14.2. Los desastres en la guerra de Marruecos y la inestabilidad interna servirán de justificación para que el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, de un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923 e instaure una Dictadura con el apoyo del Rey. La constitución de 1876 quedaba anulada y se abría un abismo entre la monarquía y la clase política que la había sostenido. Publicó un manifiesto dirigido al país y al ejército donde denuncia la situación en la que ha caído el régimen de la Restauración y se compromete a solucionar problemas tales como el terrorismo, el separatismo, el desorden, el caciquismo y la Guerra de Marruecos. Cuenta con el apoyo del monarca, del ejército, incluso del empresariado catalán, harto de las acciones anarquistas y de la inestabilidad. Alfonso XIII nombra a Primo de Rivera presidente de un Gobierno Militar conocido como Directorio que inicialmente apenas contará con oposición política ni social.
La opinión pública, cansada de la vieja política caciquil, acoge con agrado o indiferencia al nuevo gobierno.
El Directorio presenta dos grandes etapas. En la primera, el directorio militar (1923-1925), el Gobierno está compuesto exclusivamente por militares. La constitución no se deroga pero la vida parlamentaria desaparece ya que el Gobierno disuelve las Cortes y prohíbe la existencia de partidos políticos. Los alcaldes son nombrados por el Gobierno y muchos militares ocupan el cargo de gobernadores provinciales. Asimismo se crea la Unión Patriótica, una especie de movimiento político oficial o partido único. En política exterior, la finalización de la Guerra de Marruecos representa el éxito más importante de la dictadura.
Francia y España llevan a cabo una acción militar conjunta tras el desembarco de Alhucemas, en septiembre de 1925, y tras la derrota de Abd el-Krim España recupera el control del territorio del Rif. En 1925 el Directorio militar pasa a ser Directorio civil, que abarca la segunda etapa de la dictadura, hasta 1930. El objetivo de este cambio es dar estabilidad a un régimen autoritario que había nacido como algo temporal. Se restablece el Consejo de ministros de los que la mayoría son civiles de derecha, como José Calvo Sotelo, y algunos militares (todos miembros de la Unión Patriótica). Asimismo, en 1927 se creó una Asamblea Nacional Consultiva para aprobar un texto legal que legitimase el nuevo régimen. Pero el sistema de representación no sería a través de partidos políticos sino de corporaciones (profesionales, locales, sociales). La iniciativa cuenta con pocos apoyos entre la clase política y no llega a prosperar. En política interior destaca la instauración de un Somatén Nacional, milicia civil cuya finalidad es controlar el orden público, compuesto por propietarios y clases medias, bajo tutela del ejército. Asimismo se reprime el catalanismo, prohibiendo el uso del catalán en actos oficiales, y suprimiendo la Mancomunidad de Cataluña en 1925. En política económica y social la Dictadura aplica una política de fuerte dirigismo económico, desarrollando un importante programa de obras públicas e infraestructuras para favorecer el desarrollo. Se crean las confederaciones hidrográficas, y se inicia la construcción de presas y pantanos. Asimismo se amplía la red de Ferrocarriles y se mejoran las carreteras y caminos. Se constituyen grandes monopolios del Estado como Telefónica, CAMPSA o Tabacalera. La conflictividad social disminuye. Se crean comités paritarios (empresarios-trabajadores) por oficios que actuarían de árbitros en los conflictos laborales dentro de las empresas. Se persigue a la CNT pero se tolera a la UGT (forma parte de los comités paritarios en las empresas) y se aprueban leyes de protección social como el descanso dominical.
La dictadura no reprimió con dureza a la oposición política, pero si recurrió a la censura, a los procesos judiciales, al aislamiento de algunos líderes de la oposición, etc. Entre las fuerzas opuestas al dictador se encontraban los antiguos partidos de la Restauración; republicanos históricos como Lerroux y otros nuevos como Manuel Azaña; y fuerzas políticas y sindicales perseguidas por la Dictadura como el nacionalismo catalán, el Partido Comunista o el sindicato anarquista CNT. También formaban parte de la oposición a la dictadura la mayoría de intelectuales como Unamuno.
A partir de 1928 la Dictadura comienza a perder apoyos. Los efectos de la crisis de 1929 reaviva la conflictividad social. El dictador es un obstáculo para la monarquía al haberse identificado a la dictadura con el rey y, en enero de 1930, primo de Rivera dimite y se exilia en Paris donde muere al poco tiempo.
El rey encarga el gobierno al general Dámaso Berenguer con el objetivo es regresar al sistema constitucional de la Restauración, pero Berenguer fracasó en su intento de retornar a la normalidad constitucional y en enero de 1931 fue sucedido por el Almirante Juan Bautista Aznar, que se comprometió a convocar elecciones municipales y a Cortes Constituyentes.
La oposición republicana había crecido, aunque dividida en múltiples partidos, pero en agosto de 1930 todas las organizaciones políticas republicanas firman el pacto de San Sebastián, por el que se comprometen a instaurar la República y crean un comité revolucionario. Algunos sectores del ejército que apoyan la república protagonizan una sublevación en Jaca (diciembre de 1930) que fracasa. Sus dirigentes son fusilados y se convierten en mártires de la causa republicana.
El 12 de abril de 1931 se celebran elecciones municipales en las que los partidos monárquicos ganan en las áreas rurales, donde el sistema caciquil tiene influencia. Pero en las ciudades triunfan los republicanos. El rey a la vista de los resultados parte al exilio y el 14 de abril se proclama la II República.