INTRODUCCIÓN
La Restauración es el periodo de la
historia de España que transcurre desde el retorno de los Borbones en 1874 con
Alfonso XII, hasta el Golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. Fue una forma
de gobierno basado en una el sistema
liberal, bipartidista (Conservadores y Liberales) y con fuerte poder real (monarquía parlamentaria)
. Fue el
sistema ideado por Cánovas del Castillo y marginará a otras fuerzas sociales
(partidos obreros, nacionalistas…). Se apoyaba en la burguesía y las clases
propietarias.
El sistema político
de la Restauración quedaba establecido en la Constitución de 1876, caracterizada por el liberalismo doctrinario (soberanía compartida entre las Cortes y el
rey) y el sufragio censitario.
No
obstante, en 1890 se instauró el sufragio universal masculino. La Constitución
reconocía el papel moderador del rey, al que se consideraba un árbitro en
política y garantía de la alternancia de
los partidos.
Se intentaba poner fin así al protagonismo que el ejército
había tenido en la política del siglo XIX.
Entre 1902 y 1931 Europa
vivió grandes acontecimientos de relevancia primordial para nuestra historia
contemporánea. Las tensiones sociales, políticas y territoriales del siglo XIX
desembocaron en la I Guerra Mundial
(1914-1918)
que no terminó
de resolver muchos de
los problemas que la habían ocasionado. En las décadas de 1920 y 1930, el
fuerte ascenso del socialismo, animado por el triunfo de la Revolución Rusa (1917)
, fue
contrarrestado por los sectores conservadores con fórmulas autoritarias y
favoreció el ascenso de los fascismos en
Italia (1922) y Alemania (1933). Este clima de confrontación ideológica se vio
agravado por la crisis económica del 29.
España se ve
influida por este contexto histórico pero a diferencia de otros países europeos
occidentales contaba con un importante atraso económico y social, a pesar de
haber iniciado su proceso de modernización casi un siglo antes. Efectivamente
España seguía siendo un país agrario
y la industria más importante era la textil, que se encontraba concentrada en
Cataluña y dependía del exterior tanto en el abastecimiento de su materia prima
(algodón) como en las patentes. Ello obligaba a prácticas económicas proteccionistas.
Todos estos aspectos revelan
una economía en que la modernización era
modesta.
Pero también la
sociedad resultaba retrasada con respecto a Europa occidental. Una de las
diferencias más marcadas era el alto índice de analfabetismo (en 1900 63% frente al 24% de Francia). Por otra
parte, jornaleros, pequeños agricultores y obreros industriales y de servicios,
representaba el 75% de la población activa, pero a su lado había una burguesía
que había renovado la nobleza y que desempeñaba el poder político. En esta
situación el movimiento obrero
cobrará cada vez más importancia y los conflictos
sociales serán frecuentes.
Desde el punto de
vista político, aparentemente España era una nación moderna con un sistema
político moderno. España, al comenzar el siglo XX, era una monarquía liberal aunque no democrática, a pesar de que desde 1890 había sufragio universal
masculino. Seguía vigente la Constitución
de 1876 y la legislación permitía la existencia de libertades importantes y
también su ejercicio, principalmente en las ciudades. Otra cosa era la
situación real que se daba al margen del contexto urbano, donde el sistema caciquil se imponía. El
caciquismo suponía la dependencia de unas personas de otras al margen de la
legislación. En efecto, el cacique, que solía ser el rico del pueblo o el que
controlaba la administración pública con su influencia, orientaba la dirección
del voto, agradeciendo con sus “favores” la fidelidad electoral y discriminando
a los que no respetaban sus intereses. Aunque este sistema ya existía antes, lo
característico es que ahora impregnaba toda la vida política, local y nacional,
debido a la desmovilización política del electorado.
INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. REGERACIONISMO Y REVISIONISMO
En 1897 Cánovas del
Castillo fue asesinado y en 1902 Sagasta decidió retirarse de la política. Conservadores y liberales
van a carecer de líderes indiscutibles que lleven las riendas de sus partidos y
marquen la línea política a seguir. La situación se agravaba porque el caciquismo fomentaba las luchas
personales dentro de los partidos.
Ante esta coyuntura se
decidió reconocer la mayoría de edad de Alfonso XIII que tenía 17 años. La actitud del joven rey, partidario de intervenir en el
gobierno y sobre todo en la política de ascensos del ejército, creará mayor
inestabilidad.
El ejército humillado por las derrotas (1898)
Se volcará sobre las guerras
africanas e intervendrá cada vez más en política apoyado por el monarca. Dentro
de él surgirá una ideología reaccionaria, los africanistas, contraria a
cualquier cambio y defensora de la unidad y “valores patrios”. Con apoyo del rey,
conseguirán que se apruebe la Ley de las
Jurisdicciones por la que todo ataque o crítica al ejército, a la bandera,
a la unidad de la patria y al rey, será juzgada por un tribunal militar.
