Bloque 7: Desamortizaciones en España
Durante el Antiguo Régimen, la propiedad de la tierra se concentraba en pocas manos, estando estas en «manos muertas». Es decir, estas propiedades debían transmitirse íntegramente y estaban fuera de la circulación comercial, careciendo de valor mercantil. Las tierras en “manos muertas” españolas se distribuían entre la nobleza (con la institución del mayorazgo, que transmitía al hijo primogénito las propiedades principales), los municipios (divididas en tierras de propios y del común) y la Iglesia. También estaban las tierras de realengo. Gran parte de ellas estaban incultas o generaban pocos rendimientos debido a una agricultura de subsistencia.
Intentos Desamortizadores Previos
Antes de las grandes desamortizaciones del reinado isabelino, existieron otros intentos desamortizadores de escasas consecuencias. Durante el reformismo ilustrado de Carlos III, y durante el reinado de Carlos IV, Godoy puso en marcha algunos experimentos reformistas que contaron con la oposición de los estamentos privilegiados. Luego, durante la Guerra de Independencia española (1808–1813), las Cortes de Cádiz decretaron algunas desamortizaciones eclesiásticas, la supresión de los señoríos jurisdiccionales y la desvinculación del mayorazgo. Sin embargo, la llegada de Fernando VII paralizó los intentos desamortizadores, salvo durante el breve intervalo del Trienio Liberal (1820–1823), cuando se restablecieron de modo temporal.
¿Qué fue la Desamortización?
Desamortizar fue el proceso por el cual se expropiaron las tierras, que en su mayoría pertenecían a los municipios, para nacionalizarse y venderlas en subastas públicas al mejor postor. La venta se realizaba en lotes de tierras y se pagaban en efectivo o en deuda pública. Por tanto, el objetivo general de las desamortizaciones del siglo XIX fue reducir la deuda pública, conseguir dinero para el Estado y aumentar la producción agraria.
Las Grandes Desamortizaciones Isabelinas
Las grandes desamortizaciones se realizaron durante el reinado isabelino.
Desamortización de Mendizábal (1836-1837)
La primera de ellas, la desamortización de Juan Álvarez de Mendizábal, tuvo efecto durante la Regencia de María Cristina (1833–1840). La regente favoreció a los liberales moderados frente a los progresistas, que ejercieron el gobierno durante breves intervalos en los que se adoptaron medidas liberales. De hecho, durante la regencia de María Cristina, Mendizábal fue jefe de gobierno y ministro de Hacienda. Mendizábal realizó la desamortización de los bienes eclesiásticos, en concreto, de los del clero regular (órdenes religiosas), disolvió los conventos con menos de doce religiosos que no se dedicaban a la enseñanza ni a la asistencia hospitalaria. Los decretos de las desamortizaciones en 1836 y 1837, cerrándose mil conventos y poniendo más del 60% de las propiedades eclesiásticas.
Con ello, se pretendían conseguir varios objetivos:
- En primer lugar, disminuir la deuda pública y conseguir dinero para hacer frente a la 1ª Guerra Carlista.
- En segundo lugar, conseguir apoyos a la causa liberal de María Cristina frente al bando carlista. También quería acabar con el excesivo número de latifundistas y, por último, buscar crear una capa media de campesinos, situada entre los grandes terratenientes y los pequeños campesinos y jornaleros. Estos campesinos, al ser favorecidos por la desamortización, apoyan al bando liberal representado por María Cristina y su hija Isabel II.
La desamortización de Mendizábal se completó en años posteriores durante la Regencia de Espartero (1840–1843), extendiéndose a las tierras del clero secular, si bien se paralizó durante la Década Moderada.
Desamortización de Madoz (1855)
La segunda gran desamortización tuvo lugar en el Bienio Progresista (1854–1856) y fue proyectada por el ministro Pascual Madoz. Fue una desamortización civil o municipal, ya que se desamortizaron terrenos municipales, aunque también afectó a otras propiedades de la Iglesia. A esta nueva desamortización se opusieron la Santa Sede y la reina, que la firmó a regañadientes, e incluso provocó levantamientos carlistas. Sin embargo, con esta desamortización, Madoz no solo intentaba buscar fondos para el Estado sino también para invertir en el tendido ferroviario y los ferrocarriles.
Esta nueva desamortización civil también benefició a los terratenientes, desfavoreciendo a los campesinos, que se quedaron sin las tierras de los ayuntamientos. La razón era que las tierras desamortizadas fueron las municipales. Es decir, las tierras de propiedad y las comunales destinadas a los pequeños huertos, pastos y bosques municipales que los ayuntamientos alquilaban a los campesinos.
Consecuencias de las Desamortizaciones
Las consecuencias de las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz fueron importantes. Positivamente, aumentaron los terrenos cultivados y ello produjo un aumento de la producción agraria. No obstante, la producción agrícola aumentó en general por la expansión de las superficies cultivadas, aunque fueron muy pocas las inversiones realizadas por los nuevos propietarios en estas tierras.
No se mejoró ni modernizó la agricultura y los grandes latifundios continuaron con una baja producción. Paradójicamente, no se consiguió la deseada capa media de campesinos y los pequeños campesinos resultaron perjudicados por la desamortización, al tener que pagar alquileres más altos a los nuevos propietarios que habían comprado las tierras en las subastas. Además, se favoreció la especulación y la compra de estas tierras por parte de la pequeña nobleza y de la alta burguesía, que se convirtieron en grandes terratenientes.
Por otro lado, el poder económico de la Iglesia sufrió un fuerte golpe. Pero, en compensación, recibió dinero a cargo de los fondos públicos y por el Concordato de 1851 se vio reconocida la confesionalidad católica del Estado español. Además, la nobleza tampoco se vio afectada por la desamortización y mantuvo sus latifundios. De modo, la burguesía terrateniente se enriqueció, dando lugar a un nuevo tipo de latifundistas.
El Liberalismo Económico y el Final de la Desamortización
Tras las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, queda establecido el liberalismo económico característico del siglo XIX. Junto a las medidas desamortizadoras se adoptaron medidas liberales, tales como la abolición del régimen señorial, la desvinculación del mayorazgo, la abolición de los diezmos y la abolición de los privilegios de la Mesta y los gremios. Con todas estas medidas queda implantada la libertad de fabricación, comercio y contratación. El liberalismo económico continuó consolidándose durante el siglo XIX con otras medidas y nuevas desamortizaciones que afectaron, sobre todo, a las tierras del sur, perfilándose un mapa de grandes latifundios en Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha. Quedaba pendiente una verdadera reforma agraria en España.