España Contemporánea y la Guerra Fría: De 1898 a la Caída del Muro

España: De la Crisis del 98 a la Guerra Civil

Crisis de la Restauración

Durante la regencia de María Cristina de Habsburgo se produjo el desastre del 98, que supuso la pérdida de las últimas colonias españolas (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Esto dio origen al regeneracionismo, un movimiento intelectual y político que buscaba la dignificación de la política, la modernización social y económica, y la superación del atraso cultural del país.

Cuando Alfonso XIII accedió al trono en 1902, mantuvo la Constitución de 1876 y el sistema político del turnismo entre el Partido Conservador y el Partido Liberal. Durante su reinado inicial, destacaron dos presidentes del gobierno: Antonio Maura (conservador), influenciado por el regeneracionismo («revolución desde arriba»), y José Canalejas (liberal), que aplicó importantes reformas sociales. Sin embargo, el sistema enfrentó una creciente oposición:

  • Por parte de la burguesía periférica, los partidos nacionalistas (como la Lliga Regionalista en Cataluña y el PNV en el País Vasco) empezaron a ganar influencia.
  • Por parte de las clases medias y proletarias, creció el apoyo a los partidos republicanos y al PSOE (Partido Socialista Obrero Español).
  • Los sindicatos de clase, como la UGT (Unión General de Trabajadores, socialista) y la CNT (Confederación Nacional del Trabajo, anarcosindicalista), crecieron con fuerza, aumentando la conflictividad social.

El sistema de la Restauración sufrió varias crisis graves:

  • Semana Trágica (1909): En Barcelona estalló una violenta insurrección popular, motivada principalmente por el envío de reservistas (muchos de ellos padres de familia de clase obrera) a la guerra de Marruecos, una contienda colonial muy impopular. La revuelta tuvo un fuerte componente anticlerical y fue duramente reprimida por el ejército, con ejecuciones como la del pedagogo anarquista Ferrer i Guàrdia.
  • Crisis de 1917: Confluyeron tres problemas graves: un malestar militar (protesta de las Juntas de Defensa), un reclamo político (la Asamblea de Parlamentarios en Barcelona pidió Cortes Constituyentes y autonomía para Cataluña) y una huelga general revolucionaria convocada por UGT y CNT. Aunque la huelga fue reprimida por el ejército, la crisis evidenció la profunda debilidad del sistema.
  • Radicalización del movimiento obrero (1918-1923): Influenciadas por la crisis económica de posguerra y el eco de la Revolución Rusa, las protestas obreras y campesinas se intensificaron, especialmente en Andalucía (el llamado “trienio bolchevique”) y Cataluña (pistolerismo entre patronos y sindicatos). El gobierno respondió con una dura represión.

Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930)

El desastre militar en la guerra de Marruecos (derrota de Annual en 1921) provocó una enorme conmoción. Una investigación parlamentaria (el Expediente Picasso) amenazaba con señalar responsabilidades que alcanzaban a altos mandos del ejército e incluso al rey. Antes de que se publicaran las conclusiones, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en septiembre de 1923, contando con la aprobación del rey Alfonso XIII. Se implantó una dictadura militar que duró casi siete años.

Características principales de la dictadura:

  • Se suspendió la Constitución de 1876, se disolvieron las Cortes y se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos (excepto la UGT, que colaboró inicialmente).
  • Se puso fin a la guerra de Marruecos tras el exitoso desembarco de Alhucemas (1925), realizado en colaboración con Francia.
  • Se impulsó un programa de obras públicas (carreteras, pantanos, electrificación).
  • Se fomentó la industria nacional mediante políticas proteccionistas (aranceles), ayudas estatales y la creación de monopolios (como CAMPSA o Telefónica).

A partir de 1927, la dictadura empezó a perder apoyos y creció la oposición (republicanos, intelectuales, antiguos partidos dinásticos, parte del ejército, nacionalistas catalanes). En 1929, ante la creciente impopularidad y la falta de una salida política clara, el rey retiró su apoyo a Primo de Rivera, que dimitió en enero de 1930. Alfonso XIII intentó restaurar el orden constitucional anterior, pero la monarquía había quedado muy desprestigiada por su apoyo a la dictadura. En agosto de 1930, políticos republicanos, socialistas y nacionalistas catalanes firmaron el Pacto de San Sebastián con el objetivo de derrocar la monarquía e instaurar una república.

Segunda República (1931-1936)

La Constitución de 1931

Tras la dimisión de Primo de Rivera, los gobiernos sucesivos intentaron volver a la normalidad constitucional. Se convocaron elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Aunque los partidos monárquicos obtuvieron más concejales en total (gracias a su control de las zonas rurales), las candidaturas republicano-socialistas triunfaron abrumadoramente en las grandes ciudades y capitales de provincia, lo que se interpretó como un plebiscito contra la monarquía. Ante la falta de apoyos, Alfonso XIII abandonó España y se exilió. Un gobierno provisional, formado por los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián y presidido por Niceto Alcalá Zamora, proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931.

El gobierno provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino directo. Estas Cortes elaboraron la Constitución de 1931, una de las más avanzadas de su tiempo:

  • Estableció una república democrática de trabajadores de toda clase, laica (separación Iglesia-Estado) y aconfesional.
  • Aprobó una amplia declaración de derechos y libertades individuales y sociales, incluyendo el sufragio femenino, el matrimonio civil, el divorcio, y la educación primaria obligatoria, gratuita y laica.
  • Estableció una clara división de poderes: poder legislativo en unas Cortes unicamerales (Congreso de los Diputados), poder ejecutivo compartido entre el Presidente de la República y el Gobierno, y poder judicial independiente (Tribunales de Justicia).
  • Reconocía la posibilidad de constituir gobiernos autónomos en las regiones (Estado integral).