Desde el punto de vista político, ya los intelectuales más importantes del periodo
final del siglo XIX (Joaquín Costa)
protestaron contra el mundo de la Restauración, criticaron el sistema político
y, en líneas generales, acertaron al denunciar la situación existente pero no
tanto al señalar algunas de sus soluciones. Su actitud puede considerarse como
el inicio del protagonismo en la vida española del término “regeneración” que indicó un deseo
general de superar el retraso, llevar a cabo una modernización de la vida
colectiva y revisar la vida política
nacional o encontrar una solución fuera de ella. El regeneracionismo trascendió el ámbito del pensamiento e impregnó la
actividad política de buena parte del siglo XX. Durante todo el reinado de
Alfonso XIII ese término resultó decisivo para explicar la actitud de personas
y de grupos políticos y sociales. El ansia de superar el retraso y llevar a
cabo una modernización en todos los sentidos de la vida española se convirtió
incluso en una obsesión.
Esto se
concretó en dos ensayos de gobierno
regeneracionista, uno de carácter conservador y otro liberal. El primero
fue liderado por el político conservador
Maura entre 1904 y 1909, y el
segundo por el liberal Canalejas entre 1910 y 1914.
Maura intentó llevar a cabo “una revolución desde
arriba”. Se propuso acabar con el caciquismo (reforma electoral y primando más
a las ciudades) e incorporar a la política a la pequeña burguesía y a los
nuevos grupos políticos nacionalistas y regeneracionistas surgidos con la
crisis de 1898. Para intentar atraerse a los nacionalistas burgueses catalanes
(Lliga Catalana liderada por Cambó)
preparó la «Ley de las
Mancomunidades” que permitiría una autonomía municipal, comarcal y
provincial, y que hubiese podido solucionar las demandas de autogobierno de
Cataluña, País Vasco y Galicia. No pudo llevarla a cabo por la oposición de la
burguesía centralista y fue derrotado en el Senado. Por otra parte, su política
social no satisfizo las aspiraciones de la clase obrera. Maura no era ningún
revolucionario y su actitud conservadora la mostró al redactar la Ley del
Terrorismo contra los movimientos obreros. Esta actitud le valió la oposición
de la izquierda en las Cortes y las organizaciones obreras en la calle.
El momento de
mayor tensión se vivió en la “Semana
Trágica de Barcelona” en julio de 1909.
El motivo inmediato del movimiento fue el descontento producido por el embarque
de tropas destinadas a Melilla, pero en el fondo había un rechazo a la política
de Maura. En la Conferencia de Algeciras (1906) se había concedido a España el
“protectorado” sobre la zona norte de Marruecos. Al intentar ocupar la zona
designada se encontraron con la resistencia de los rifeños. Una serie de
desastres militares (Barranco del Lobo -Melilla -1909) obligaron a la
movilizaron de los reservistas y el día previsto para su embarque en el puerto
de Barcelona se produce una huelga general y un movimiento insurreccional. El
ejército ocupa Barcelona y los líderes del movimiento opositor son
encarcelados, juzgados por tribunales de guerra y algunos líderes anarquistas
fusilados (el pedagogo Ferrer). Estas acciones provocaron la caída del gobierno
de Maura.
Como
consecuencia de la represión ejercida sobre los anarquistas por la Semana
Trágica, los distintos sindicatos y grupos anarquistas decidieron integrarse en
la Confederación Nacional de
Trabajadores (C.N.T.) en 1910.
Esta organización tendrá un papel decisivo
en la crisis de 1.917 y en las posteriores luchas sociales.
Canalejas era un liberal atípico ya que pretendía abrir el
sistema a las fuerzas de la izquierda: “Yo solicito el concurso de los
republicanos, de los socialistas y de los demócratas españoles”. Además era de
un talante reformista y tendente a limitar el poder de los grupos oligárquicos
contrarios al cambio. Subió al poder en 1910 e intentó nuevamente que se aprobase
la Ley de las Mancomunidades. Elaboró la Ley
sobre Asociaciones Religiosas prohibiendo el establecimiento de nuevas
órdenes y la apertura de nuevos conventos (“ley del candado”), intentó
democratizar el ejército e imponer el servicio militar obligatorio sin
redenciones. El 12 de noviembre de 1912 Canalejas fue asesinado por un
anarquista. Con su muerte se frustró la posibilidad de una regeneración del
sistema y se precipitó la desintegración de la monarquía parlamentaria, atacada
por la burguesía, el ejército y los obreros.
