16.3. La integración de España en Europa. España en la Unión Europea. El papel de España en el contexto internacional. La integración de España en Europa
Los gobiernos democráticos se marcaron el objetivo de integrar a España en la Comunidad Económica Europea, de la que había sido excluida durante la dictadura franquista. España únicamente había conseguido un acuerdo preferencial con la CEE desde 1970 (“Acuerdo Comercial Preferencial”). En 1977, establecida ya la democracia en España, el gobierno de Adolfo Suárez solicitó la adhesión de España a la CEE. Un año después la Comisión Europea dio su aprobación a las negociaciones que se iniciaron en 1979, al mismo tiempo que lo hacía Portugal. Las negociaciones fueron largas y complicadas; algunos países europeos pusieron condiciones: Gran Bretaña pedía la apertura de la frontera con Gibraltar y Alemania la integración también en la OTAN. Ambas condiciones terminaron por cumplirse: En 1985 se permitió el libre tránsito de personas y mercancías con Gibraltar; en 1982 España, bajo el gobierno de Calvo Sotelo, se integró en la OTAN.
La liberalización económica, que puso fin al tradicional proteccionismo español, obligó a una dura reconversión de nuestra economía, pero supuso la apertura a los productos españoles de un mercado de millones de personas con alta capacidad adquisitiva. La aceleración del crecimiento económico gracias a la política de ayudas europeas, pensadas para reducir los desequilibrios europeos. España se convirtió en receptor de importantes sumas de dinero a través de los fondos estructurales y de cohesión social (Fondo Europeo de Desarrollo Regional –FEDER-; Fondo Social Europeo –FSE-; Fondeo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola –FEOGA). Estas ayudas han permitido fundamentalmente la modernización de las infraestructuras. El aspecto más negativo de nuestra incorporación fue la pérdida inicial de numerosos puestos de trabajo y la disminución drástica de algunos sectores como la pesca, la agricultura o la siderurgia.
En 1999 adoptó el euro, que sustituyó como moneda de cambio a la peseta en el año 2002. Desde entonces España ha seguido apoyando el proceso de formación de la Unión Europea: Fue aprobado en referéndum popular la fallida Constitución Europea de 2004 (que fracasó por la falta de apoyo de otros países europeos), así como el Tratado Constitucional Europeo. Del mismo modo España ha manifestado su respaldo a los procesos de ampliación de la Unión hacia la Europa del norte y del este –hasta llegar a los 27 estados que la componen actualmente.
Y el decidido apoyo a misiones de Paz y Seguridad (envío de fuerzas de interposición en zonas en conflicto –Balcanes, Líbano, Afganistán, Haití, etc.
Los gobiernos democráticos se marcaron el objetivo de integrar a España en la Comunidad Económica Europea, de la que había sido excluida durante la dictadura franquista. España únicamente había conseguido un acuerdo preferencial con la CEE desde 1970 (“Acuerdo Comercial Preferencial”). En 1977, establecida ya la democracia en España, el gobierno de Adolfo Suárez solicitó la adhesión de España a la CEE. Un año después la Comisión Europea dio su aprobación a las negociaciones que se iniciaron en 1979, al mismo tiempo que lo hacía Portugal. Las negociaciones fueron largas y complicadas; algunos países europeos pusieron condiciones: Gran Bretaña pedía la apertura de la frontera con Gibraltar y Alemania la integración también en la OTAN. Ambas condiciones terminaron por cumplirse: En 1985 se permitió el libre tránsito de personas y mercancías con Gibraltar; en 1982 España, bajo el gobierno de Calvo Sotelo, se integró en la OTAN.
España firmó su ingreso en la CEE en 1985
La integración en Europa fue el mayor logro de la política exterior del PSOE. El principal obstáculo para la integración de España era el peso de nuestro sector primario: Francia temía perder cuota de mercado frente a España y el Reino Unido quería reducir las subvenciones a la agricultura. España contó en su integración con el apoyo fundamental de Alemania. Desde el 1 de enero de 1986 España es miembro de pleno derecho de la CEE. Las consecuencias económicas más importantes de la entrada en la CEE han sido:La liberalización económica, que puso fin al tradicional proteccionismo español, obligó a una dura reconversión de nuestra economía, pero supuso la apertura a los productos españoles de un mercado de millones de personas con alta capacidad adquisitiva. La aceleración del crecimiento económico gracias a la política de ayudas europeas, pensadas para reducir los desequilibrios europeos. España se convirtió en receptor de importantes sumas de dinero a través de los fondos estructurales y de cohesión social (Fondo Europeo de Desarrollo Regional –FEDER-; Fondo Social Europeo –FSE-; Fondeo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola –FEOGA). Estas ayudas han permitido fundamentalmente la modernización de las infraestructuras. El aspecto más negativo de nuestra incorporación fue la pérdida inicial de numerosos puestos de trabajo y la disminución drástica de algunos sectores como la pesca, la agricultura o la siderurgia.
España en la Unión Europea
Desde su entrada en la CEE España se ha mostrado como un activo socio europeísta participando en la elaboración y firmando todos los acuerdos importantes. Así, en 1986 firmó el Acta Única por el que se garantizaba la libre circulación de mercancías, personas, servicios y capitales. En 1991, en virtud del Tratado de Schengen sobre seguridad europea, se suprimieron los controles en las fronteras entre los Estados firmantes. En 1992 se produjo un cambio trascendental al firmarse el Tratado de Maastricht que cambió la denominación de CEE por Unión Europea (UE) y aceleró el proceso de integración europeo al proponer como objetivo final la unión política de forma gradual. Además, el Tratado propuso para 1999 la Unión Monetaria con la introducción del euro en los países que cumplieran los “criterios de convergencia” (déficit público y niveles de inflación bajos). En 1998, bajo el gobierno del Partido Popular, presidido por José María Aznar, España consiguió cumplir los criterios de integración en la Unión Monetaria.En 1999 adoptó el euro, que sustituyó como moneda de cambio a la peseta en el año 2002. Desde entonces España ha seguido apoyando el proceso de formación de la Unión Europea: Fue aprobado en referéndum popular la fallida Constitución Europea de 2004 (que fracasó por la falta de apoyo de otros países europeos), así como el Tratado Constitucional Europeo. Del mismo modo España ha manifestado su respaldo a los procesos de ampliación de la Unión hacia la Europa del norte y del este –hasta llegar a los 27 estados que la componen actualmente.
El papel de España en el contexto internacional
Además de ser miembro de la Unión Europea, la política exterior española ha ido evolucionando a lo largo de los últimos treinta años. En los primeros años de la transición España mantuvo contactos con el movimiento de países no alineados, aproximándose por tanto a posiciones neutrales. Sin embargo, con la consolidación democrática España apostó claramente por su alineamiento con el bloque occidental ingresando en la OTAN en 1982 –durante el gobierno de la UCD de Calvo Sotelo-. Esta posición se vio reforzada ya con el PSOE en el poder: En 1986 los socialistas decidieron celebrar un referéndum para decidir la permanencia de España en la estructura política de la OTAN (“OTAN de entrada no”). La victoria de sí, posibilitó la posterior incorporación también a la estructura militar (1999). La vinculación con sus socios militares (OTAN) y económicos (UE) han provocado la abierta participación de España en conflictos internacionales (Primera y Segunda Guerra del Golfo)Y el decidido apoyo a misiones de Paz y Seguridad (envío de fuerzas de interposición en zonas en conflicto –Balcanes, Líbano, Afganistán, Haití, etc.