Cuando se proclamó la Segunda República, las mujeres españolas no podían votar, pero sí ser elegidas diputadas. En las Cortes Constituyentes hubo tres diputadas: Clara Campoamor (Partido Radical), Victoria Kent (Radical Socialista) y Margarita Nelken (PSOE). El debate sobre el sufragio femenino fue intenso. Aunque muchos progresistas (incluidas Victoria Kent y Margarita Nelken) se oponían por considerar que el voto femenino, influenciado por la Iglesia, sería mayoritariamente conservador y perjudicial para la República, la defensa apasionada de Clara Campoamor logró que finalmente se aprobara el artículo 36 por 161 votos a favor y 121 en contra. Además de en la política, las mujeres destacaron en la cultura y las artes, como las integrantes de la Generación del 27 conocidas como Las Sinsombrero.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Tras aprobarse la Constitución en diciembre de 1931, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República y Manuel Azaña (Acción Republicana) formó un gobierno de coalición republicano-socialista. Este primer bienio se caracterizó por un ambicioso programa de reformas modernizadoras y democráticas:

  • Reforma agraria: Se aprobó una Ley de Bases de la Reforma Agraria que preveía la expropiación (con indemnización) de latifundios no cultivados directamente por sus dueños para asentaren ellos a campesinos sin tierra. Sin embargo, la ley contó con escaso presupuesto y su aplicación fue muy lenta, generando frustración en el campesinado y hostilidad en los terratenientes.
  • Autonomía regional: Se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña (Estatuto de Nuria) en 1932, restaurando la Generalitat.
  • Reformas militares: Se buscó modernizar el ejército y asegurar su lealtad a la República. Se exigió a los mandos jurar fidelidad y se ofreció la posibilidad de pasar voluntariamente a la reserva con sueldo íntegro (Ley Azaña), lo que redujo el exceso de oficialidad pero generó malestar en parte de la cúpula militar.
  • Reformas laborales: Impulsadas por el ministro socialista Largo Caballero, se aprobaron leyes como la de Contratos de Trabajo, la de Jurados Mixtos, la jornada de 8 horas en el campo y seguros sociales, mejorando las condiciones laborales pero aumentando la tensión con la patronal.
  • Reforma educativa: Se impulsó decididamente la educación pública, laica y gratuita, con la creación de miles de escuelas (más de 13.000) y plazas de maestros, y las Misiones Pedagógicas para llevar la cultura al mundo rural.
  • Reformas sociales y laicistas: Se aprobó el matrimonio civil y el divorcio, se secularizaron los cementerios y se limitó la influencia de la Iglesia Católica (disolución de la Compañía de Jesús, Ley de Congregaciones).

Estas reformas encontraron una fuerte oposición. Los sectores conservadores (terratenientes, alta burguesía, Iglesia Católica, gran parte del Ejército) las consideraban demasiado radicales y un ataque a sus intereses y valores tradicionales. Por otro lado, los sectores más radicales del movimiento obrero (anarquistas de la CNT-FAI, comunistas) las consideraban insuficientes y aspiraban a una revolución social. En agosto de 1932, el general Sanjurjo protagonizó un intento fallido de golpe de Estado (la «Sanjurjada»). Además, se produjeron levantamientos anarquistas (como los sucesos de Casas Viejas en 1933) y ocupaciones de fincas, duramente reprimidos. La crisis económica mundial derivada de la Gran Depresión empeoró la situación social, aumentando el desempleo y la conflictividad. Los recursos económicos del Estado resultaron insuficientes para llevar a cabo todas las reformas planeadas.

Crisis de la República y el Frente Popular (1933-1936)

El desgaste del gobierno y la división entre republicanos y socialistas llevaron a la dimisión de Azaña en septiembre de 1933. En las elecciones de noviembre de 1933 (las primeras con voto femenino), triunfó una coalición de centro-derecha, formada principalmente por el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux y la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de José María Gil-Robles. Aunque la CEDA fue el partido más votado, el presidente Alcalá Zamora encargó formar gobierno a Lerroux, con el apoyo parlamentario de la CEDA.

Este segundo bienio (conocido como Bienio Radical-Cedista o Bienio Negro por la izquierda) se caracterizó por la paralización o rectificación de muchas reformas anteriores (reforma agraria, reforma militar, política religiosa) y la amnistía a los implicados en el golpe de Sanjurjo. La tensión política y social aumentó considerablemente.

En octubre de 1934, la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno de Lerroux fue interpretada por la izquierda como una amenaza fascista y el preludio de la destrucción de la República. Se convocó una huelga general revolucionaria:

  • En Asturias, mineros y obreros socialistas, anarquistas y comunistas protagonizaron una auténtica revolución social, tomando el control de la cuenca minera. La insurrección fue aplastada por el ejército (dirigido por Franco desde Madrid) con una represión muy dura.
  • En Cataluña, Lluís Companys, presidente de la Generalitat, proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. El movimiento fue rápidamente sofocado por el ejército, Companys y su gobierno fueron encarcelados y el Estatuto de Autonomía fue suspendido.

La represión de la Revolución de Octubre y diversos escándalos de corrupción (como el del estraperlo) debilitaron al gobierno radical-cedista. La creciente inestabilidad política llevó a la convocatoria de nuevas elecciones generales en febrero de 1936.

Para estas elecciones, los partidos de izquierda (republicanos, socialistas, comunistas, POUM, nacionalistas catalanes de izquierda) se unieron en una coalición electoral llamada Frente Popular. La derecha y el centro se presentaron desunidos. El Frente Popular ganó las elecciones por un estrecho margen de votos, pero obtuvo una clara mayoría de escaños.

