Guerra de la Independencia Española
Aunque el detonante inmediato del levantamiento popular y del inicio de la guerra fue el “secuestro” de los reyes resultante de las abdicaciones de Bayona, las causas de la guerra hay que inscribirlas en el marco de la crisis del Antiguo Régimen que se vive con el reinado de Carlos IV y el gobierno de Godoy.
La política exterior española, desde la Guerra de Sucesión y la entronización de la nueva dinastía de los Borbones, había estado marcada por la alianza con Francia a través de los Pactos de Familia, pero la Revolución Francesa obligó a España a replantearse su actitud hacia la nueva Francia que se estaba configurando. En principio se mantuvo una neutralidad y prevención de los ministros de Carlos IV Floridablanca y Aranda que pararon todas las reformas ilustradas y se cerraron a la influencia francesa.
España se encontraba en una grave situación económica y social debido a sucesivas crisis de subsistencia y el fracaso de las reformas de los gobiernos ilustrados. Las políticas promovidas por Godoy acentuaron el descontento popular y la oposición de los privilegiados. Se creará un partido “fernandino” contra Carlos IV y su valido.
Posteriormente con Godoy, nuevo primer ministro, se pasó a la hostilidad con Francia revolucionaria al ejecutar a Luis XVI. Después de varias guerras y derrotas españolas se firmó a continuación una nueva alianza con Francia con el Tratado de San Ildefonso dada la enemistad con Inglaterra y Portugal. La rivalidad con Inglaterra tuvo para España graves consecuencias, como los ataques ingleses a barcos españoles en el comercio con América o, muy especialmente, la derrota en la batalla de Trafalgar (1805), en la que el almirante Nelson destruyó la flota española, y supuso el hundimiento de España como potencia marítima.
La crisis política se acentuó cuando Napoleón accedió al poder y decreta el Bloqueo Continental contra Inglaterra con la firma el Tratado de Fontainebleau, en virtud del cual se permitía a las tropas francesas su paso por España para conquistar Portugal, país aliado de Inglaterra. Con ese pretexto Napoleón dispuso sus tropas en distintas partes de España, lo que levantó serias sospechas sobre su intención de ocupar la Península.
En marzo de 1808 estalló el motín de Aranjuez donde coincidieron los intereses de los que se oponían a las políticas de Godoy y por extensión de Carlos IV, que eran la nobleza, el clero, el Príncipe de Asturias, Fernando VII, además del descontento económico y social que afectaba a las clases medias y bajas. El motín obligó a Carlos IV a destituir a Godoy y a abdicar en favor de su hijo Fernando.
Las rencillas internas de la familia real española fueron aprovechadas por Napoleón, quien atrajo a la ciudad francesa de Bayona. En esta ciudad se produjeron las “Abdicaciones de Bayona”, Fernando VII abdicó en su padre Carlos IV y éste en Napoleón, el cual convirtió a su hermano José Bonaparte en rey de España.
El 2 de mayo de 1808 comenzaron en Madrid los levantamientos populares. Según se fueron conociendo en las diferentes provincias españolas las abdicaciones de Bayona y los acontecimientos de Madrid, se extendió la insurrección a todos los territorios no ocupados por el ejército francés frente las autoridades españolas colaboracionista que pedían prudencia y obediencia al nuevo monarca impuesto por los franceses.
Bandos en Conflicto
La España de José I Bonaparte era la parte del territorio español ocupada por el ejército francés y contaba con el apoyo de los llamados *afrancesados*, muchos de ellos reformistas e ilustrados, que pretendían una modernización pacífica y gradual de España sin sobresaltos revolucionarios.
La España de la insurrección popular y la resistencia, que luego tuvo la ayuda de Inglaterra, integraba los territorios no dominados por el ejército francés. Afirmaba luchar en nombre del legítimo rey de España, Fernando VII.
Sin embargo, los españoles sublevados pertenecían a dos grupos ideológicos muy dispares, que solo coincidían en su rechazo al invasor francés y en su aspiración al retorno de Fernando VII, lo que durante la guerra los mantuvo unidos:
- Los *liberales*, cuyo rechazo a los franceses no les impedía compartir en lo fundamental sus nuevas ideas, por lo que pretendían el establecimiento de un nuevo tipo de monarquía limitada y constitucional.
- Los *absolutistas*, partidarios del retorno de Fernando VII como monarca absoluto, en la tradición del Antiguo Régimen.
La reorganización política de los territorios no ocupados fue de la siguiente manera:
En los territorios donde triunfaron los rebeldes antifranceses se destituyó a las autoridades existentes y se crearon Juntas Locales.
A su vez, las juntas locales se agruparon en Juntas Supremas Provinciales, que ejercían el gobierno en sus respectivas provincias.
