Contexto y Estallido de la Guerra Civil Española
Contexto Internacional
Partiendo del contexto internacional, la situación española no difería mucho de la del resto de Europa. De hecho, podemos considerar la Guerra Civil Española como el prólogo de la Segunda Guerra Mundial, en la que se enfrentaron las fuerzas democráticas contra los fascismos. La crisis económica de 1929, una crisis social creciente (paro, huelgas…), un mal cierre de la Primera Guerra Mundial y el temor de ciertos sectores sociales a una revolución comunista como en Rusia, provocaron el desprestigio de las democracias liberales, una radicalización política y un auge de las ideologías totalitarias (comunismo, fascismo, nazismo).
Contexto Nacional
En cuanto al contexto nacional, desde la proclamación de la Segunda República en abril de 1931, y sobre todo, desde la victoria del Frente Popular en 1936, se llevaba a cabo en España un proceso de reformas que ponían en peligro los intereses y privilegios de las clases dominantes (oligarcas, caciques, la Iglesia, el ejército, etc.), por lo que estas no dudaron en impulsar varias insurrecciones para derribar el sistema republicano. Se produjo una radicalización de la situación política del país, provocando todo ello un aumento de la violencia en las calles, ataques contra iglesias y conventos, huelgas incesantes, asesinatos o violencia entre los obreros y jornaleros contra los propietarios de la tierra.
Otro hecho significativo fue el asesinato de Calvo Sotelo, líder de las derechas, el 13 de julio de 1936. Este hecho se sumó al asesinato previo del teniente José Castillo, militante socialista. La República tuvo enemigos tanto por la derecha (Falange Española, monárquicos, viejos carlistas, alta burguesía), como por la izquierda, pues muchos grupos y sindicatos antepusieron “hacer la revolución” a defender la República, a la que consideraban burguesa.
El Alzamiento y Apoyos Iniciales
El llamamiento reflejado en el texto de Francisco Franco solo logró movilizar a una parte del ejército y la insurrección fracasó inicialmente, sobre todo en las grandes ciudades y zonas industriales. Pero el gobierno de la República no logró controlar la situación en todo el país, lo que desencadenó una larga y cruenta guerra civil. Desde el comienzo del golpe de Estado, Franco contó con los apoyos de la España más tradicional: defensora de la familia cristiana, el orden, la propiedad privada y la religión católica, predominantemente en las zonas rurales, donde predominaba el pequeño y mediano propietario agrario. También contó con el apoyo de las clases medias de las pequeñas y medianas ciudades españolas y, por supuesto, de las élites económicas, la Iglesia católica y parte del ejército.
Por último, cabe destacar que el bando sublevado contó con la ayuda exterior de la Alemania nazi de Hitler, la Italia fascista de Mussolini y el Portugal salazarista.
Duración y Consecuencias de la Guerra Civil
Duración
La Guerra Civil Española se extendió desde julio de 1936 hasta abril de 1939.
Consecuencias
Demográficas
- La consecuencia más inmediata fue la enorme pérdida de vidas humanas, tanto en los frentes de batalla como por la represión en ambas retaguardias.
- A esto se sumó un importante número de heridos y mutilados.
- No podemos olvidar el exilio republicano, que privó a España de una parte significativa de su población activa e intelectual.
- Todo ello contribuyó a un descenso demográfico, marcado por una alta mortalidad y una baja natalidad durante e inmediatamente después del conflicto.
Sociales
- Se produjo una represión descontrolada y sistemática por parte del bando vencedor sobre los vencidos, que se prolongó durante años.
- Sin embargo, no podemos olvidar la represión que también existió en la zona republicana durante la guerra, aunque de diferente naturaleza y escala.
- Además de los fusilados, hubo miles de encarcelados y personas sometidas a depuración profesional e ideológica.
- La implantación del sistema dictatorial franquista supuso la pérdida de libertades y derechos para una gran parte de la población.
Económicas
- Las pérdidas económicas y materiales fueron inmensas: destrucción de infraestructuras (viviendas, puentes, ferrocarriles), del tejido industrial y agrícola.