El nuevo gobierno, formado inicialmente sólo por republicanos de izquierda y presidido de nuevo por Manuel Azaña (quien poco después sustituyó a Alcalá Zamora como Presidente de la República), retomó el programa reformista: concedió una amnistía a los presos políticos de la revolución de 1934, restableció la Generalitat de Cataluña y aceleró la reforma agraria. Sin embargo, la polarización y la conflictividad social se dispararon en la primavera de 1936:

  • Radicalización de la izquierda: Sectores anarquistas (CNT-FAI) y el ala más revolucionaria del socialismo (liderada por Largo Caballero, UGT) promovían huelgas, ocupaciones de tierras y fábricas, y acciones violentas.
  • Radicalización de la derecha: Sectores monárquicos, conservadores, militares y católicos consideraban ilegítimo al gobierno del Frente Popular y promovían abiertamente la idea de un golpe de Estado militar como única solución. La prensa conservadora y de extrema derecha alentaba la conspiración y la rebelión.
  • Crisis de la CEDA: Tras la derrota electoral, muchos jóvenes de las JAP (Juventudes de Acción Popular) abandonaron el partido y se unieron a Falange Española de las JONS, un partido de inspiración fascista dirigido por José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador), que creció rápidamente y protagonizó numerosos actos de violencia callejera.

Se produjo una espiral de violencia política con huelgas, enfrentamientos callejeros, atentados y asesinatos entre militantes de izquierda y de la derecha (especialmente falangistas). El asesinato del teniente José Castillo (Guardia de Asalto, socialista) por pistoleros de derecha, seguido por el asesinato en represalia del líder monárquico José Calvo Sotelo por guardias de asalto, actuó como detonante final para el golpe de Estado militar que se venía preparando desde hacía meses.

La Guerra Civil Española (1936-1939)

Etapas de la Guerra

El Golpe de Estado (Julio de 1936)

La sublevación militar contra el gobierno de la República se inició el 17 de julio de 1936 en las guarniciones del Protectorado de Marruecos. Al día siguiente, 18 de julio, se sumaron numerosas guarniciones de la Península. El golpe fue organizado principalmente por un grupo de generales, entre los que destacaban Emilio Mola (el «Director»), José Sanjurjo (previsto como líder, pero muerto en accidente aéreo al inicio) y Francisco Franco (quien pronto se convertiría en el líder indiscutible del bando sublevado). Contaron con el apoyo de amplios sectores del ejército, de partidos de derecha como carlistas (requetés) y monárquicos alfonsinos (Renovación Española), de conservadores de la CEDA, de fascistas de Falange Española, y de la mayoría de la jerarquía de la Iglesia Católica. El golpe fracasó en su objetivo de tomar rápidamente el poder en todo el país, ya que encontró una fuerte resistencia por parte de las fuerzas leales al gobierno, las organizaciones obreras (PSOE, UGT, CNT, PCE) y parte de la Guardia Civil y de Asalto, especialmente en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao. El fracaso parcial del golpe dio inicio a una cruenta guerra civil que duraría casi tres años.

La Batalla de Madrid (Julio 1936 – Marzo 1937)

El objetivo inicial de los sublevados fue la conquista de Madrid, capital de la República. En agosto, las tropas del Ejército de África (Legión y Regulares), al mando de Franco, cruzaron el Estrecho de Gibraltar (con ayuda aérea alemana e italiana), avanzaron rápidamente por Andalucía y Extremadura (cometiendo brutales masacres como la de Badajoz) y, tras liberar el Alcázar de Toledo, llegaron a las puertas de Madrid en octubre de 1936. Sin embargo, la defensa de la ciudad, organizada bajo el lema «¡No pasarán!», logró resistir el asalto. La llegada de las primeras Brigadas Internacionales (voluntarios antifascistas de todo el mundo) y de material bélico soviético (aviones y tanques) fue crucial para impedir la caída de la capital. Los ejércitos sublevados intentaron cercar Madrid, pero fueron derrotados en las batallas del Jarama (febrero 1937) y Guadalajara (marzo 1937, primera gran derrota del fascismo italiano).

La Caída del Frente Norte (Abril – Octubre 1937)

Tras fracasar en su intento de tomar Madrid, las tropas de Franco cambiaron de estrategia y se dirigieron a conquistar la franja cantábrica republicana (Asturias, Santander y País Vasco), una zona industrial y minera vital. La ofensiva contó con el apoyo decisivo de la aviación alemana (Legión Cóndor) e italiana. El 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor bombardeó brutalmente la ciudad vasca de Gernika, un ataque que conmocionó a la opinión pública internacional y fue inmortalizado por Picasso. Después atacaron el llamado «cinturón de hierro» de Bilbao, ocupando la ciudad en junio de 1937. Posteriormente cayeron Santander (agosto) y Asturias (octubre). Con el control de los recursos industriales y mineros del norte, los sublevados podían concentrar sus fuerzas en el frente oriental.

El Camino hacia el Final (Octubre 1937 – Abril 1939)

En octubre de 1937, el gobierno republicano, que se había trasladado a Valencia, se estableció en Barcelona. En el invierno de 1937-1938, los republicanos lanzaron una ofensiva en Teruel para aliviar la presión sobre otros frentes, pero tras una dura batalla, Franco recuperó la ciudad en febrero de 1938. A continuación, las tropas franquistas lanzaron una gran ofensiva en el frente de Aragón, rompieron las líneas republicanas y avanzaron hacia el mar Mediterráneo, alcanzándolo en Vinaroz (Castellón) en abril de 1938. Este avance dividió el territorio republicano en dos zonas (Cataluña aislada del resto). En julio de 1938, el ejército republicano lanzó una última y desesperada ofensiva cruzando el río Ebro (la Batalla del Ebro), la más larga y sangrienta de la guerra. Tras meses de combates, la ofensiva fracasó y la derrota republicana selló el destino de la guerra. La caída de Cataluña fue rápida: Barcelona cayó en enero de 1939. En la zona centro-sur republicana, un golpe de estado liderado por el coronel Casado derrocó al gobierno de Negrín en marzo de 1939, intentando negociar una rendición con Franco, pero este exigió la rendición incondicional. Madrid cayó el 28 de marzo. La guerra acabó oficialmente el 1 de abril de 1939 con la victoria total del bando sublevado.

