitulaciones de Santa Fe, Colón parte el 3 de agosto del puerto de Palos y llega a Guanahaní el 12 de octubre de 1492. El 4 de marzo de 1493 atraca en Lisboa y será recibido más tarde por los Reyes Católicos en Barcelona. Tras el viaje, se obtuvo del papa las bulas Inter Caetera y se firmó con Portugal el Tratado de Tordesillas (1494). En más viajes se buscó la tierra del continente; en 1513, Vasco Núñez de Balboa descubre el océano Pacífico.
El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I. Política Interior y Conflictos Europeos
En 1516, la muerte de Fernando el Católico da la corona a Carlos I, perteneciente a la familia de los Habsburgo, primer rey extranjero y primer rey común a las coronas de Castilla, Aragón y Navarra. Su política interior estuvo marcada por la sublevación de las comunidades en Castilla y de las Germanías en Aragón, movimientos de protesta considerados las primeras revoluciones de la Edad Moderna por su contenido social y sus reivindicaciones políticas, que acaban con el refuerzo de la autoridad real frente a las ciudades y las Cortes. Las comunidades de Castilla (1520-1522) defendían la limitación del poder real y de los impuestos, pero fueron derrotadas en Villalar y sus líderes Bravo, Padilla y Maldonado ajusticiados.
Las Germanías (1519-1523) en Valencia y Mallorca, un movimiento de contenido social, dirigidas por los gremios y campesinos contra los señores feudales. Los conflictos europeos reflejaron la aspiración de conseguir una monarquía universal-cristiana bajo la hegemonía de Carlos I y se desarrollan en torno a tres ejes: las guerras con Francia, la lucha contra los turcos y los problemas religiosos. Las guerras con Francia (1521-1544) reflejan la rivalidad entre Francisco I, que quería dominar Italia, y Carlos I, quien consolidará su hegemonía al incorporar el Milanesado. La lucha con los turcos es la defensa de la cristiandad frente al avance turco por el Mediterráneo y alternó triunfos (conquista de Túnez 1535) con fracasos (pérdida de Argel 1541). Los problemas religiosos se inician con la Reforma Protestante de Lutero en Alemania, aunque pronto se convierten en problemas políticos. Fueron frenados en Mühlberg (1547), pero con el apoyo francés y la Paz de Augsburgo, Carlos I reconoció la existencia de dos religiones.
La Monarquía Hispánica de Felipe II. Gobierno y Administración
Los problemas internos, guerras y sublevaciones en Europa. En 1556, Carlos I abdica en su hijo, y cede a su hermano los territorios de Austria y los derechos imperiales, así al imperio universal de Carlos V le sucedió Felipe II. Los primeros años de su reinado estuvieron dominados por las guerras y las sublevaciones europeas, herencia del reinado anterior. Su política confesional le llevará a enfrentarse a Francia (San Quintín 1557 y Cateau-Cambrésis 1559), a los turcos en el Mediterráneo (Lepanto 1556) y a Inglaterra, con el envío de la Armada Invencible en 1588. Desde 1560 no se ausenta de España, fija su corte en Madrid, desde donde desarrolla la política hispánica.
En el gobierno y la administración potencia las instituciones creadas por los Reyes Católicos y crea las juntas. Respeta las instituciones de cada reino, pero su política basada en el poder absoluto y la defensa de la ortodoxia católica le llevaron a enfrentarse con Aragón, donde instauró un virrey castellano (Cortes de Tarazona 1592); y a los moriscos de las Alpujarras, que fueron deportados y desperdigados por otras zonas de Castilla. En 1581 se reconoció rey de Portugal por las Cortes de Tomar.