La necesidad de coordinación entre las diferentes juntas provinciales propició la creación de una Junta Suprema Central, que dirigió la guerra contra los franceses y asumió el gobierno del país en las zonas no ocupadas.
En 1810 la Junta Suprema traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia, que actuaba en nombre de Fernando VII y se estableció en Cádiz.
Desarrollo de la Guerra
Hasta noviembre de 1808 se desarrolló una guerra convencional con superioridad francesa. Fue una fase de protagonismo de la resistencia urbana en los sitios de Gerona, Zaragoza y Valencia, que consiguió algunas victorias decisivas sobre el ejército francés, como la de Bailén (Jaén 19 de julio), que impidió la ocupación francesa de Andalucía y creó tal alarma que José I abandonó Madrid para establecerse en Vitoria. De noviembre de 1808 a enero de 1812 fue una fase de claro dominio del ejército francés. Napoleón en persona decidió dirigir las campañas militares en España, donde permaneció unos meses antes de regresar a París. Desde el lado de la resistencia fueron de vital importancia dos hechos: la participación militar de Inglaterra en la contienda y la aplicación de la guerrilla popular, contingente militar no regular formado por las clases populares y antiguos militares, que apoyados y protegidos por la población y por su conocimiento del territorio hostigaban a las tropas francesas con constantes acciones militares de pequeña escala que desmoralizaban al enemigo, constituyendo una nueva y eficaz táctica de lucha. El ejército francés, incapaz de ser efectivo contra las guerrillas reaccionó con una represión indiscriminada contra la población que enconó aún más la resistencia.
De 1812 al final de la guerra la situación se invirtió. El imperio napoleónico empezaba a tener problemas en Europa, principalmente la derrota en la invasión de Rusia, y en España la iniciativa de la guerra la tomaron los rebeldes y el ejército inglés dirigido por el General Wellington (con el apoyo también de Portugal). Las victorias españolas en Arapiles, Vitoria y San Marcial forzaron a los franceses a la retirada.
A finales de 1813 se firmó el Tratado de Valençay, por el que finalizaba la guerra y Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España.
El Caso de Asturias
Como en el resto de España, en Asturias el descontento contra la política de Godoy estaba bastante extendido entre todos los sectores sociales. Desde el inicio de las crisis políticas, comenzaron protestas contra la presencia de las tropas francesas, en la Junta General del Principado comenzó a haber voces críticas como la del procurador general Gregorio Jove Huergo. En Gijón y en Oviedo hubo manifestaciones el 5 de mayo, antes del levantamiento del 2 de mayo.
El estallido generalizado se produjo en Oviedo el 9 de mayo ante la llegada de las noticias de los sucesos en Madrid. En Oviedo, estudiantes, obreros de la Fábrica de Armas y algunas mujeres como María Andallón y Xuaca Bobela se amotinaron para impedir la publicación de las órdenes de Murat, que establecían medidas de orden público para impedir la oposición al poder francés por parte de la Junta Central del Principado.
Finalmente se reunió la Junta General del Principado, con la oposición de la Audiencia, pero finalmente un sector de los miembros de esta institución, los procuradores, partidarios de la resistencia consiguieron la aprobación de la creación de un ejército asturiano para combatir a los franceses. La Audiencia consiguió paralizar los acuerdos, pero el día 25 otro nuevo levantamiento militar se hizo dueño de la ciudad de Oviedo.
Los sublevados formaron la Junta Suprema de Gobierno y las primeras medidas de la Junta fueron organizar un ejército y enviar representantes a Londres para establecer una alianza contra los franceses. Esta Junta será liderada por nobles asturianos y por un grupo de procuradores de ideología liberal. Destaca entre éstos Álvaro Flórez Estrada, una de las cabezas más importantes del liberalismo asturiano:
Los sublevados formaron la Junta Suprema de Gobierno y las primeras medidas de la Junta fueron organizar un ejército y enviar representantes a Londres para establecer una alianza contra los franceses. Esta Junta será liderada por nobles asturianos y por un grupo de procuradores de ideología liberal. Destaca entre éstos Álvaro Flórez Estrada, una de las cabezas más importantes del liberalismo asturiano:
En el campo militar, Asturias no fue uno de los escenarios principales. En cuatro ocasiones Asturias fue ocupada por las fuerzas invasoras, el periodo más largo fue entre 1810-1811. En la zona ocupada por los franceses operaron algunas partidas de guerrilleros como las de Balmori y Noriega en el oriente de Asturias. Destaca la partida del militar Juan Díaz Porlier, quien llegó a atacar Oviedo y a ocupar Avilés en 1810. También se utilizaron las “alarmas”, que consistían en la movilización de los paisanos en momentos de peligro.