Apoyo Internacional

La Guerra Civil Española estalló en un momento de máxima tensión internacional, con el ascenso de los fascismos en Europa y la creciente polarización ideológica entre democracias, fascismos y comunismo. Aunque 27 países europeos firmaron un Acuerdo de No Intervención en agosto de 1936, promovido por Francia y Reino Unido para evitar la internacionalización del conflicto, en la práctica fue una farsa, ya que las potencias fascistas y la URSS intervinieron activamente:

  • El bando sublevado (franquista) recibió una ayuda militar masiva y decisiva de la Italia Fascista de Mussolini (Corpo Truppe Volontarie, aviación) y de la Alemania Nazi de Hitler (Legión Cóndor, asesores, material bélico), a cambio de futuras concesiones económicas y materias primas estratégicas españolas (hierro, wolframio). Portugal también apoyó a los sublevados.
  • La República contó con el apoyo material (armas, tanques, aviones, asesores militares) de la URSS de Stalin, que fue pagado con las reservas de oro del Banco de España (el «oro de Moscú»). Francia, aunque oficialmente no intervino, permitió inicialmente el paso de armas y voluntarios, y México ofreció apoyo diplomático y material. La República también recibió un importante apoyo moral y político de intelectuales y personalidades progresistas de todo el mundo (como Einstein, Hemingway u Orwell) y, sobre todo, de los miles de voluntarios antifascistas (entre 35.000 y 60.000 según las fuentes) que se alistaron en las Brigadas Internacionales, unidades militares organizadas por la Komintern (Internacional Comunista).

Vida Durante la Guerra y Consecuencias

Durante la Guerra Civil Española, la vida cotidiana fue extremadamente dura para la población civil, especialmente en las zonas republicanas, que sufrieron bombardeos aéreos sistemáticos sobre ciudades (considerados un ensayo para la Segunda Guerra Mundial). Madrid y Barcelona, al ser sedes del gobierno republicano en diferentes momentos e importantes centros industriales y demográficos, fueron particularmente afectadas. La población buscaba refugio en sótanos y en las estaciones de metro adaptadas. La escasez de alimentos fue un problema constante en la zona republicana, llevando a hambrunas, al aumento descontrolado de precios (mercado negro) y al racionamiento. Un ejemplo trágico de la violencia contra civiles fue el bombardeo de Gernika por la Legión Cóndor.

En la zona sublevada, aunque también hubo bombardeos republicanos, la situación alimentaria fue generalmente mejor gracias al control de las principales áreas agrarias. Sin embargo, en ambas zonas se desató una brutal represión en la retaguardia contra los considerados enemigos políticos o ideológicos. Los «paseos» (sacas de presos y ejecuciones extrajudiciales) y los fusilamientos masivos fueron una forma común de violencia y venganza política durante y después del conflicto.

Consecuencias de la Guerra
  • Pérdidas Humanas: Las cifras exactas son difíciles de establecer, pero se estiman entre 500.000 y 600.000 muertos directamente relacionados con la guerra. De ellos, unos 160.000 serían combatientes muertos en el frente, alrededor de 150.000 víctimas de la represión en ambas retaguardias durante la guerra, y el resto civiles muertos por bombardeos, hambre y enfermedades. A estas cifras hay que añadir entre 40.000 y 50.000 personas ejecutadas por el régimen franquista en la dura posguerra (hasta finales de los años 40).
  • Exilio Republicano: La derrota republicana provocó uno de los mayores éxodos de la historia de España. Tras la caída de Cataluña en febrero de 1939, unos 450.000 republicanos (civiles y militares) cruzaron la frontera francesa huyendo de las represalias franquistas. Muchos fueron confinados por las autoridades francesas en campos de internamiento improvisados en playas (como Argelès-sur-Mer o Saint-Cyprien) en condiciones infrahumanas. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, miles de exiliados españoles se unieron a la Resistencia francesa contra la ocupación nazi o fueron deportados a campos de concentración alemanes (especialmente Mauthausen). También hubo una importante acogida de exiliados en países de Latinoamérica, sobre todo en México (alrededor de 22.000 intelectuales, profesionales y niños). Este exilio supuso una enorme pérdida intelectual, científica y cultural para España.
  • Destrucción económica: La contienda causó enormes pérdidas materiales: destrucción de infraestructuras (puentes, ferrocarriles, puertos, industrias), del parque de viviendas (unas 500.000 destruidas o dañadas) y del tejido productivo. La producción industrial se redujo drásticamente por falta de materias primas, energía y capital. La producción agrícola se hundió por la pérdida de mano de obra, la colectivización forzosa en zona republicana, la falta de abonos y la destrucción de ganado. El comercio interior y exterior quedó desarticulado. La renta nacional no recuperó los niveles previos a la guerra (1935) hasta bien entrada la década de 1950. La guerra dejó una España empobrecida y aislada internacionalmente.
  • Instauración de la Dictadura Franquista: La consecuencia política más importante fue el establecimiento de una larga dictadura militar (1939-1975) liderada por el general Franco, que suprimió las libertades democráticas, persiguió a los vencidos e impuso un régimen autoritario, nacionalista y católico.

La Guerra Fría

Orígenes y Características (1947-1991)

La Guerra Fría fue el sistema de relaciones internacionales que emergió tras la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente en 1947, y que perduró hasta la disolución de la URSS en 1991. Se caracterizó por un enfrentamiento político, económico, ideológico, tecnológico y militar (aunque nunca directo a gran escala) entre las dos nuevas superpotencias mundiales: los Estados Unidos (EE. UU.), líder del bloque occidental-capitalista, y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), líder del bloque oriental-comunista. Aunque aliados durante la guerra contra el Eje, las profundas diferencias ideológicas y los intereses geopolíticos contrapuestos provocaron la ruptura y el inicio de la tensión casi inmediatamente después de la derrota de Alemania y Japón.