- Como consecuencia de los bombardeos, la destrucción y las pérdidas humanas, la capacidad productiva del país quedó gravemente mermada, llevando a años de autarquía y escasez.
Culturales
- El conflicto bélico y la posterior dictadura supusieron un grave retroceso cultural, con la pérdida de la Edad de Plata de la cultura española debido al exilio o muerte de muchos intelectuales y artistas.
- Se impuso una cultura oficial de carácter nacionalcatólico, con una fuerte censura que limitó la creatividad y el pensamiento libre.
Morales
- Todo conflicto civil deja una profunda brecha moral y psicológica en la sociedad, dividiendo a familias y comunidades.
- Las distintas ideologías y el trauma del conflicto generaron odio y resentimiento que perduraron durante décadas, dificultando la reconciliación nacional.
La Instauración del Régimen Franquista
Establecimiento: Sobre un país agotado y arrasado por la Guerra Civil Española, se instauró la dictadura del General Franco.
Centralización: Se instauró un Estado fuertemente centralizado que suprimió los estatutos de autonomía y garantizaba la unidad de España bajo un control férreo.
Estructura Política Aparente: La estructura política respetaba aparentemente la división de poderes, pero en la práctica todo el poder se concentraba en la figura de Franco (Caudillo).
Las Cortes Españolas: Eran un órgano consultivo y de ratificación, un simulacro de parlamento democrático, sin poder legislativo real y basadas en la representación orgánica (familia, municipio, sindicato).
Consejo Nacional del Movimiento: Era el órgano superior del partido único y ejercía el control ideológico y político del régimen.
Definición del Estado: España se definía oficialmente como una monarquía (aunque sin rey hasta mucho después), católica, social y representativa (orgánica, no democrática).
Derechos Ciudadanos: En cuanto a los derechos de los ciudadanos, el régimen aprobó el Fuero de los Españoles, una carta que otorgaba ciertos deberes y derechos, siempre supeditados a los principios del régimen y sin garantías efectivas.
Pilares del Régimen: El franquismo se apoyaba en tres pilares fundamentales:
- El Ejército: Controlado por el Caudillo y siempre fiel a su persona, garantizaba el orden y la represión.
- El Partido Único (FET y de las JONS): La Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista, que encuadraba a la sociedad y difundía la ideología oficial.
- La Iglesia Católica: Que dotó al régimen de su base moral e ideológica (nacionalcatolicismo) y legitimidad, a cambio de recuperar su influencia social y educativa.
Conclusión: En definitiva, el franquismo se organizó como una dictadura personalista con una estructura orgánica de carácter vertical, antidemocrática y represiva.
Transformaciones Económicas y Sociales en los Años 60
El año 1959 marca un punto de inflexión claro para la dictadura desde varios frentes.
Cambios Económicos
El Plan de Estabilización impulsado por los ministros tecnócratas (vinculados al Opus Dei) coincidió con una bonanza económica internacional muy favorable. Todo esto favoreció un importante desarrollo económico para España, conocido como el ‘milagro español’.
La economía española se liberalizó parcialmente, recortando el gasto público, disminuyendo el intervencionismo estatal y abriéndose a las inversiones exteriores y al turismo.
Estos cambios económicos produjeron importantes movimientos migratorios del campo a la ciudad (éxodo rural), así como la emigración de muchos españoles a países europeos más industrializados.
Transformaciones Sociales y Demográficas
Estos cambios económicos provocaron, a su vez, profundas transformaciones sociales.
Los cambios demográficos fueron muy importantes: la población creció notablemente (un ‘baby boom’ tardío), debido al descenso de la tasa de mortalidad, el mantenimiento de una natalidad relativamente alta (fomentada por políticas pronatalistas) y el aumento de la esperanza de vida.
Los movimientos migratorios (internos y externos) fueron considerables, generando, entre otras consecuencias, desequilibrios territoriales y desigualdades entre regiones.
Sin embargo, los servicios públicos (educación, sanidad) y la construcción de viviendas no crecieron al mismo ritmo que las necesidades sociales derivadas del aumento poblacional y la concentración urbana.