Exploración y Colonización de América. Consecuencias de los Descubrimientos en España, Europa y América
En 1499, los Reyes Católicos autorizaron las expediciones privadas a América para conquistar nuevas tierras. Así, en 1513 Núñez de Balboa descubre el océano Pacífico y en 1522 Magallanes concluye la primera vuelta al mundo. Después de la conquista de los Antillas se dio el salto al continente donde hubo dos expediciones: una liderada por Hernán Cortés, que sometió al Imperio Azteca constituyendo el Virreinato de Nueva España (1533) y, otra liderada por Pizarro y Almagro, que someten al Imperio Inca creando el Virreinato del Perú (1535). La colonización de América se realizará con fórmulas españolas usadas en las repoblaciones de la Edad Media, como el repartimiento, y otras novedades como la encomienda (cesión de indios a un español como siervos, obligando a este a su evangelización) o la mita (trabajos forzados de las comunidades incas).
Las críticas de los misioneros (Fray Bartolomé de las Casas) al trato que recibían los indios por parte de los españoles, llevaron a las autoridades a abolir la encomienda y proteger a los indios (Leyes de Burgos, 1512; Leyes Nuevas, 1542). El intercambio comercial, controlado por la Casa de Contratación en Sevilla, permitió la llegada a Europa de nuevos productos como la patata, el cacao o el tabaco, pero la afluencia de oro provocó una fuerte inflación en Europa. Esto hizo que la primera potencia europea estuviera endeudada con los banqueros europeos.
Los Austrias del Siglo XVII: El Gobierno de Validos. La Crisis de 1640
Los reyes del siglo XVII llamados “Austrias menores”, delegan las decisiones de gobierno en sus validos, la persona del círculo del rey que asumía la máxima dirección de los asuntos políticos, aunque es un cargo no oficial, lo que les permite gobernar al margen de los consejos. Destacan el Duque de Lerma con Felipe III, el Conde-Duque de Olivares con Felipe IV, en la regencia de Mariana de Austria el jesuita Nithard, y con Carlos II Juan José de Austria. En varias ocasiones, sus decisiones políticas acarrearon conflictos internos: el Duque de Lerma decretó la expulsión de los moriscos (1609-1614), con graves consecuencias económicas, y Olivares planteó una política reformista que provocó revueltas y rebeliones en casi todos los territorios desembocando en la crisis de 1640.
De todas sus reformas, la más ambiciosa fue la fiscal, con la Unión de Armas (1625), primer intento de hacer contribuir a todos los reinos a los gastos de guerra. Esta medida chocó con los fueros y privilegios de la Corona de Aragón, inmersa ahora en una crisis demográfica. Los reinos de Aragón y Valencia pactaron la entrega de dinero sin soldados, pero Cataluña se quedó al margen. También hubo malestar en Vizcaya al considerar que el nuevo impuesto sobre la sal iba contra los fueros. Los rechazos a la política del Conde-Duque confluyeron en 1640, cuando Olivares trasladó las hostilidades de la guerra con Francia a los Pirineos, permitiendo que los tercios españoles entraran en Cataluña. Sus abusos provocaron protestas campesinas que alcanzaron su punto de máxima tensión en el denominado Corpus de Sangre, momento en el que los campesinos asesinan al virrey y a gran parte de la oligarquía de la ciudad. Para evitar las represalias, la Generalitat ofreció el Condado de Barcelona a Francia, quien nombró un virrey francés. Este mismo año se inicia una rebelión en Portugal, donde el Duque de Braganza es nombrado rey (Juan IV) independiente de Castilla y en Andalucía, donde el Duque de Medina Sidonia proclamó la independencia de Andalucía. El impuesto único defendido por el valido también sublevó a Valencia, Aragón, Palermo y Nápoles, aunque estas revueltas fueron fácilmente sofocadas. Tras doce años de guerra, las tropas españolas pusieron fin a la secesión catalana, pero no pudieron incorporar Portugal, cuya independencia se reconoce en 1668.