Algunos de los primeros episodios que marcaron el inicio de la Guerra Fría fueron:

  • Guerra civil en Grecia (1946-1949): Se enfrentaron guerrillas comunistas (apoyadas por Yugoslavia) y fuerzas monárquicas (apoyadas por el Reino Unido y, decisivamente, por EE. UU.). La victoria monárquica fue vista como el primer éxito de la política de contención estadounidense.
  • El «Telón de Acero» (1946): El ex primer ministro británico Winston Churchill utilizó esta famosa expresión en un discurso en Fulton (Misuri, EE. UU.) para describir la división ideológica y física que se estaba estableciendo en Europa, separando a los países bajo influencia soviética en el Este de los países occidentales.
  • Crisis de Irán y Turquía (1946-1947): La URSS presionó a estos países para obtener concesiones territoriales y petrolíferas y mantener tropas en Irán más allá de lo acordado. La firmeza de EE. UU. (Doctrina Truman) forzó la retirada soviética.

Se estableció así un sistema bipolar de relaciones internacionales basado en la tensión constante y el equilibrio del terror, con las siguientes características:

  • La carrera de armamentos: una competencia frenética por desarrollar armas cada vez más poderosas, especialmente armas nucleares (bomba atómica, bomba de hidrógeno), pero también químicas y biológicas, y sistemas para transportarlas (misiles balísticos intercontinentales – ICBM). Paralelamente, se desarrolló la carrera espacial, con importantes hitos como el lanzamiento del Sputnik soviético (1957) o la llegada del hombre a la Luna estadounidense (1969).
  • La política del borde del abismo (brinkmanship): La disuasión mutua basada en la amenaza nuclear. Ambas superpotencias acumularon arsenales capaces de destruir al adversario varias veces (doctrina de la «Destrucción Mutua Asegurada» o MAD), lo que paradójicamente evitó un conflicto directo a gran escala entre ellas por miedo a la aniquilación total.
  • Los conflictos regionales o «guerras subsidiarias» (proxy wars): Dado que un enfrentamiento directo era demasiado peligroso, la rivalidad se trasladó a terceros países, donde cada superpotencia apoyaba militar, económica y políticamente a un bando afín a sus intereses. Ejemplos clave fueron las guerras de Corea, Vietnam, Afganistán, y numerosos conflictos en África, Asia y América Latina.
  • La intensa propaganda ideológica utilizada por ambos bloques para exaltar las virtudes del propio sistema (democracia liberal y capitalismo vs. socialismo y planificación centralizada) y desacreditar al adversario, buscando ganar influencia en el resto del mundo (especialmente en los países recién descolonizados).
  • El desarrollo a gran escala del espionaje y los servicios secretos (la CIA – Agencia Central de Inteligencia por parte de EE. UU., y el KGB – Comité para la Seguridad del Estado por parte de la URSS). La obtención de información militar, tecnológica y política sobre el enemigo se consideraba crucial.

Los Bloques Antagónicos

El Bloque Occidental (Capitalista)

Liderado por Estados Unidos, estaba formado por la mayoría de los países de Europa Occidental (a excepción inicial de España y Portugal, por sus regímenes dictatoriales), Canadá, Japón, Australia y otros aliados en distintas partes del mundo. Estos países establecieron o consolidaron sistemas políticos basados en la democracia liberal (pluripartidismo, elecciones libres, derechos y libertades individuales) y un modelo económico capitalista de libre mercado, aunque con distintos grados de intervención estatal (Estado del Bienestar en Europa). Se estructuró política, económica y militarmente a través de varias iniciativas:

  • La Doctrina Truman (1947): Anunciada por el presidente Harry S. Truman, establecía la política de «contención» del comunismo. EE. UU. se comprometía a ofrecer ayuda política, económica y militar a cualquier país que se sintiera amenazado por la expansión soviética o por guerrillas comunistas internas (aplicada inicialmente a Grecia y Turquía).
  • El Plan Marshall (Programa de Recuperación Europea, 1948-1952): Un masivo programa de ayuda económica estadounidense (unos 13.000 millones de dólares de la época) ofrecido a los países europeos para la reconstrucción de sus economías devastadas por la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo era tanto humanitario como político: reactivar la economía europea para frenar el descontento social y la posible expansión del comunismo. Diecisiete países aceptaron la ayuda. España fue excluida inicialmente debido a la naturaleza dictatorial del régimen franquista.
  • La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN, 1949): Una alianza militar defensiva creada por EE. UU., Canadá y diez países de Europa Occidental (luego se ampliaría). Su principio fundamental era la defensa colectiva: un ataque armado contra uno de sus miembros sería considerado como un ataque contra todos. Fue la principal estructura militar del bloque occidental frente a la URSS y sus aliados.

El Bloque Oriental (Comunista)

Liderado por la Unión Soviética, estaba formado por países de Europa Central y Oriental donde la URSS impuso regímenes comunistas tras la Segunda Guerra Mundial (Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Alemania Oriental – RDA), conocidos como «democracias populares«. En la práctica, eran regímenes de partido único (el Partido Comunista), con una economía centralizada y planificada por el Estado, una fuerte limitación de los derechos y libertades individuales, y una dura represión de cualquier forma de oposición política o disidencia, todo ello bajo la estrecha supervisión y control de Moscú. Se estructuró a través de organismos paralelos a los occidentales:

  • Kominform (Oficina de Información Comunista, 1947-1956): Organismo creado para coordinar las políticas de los partidos comunistas europeos bajo la dirección estricta de Moscú, asegurando la lealtad a la línea soviética.
  • Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON o CAME, 1949): Organización de cooperación económica entre la URSS y sus países satélites de Europa Oriental (y posteriormente otros países comunistas como Cuba, Vietnam o Mongolia). Su objetivo era coordinar la planificación económica centralizada, fomentar el comercio dentro del bloque y establecer un sistema de ayuda mutua, aunque en la práctica sirvió para subordinar las economías nacionales a los intereses soviéticos.
  • Pacto de Varsovia (1955): Alianza militar formada por la URSS y sus aliados de Europa Oriental como respuesta directa a la creación de la OTAN y al rearme de Alemania Occidental. Además de su función defensiva teórica, el Pacto de Varsovia sirvió como instrumento para mantener el control militar y político soviético sobre los países del bloque, justificando intervenciones militares para aplastar movimientos reformistas o disidentes (como en Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968).

