-CAPÍTULO V – DIVISIÓN DEL TRABAJO Y LUCHA DE CLASES:
1) ¿Qué consecuencias sociales produjo el crecimiento económico?
Mejora del nivel de vida, aumento de la población, redistribución geográfica y ocupacional de la población, el éxodo del campo a la ciudad y de unos continentes a otros, (voluntaria e involuntaria (esclavos de África)), “economía de frontera” y sus consecuencias, éxodo campesino, colonización directa de África, disminuye la población agrícola y aumenta la urbana (comercio e industria), problemas sociales derivados del éxodo hacia las grandes ciudades
2) ¿Qué efectos tuvo para África?
La exportación de esclavos y las guerras intestinas que el tráfico de esclavos causó tuvieron como consecuencia una cierta despoblación y profundos cambios en las estructuras sociales y políticas. Los efectos de este comercio fueron perjudiciales en conjunto (no para los reyezuelos cazadores de esclavos y para sus tribus) para la economía africana, que se convirtió en exportadora casi exclusiva de mano de obra e importadora de prácticamente todo lo demás, especialmente productos industriales y armas. Éstas sirvieron para fortalecer a los reyezuelos a costa de sus limítrofes. Enriquecidos por la trata, estos gobernantes, mejor armados, ensancharon sus dominios a expensas de sus vecinos, a quienes sometían y esclavizaban. En el siglo XIX las cosas cambiaron lentamente. Con la prohibición del comercio de esclavos a principios del siglo, la sangría exportadora disminuyó gradualmente.
Al descubrir la riqueza africana –en plantaciones y en minerales- comenzó el periodo de la colonización directa de África por las potencias europeas.
3) ¿Qué problemas sociales produjo el éxodo de población hacia las grandes ciudades?
-Hacinamiento
-Inseguridad (el crecimiento es inseguro por los altibajos del mercado. Los trabajadores urbanos se encontraron a merced de los ciclos económicos)
-Las fluctuaciones cíclicas se veían agravadas por el cambio tecnológico = paro
-amplios sectores de las clases trabajadoras durante la primera mitad del siglo XIX padecieron un deterioro de su alimentación.
4) ¿En qué consistieron la Ley de Fábricas y la Ley de Diez Horas?
Proteger a las mujeres y niños que trabajaban en las fábricas y la jornada laboral de 10 horas.5) ¿Cuáles fueron las aportaciones principales de Robert Owen, lord Shaftesbury, John Suart Mill, el movimiento chartista?
•Robert Owen, un empresario hecho a sí mismo, de extraordinario éxito, que tomó partido por los trabajadores, trató de organizar fábricas de tipo cooperativo, emigró a EEUU para establecer su utopía laboral y, de vuelta a Inglaterra, intentó crear un gran movimiento sindical. Ninguna de las obras de este galés le sobrevivió, pero su influencia y su fe en la educación como la gran emancipadora sí lo hicieron.
•Otro gran reformador fue el aristócrata Lord Shaftesbury ( o lord Ashley, que ambos títulos tenía), quien utilizó su influencia en el Parlamento para lograr que se aprobaran dos leyes históricas: la Ley de Fábricas de 1833 y la Ley de las Diez horas de 1847.
Otro conocido reformista fue el filósofo y economista John Stuart Mill, cuya dedicación intelectual no le impedía ser activista de diversas causas, como el socialismo o el feminismo. La autoridad de Stuart Mill como filósofo y economista dio peso a sus escritos a favor de la igualdad y en apoyo de los derechos de la clase obrera. Sus influyentes “Principios de economía política”, cuya primera edición es de 1848, contenían una defensa del sindicalismo y de la huelga. Por su moderación y su racionalismo, Mill es precursor del movimiento laborista inglés.
El gran partido o movimiento obrero revolucionario de la Inglaterra decimonónica fue el llamado “chartismo”. Era más un movimiento de reforma electoral que otra cosa: perseguía el sufragio universal masculino y otra serie de reformas políticas y electorales destinadas a permitir que hubiera representación obrera en el Parlamento, suponiendo que la reforma legislativa era el mejor medio de emancipación de las clases trabajadoras. Sin embargo, las peticiones charlistas fueron desoídas y el movimiento se fue radicalizando bajo la dirección de un irlandés llamado Feargus O’Connor
6) Diferencias entre el movimiento obrero inglés y el francés. (pp. 139-142)
-El movimiento obrero inglés fue más pragmático que la teoría marxista y a la larga el evolucionismo o gradualismo se impuso a la doctrina revolucionaria.
-Siguiendo la inspiración charlista, el movimiento obrero sindical inglés basaba una parte importante de su estrategia en lograr representación en el Parlamento, convencido de que de esa manera podía lograr sus fines sin necesidad de una revolución violenta. El Partido Laborista, era, por tanto, en gran parte una emancipación de los sindicatos británicos.
En el continente, la tradición revolucionaria romántica tuvo más fuerza. El recuerdo de la Revolución Francesa ofrecía un modelo para quienes se consideraban seguidores de Robespierre o de Babeuf.
-Por otra parte, el menor desarrollo industrial en el continente durante el siglo XIX restaba fuerza y posibilidades al movimiento sindical y al gradualismo, y prestaba mayor atractivo a la teoría de la insurrección, que más tarde Lenin llevaría a sus últimas consecuencias.
-Por todo esto los movimientos de izquierda en estos países tenían más de secta que de partido o movimiento de masas.
-En Francia había una serie de líderes revolucionarios como Louis Auguste Blanqui o Pierre Joseph Proudhon, el gran intelectual de anarquismo y rival de Marx, de doctrinas radicales pero de poco calado en las masa; más adelante el marxismo aumentó su influencia en Francia por medio de Paul Lafargue, yerno de Marx, y de Jules Guesde.
-En Francia el socialismo iba por un lado y el sindicalismo por otro, y éste tenía mucho más eco popular.
El dualismo revolución-evolución pervivió en el socialismo francés al menos hasta que, tras la I Guerra Mundial, se produjo la escisión comunista. La colaboración de los socialistas con los gobiernos “burgueses” y la introducción de legislación social más protectora de los trabajadores eran vistas por las direcciones de los sindicatos y partidos de izquierda más que con recelo, con abierta hostilidad, como una traición encaminada a debilitar el espíritu combativo de las masas. Millerand, que desempeñó la cartera de Comercio en el gabinete radical de Waldeck-Rousseau y dictó una serie de medidas favorables a los trabajadores, fue severamente censurado (y a la larga expulsado) por sus correligionarios del Partido Socialista