La España del Barroco en el Siglo XVII
El Reinado de Felipe III (1598-1621): La Instauración de la Privanza
Felipe III, con escasa vocación política y más interesado en la caza y el juego, inauguró la práctica de la privanza, delegando el gobierno en un hombre de confianza, conocido como privado, favorito o valido. Este actuaba como un primer ministro. El valido de Felipe III fue el Duque de Lerma, un hombre ambicioso y mediocre, que favoreció a parientes y amigos. Durante su privanza, la Corte se trasladó a Valladolid en 1600, regresando a Madrid seis años después. La alta nobleza recuperó poder, debilitando a la monarquía.
Política Exterior: Un Periodo de Paz
Se interrumpió la tendencia belicista, iniciándose un período de paz. Las circunstancias que lo favorecieron fueron:
- La muerte de Isabel I de Inglaterra.
- La ruina financiera, que llevó a la firma de la Tregua de los Doce Años con Holanda.
Esta tregua permitió una recuperación, pero la oportunidad fue desaprovechada debido a la corrupción y la prodigalidad.
La Expulsión de los Moriscos (1609)
En política interior, el hecho más destacado fue la expulsión de los moriscos. Las razones fueron:
- El rechazo de la población cristiana.
- El temor a una invasión turca.
- La intención de la monarquía de compensar la imagen de claudicación tras la tregua con Holanda.
Las consecuencias fueron desastrosas:
- Casi 300.000 moriscos, laboriosos campesinos y artesanos, abandonaron la Península.
- Valencia y Aragón, las zonas más afectadas, sufrieron una grave crisis agrícola, agravada por la peste.
- Se culminó la política de intolerancia religiosa.
El Reinado de Felipe IV (1621-1665): Reformas y Conflictos
Felipe IV sucedió a Felipe III en 1621. Su favorito fue el Conde Duque de Olivares. Felipe IV, más culto y con mayor interés en el gobierno que su padre, se enfrentó a los ambiciosos, pero finalmente fallidos, proyectos de Olivares.
Los Proyectos de Reforma del Conde Duque de Olivares y su Fracaso
Olivares se basó en dos principios fundamentales:
- La reputación: restaurar el prestigio y protagonismo imperial, reanudando la guerra.
- La reformación: implementar ambiciosos proyectos para fortalecer la monarquía y evitar su decadencia.
Sin embargo, la población recibió mal sus proyectos, que abarcaban todos los ámbitos (economía, moral), y los boicotearon. Además, la guerra obligaba a aplazar las reformas.
El Proyecto de un Banco Estatal
Olivares propuso una red nacional de erarios para liberar a la Corona de la dependencia de la banca extranjera. Estos erarios pagarían intereses a los depositantes y concederían préstamos a la Corona, evitando así el endeudamiento con bancos extranjeros. Se necesitaba un capital aportado por todos los súbditos, pero las Cortes se opusieron y solo aceptaron un aumento del servicio de millones. El proyecto fracasó.
La Unificación Jurídica e Institucional de la Monarquía
Olivares buscaba la implantación de las mismas leyes en todos los territorios, siguiendo el modelo de Castilla. Proponía una monarquía unitaria, con un «Rey de España». Se consideraron tres vías posibles:
- Una vía lenta de integración.
- Negociar en cada territorio la implantación de las leyes castellanas, respaldado por un ejército.
- Aprovechar la presencia del ejército para fomentar una rebelión popular, intervenir y eliminar los fueros (esta vía no era deseable).
Ninguna de estas vías se intentó, ya que se consideraban demasiado arriesgadas.
La Unión de Armas
Olivares proyectó un ejército permanente de 140.000 hombres, aportados por todos los reinos en proporción a su población y riqueza. Esto permitiría atender hasta siete frentes simultáneos. Los objetivos eran:
- Crear un poderoso ejército.
- Distribuir el coste de la guerra, aliviando la carga de Castilla.
- Fomentar la solidaridad entre los súbditos.
El proyecto fracasó debido a la oposición de las Cortes de la Corona de Aragón, que lo consideraban contrario a sus leyes. Castilla aportó solo tres veces más que Cataluña, a pesar de que su población era quince veces mayor. Aragón y Valencia se negaron a aportar hombres, pero concedieron dinero; Cataluña no ofreció ni hombres ni dinero.