Principales Conflictos y Crisis

Máxima Tensión (1948-1953)

La Crisis de Berlín (1948-1949)

Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania y su capital, Berlín, quedaron divididas en cuatro zonas de ocupación administradas por las potencias vencedoras: EE. UU., Reino Unido, Francia y la URSS. Berlín, aunque situada geográficamente en medio de la zona soviética, también estaba dividida en cuatro sectores. En 1948, los aliados occidentales (EE. UU., Reino Unido y Francia) decidieron unificar económicamente sus zonas de ocupación en Alemania (creando la «Trizona») e introducir una nueva moneda (el Deutsche Mark), como paso previo a la creación de un estado alemán occidental (la futura RFA). La URSS consideró estas medidas una violación de los acuerdos de posguerra y respondió bloqueando todos los accesos terrestres (carreteras, ferrocarriles, canales) a los sectores occidentales de Berlín, dejando aislada a la población (más de dos millones de personas). Para evitar la caída de Berlín Oeste y garantizar el suministro de alimentos, combustible y bienes de primera necesidad, EE. UU. y sus aliados organizaron un gigantesco puente aéreo que duró casi un año. Ante el éxito del puente aéreo y la determinación occidental, Stalin finalmente levantó el bloqueo en mayo de 1949. Poco después, se formalizó la división de Alemania en dos estados: la República Federal Alemana (RFA) en el oeste, integrada en el bloque occidental, y la República Democrática Alemana (RDA) en el este, integrada en el bloque soviético.

El Triunfo Comunista en China (1949)

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, se reanudó la guerra civil en China entre el Partido Nacionalista Chino (Kuomintang), liderado por Chiang Kai-shek y apoyado por EE. UU., y el Partido Comunista Chino, liderado por Mao Zedong y apoyado por la URSS. En 1949, las fuerzas comunistas obtuvieron la victoria final. Mao proclamó la República Popular China el 1 de octubre de 1949. Chiang Kai-shek y los restos del ejército nacionalista se retiraron a la isla de Taiwán, donde establecieron un régimen propio. El triunfo comunista en el país más poblado del mundo fue un duro golpe para EE. UU. y alteró significativamente el equilibrio geoestratégico en Asia. China y la URSS firmaron un tratado de amistad y ayuda mutua en 1950, aunque sus relaciones se deteriorarían más adelante.

La Guerra de Corea (1950-1953)

Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Corea, que había sido colonia japonesa, fue dividida temporalmente en dos zonas de ocupación por el paralelo 38: el norte bajo influencia soviética y el sur bajo influencia estadounidense. Esta división se consolidó con la creación de dos estados antagónicos:

  • Corea del Norte (República Popular Democrática de Corea), con un régimen comunista liderado por Kim Il Sung.
  • Corea del Sur (República de Corea), con un régimen autoritario pro-occidental liderado por Syngman Rhee.

En junio de 1950, el ejército de Corea del Norte invadió Corea del Sur con el objetivo de reunificar el país bajo el comunismo. El ejército surcoreano fue rápidamente arrollado. EE. UU. reaccionó inmediatamente, logrando que el Consejo de Seguridad de la ONU (aprovechando la ausencia del delegado soviético) condenara la agresión y autorizara una intervención militar internacional bajo mando estadounidense para defender a Corea del Sur. Las fuerzas de la ONU, lideradas por el general Douglas MacArthur, no solo lograron repeler la invasión, sino que avanzaron profundamente en Corea del Norte, acercándose a la frontera con China. Ante esta amenaza, la China comunista intervino masivamente en apoyo de Corea del Norte, haciendo retroceder a las fuerzas de la ONU. MacArthur propuso usar armas atómicas contra China, pero fue destituido por el presidente Truman para evitar una escalada mayor. Tras dos años de guerra de posiciones con enormes bajas en ambos bandos, la incapacidad de lograr una victoria militar clara llevó a la firma de un armisticio en Panmunjom en julio de 1953, que restableció la frontera aproximadamente en el paralelo 38. Técnicamente, las dos Coreas siguen en estado de guerra, ya que nunca se firmó un tratado de paz definitivo, y la península coreana sigue siendo uno de los puntos más calientes del planeta.

La Coexistencia Pacífica (1953-1962)

Tras la muerte de Stalin en 1953 y el final de la Guerra de Corea, se inició una nueva fase en las relaciones entre las superpotencias, caracterizada por una menor tensión directa y la aceptación mutua de la existencia del otro bloque, aunque la rivalidad y la competencia continuaron. En EE. UU., Dwight D. Eisenhower fue elegido presidente, y en la URSS, Nikita Jrushchov emergió como el nuevo líder tras un periodo de transición. Ambos parecían más dispuestos a la negociación y al diálogo para evitar una guerra nuclear, aunque esta etapa también estuvo marcada por graves crisis.

Conflictos Dentro de los Bloques
Revolución Húngara (1956)

En varios países comunistas de Europa del Este estallaron revueltas populares contra el dominio soviético y las duras condiciones impuestas por los regímenes locales. La más importante fue la Revolución Húngara. En octubre de 1956, manifestaciones estudiantiles en Budapest demandando reformas democráticas y mayor independencia de la URSS derivaron en una insurrección popular a la que se unió parte del ejército húngaro. El gobierno reformista de Imre Nagy anunció la salida de Hungría del Pacto de Varsovia y solicitó el reconocimiento de su neutralidad. La respuesta soviética fue brutal: el Ejército Rojo invadió Hungría, aplastó la revolución tras duros combates (especialmente en Budapest) y reinstauró un régimen comunista leal a Moscú, liderado por János Kádár. Imre Nagy fue arrestado y ejecutado posteriormente. La intervención demostró que la URSS no toleraría ninguna desviación dentro de su esfera de influencia.