La quiebra del sistema: conflictividad social y crisis de 1909, 1917 y 1921
Con la muerte
de Canalejas y la caída en desgracia de Maura, los partidos tradicionales
fueron incapaces de intentar nuevas reformas que pudiesen mantener el sistema.
Los siguientes gobernantes Romanones
(liberal)
y Dato (conservador)
,
sin la talla de sus predecesores, trataron de administrar la situación siendo
sobrepasados por las circunstancias.
La situación
social y política se agravó con el estallido de la I Guerra Mundial (1914-1918)
. En ella se enfrentaron dos grandes
alianzas: la Triple Alianza (Alemania,
Austro-Hungría, Bulgaria y Turquía) y la Triple
Entente (Gran Bretaña, Francia y el Imperio Ruso con el apoyo deEE.UU.)
En este choque
de grandes imperios era evidente que España no pintaba nada. Porque no tenía
imperio y no era una potencia industrial. España fue neutral y la neutralidad fue un negocio para España.
Se consolidó un gran salto hacia la industrialización, contando con los capitales
repatriados de las colonias tras el desastre de 1898 y con los conseguidos con
la venta de alimentos y material a los beligerantes.
Como ya se ha dicho España continuaba
siendo un país agrario con cerca de
un 70% de la población activa trabajando en el sector primario mientras que la
población empleada en la industria era sólo del 16%, concentrada sobre todo en
la construcción y el textil. El 6% de la propiedad de la tierra estaba en manos
de la nobleza, y las fincas grandes presentaban un 28% del total. No obstante,
desde
principios de siglo, la agricultura
había experimentado ciertas mejoras como
nuevas roturaciones, la producción de olivo para la exportación, la
implantación de nuevos cultivos como la naranja y la remolacha azucarera, y al
uso de nuevas técnicas (se generalizó el arado de vertedera, comenzó a
emplearse maquinaria y abonos, se desarrollaron los regadíos), lo que produjo
un aumento de la producción.
Por
otra parte, España continuó con una agricultura eminentemente cerealista y tradicional (uso del barbecho) con los bajos rendimientos.
Otro problema de la
agricultura fue las desigualdades en el reparto de la tierra (latifundismo en
el sur y minifundismo en la cornisa cantábrica), lo que provocó conflictividad
social.
En el plano industrial, España dejará de ser un
mero exportador de minerales para convertirse en un productor de acero y
constructor de barcos. La zona industrial
por excelencia era Cataluña. Allí, la industria más importante, como la textil,
sufría una serie de debilidades (materias primas –algodón- y patentes eran
importadas del exterior), a lo que habría que sumar la pérdida de las colonias
como mercado y proveedor de materias primas. Esa situación obligó al textil catalán a apoyarse en un alto arancel. Desde ahora, el empuje
extraordinario de la siderurgia vasca
(en 1902 se funda Altos Hornos de Vizcaya) utilizará el carbón de Asturias. Es
también el momento en que nacen las primeras industrias eléctricas (la «Canadiense» de Barcelona) o
que producen electricidad (en 1901 se funda Hidroeléctrica Ibérica, luego
llamada Iberduero; en 1907 se funda Hidroeléctrica Española, que con la
anterior constituye hoy Iberdrola), así como químicas (explosivos, fosfatos) y cementeras.
Los principales
problemas de la industria española consistieron en su desigual distribución
espacial (mapa p.292) y que las empresas españolas eran en su mayoría de tipo
familiar.
La guerra
cambió el saldo negativo de la balanza comercial española, gracias a las
exportaciones (hierro, carbón, naranjas…) y a los fletes (contratos de
transporte para barcos españoles). También aumentó la participación del capital
español en la economía nacional y fortaleció a la banca, sobre todo a la vasca.
Por poner alguna cifra, tomando como índice 100 lo que se producía en 1900, en
1918 la producción siderúrgica había llegado a 1072 y la de electricidad a 560.
Pero no todo
fueron aspectos positivos: aunque se producía más, los precios subieron más de un 15% porque se conseguían beneficios
más altos exportando los productos españoles.
Los salarios no subieron tanto, con lo que los conflictos sociales
se agravaron. Además, gran parte de los beneficios obtenidos por los
empresarios no se reinvirtió en la mejora de equipos industriales, con lo que,
al acentuarse la competencia con otros países una vez acabada la guerra, la
crisis fue peor de lo esperado.
Durante la I
Guerra Mundial, la conflictividad social producida por la carestía de alimentos
no fue solucionada ni por conservadores ni por liberales. El conservador Dato evitó los problemas
políticos teniendo cerradas las Cortes. Lo único destacable fue que aprobó por
decreto la Ley de Mancomunidades, la
primera que permitía cierta autonomía regional.