Muchos barrios periféricos nacieron y crecieron sin el equipamiento social adecuado, provocando el auge del movimiento vecinal como forma de protesta y reivindicación.
A pesar de todo, apareció en España la llamada Sociedad de Consumo. Con ella cambiaron las costumbres y mentalidades: llegaron nuevas modas musicales y de vestir (influencia exterior), se produjo un cierto alejamiento social de la Iglesia nacionalcatólica y cambiaron las pautas de relación social, especialmente entre los jóvenes.
Contraste y Final: En resumen, la sociedad española cambiaba a marchas forzadas, modernizándose y abriéndose al exterior, pero el régimen político se resistía a estos profundos cambios, queriendo permanecer anclado en el pasado. Esta contradicción creciente hacía prever que su final era solo cuestión de tiempo.
La Transición a la Democracia (1975-1977)
Tras la muerte de Franco (noviembre de 1975), continuó como Presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro, un franquista considerado inmovilista y opuesto a cambios profundos. Para avanzar en el proceso reformista era necesario desmontar las estructuras del régimen franquista y sus instituciones.
El Gobierno de Adolfo Suárez y las Primeras Reformas
En el verano de 1976, el Rey Juan Carlos I nombró Presidente del Gobierno a Adolfo Suárez González, un hombre procedente del Movimiento Nacional, lo que inicialmente generó escepticismo en la oposición democrática. Sin embargo, el gobierno de Suárez pronto dio muestras claras de su voluntad reformista. Ese mismo verano de 1976, Suárez impulsó la legalización de la mayoría de los partidos políticos (con excepciones iniciales) y aprobó una primera Ley de Amnistía para presos políticos (excluyendo delitos de sangre).
La Ley para la Reforma Política
En septiembre de 1976, Suárez presentó a las Cortes franquistas la Ley para la Reforma Política, diseñada para que, una vez aprobada por estas, se disolvieran y se convocaran elecciones democráticas. Su objetivo era establecer un sistema democrático basado en: Cortes elegidas por sufragio universal, libre, directo y secreto; reconocimiento del pluripartidismo; y defensa de los derechos fundamentales. Se buscaba una democracia homologable a las de Europa Occidental, que permitiera la plena incorporación de España a las instituciones internacionales.
Esta ley representaba una ruptura pactada con el régimen anterior, siguiendo la estrategia de ir “de la ley a la ley a través de la ley”, evitando una ruptura revolucionaria. La Ley, tras ser aprobada por las Cortes franquistas (en la votación conocida como el ‘harakiri’), fue sometida a referéndum popular el 15 de diciembre de 1976, obteniendo una amplísima aprobación ciudadana a pesar del llamamiento a la abstención de parte de la oposición.
Hacia las Elecciones Constituyentes
En abril de 1977 (durante la Semana Santa, en un episodio conocido como ‘Sábado Santo Rojo’), se produjo la sorpresiva legalización del Partido Comunista de España (PCE), una decisión audaz de Suárez que generó fuertes tensiones en sectores del Ejército.
En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas a Cortes Generales desde febrero de 1936. Estas Cortes asumieron un carácter constituyente, con el objetivo principal de elaborar una nueva Constitución democrática por consenso.
Consenso y Dificultades
En octubre de 1977, las nuevas Cortes democráticas aprobaron una Ley de Amnistía más amplia que la de 1976, abarcando también delitos con motivación política. Para hacer frente a la grave crisis económica y a la conflictividad social, el gobierno de Suárez impulsó los Pactos de la Moncloa en otoño de 1977, logrando un amplio acuerdo con los principales partidos políticos y agentes sociales.
Diversos factores (el temor a una involución golpista, el recuerdo de la Guerra Civil, la voluntad de la clase política, la ilusión colectiva por la democracia) favorecieron un clima de consenso y pacto durante estos primeros años, conocido como el ‘espíritu de la Transición’. Sin embargo, este espíritu integrador se iría diluyendo con el tiempo ante las crecientes dificultades políticas y económicas.