Casi todo el Imperio español había alcanzado la independencia durante el reinado de Fernando VII. Solo Cuba, Puerto Rico y las islas Filipinas se mantuvieron bajo soberanía española. Al final del siglo XIX, los problemas coloniales se agravaron por el auge del imperialismo europeo (guerra de África) y el expansionismo de EEUU (doctrina Monroe).
Política Colonial y su Fracaso
Con la Ley Moret en 1870 se propuso la abolición gradual de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico. La política de los gobiernos españoles ante las demandas independentistas fueron insuficientes. Puerto Rico no contaba con serios problemas ya que había conseguido su autonomía, la abolición de la esclavitud y una economía saneada. El autonomismo se dividió en dos, una más españolista y otra más radical, de base popular, dando lugar al nacionalismo antillano. Ambas se unieron en el Partido Autonomista. La dominación española era efectiva porque su economía frenaba a los más radicales.
En Cuba, las reformas fueron más polémicas por su importancia para España. En 1886 se abolió de forma total la esclavitud. Maura propuso una reforma administrativa y ampliación del censo, pero estas fueron rechazadas por los antipatriotas. Este dimitió creando una crisis en el gobierno liberal. Los sectores españolistas que no querían ninguna presión reformadora chocaron con los intentos del gobierno de conceder cierta autonomía. En el extremo contrario estaba el movimiento independentista del Partido Revolucionario Cubano creado por José Martí. Se crearon tres corrientes: españolistas, independentistas y autonomistas. Esta última lo representaba el Partido Liberal Autonomista que quería una Cuba libre. Las Islas Filipinas tenían escasa presencia española. Mestizos y nativos originaron un movimiento emancipador. José Rizal fundó en 1893 la Liga Filipina, que espoleó el nacionalismo.
La Pérdida de las Colonias
En 1895 tuvo lugar el Grito de Baire, un levantamiento final contra España y se inició la última guerra cubana que acabaría con la independencia de Cuba en 1898 en la que el almirante Cervera comandaba a la armada española. La guerra se desarrolló en 4 etapas:
- 1ª fase: desde la sublevación en febrero de 1895 hasta la muerte del líder de la independencia, José Martí.
- 2ª fase (octubre 1895- enero 1896): Fue el momento en el que más avanzaron los sublevados y Martínez Campos no pudo frenar.
- 3ª fase (enero 1896- diciembre 1897): El general Weyler sustituyó a Martínez Campos aunque fracasó. Se intensificó en este momento la interferencia de EEUU en el conflicto.
- 4ª fase (diciembre 1897- abril 1898): Con el general Blanco al frente y con un ambiente hostil de prensa y opinión pública, desembocó en la intervención directa de EEUU.
La Guerra Hispano-Estadounidense de 1898
EEUU estaba interesado en el Caribe e intentó comprar la isla de Cuba a España. La guerra hispanocubana coincidió con la expansión del imperialismo norteamericano. Durante la presidencia del demócrata Cleveland, la ayuda a los cubanos fue constante a través de la Liga Cubana formada por estadounidenses. Las reformas introducidas en la isla por Sagasta en 1897 no satisficieron las exigencias del nuevo presidente republicano, McKinley. En febrero de 1898 la explosión del acorazado estadounidense Maine provocó la declaración de guerra. Durante una campaña contra el gobierno español, el embajador estadounidense Woodford presentó un plan de compra de la isla, que España rechazó. La prensa y la diplomacia estadounidenses acusaban a los españoles del hundimiento y EEUU declaró la guerra a España el 25 de abril de 1898. A esta se opusieron carlistas, republicanos, anarquistas, socialistas y sectores populares. Aun conscientes de la inferioridad militar, los españoles se enfrentaron a los estadounidenses. El resultado fueron dos derrotas estrepitosas, una en Cavite (Filipinas) y otra en Santiago de Cuba.
El 10 de diciembre de 1898 se firma el Tratado de París, en el que España reconoce la independencia de Cuba y cede Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a EEUU a cambio de 20 millones de dólares. España apenas pudo negociar ya que había más condiciones. En febrero de 1899, España entregó al Imperio alemán las islas Carolinas, las Marianas (- Guam) y las Palaos a cambio de 25 millones de dólares. Quedaba así liquidado el Imperio Español.
Consecuencias del Desastre: Crisis de Conciencia y Regeneracionismo
La derrota no cambió el gobierno ni peligró la monarquía, pero surgió el regeneracionismo: un replanteamiento general llevado a cabo por intelectuales y políticos que buscaban la dignificación de la política, modernización social y superación del atraso cultural, cuyos defensores fueron Silvela y Maura. Como resultado se formó en marzo de 1899 un gobierno presidido por Silvela y con Polavieja como ministro de la Guerra. Ambos pretendían regenerar el país sin modificar el sistema ni el papel de la corona, ejército o partidos. El fracaso de este gobierno mostró la incapacidad del sistema para evolucionar.
Por ello, hubo otro movimiento regeneracionista al margen del sistema: el de los intelectuales destacando a Joaquín Costa; y unos escritores con los mismos principios, la llamada generación del 98. Partiendo de postulados pesimistas, intentaron formular un diagnóstico y unas soluciones que denominaron regeneración nacional. Joaquín Costa puso en práctica muchas de sus ideas a través de la Liga Nacional de Productores, desde la que planteó reformas agrarias, municipales, educativas…
El regeneracionismo dejó de ser un peligro para el sistema restaurador y fue asumido por todos los partidos y por Alfonso XIII. Esto facilitó la creación del Instituto de Reformas Sociales, que respondía al nuevo liberalismo del siglo XX, cuya puesta en práctica correspondió al nuevo monarca cuando el 17 de mayo de 1902 juró la constitución. Cuando Alfonso XIII subió al trono, ya habían desaparecido Cánovas con su asesinato en 1897, Castelar (1899) y Pi i Margall (1901). Pocos meses después falleció Sagasta en enero de 1903. Se cerraba una etapa de la vida política de España y del siglo XIX.