El liberal Romanones gobernó durante 1916
y contó como ministro de Hacienda con Santiago Alba, un liberal de izquierdas
que planteó un ambicioso programa de reformas (desarrollo de la industria,
instrucción pública, carreteras y regadíos). Todo a costa de un impuesto
extraordinario sobre los beneficios obtenidos durante la guerra. Los
empresarios y la derecha del país se encargaron de echarlo abajo.
LA CRISIS DE 1917
Otro gobierno liberal, el de García Prieto, es el que tuvo que hacer frente a la triple crisis que se originó durante el
verano de 1917:
1
Crisis militar
El ejército
español, un monstruo heredado de las guerras coloniales con seis veces más
oficiales que el francés siendo seis veces más pequeño, estaba dividido entre
oficiales peninsulares y africanistas, que ascendían por méritos de guerra. La
carestía de la vida la sufrió el ejército como otros funcionarios o como la
sufrían los obreros. Eso, junto al descontento por los ascensos, llevó a varios
coroneles a organizar Juntas de Defensa
que, tras las dudas iniciales, el gobierno intentó disolver sin éxito, lo que
provocó su caída en junio. El rey volvió a llamar a Dato a la presidencia del
gobierno.
2
Crisis parlamentaria
Dato se
negaba de nuevo a abrir las Cortes, lo que llevó al político nacionalista
catalán F. Cambó, de Solidaritat
Catalana, a organizar en Barcelona una
Asamblea de Parlamentarios (unos 70) para exigir unas Cortes
Constituyentes. En esta asamblea participaron pocos liberales y conservadores y
el gobierno, que al principio la ignoró, al final acabó disolviéndola sin
problemas en julio.
3
Crisis social
Ya en el mes de
marzo, la CNT y la UGT había emplazado conjuntamente al gobierno a solucionar
la carestía de alimentos. Las huelgas se sucedieron hasta el verano y en agosto
los ferroviarios de la UGT llamaron a una
huelga general que paralizó el país del 10 al 13 de agosto, con más de 70
muertos en toda España. El gobierno echó mano del ejército y, asustados, Juntas
de Defensa y Parlamentarios se pusieron del lado que les correspondía.
Las
consecuencias de la crisis fueron muy graves.
El
partido Conservador y el Liberal se fragmentaron en múltiples facciones a
las que será imposible poner de acuerdo por el personalismo de sus líderes, lo
que producirá «gobiernos de
concentración» muy inestables: el Gobierno Nacional de marzo de 1918,
en el que estaban todos (Maura, Dato, Romanones, Cambó, García Prieto…) duró
9 meses.
El movimiento obrero se reforzó mucho,
coincidiendo con los tres años que siguieron al triunfo de la Revolución
Soviética en Rusia, el llamado «Trienio
Bolchevique» (1918, 1919 y 1920)
.
La CNT juntaba en 1919 a 700000 afiliados, sobre todo
catalanes, destacando entre sus dirigentes
Ángel Pestaña y Salvador Seguí.
En 1919, mantuvo durante 44 días una huelga
en la empresa eléctrica y de tranvías «La Canadiense» de Barcelona y,
en Andalucía, hubo una auténtica rebelión campesina pidiendo tierras. El
gobierno recurrió al ejército y, los empresarios, a pistoleros.
Por su parte,
la UGT contaba en 1921 con 240000
afiliados y el PSOE con 45000. Tras
el triunfo de la Revolución en Rusia, se va a producir en 1921 una ruptura entre los marxistas españoles: los reformistas
(socialdemócratas), mayoritarios y partidarios de llegar a acuerdos con la
izquierda burguesa (republicanos y demócratas), no van a integrarse en la III
Internacional, organizada por el Partido Comunista de la Unión Soviética; una
parte del PSOE, los revolucionarios (comunistas), se va a separar fundando el Partido Comunista de España.
A la
muerte de Pablo Iglesias, dirigirá el socialismo español Julián Besteiro.
Hasta 1921, la
cuestión social siguió empeorando y no ayudó nada a solucionarla que el
gobierno de Dato la combatiera a tiro limpio en las calles de Barcelona, a
través del gobernador «civil», el general Martínez Anido. De hecho,
Dato fue asesinado en marzo de 1921 por un anarquista.
LA PRESENCIA DE ESPAÑA EN MARRUECOS. 1921 EL DESASTRE DE ANNUAL
Pero ese año
fue el de un nuevo desastre colonial en el protectorado marroquí otorgado a
España en la Conferencia de Algeciras de 1906: 45000 km2 montañosos y sin agua, de escaso valor económico
(sólo minero), habitados por beréberes organizados en clanes y cuyo jefe era Abd-el-Krim.
