La creciente inestabilidad y el radicalismo del Sexenio Democrático (1868-1874) imposibilitaron la implantación de un liberalismo democrático en España, dando paso a la restauración de la monarquía borbónica en la figura de Alfonso XII. Tras el pronunciamiento de Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, se inicia un nuevo periodo histórico: la Restauración, el sistema político más estable y duradero de la Historia Contemporánea de España.
Fue Isabel II quien, al abdicar en su hijo Alfonso XII en 1870, abrió la posibilidad de la vuelta de los Borbones.
El Sistema Canovista: Fundamentos y Funcionamiento
El sistema político de la Restauración está intrínsecamente ligado a la figura de Antonio Cánovas del Castillo. Antiguo ministro de la Unión Liberal, de pensamiento conservador y antidemocrático, se opuso al sufragio universal, aunque buscó el consenso entre las fuerzas liberales. Artífice de la vuelta de los Borbones y principal figura política del nuevo régimen, fue asesinado en 1897 por el anarquista Angiolillo.
Cánovas defendía la continuidad de los Borbones y del sistema liberal antidemocrático basado en el sufragio censitario, así como la idea moderada de la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, un punto intermedio entre el Antiguo Régimen y la monarquía democrática de 1869. Sin embargo, era consciente de la necesidad de renovar el agotado programa de los moderados. Sus propuestas innovadoras fueron:
- Reemplazar a la impopular Isabel II por su hijo, Alfonso XII. Cánovas logró la renuncia de la reina en 1870.
- Terminar con las continuas intervenciones del Ejército, fuente de inestabilidad política.
- Crear un sistema bipartidista basado en dos partidos burgueses que se turnaran pacíficamente en el poder, inspirado en el modelo inglés.
Las Bases Ideológicas del Sistema
La «Constitución interna» es uno de los fundamentos del sistema canovista. Esta «constitución» se basa en la existencia de las Cortes y de una Monarquía con amplios poderes. En ambos pilares reside la verdadera soberanía española, siendo más importante que la propia Constitución escrita.
El bipartidismo es otra base política fundamental. Los dos partidos dinásticos que se alternarían en el poder serían:
- El Partido Conservador, liderado por el propio Cánovas, que sustituiría al Partido Moderado.
- El Partido Liberal, dirigido por Práxedes Mateo Sagasta, heredero de los ideales de 1869 adaptados a los límites del sistema canovista.
Las diferencias ideológicas entre ambos partidos eran mínimas. Eran partidos de notables, no de masas. Las bases sociales del Partido Conservador eran los grandes propietarios agrarios y la alta burguesía industrial y financiera, mientras que el Partido Liberal se apoyaba en las clases medias.
El acceso pacífico al poder y el papel constitucional del ejército completan los fundamentos del sistema. Este alcanzó su máximo desarrollo con el Pacto del Pardo (1885), un acuerdo entre Cánovas y Sagasta que consolidó el funcionamiento del sistema. Este modelo no fue único en Europa, encontrándose ejemplos similares como el «transformismo» en Italia y el «rotativismo» en Portugal. El turno de partidos se mantuvo durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo y la minoría de edad de Alfonso XIII.
El Turno de Partidos y el Caciquismo
El turno de partidos garantizó la alternancia pacífica, poniendo fin, durante un largo periodo, al intervencionismo militar y a los pronunciamientos. Sin embargo, fue un artificio político para apartar del poder a las fuerzas que quedaban fuera del estrecho sistema diseñado por Cánovas: las fuerzas de izquierda, el movimiento obrero, los regionalismos y los nacionalismos.
La formación de un gobierno no reflejaba la voluntad de los electores, sino que era acordada previamente por los dirigentes de los partidos. Una vez pactada la alternancia, se producía el siguiente mecanismo:
- El Rey nombraba un nuevo Jefe de Gobierno y le otorgaba el decreto de disolución de Cortes.
- El nuevo gobierno convocaba elecciones, que eran sistemáticamente adulteradas. Se «fabricaban» los resultados mediante el «encasillado», la asignación previa de escaños, dejando un número suficiente a la oposición.