La Crisis de 1640 y la Caída de Olivares
La Rebelión de Cataluña (1640-1652)
La causa principal fueron los desmanes cometidos por soldados castellanos e italianos. Los enfrentamientos entre campesinos y soldados se extendieron a Barcelona, donde el día del Corpus Christi estalló un violento motín en el que fue asesinado el virrey. La revuelta, conocida como la Guerra dels Segadors, tuvo un carácter anticentralista y llevó a los catalanes a buscar el apoyo del rey francés, enemigo de Felipe IV. La crisis, la peste y la opresión francesa provocaron el agotamiento de los catalanes, que se rindieron en 1652 a Don Juan de Austria, hijo bastardo de Felipe IV, a cambio del respeto a sus fueros. Cataluña mantuvo vivo el recuerdo de su alianza con Francia.
La Rebelión e Independencia de Portugal (1640-1668)
Sectores de la sociedad portuguesa consideraban que la incorporación a la monarquía hispánica les había perjudicado, atrayendo a sus territorios a los enemigos de España (como los holandeses), sin que España pudiera defenderlos. La rebelión, de carácter nobiliario, anticastellano e independentista, proclamó rey al Duque de Braganza. Felipe IV y Olivares, incapaces de atender dos frentes, optaron por Cataluña. La monarquía portuguesa se consolidó con la ayuda de Francia e Inglaterra, y España reconoció su independencia en 1668.
El Reinado de Carlos II (1665-1700): Decadencia y Debilidad
Decadencia y Debilidad de la Monarquía
Felipe IV murió en 1665, dejando como heredero a Carlos II, un niño enfermizo. Dispuso que su viuda, Mariana de Austria, gobernara con un consejo. La reina prescindió del consejo y confió en su confesor, Nithard, como valido. La Corte se convirtió en un hervidero de intrigas y luchas entre rivales, dada la escasa capacidad del rey. Los validos se sucedieron (Juan José de Austria, el Duque de Medinaceli), generando inestabilidad política.
La Política Exterior
España había perdido su hegemonía y, bajo Carlos II, se convirtió en víctima de las potencias europeas. En 1668, se reconoció la independencia de Portugal. Las guerras fueron consecuencia de la política expansionista de la Francia de Luis XIV:
- Ataque francés a los Países Bajos y al Franco Condado. En la Paz de Aquisgrán, España cedió varias plazas.
- Nueva invasión francesa a los Países Bajos y Holanda, finalizada con la Paz de Nimega. España entregó a Francia el Franco Condado y otras plazas.
- Dos nuevos conflictos contra Francia, con las paces de Ratisbona y Ryswick, que no supusieron grandes pérdidas territoriales.
Rasgos Generales de la Cultura Barroca
El término «barroco» parece derivar del portugués. Inicialmente se identificó con lo deforme y exagerado, en contraposición al ideal renacentista de orden y equilibrio, pero esta visión es insostenible. El Barroco fue la expresión cultural del siglo XVII europeo, especialmente en los países católicos. Reflejó una época de crisis que contrastaba con el optimismo renacentista. Los poderosos utilizaron la cultura barroca, especialmente el arte y el teatro, como instrumento de dominación, apelando a la fuerza del sentimiento.
Características generales de la cultura barroca:
- Propagandística: exaltación de quienes controlaban el poder (Iglesia católica, nobleza).
- Conservadora: buscaba mantener el orden social.
- Dirigida a las masas: pretendía captar la voluntad del pueblo para evitar la rebelión o la protesta.
- Aparatosa y emocional: empleaba un mensaje sencillo pero fastuoso para conmover al espectador.
El Arte Barroco
El arte barroco tiene sus precedentes en la Contrarreforma y se prolongó hasta mediados del siglo XVIII. Aquí nos centraremos en el siglo XVII.
Arquitectura
Se partió de la sobriedad decorativa escurialense, evolucionando hacia un exceso decorativo. La ruina y la decadencia del Imperio explican las características de esta arquitectura:
- No se desarrollaron grandes programas urbanísticos ni construcciones de gran envergadura. La actividad se centró en la mejora de edificios existentes, añadiendo fachadas, torres, etc.