El general Silvestre, jefe militar de Melilla y de
la zona oriental del protectorado, llevó a cabo una campaña de conquistas
imprudente en un frente muy amplio que acabó en una emboscada en Annual en
julio. La retirada caótica hacia Melilla dejó 12000 muertos sobre el campo de
batalla.
Las consecuencias
políticas fueron demoledoras. De nuevo, militares y gobierno se echaban la
culpa del desastre. El propio rey se vio salpicado por el asunto, al apoyar la
expansión colonial. En las Cortes se formó una comisión par investigar las
responsabilidades del desastre (Informe
Picasso)
. En el informe se criticaba a las altas autoridades del ejército y
salpicaba al mismo rey y a grandes políticos de la restauración (Romanones). En
esta situación se produjo el pronunciamiento
del Capitán General de Cataluña, el general
Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1923-1930).
Las causas del golpe de Estado hay que buscarlas en el
desastre de Marruecos y en la inestabilidad política.
Entre 1917 y
1923 hubo 23 gobiernos diferentes y 30 crisis parciales en las que sólo
cambiaron algunos ministros. No es de extrañar que la opinión pública pensara
que el Estado estaba en manos de unos incapaces que lo llevaban a la deriva. Los
partidos que estaban al margen del sistema (socialistas, republicanos,
regionalistas y nacionalistas) no eran una alternativa de poder. Además el movimiento
anarquista estaba desarticulado tras la enorme represión que sufrieron desde
1917. Los periódicos, los intelectuales y la opinión pública pedían reformas
profundas del sistema por su ineficacia. Así que, a falta de ideas mejores, a
falta casi de cualquier idea, la oligarquía en el poder optará por una solución
militar, la de la dictadura.
El golpe de Estado no sorprendió a nadie. Alfonso
XIII, que no estaba al corriente del pronunciamiento, reconoció al golpista,
que recibió el apoyo de gran parte del ejército, los partidos monárquicos y la
oligarquía dirigente. Sin embargo, muchos líderes
de los partidos tradicionales acusaron al rey de anticonstitucional y se fueron decantando hacia las ideas
republicanas.
Miguel Primo de Rivera escribió un Manifiesto, impregnado de un vago espíritu «regeneracionista»,
en el que afirmaba que su intención era la de detentar el poder político
durante un breve período de tiempo, lo justo para llevar a cabo una labor de
“saneamiento” del sistema político de la Restauración y la de terminar con los
problemas más acuciantes de la sociedad española: la guerra en Marruecos, la
conflictividad social y las continuas luchas intestinas entre los partidos
tradicionales. Se proclamaba al margen de la actividad de los partidos tradicionales
(se definirá como “apolítico”) y partidario de llevar a cabo una reforma en
profundidad, una reforma desde “arriba” como habían preconizado Joaquín Costa y
Maura.
Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera
(1923-1930) se distinguen dos etapas:
El Directorio Militar (1923-1925)
y el Directorio Civil (1925-1930).
El directorio militar (1923-1925)
El Directorio
Militar
llevó a cabo su labor desde el 15 de septiembre de 1923 al 3 de diciembre de 1925.
Este contó con gran prestigio debido, en gran medida, a la labor de saneamiento
social y de orden, con el caro coste de la supresión de las libertades
garantizadas en la Constitución.
Así, las primeras medidas que se tomó fueron la
disolución de las Cortes, las diputaciones provinciales y los ayuntamientos, la prohibición de la huelga, el control de
las actividades de reunión, la supresión de las elecciones, imposición de un
orden policial en la calle y las empresas. Además, los tribunales militares sustituyeron
a los civiles en las cuestiones de orden público, se gobernaba por reales
decretos y los gobernadores civiles fueron sustituidos por militares.
Se propuso una lucha
contra el caciquismo para sanear
la vida pública española. Se nombró gobernadores provinciales e inspectores
a militares, con el fin de destruir el poder político, social y económico de
los “caciques”. Para asesorar a los militares se formaron juntas con los
mayores contribuyentes y los cargos electos más votados, lo que en la práctica
supuso la sustitución de los viejos caciques por otros nuevos más afines a la
política dictatorial.
La organización del Estado
Durante la Restauración se había creado un modelo
de estado centralista y uniforme, con la excepción del Concierto Económico del
País Vasco y Navarra. La ineficacia mostrada por el centralismo, junto con el
caciquismo, originó la aparición de movimientos regionalistas y nacionalistas
que pedían una autonomía. Los nacionalistas pensaron que el dictador haría una
reforma de la estructura del Estado. Lejos de ello el dictador se decidió por
un sistema ultracentralista a la vez
que clausuraba los locales de la Lliga y del P.N.V. y prohibía el uso del
catalán y del euskera en los medios oficiales y en la enseñanza. Los grupos regionalistas, autonomistas y nacionalistas
se declararán desde ese momento partidarios de un sistema republicano.