La clave de la adulteración electoral residía en los «caciques», encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados. Los caciques eran personajes ricos e influyentes en la España rural (terratenientes, prestamistas, notarios, comerciantes…), que, siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil de cada provincia, amañaban las elecciones. Los gobernadores, a su vez, eran informados por el Ministro de Gobernación de los resultados que «debían» obtenerse en sus provincias, siguiendo el «encasillado».
Los métodos de los caciques eran variados:
- Violencia y amenazas.
- Cambio de votos por favores (rebajas de impuestos, sorteo de quintos, condonación de préstamos, agilización de expedientes…).
- Fraude electoral directo, conocido como «pucherazo».
Estos rasgos convirtieron al régimen de la Restauración en un modelo controlado por las élites políticas, sociales y económicas, sin intención de extender la participación política al conjunto de la sociedad. Esta situación fue posible gracias a la debilidad de las fuerzas de oposición.
La Constitución de 1876
El régimen de la Restauración se dotó de una nueva constitución, heredera de la moderada de 1845. Este texto, pieza fundamental del sistema canovista, estuvo en vigor hasta 1923. Sus principales rasgos son:
- Sustitución de la monarquía democrática por una monarquía constitucional basada en el principio de soberanía compartida entre las Cortes y el Rey. Esto suponía la negación de la soberanía nacional.
- Cortes Bicamerales: Congreso (electivo) y Senado (representación de las clases poderosas: «de derecho propio», «vitalicios» nombrados por el rey, y elegidos por sufragio censitario de los mayores contribuyentes).
- Fortalecimiento del poder de la Corona, eje del Estado:
- Poder ejecutivo: designación de ministros y mando del ejército.
- Poder legislativo compartido con las Cortes: derecho de veto absoluto y poder de convocar, suspender o disolver las Cortes.
- Reconocimiento teórico de derechos y libertades, que en la práctica eran limitados o aplazados bajo el gobierno de Cánovas.
- No se especificaba el tipo de sufragio para elegir el Congreso. Posteriormente, bajo el gobierno del Partido Conservador, se aprobó la Ley Electoral de 1878, que establecía el voto censitario (el sufragio universal masculino se instauró en 1890).
- Recorte de la libertad religiosa. La religión católica fue declarada religión oficial del Estado.
Actuaciones Políticas de los Gobiernos de Turno
Las actuaciones más importantes de los conservadores durante los primeros seis años de gobierno fueron:
- Victoria militar sobre los carlistas: Alfonso XII se ganó el título de «el Pacificador».
- Abolición definitiva de los fueros vascos y navarros en 1876.
- Solución temporal del conflicto en Cuba: fin de la guerra carlista que permitió el envío de tropas a Cuba, junto con medidas pacificadoras. Se firmó la Paz de Zanjón en 1878.
- Ley electoral (1878): sufragio censitario.
Desde 1881, el Partido Liberal de Sagasta accedió al poder, intentando suavizar el clima político autoritario:
- Se levanta la suspensión de la prensa republicana con una nueva ley de imprenta.
- Se aprueba el reingreso en la docencia de catedráticos represaliados, como Castelar o Salmerón.
- En el ámbito económico, se continúa la política librecambista y se reduce el proteccionismo conservador.
Las divisiones internas en el Partido Liberal favorecieron la vuelta de Cánovas en 1884. La muerte de Alfonso XII en 1885 llevó a la firma del Pacto del Pardo y abrió el periodo de la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902), hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII, que continuó con el sistema.
Durante el «gobierno largo» de Sagasta (1885-1890), se aprobaron diversas medidas de reforma política:
- Intento de reforma militar.
- Supresión de la censura de prensa y libertad de cátedra.
- 1887 – Ley de Asociaciones: legalización de asociaciones obreras.
- 1889 – Código Civil.
- 1890 – Sufragio universal masculino para mayores de 25 años. Aunque la adulteración electoral continuó, esta ley permitió a los republicanos obtener diputados en las ciudades.