La Guerra de los 30 Años y la Pérdida de la Hegemonía Española en Europa
El siglo XVII supuso el fin de la hegemonía española en Europa, puesto que los Austrias “menores” mantuvieron los mismos objetivos que sus predecesores (defensa del patrimonio territorial, protección de la religión católica y defensa del monopolio comercial con América) pero no disponían de recursos financieros y la crisis demográfica de este siglo provoca problemas internos. La política exterior de Felipe III estuvo presidida por la pacificación, pero en 1618 estalló la Guerra de los 30 Años, entre los príncipes protestantes alemanes y el emperador católico, un conflicto local que se convirtió en europeo, ya que lo que se jugaba era el orden internacional. España se posicionó al lado del emperador Fernando II, enfrentándose a los Países Bajos, Suecia, Dinamarca y, al expirar la tregua de los doce años, Francia. Cuando la guerra termina en 1648 y se firma la Paz de Westfalia, España reconoce la independencia de Holanda y la hegemonía francesa en Europa, aunque mantiene la guerra con Francia hasta 1659, para intentar recuperar Cataluña, Portugal y mantener su prestigio. Sin embargo, con la firma de la Paz de los Pirineos, se pierden el Rosellón y la Cerdaña y no se recupera Portugal, cuya independencia se reconoce en 1668. Las causas de esta derrota no son exclusivamente económicas, sino también políticas. Los nuevos tiempos traen nuevas exigencias, como la centralización y el control real, algo que no se aplica en España.
Principales Factores de la Crisis Demográfica y Económica del Siglo XVII y sus Consecuencias
El siglo XVII fue un siglo de crisis en toda Europa, que afectó a España profundamente en dos sectores fundamentales: la demografía y la economía. La población española se estancó como consecuencia de epidemias, malas cosechas (crisis de subsistencia), la expulsión de los moriscos y las guerras constantes. La crisis económica tiene como principal causa el endeudamiento de la monarquía, pero no es la única; la llegada de plata del siglo anterior hizo subir la inflación, por lo que la deuda exterior se dispara. La disminución de la producción agrícola por la escasa mano de obra y la menor demanda hace que las tierras pasen a manos de propietarios latifundistas. Al no invertir en industria y comercio, las exportaciones se paralizaron. Tampoco se aprovechó el comercio con América al quedar España como un mero operador comercial que gestiona las mercancías de otros países. En el reinado de Carlos II se aprecia una mejoría con un aumento de la natalidad y la recuperación del comercio y la producción. Las consecuencias de la crisis afectaron a todos los grupos de la sociedad, estamental y medieval, que experimentaron algunos cambios. La nobleza aumentó, aunque al disminuir sus rentas y carecer de espíritu capitalista se endeudó; el clero también aumentó; la burguesía, poco numerosa, tuvo un papel secundario centrada como estaba en ennoblecerse; y el campesinado se endeudó, por lo que aumentaron las revueltas y la emigración a las ciudades. A estos grupos se une un “ejército” de mendigos y delincuentes que se movían por las ciudades.
Crisis y Decadencia de la Monarquía Hispánica: El Reinado de Carlos II y el Problema Sucesorio
La muerte de Felipe IV dejó la corona en manos de su hijo Carlos II, menor de edad, por lo que se inició la regencia de su madre Mariana de Austria, quien tuvo como valido al jesuita Nithard. Se abre una etapa de neofeudalismo, permitiendo a la nobleza y la iglesia privatizar muchas de las funciones del estado. Con Carlos II, la situación económica y demográfica mejoró, pero no la inestabilidad política, acentuada por el golpe de estado de su hermanastro Juan José de Austria, quien se autoproclamó primer ministro. Entre otros problemas, tuvo que hacer frente a la revuelta de los Barretines (1688) en Barcelona, unas segundas Germanías (1693) en Valencia y el motín de los Gatos (1699) en Madrid. Sin embargo, de todos los problemas, el más importante fue sin duda el sucesorio. Hacia 1697, cuando ya se intuía la muerte del rey sin descendencia, se barajaron dos posibles sucesores: Felipe de Borbón, duque de Anjou, francés; y Carlos de Austria, Habsburgo. En su testamento, el rey dejó la corona al primero, pero el temor de muchas potencias europeas a la creación de un bloque hispano-francés dio lugar a una Guerra de Sucesión Española que será, a partes iguales, una guerra civil y una guerra europea.