La actitud de la Dictadura ante las tensiones sociales y el movimiento obrero tuvo dos
vertientes. Por un lado se continuó con una
política de acoso contra los anarquistas, clausura de publicaciones y
locales, persecución de los líderes más significativos (la C.N.T. vivió en la
clandestinidad). La dureza de la persecución llevará al radicalismo
insurreccional a núcleos del anarquismo (en 1927 se formará la Federación
Anarquista Ibérica, F.A.I.).
Por otro lado llevará a cabo una política de atracción de los socialistas
del P.S.O.E. y U.G.T. La fama de honestidad del partido y la disciplina
mostrada por la central sindical, llevaron a Miguel Primo de Rivera a pedir su
colaboración. El partido socialista mantuvo posturas ambiguas e incluso uno de
sus principales líderes, Francisco Largo Caballero fue nombrado asesor del
Consejo de Estado. Esta actitud de neutralidad y colaboración de los
socialistas con la Dictadura se vio refrendada por la legislación laboral que llevó a cabo la Dictadura. La
legislación laboral reconocía la seguridad en el trabajo y la creación de la
Seguridad Social con seguros de accidentes, enfermedad y jubilación. Además se
destinaron partidas para la creación de escuelas de formación profesional,
barriadas para obreros y protección al emigrante. Para resolver los conflictos
de las negociaciones colectivas se establecieron los comités paritarios a nivel de empresa y municipio, las comisiones mixtas provinciales y los
consejos de corporación de sector.
Los sindicatos y las organizaciones
empresariales tenían el mismo número de representantes. Si persistían las
diferencias se resolvían en los consejos de corporación con la presencia de
delegados gubernamentales (emitían laudos de obligado cumplimiento).
En el exterior, lo más destacado de este periodo fue
la resolución del conflicto de la
guerra en Marruecos.
La guerra en Marruecos era totalmente antipopular
y muy costosa. Miguel Primo de Rivera se declaró partidario de entablar negociaciones
con Abd-el-Krim para una autonomía muy amplia y abandonar los territorios
recientemente conquistados. Esta posición le llevó a enfrentarse con los
oficiales africanistas. Ordenó la retirada de Xauen con la esperanza de
permitir las negociaciones con los rifeños, pero éstos presionaron sobre las
plazas fuertes de Ceuta y Melilla y atacaron los territorios franceses en
Marruecos. Tras coordinar las futuras acciones militares con Francia, Primo de
Rivera llevó a cabo el desembarco de
Alhucemas (8 septiembre de 1925)
.
En mayo de 1926 se produjo la rendición de Abd-el-Krim a los franceses. El fin
del conflicto le dio gran popularidad, pero dejaba sin resolver el enorme gasto
militar y además el problema político originado por una numerosa oficialidad africanista
ascendida por méritos de guerra y con ansias de intervención política.
En 1924
se fundó la Unión Patriótica como partido
nacional único, a imitación del fascismo italiano, con la intención de
consolidarse en el poder. Este partido careció de un programa político
desarrollado. Intentaba atraer a las clases medias que no habían participado en
la política de la Restauración y se definía como un movimiento nacional por la
reforma, lejos de la antigua derecha y de la izquierda. Nunca consiguió convertirse
en un partido de masas y fracasó. Los únicos grupos dispuestos a colaborar
procedían del antiguo partido conservador (José Calvo Sotelo) y de los sectores
confesionales católicos. A partir del Directorio
Civil se convirtió en un partido gubernamental.
El directorio civil (1925-1930)
El 3 de diciembre de 1925 se constituyó el Directorio Civil que estará en
funciones hasta el 28 de enero de 1930. El fin de la guerra de Marruecos y el
restablecimiento de la estabilidad social, habían hecho muy popular a la
Dictadura.
A partir de 1926 esta
popularidad se irá perdiendo por el intento del dictador de perpetuarse en
el poder mediante la elaboración de una nueva constitución de tintes fascistas.
Tres fueron los principales proyectos
del nuevo gobierno:
Institucionalizar la Dictadura y crear un nuevo sistema político
En 1926 se convocó una
Asamblea Consultiva compuesta por representantes de los viejos partidos, de las
corporaciones profesionales y de personalidades designadas por el gobierno con
el fin de elaborar una nueva
constitución.
Esta reunión se hacía en medio de un estado de excepción, sin
libertad de prensa y de asociación. La mayoría de los representantes de los
viejos partidos y el mismo rey se opusieron a las pretensiones del dictador.