Crisis de Suez (1956)

En julio de 1956, el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, líder del nacionalismo árabe, nacionalizó el Canal de Suez, una vía marítima estratégica hasta entonces controlada por una compañía de capital mayoritariamente británico y francés. En respuesta, Reino Unido, Francia e Israel (que tenía sus propios contenciosos con Egipto) lanzaron una operación militar coordinada para recuperar el control del canal y derrocar a Nasser. Sin embargo, la intervención fue condenada tanto por EE. UU. como por la URSS. La presión conjunta de las dos superpotencias obligó a las fuerzas invasoras a retirarse, dejando el canal bajo control egipcio. La crisis de Suez marcó el declive definitivo de Reino Unido y Francia como potencias mundiales de primer orden y evidenció el nuevo poder de las dos superpotencias en la escena internacional.

Conflictos Directos entre Bloques
El Muro de Berlín (1961)

Tras la división de Alemania, Berlín Occidental (perteneciente a la RFA) se había convertido en una «isla» capitalista y democrática dentro de la comunista RDA, y en una vía de escape para muchos ciudadanos de Alemania Oriental descontentos con el régimen. Entre 1949 y 1961, se estima que unos 2,7 millones de alemanes orientales huyeron a la RFA, la mayoría a través de Berlín Occidental, lo que suponía una sangría demográfica y económica para la RDA y un desprestigio para el bloque comunista. Para frenar esta fuga masiva, en la noche del 12 al 13 de agosto de 1961, las autoridades comunistas de la RDA, con el respaldo soviético, comenzaron a construir un muro de hormigón y alambre de espino que rodeó completamente Berlín Occidental, separando familias y amigos y convirtiéndose en el símbolo más tangible y odiado de la Guerra Fría y del Telón de Acero. El Muro de Berlín permaneció en pie durante casi treinta años.

La Crisis de los Misiles en Cuba (1962)

Cuba, tradicionalmente un país bajo fuerte influencia estadounidense, experimentó una revolución en 1959 que llevó al poder a la guerrilla liderada por Fidel Castro, derrocando al dictador Fulgencio Batista, aliado de EE. UU. El nuevo régimen cubano pronto adoptó políticas socialistas y nacionalizó propiedades estadounidenses, lo que provocó la hostilidad de Washington. En abril de 1961, EE. UU. apoyó una invasión de exiliados cubanos anticastristas en Bahía de Cochinos (Playa Girón), que fracasó estrepitosamente. Este fracaso empujó a Castro a buscar una alianza más estrecha con la URSS. En octubre de 1962, aviones espía estadounidenses descubrieron que la URSS estaba instalando en Cuba rampas de lanzamiento para misiles nucleares de alcance medio, capaces de alcanzar gran parte del territorio de EE. UU. El presidente John F. Kennedy reaccionó decretando un bloqueo naval de Cuba para impedir la llegada de más misiles y exigiendo el desmantelamiento de las bases existentes, amenazando con una invasión si no se cumplían sus demandas. Durante trece días, el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear. Finalmente, tras intensas negociaciones secretas, el líder soviético Nikita Jrushchov aceptó retirar los misiles a cambio del compromiso estadounidense de no invadir Cuba y de retirar secretamente misiles estadounidenses obsoletos de Turquía. La crisis de los misiles fue el momento de mayor peligro de la Guerra Fría, pero también llevó a las superpotencias a tomar conciencia de la necesidad de controlar la carrera armamentística y mejorar la comunicación. Poco después, se estableció el llamado «teléfono rojo«, una línea de comunicación directa entre la Casa Blanca y el Kremlin para gestionar crisis futuras.

Rebrote de la Tensión y Distensión (Años 60 y 70)

Tras la crisis de los misiles, hubo intentos de reducir la tensión (período conocido como Détente o Distensión), con la firma de algunos tratados de control de armas (como el Tratado de No Proliferación Nuclear – TNP, 1968; o los acuerdos SALT I, 1972). Sin embargo, la rivalidad continuó y surgieron nuevos focos de conflicto, a la vez que se producían intervenciones dentro de los propios bloques.

La Primavera de Praga (1968)

En Checoslovaquia, el nuevo líder del Partido Comunista, Alexander Dubček, impulsó un programa de reformas conocido como la «Primavera de Praga». Buscaba crear un «socialismo con rostro humano», introduciendo medidas como la abolición de la censura, mayor libertad de expresión y reunión, reformas económicas y una posible federalización del país. Estas reformas despertaron grandes esperanzas de cambio democrático dentro del bloque comunista, pero alarmaron a la cúpula dirigente soviética y a los líderes de otros países del Pacto de Varsovia, que temían un contagio y la pérdida de control. En agosto de 1968, tropas del Pacto de Varsovia (lideradas por la URSS, con la participación de Polonia, Hungría, Bulgaria y Alemania Oriental) invadieron Checoslovaquia para sofocar las reformas. Hubo resistencia civil pacífica, pero no militar. Dubček fue depuesto y sustituido por un líder leal a Moscú (Gustáv Husák), iniciándose un período de dura represión conocido como «normalización». La intervención reafirmó la llamada «Doctrina Brézhnev» (o doctrina de la soberanía limitada), que justificaba la intervención soviética en cualquier país del bloque donde el socialismo estuviera en peligro.

Conflictos en Oriente Próximo

Desde la creación del Estado de Israel en 1948 con el apoyo de EE. UU. y otras potencias occidentales, los enfrentamientos con los países árabes vecinos (apoyados en gran medida por la URSS) fueron constantes, convirtiendo la región en un escenario clave de la Guerra Fría. Las guerras árabe-israelíes (1948, 1956, 1967, 1973) se sucedieron. En octubre de 1973, durante la festividad judía del Yom Kippur, Egipto y Siria, buscando recuperar los territorios perdidos en la Guerra de los Seis Días (1967), lanzaron un ataque sorpresa coordinado contra Israel. Tras unos primeros éxitos árabes, Israel, con un masivo puente aéreo de armas estadounidenses, logró contraatacar y derrotar a ambos países. La guerra tuvo una consecuencia económica global de enorme magnitud: los países árabes miembros de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) decidieron usar el petróleo como arma política, decretando un embargo de crudo a los países que apoyaban a Israel (principalmente EE. UU. y Holanda) y reduciendo drásticamente la producción. Esto provocó la primera gran crisis del petróleo (1973), multiplicando los precios del crudo y desencadenando una grave recesión económica en los países industrializados occidentales que duró varios años.

