De la Crisis del Antiguo Régimen a la Constitución de 1812: España en Transformación

La Crisis del Antiguo Régimen y la Guerra de la Independencia (1808-1814)

El Reinado de Carlos IV y la Influencia de la Revolución Francesa

La influencia de la Revolución Francesa favoreció la propagación de las ideas liberales. Por ello, el rey Carlos IV eliminó toda influencia ilustrada, nombró a Manuel Godoy secretario de Estado y cerró la frontera con Francia. La ejecución de Luis XVI empujó a Carlos IV a unirse a la coalición europea contra Francia. La derrota de España produjo la Paz de Basilea (1795), la cual subordinó España a los intereses de Francia. Con la subida al poder de Napoleón, España se convirtió en aliada de Francia. Esta alianza llevó a la guerra contra Gran Bretaña y a la derrota de la flota franco-española en la batalla de Trafalgar. Godoy recurrió al endeudamiento, al aumento de las contribuciones y a la desamortización de las tierras eclesiásticas, provocando la oposición del clero, la nobleza y el descontento popular, que se manifestó en motines. Además, se generó un apoyo creciente hacia Fernando, el hijo de Carlos IV, quien desconfiaba de Godoy.

El Motín de Aranjuez y la Abdicación de Carlos IV

España firmó el Tratado de Fontainebleau (1807), que autorizaba a los ejércitos franceses a entrar en el país para atacar Portugal. En 1808, las tropas francesas ocuparon plazas estratégicas. Esto provocó el Motín de Aranjuez, impulsado por el clero y la nobleza, que exigía la destitución de Godoy y la renuncia de Carlos IV en favor de su hijo Fernando. Fernando VII fue proclamado rey, pero su padre pidió ayuda a Napoleón para recuperar el trono. Napoleón, aprovechando la debilidad de la monarquía española, consiguió la abdicación de Carlos IV y Fernando VII, y nombró a su hermano José I rey de España. Además, convocó unas Cortes para aprobar una nueva constitución.

El Levantamiento Popular y la Formación de Juntas

En las Cortes se aprobó el Estatuto de Bayona, que abolía los privilegios y reconocía la igualdad de los españoles ante la ley. La situación de la población era muy tensa. El rumor de que Napoleón había secuestrado a los reyes en Bayona provocó motines y resistencias. El levantamiento de Madrid el 2 de mayo de 1808, impulsado por las clases populares, fue el detonante de la revuelta. Incapaces de controlar estas revueltas, las instituciones perdieron el control político y se produjo un vacío de poder y el desmoronamiento del Antiguo Régimen. Se formaron juntas locales y regionales para organizar la resistencia. Los voluntarios, junto con una parte del ejército, obtuvieron victorias como las de El Bruc y Bailén. Las juntas locales crearon una Junta Suprema Central que reconoció a Fernando VII como rey y asumió la autoridad hasta su vuelta.

La Guerra de la Independencia y sus Consecuencias

El Avance Francés y la Resistencia Española

El dominio francés alcanzó su máximo nivel a principios de 1812. Sin embargo, la invasión de Rusia por parte de Napoleón obligó a este a desplazar tropas, debilitando su posición en España. Esto facilitó el contraataque de las tropas británicas y españolas, comandadas por el general Wellington, que vencieron en Arapiles. El avance aliado obligó a José I a huir y permitió recuperar Madrid. Napoleón, ante la imposibilidad de mantener dos frentes, firmó el Tratado de Valençay, por el cual retiraba sus tropas y restablecía la monarquía de Fernando VII. La guerra fue atípica: el ejército español quedó desarticulado tras la batalla de Bailén, y sus componentes actuaron de forma subordinada al ejército británico o se integraron en guerrillas, grupos reducidos que actuaban de manera informal. La guerra provocó un empeoramiento de las condiciones de vida.

Afrancesados, Absolutistas y Liberales

Junto al régimen de José I se situaron numerosos españoles, los afrancesados, que sustentaron la administración francesa y consideraron que era una oportunidad para la modernización del país. Por otro lado, buena parte del clero y la nobleza quería el restablecimiento del absolutismo y de la tradición. Los reformistas moderados creían que el regreso del rey significaría el desarrollo de reformas dentro del Antiguo Régimen. Los liberales deseaban un cambio profundo que permitiese acabar con el absolutismo e implantar un nuevo régimen constitucional.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La Convocatoria de Cortes y su Composición

En medio del conflicto bélico, la Junta Central Suprema organizó una consulta al país y, ante el hundimiento del Estado, puso en marcha una convocatoria de Cortes. La Junta, debilitada por las derrotas militares, fue reemplazada por una Regencia, que terminó de organizar las Cortes, convocadas en Cádiz. Los diputados no siempre se podían elegir con normalidad, y a menudo el sufragio no pudo celebrarse. Finalmente, se reunieron unos 300 diputados y se acordó que las Cortes serían unicamerales. Se inauguraron en 1810.

Principios Fundamentales y la Abolición del Antiguo Régimen

Las Cortes aprobaron que eran depositarias de la soberanía nacional, es decir, que ejercían el poder en representación de los ciudadanos. Acordaron la división de poderes y reconocían a Fernando VII como rey de España. También aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a eliminar el Antiguo Régimen y a establecer un régimen liberal. Se eliminó el régimen señorial, y la población dejó de estar sometida a la jurisdicción privada para pasar a depender de la autoridad pública y del Estado. Las tierras de los señores se convirtieron en propiedad privada, perdiendo estos sus antiguas prerrogativas judiciales y administrativas. Se intentó iniciar una reforma agraria y se introdujeron medidas para impulsar la producción y el comercio.

La Constitución de 1812

Las Cortes desarrollaron una intensa actividad legislativa. Una comisión parlamentaria elaboró un proyecto constitucional que se promulgó el 19 de marzo de 1812. La Constitución de 1812 defendía los derechos del ciudadano, las libertades civiles y la igualdad jurídica y fiscal. Establecía el sufragio universal masculino para mayores de 25 años. El Estado se configuraba como una monarquía limitada, basada en la división de poderes:

  • Poder legislativo: residía en las Cortes, que elaboraban las leyes.
  • Poder ejecutivo: lo ostentaba el monarca, que dirigía el gobierno e intervenía en la elaboración de las leyes, con derecho a veto suspensivo durante dos años.
  • Poder judicial: era competencia de los tribunales.

La Constitución reconocía la confesionalidad del Estado, establecía la enseñanza obligatoria y el servicio militar obligatorio.

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