Los socialistas, los progresistas y la mayor parte de los conservadores se
negaron a participar. Se trabajaría en comisiones, sólo se podrían tratar los
temas que marcase el gobierno y se dibujaba una constitución claramente autoritaria con una asamblea con
diputados de representación corporativa (organizaciones patronales, sindicatos
y obreros), diputados de elección popular y diputados de derecho propio. La
constitución nunca llegó a elaborarse, pero este intento de mantenerse en el
poder originó la aparición de una oposición activa a la Dictadura que fue
endureciendo sus posiciones a medida que avanzaba el proceso.
Modernizar la economía y relanzar la producción
Los políticos que van a
estar al frente del Directorio Civil van a proceder de los viejos partidos (José
Calvo Sotelo), de los grupos regionalistas y también habrá técnicos
independientes.
Se llevó a cabo una política económica intervencionista, con un aumento considerable de
la inversión pública. Para racionalizar la inversiones públicas y privadas se
constituyó un Consejo de Economía Nacional, verdadero centro motor de la
expansión (el precedente más inmediato era la Oficina de Planificación
Económica que había diseñado los planes quinquenales en la U.R.S.S. con
Stalin). Para conseguir capital se recurrió a la emisión de Deuda Pública, que
al no ir acompañada de un aumento de la recaudación fiscal por oposición de la
oligarquía, llevó a una situación inflacionista. Para relanzar la capacidad
recaudatoria se constituyeron monopolios
en sectores claves:
Petróleo, ferrocarriles, etc. El más importante de
ellos fue C.A.M.P.S.A.
Pero quizás la realización económica más
espectacular fue el de las obras
públicas, destinadas a combatir el paro y a dinamizar todos los demás
sectores. Se constituyeron entes autónomos con participación de capitales
privados para la construcción y explotación de los proyectos, pero respaldados
por el Estado. Se crearon las confederaciones hidrográficas destinadas a la
construcción de embalses y al
aprovechamiento integral de las cuencas fluviales. Este proyecto se debía a
Joaquín Costa y los últimos gobiernos de la Restauración fueron incapaces de
llevar a cabo.
Se llevó a cabo un amplio programa de construcción
de carreteras gestionado por el Circuito Nacional de Firmes Especiales. Se construyeron
más de 7000 km. Se revitalizó la construcción de nuevos ramales de ferrocarriles.
En la concesión de
licencias para estas obras públicas hubo continuamente acusaciones de
inmoralidad y corrupción.
Esta amplia actividad económica originó el crecimiento de la banca privada y
oficial. Contó con una situación internacional favorable (reconstrucción
europea). En los últimos años de la Dictadura se produjeron desajustes
inflacionistas y las repercusiones de la crisis de 1929 hicieron inviable su
continuidad.
No obstante, salvo por la creación de las
confederaciones hidrográficas, el mundo
agrario se descuidó, Así, el problema de la distribución de la tierra no se
abordó y ésta siguió en manos de los grandes propietarios.
Reformar el ejército
El ejército tenía un exceso de oficiales que habían ascendido por méritos de
guerra en la última guerra carlista (1872-1876) o en las guerras coloniales de
Cuba y África. El presupuesto militar era enorme y la mayor parte se destinaba
al pago de los salarios de los oficiales; en estas condiciones es fácil prever
las deficiencias de equipamiento de todo tipo. En 1912 se impidió la redención pero seguían existiendo soldados de “cuota” que aportando
dinero permanecían en filas unos nueve meses, mientras que el resto debía
permanecer 3 años.
Los bajos salarios de los oficiales hicieron
florecer multitud de irregularidades en el abastecimiento de los regimientos (se
inflaba el número de soldados y comidas repartidas, se concedían vacaciones a
los soldados, se negociaba con los abastecedores). Sólo unas pocas unidades
estaban al completo y con plena capacidad combativa (las unidades que se
encontraban en el norte de África y las que exigen una cualificación:
artillería, aviación).
Para conseguir una oficialidad homogénea fundó la Academia General Militar, con sede en Zaragoza, presidida por Francisco Franco.
Se intentó también la
disminución del número de oficiales mediante la concesión de otros destinos en
la administración y la jubilación anticipada.
Estas reformas fracasaron
Pero quizás su mayor fracaso fuese el de
alinearse con los oficiales africanistas que defendían la presencia de España
en África y el ascenso por méritos de guerra, convirtiéndose estos oficiales en
un elemento agresivo en la política interior. Al intentar aplicar los ascensos
por méritos de guerra a otras ramas se encontró con una fuerte oposición, ya
que estos ascensos estaban abiertos a irregularidades y a la voluntad del
mando. El cuerpo que más se enfrentó a la Dictadura fue el de artillería, que
tuvo que ser disuelto. La arbitrariedad de esta política, las irregularidades y
el favoritismo hacia los africanistas, hicieron surgir una oposición militar a la Dictadura a la vez que cundía el
descontento. Muchos oficiales se declaraban republicanos.