- Se emplearon materiales pobres, ocultando su apariencia con pinturas. Ejemplo de ello son las cúpulas encamonadas, hechas de cañas o madera y recubiertas de yeso.
- En la primera mitad del siglo XVII, predominó la estética escurialense: líneas sobrias y decoración austera. Juan Gómez de Mora comenzó a apartarse de la severidad herreriana. Ejemplos de sus construcciones madrileñas son la Plaza Mayor, la Cárcel y el Ayuntamiento; en Salamanca, la Clerecía (en parte).
- En la segunda mitad, se abandonó la austeridad escurialense, adoptando elementos decorativos y formas curvilíneas, conectando con el arte europeo. A finales del siglo XVII, se acentuó la complicación decorativa, dando lugar al estilo churrigueresco, con José Benito Churriguera como máximo exponente. Un ejemplo destacado es el Retablo de San Esteban (Salamanca), con profusión decorativa, líneas curvas, columnas salomónicas y un diseño sinuoso.
Escultura
Se siguieron las instrucciones del Concilio de Trento y de la Compañía de Jesús. Esto explica sus rasgos:
- Predominio de la imaginería religiosa.
- Realismo para fomentar la devoción popular.
Los artistas utilizaron diversos recursos:
- La madera policromada, cuyo realismo superaba al bronce o la piedra.
- El empleo de ojos y lágrimas de cristal, dientes de marfil y pelucas, especialmente en los pasos de Semana Santa.
Sobresalen dos escuelas:
- La escuela castellana acentuaba los rasgos dramáticos para despertar la compasión. Gregorio Fernández fue el escultor más importante, con Valladolid como principal centro artístico. Creó tipos iconográficos muy imitados, como el Cristo yacente, el Crucificado y la Piedad. Casi todas sus imágenes eran utilizadas como pasos de Semana Santa, con un patetismo dramático y un fuerte impacto visual.
- La escuela andaluza buscaba cautivar al espectador mediante la complacencia, con una belleza amable y serena, idealizada, en figuras femeninas (vírgenes y santas) o infantiles (Jesús). Destacan Martínez Montañés en Sevilla y Alonso Cano en Granada.
Pintura
La pintura es una manifestación artística que justifica la denominación de «Siglo de Oro», con figuras como Ribera, Zurbarán, Velázquez y Murillo.
Características generales de la pintura barroca española:
- Temática casi exclusivamente religiosa, debido a que los principales clientes eran eclesiásticos. Los temas mitológicos o históricos fueron escasos. Dentro de los géneros no religiosos, destacaron el retrato y el bodegón.
- Representación realista de los temas, con escenas y figuras inmersas en la oscuridad.
Velázquez es el pintor más importante. En su etapa sevillana, practicó una pintura caravaggiesca, con escenas y personajes populares, como «El aguador de Sevilla» o «La vieja friendo huevos». En 1623, fue introducido en la Corte por su suegro, Pacheco. A partir de entonces, y como resultado de diversas influencias (los pintores venecianos, la visita de Rubens y sus dos viajes a Italia), su estilo evolucionó:
- Las actitudes forzadas se volvieron más relajadas y naturales.
- Abandonó el tenebrismo.
- Pasó del dibujo preciso de su etapa sevillana a un dibujo de escasos elementos y colores fríos, con una pincelada suelta.
Su trayectoria se puede apreciar en el Museo del Prado, con obras como «Los borrachos», «La fragua de Vulcano», «La rendición de Breda», «Las Meninas» y «Las Hilanderas».
Murillo fue el pintor de la delicadeza y la gracia femenina e infantil, con figuras amables y dulces. Sus primeras obras muestran un naturalismo tenebrista, pero evolucionó hacia una técnica más suelta y vaporosa, con colores de tonalidades doradas. Obras destacadas son la «Inmaculada de El Escorial», la «Virgen con el Niño» y «El Buen Pastor». También pintó escenas de pilluelos callejeros, como «Dos niños comiendo melón y uvas».