Identificación y Naturaleza del Documento
Se trata de un texto de naturaleza narrativa en su forma y política en su contenido, redactado el 12 de abril de 1814 en Madrid por diputados absolutistas participantes en las Cortes de Cádiz. Estos solicitan a Fernando VII, recién llegado a España tras su exilio forzoso en Bayona (marzo de 1814), que regrese a Madrid, asuma plenos poderes y restaure el absolutismo. Esto ocurre después de la expulsión de las tropas francesas de Napoleón a finales de 1813 y el fin de la Guerra de la Independencia Española. Aunque es un texto colectivo con un destinatario principal (el rey), su intención era influir en la política nacional (fue entregado al rey en Valencia). El documento se enmarca en el contexto del fin del incipiente liberalismo impulsado por las Cortes y la Constitución de Cádiz, y la consiguiente vuelta del absolutismo a España tras finalizar la Invasión Napoleónica y la Guerra de la Independencia (1808-1814), un periodo clave de la Crisis del Antiguo Régimen.
Ideas Principales y Contenido
El tema central del documento es la petición explícita de sus autores para que el rey Fernando VII suprima las Cortes de Cádiz y derogue tanto la Constitución de 1812 como los decretos emitidos por dichas Cortes. La idea principal se expresa claramente en el tercer párrafo del manifiesto original (no incluido aquí, pero referenciado en el texto base), donde se detalla la solicitud de supresión de las Cortes y su obra legislativa. El segundo párrafo del manifiesto justifica la monarquía absoluta como el sistema de gobierno natural e idóneo, según la visión de los firmantes. El primer párrafo del manifiesto original es el que da nombre al documento, aludiendo a una antigua costumbre persa.
El documento, en otros de sus artículos, también reivindica la necesaria unidad entre los estamentos privilegiados (nobleza y clero) y la Corona para frenar conjuntamente cualquier intento de cambio del sistema absolutista (Antiguo Régimen). Además, denunciaba una supuesta conspiración liberal contra la monarquía.
Contexto Histórico
Antecedentes: Invasión Napoleónica y Cortes de Cádiz
Previamente, España había sufrido la invasión francesa como parte de la estrategia expansiva de Napoleón. Con la excusa de invadir Portugal, las tropas napoleónicas entraron en España en 1808. Para legitimar la ocupación, Napoleón retuvo en Bayona a Fernando VII, a Carlos IV y al primer ministro Godoy, forzándoles a cederle el trono español, que finalmente entregó a su hermano José Bonaparte. La población española ya había mostrado su rechazo a Godoy y su apoyo a Fernando VII en el Motín de Aranjuez (marzo de 1808). El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas, dando inicio a la Guerra de la Independencia (1808-1813), caracterizada por la lucha de guerrillas, aunque con dominio militar francés inicial debido a la superioridad de su ejército.
Los españoles se organizaron en juntas locales y provinciales, coordinadas por la Junta Suprema Central, que gobernaba en nombre de Fernando VII. En 1810, la Junta decidió convocar una representación nacional para organizar la resistencia y el gobierno del país. Se convocaron Cortes en Cádiz, ciudad libre de la ocupación francesa. En estas Cortes, reunidas ese mismo año, coexistieron principalmente dos tendencias: liberales y absolutistas (con una minoría de ilustrados). Aunque no eran unas cortes revolucionarias en origen, iniciaron una importante labor legislativa orientada a desmantelar el Antiguo Régimen y favorecer los intereses de la burguesía: establecimiento de una monarquía constitucional, soberanía nacional, división de poderes, reconocimiento de libertades, abolición de la Inquisición y los gremios, desamortización de tierras, etc. Su obra cumbre fue la Constitución de 1812, complementada por numerosos decretos modernizadores.
Durante la elaboración de la Constitución y los decretos, los diputados absolutistas tuvieron que ceder en muchas cuestiones ante los liberales para mantener la unidad necesaria en la lucha contra los franceses, que era la prioridad absoluta. Sin embargo, se mantuvieron firmes en algunos puntos clave, como la confesionalidad católica del Estado (reflejo de la fuerte presencia del clero en las Cortes) y lograron reservar un poder considerable para el rey en el texto constitucional.
El Regreso de Fernando VII y la Coyuntura de 1814
La guerra concluyó a finales de 1813 con la retirada francesa. Por el Tratado de Valençay (diciembre de 1813), Napoleón reconoció a Fernando VII como rey legítimo y le permitió regresar a España. El rey dudó inicialmente, demorando su vuelta mientras evaluaba la situación política y el apoyo con el que contaba, especialmente del Ejército. Regresó a España en marzo de 1814, pero se dirigió a Valencia en lugar de a Madrid. Allí, un representante de la Regencia constitucional le informó de que debía jurar la Constitución de Cádiz. El rey, de convicciones absolutistas, esperó a confirmar sus apoyos.
En este contexto, los diputados absolutistas en las Cortes, sintiéndose presionados por el ambiente liberal, redactaron el Manifiesto de los Persas, instando al rey a restaurar el absolutismo, considerado por ellos como el régimen tradicional e idóneo para España. La coyuntura europea era favorable: las potencias absolutistas habían derrotado a Napoleón por primera vez y un monarca Borbón había sido restaurado en Francia. En España, aunque Fernando VII era el rey reconocido, todavía existía un gobierno constitucional basado en la obra de las Cortes de Cádiz.
Apoyado por el Manifiesto, parte del ejército y la jerarquía eclesiástica, y viendo disminuir la amenaza napoleónica, Fernando VII decidió actuar. En mayo de 1814, emitió un decreto en Valencia aboliendo la Constitución de 1812 y toda la legislación de las Cortes. Se dirigió a Madrid, tomó el poder absoluto, disolvió las Cortes y comenzó una dura represión contra los liberales, muchos de los cuales tuvieron que exiliarse. Se restauró así el Antiguo Régimen.
Consecuencias y Significado Histórico
Los redactores del manifiesto lograron su objetivo: la nobleza y la Iglesia recuperaron sus privilegios y bienes anteriores, y se retornó al sistema político, social y económico del Antiguo Régimen. Con ello, el primer experimento liberal en España fue abortado. Sin embargo, el país ya no podía ser gobernado como antes. A pesar de que la mayoría de la población rural no comprendía los debates sobre constituciones y liberalismo, la tensión social aumentó: en el campo, por la restauración de los señoríos jurisdiccionales y las rentas; en las ciudades, por la represión política; y en el ejército, por la no integración de muchos jefes guerrilleros.
El inicio del reinado de Fernando VII fue caótico, agravado por una enorme deuda estatal, en parte porque los estamentos privilegiados (nobleza y clero) no pagaban impuestos sobre sus grandes propiedades. Los liberales, ahora en la clandestinidad o el exilio, continuaron conspirando. Uno de sus intentos tuvo éxito con el pronunciamiento del coronel Riego en 1820, que dio inicio al Trienio Liberal (1820-1823). Aunque la intervención francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823 restauró nuevamente el absolutismo, la muerte de Fernando VII en 1833 abriría definitivamente las puertas al triunfo del liberalismo en España, la construcción del Estado Liberal y el desmantelamiento final del Antiguo Régimen.
La importancia del Manifiesto de los Persas en su momento fue considerable, ya que reforzó la decisión de Fernando VII de restaurar el absolutismo y anular los primeros avances liberales en España. Además, el documento constituye un valioso compendio de la ideología absolutista de la época.