La oposición y el fin de la dictadura
La oposición al régimen dictatorial se vertebrará sobre todo en la última etapa de
gobierno. El frente opositor era amplio y albergaba a tendencias muy distintas.
a) Los líderes de los viejos partidos liberales se opusieron a la política
autoritaria y arbitraria. Se negaron a colaborar en la Asamblea Consultiva e
incluso participaron en la organización de diferentes conspiraciones.
b) Parte de la oficialidad del ejército por su
política africanista y por los ascensos por mérito de guerra. A partir de 1926
son numerosos los intentos conspirativos en diferentes unidades militares, que
si bien no triunfaron mostraban a las claras que la situación había cambiado.
c) Los partidos republicanos mantuvieron su oposición no sólo al dictador,
sino a la monarquía que había “aceptado” el golpe de Estado. A partir de 1928
experimentaron un crecimiento considerable, sobre todo Izquierda Republicana de
Manuel Azaña.
d) Los sindicatos y partidos obreros.
La C.N.T. se manifestó contraria al
golpe militar y fue perseguida con saña, sobre todo por el Ministro de
Gobernación Martínez Anido; con la formación de la F.A.I. y la crítica situación
económica a partir de 1929 se convirtió en la principal fuerza sindical de
España. El P.S.O.E. y la U.G.T., que habían mantenido una postura ambigua,
cambiaron sus planteamientos a partir de 1927 cuando el dictador intentó
perpetuarse.
e) Los intelectuales y los estudiantes.
Era un grupo dinámico y que tenía
gran influencia social. La llegada al poder de Miguel Primo de Rivera fue
recibida con esperanza por su programa regeneracionista. Pero pronto esta
esperanza se trocó en lucha abierta.
En 1924 se expulsó a
profesores de la universidad (Miguel de Unamuno fue desterrado a Fuerteventura
y después marchó al exilio). En 1928 el Dictador elaboró un estatuto
universitario que favorecía claramente a las universidades privadas; en Madrid,
Barcelona, Salamanca, Zaragoza…se produjeron manifestaciones estudiantiles.
El Dictador cerró las universidades de Madrid y Barcelona. Muchos catedráticos
abandonaron la docencia.
La abolición de los derechos de reunión y prensa
originó multitud de protestas. Se clausuraron muchas publicaciones y los
panfletos ridiculizando al Dictador y al rey se extendieron por todos los sitios.
Se clausuró el Ateneo de Madrid. La mayor parte de la intelectualidad y de los
periodistas se declararon contrarios al dictador y partidarios de la república.
En 1929
las críticas contra el sistema dictatorial alcanzaron su cénit. En enero hubo
un intento de golpe de estado con el
apoyo de líderes conservadores y liberales. En julio las corporaciones (las
Universidades, los colegios de Abogados y de Ingenieros) nombraron miembros de
la Asamblea Consultiva a declarados enemigos del dictador.
En otoño la situación económica entró en crisis. El
«crash» de la bolsa de Nueva York afectó a la cotización de la
peseta, la inflación no se pudo contener y todos los planes de inversión
pública tuvieron que paralizarse. Este cambio de ciclo económico originó un
aumento de las huelgas y de los conflictos laborales.
Ante esta situación Miguel Primo de Rivera realizó
una consulta a los capitanes generales y a los más altos oficiales del
ejército. La mayoría de los consultados le negaron su apoyo para continuar su acción
de gobierno. El 28 de enero de 1930 presentó su dimisión al rey. Alfonso
XIII contrariado por no haberle consultado a él, la aceptó y nombró nuevo
gobierno presidido por el general
Berenguer, que fue conocido como la
“Dictablanda”.
Primo de Rivera se exilió en Francia y murió poco después.
Berenguer trató de volver al sistema anterior.
Intenta convocar elecciones generales, pero los monárquicos se opusieron
pidiendo antes las municipales. En agosto
de 1930, toda la oposición (republicanos, nacionalistas y socialistas)
firmó el «Pacto de San
Sebastian», donde se decide no colaborar con el sistema monárquico y
preconizar la instauración de la república.
Berenguer dimite en febrero de 1931 y es sustituido
por el almirante Aznar, que convoca las elecciones municipales para el 12 de
abril de 1931.
Balance de la dictadura de primo de rivera
Por una parte que fue una época de prosperidad económica y paz social;
sin embargo, su incapacidad para
reconstruir la política del país, acabar con el caciquismo y los
favoritismos en el ejército y, sobre todo, la falta de libertades, favorecieron
la unidad de la oposición (Pacto de San Sebastián) para acabar no sólo con el
sistema de la Restauración, sino también con la monarquía e instaurar la II
República.