La Guerra de Vietnam (c. 1955-1975)

Tras la derrota y retirada de Francia de su colonia de Indochina en 1954 (Acuerdos de Ginebra), Vietnam quedó dividido temporalmente en dos estados por el paralelo 17:

  • Vietnam del Norte (República Democrática de Vietnam): Régimen comunista, capital Hanói, líder Ho Chi Minh. Apoyado por la URSS y China.
  • Vietnam del Sur (República de Vietnam): Régimen dictatorial anticomunista, capital Saigón, apoyado por EE. UU.

En Vietnam del Sur surgió una poderosa guerrilla comunista, el Vietcong (Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur), apoyada por Vietnam del Norte, que amenazaba con derrocar al gobierno de Saigón. EE. UU., aplicando la «teoría del dominó» (si un país caía en el comunismo, los vecinos le seguirían), incrementó progresivamente su ayuda militar y económica a Vietnam del Sur. Tras el incidente del Golfo de Tonkín en 1964, EE. UU. inició una intervención militar directa a gran escala, enviando cientos de miles de soldados y llevando a cabo intensos bombardeos sobre Vietnam del Norte y las rutas de suministro del Vietcong. Sin embargo, a pesar de su abrumadora superioridad tecnológica y militar, EE. UU. se vio atrapado en una larga y sangrienta guerra de guerrillas contra un enemigo muy motivado que contaba con un amplio apoyo popular y la ayuda de China y la URSS. La guerra se volvió enormemente impopular en EE. UU. y en el resto del mundo debido a las numerosas bajas estadounidenses, las atrocidades cometidas (como la masacre de My Lai) y la falta de una victoria clara. Finalmente, tras los Acuerdos de Paz de París en 1973, EE. UU. retiró sus tropas. La lucha entre vietnamitas continuó hasta 1975, cuando las fuerzas comunistas tomaron Saigón, reunificando el país bajo un régimen comunista en 1976. La guerra causó la muerte de más de 2 millones de vietnamitas y unos 58.000 soldados estadounidenses, además de millones de heridos y refugiados, y dejó un país devastado física y ecológicamente (por el uso de agentes químicos como el Agente Naranja).

Dictaduras en América Latina

Durante la Guerra Fría, EE. UU. apoyó e incluso impulsó golpes de Estado militares en numerosos países de América Latina con el fin de derrocar gobiernos considerados de izquierda o simplemente no alineados con sus intereses, y para evitar el surgimiento de «nuevas Cubas». En el marco de la llamada Doctrina de Seguridad Nacional, se instauraron brutales dictaduras militares que violaron sistemáticamente los derechos humanos (torturas, desapariciones, asesinatos). Algunos ejemplos notorios fueron:

  • Paraguay: Dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989).
  • Brasil: Dictadura militar (1964-1985), con varios generales presidentes, el último fue João Baptista Figueiredo.
  • Bolivia: Dictadura de Hugo Banzer (1971-1978).
  • Chile: Dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), tras derrocar al gobierno socialista de Salvador Allende.
  • Argentina: Dictadura de la Junta Militar (1976-1983), iniciada con el golpe de Estado liderado por Jorge Rafael Videla.

El Final de la Guerra Fría (Años 80 – 1991)

A finales de los años 70 y principios de los 80, se produjo un rebrote de la tensión («Segunda Guerra Fría»), marcado por la invasión soviética de Afganistán (1979) y la llegada al poder de líderes conservadores y anticomunistas en Occidente, como Margaret Thatcher en Reino Unido y Ronald Reagan en EE. UU. Reagan impulsó una política exterior muy agresiva contra la URSS («Imperio del Mal»), aumentó enormemente el gasto militar (incluyendo el proyecto «Guerra de las Galaxias» – Iniciativa de Defensa Estratégica) y apoyó a guerrillas anticomunistas en todo el mundo.

Esta política coincidió con un período de profunda crisis interna en la URSS. El sistema económico soviético se mostraba cada vez más ineficaz y estancado, incapaz de satisfacer las necesidades de la población y de competir tecnológicamente con Occidente. El enorme gasto militar, agravado por la costosa guerra en Afganistán, suponía una carga insostenible. Además, crecía el descontento social y las demandas de libertad en los países de Europa del Este.

En 1985, llegó al poder en la URSS Mijaíl Gorbachov, un líder reformista consciente de la gravedad de la crisis. Gorbachov impulsó un ambicioso programa de reformas internas conocido como Perestroika (reestructuración económica, introduciendo elementos de mercado) y Glasnost (transparencia informativa y política, permitiendo mayor libertad de expresión y crítica). En política exterior, Gorbachov buscó la distensión con EE. UU. para reducir el gasto militar y poder centrarse en las reformas internas. Dialogó con Reagan y su sucesor, George H.W. Bush, firmando importantes acuerdos de desarme nuclear, como el Tratado INF (1987) para eliminar misiles nucleares de alcance intermedio en Europa.

La política de Glasnost y la decisión de Gorbachov de no intervenir militarmente en los asuntos internos de los países de Europa del Este (fin de la Doctrina Brézhnev) tuvieron consecuencias revolucionarias. En 1989, una oleada de revoluciones pacíficas derribó los regímenes comunistas en Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria y Rumanía (esta última con violencia). El símbolo más poderoso de este cambio fue la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, que abrió el camino a la reunificación de Alemania en octubre de 1990.

Las reformas de Gorbachov también desataron fuerzas centrífugas dentro de la propia URSS. Las diferentes repúblicas que la componían empezaron a reclamar mayor autonomía e incluso la independencia, alentadas por el resurgimiento de los nacionalismos y la creciente crisis económica y política. En agosto de 1991, un intento de golpe de Estado por parte de sectores conservadores del Partido Comunista y del ejército para frenar las reformas fracasó gracias a la resistencia popular liderada por Borís Yeltsin (presidente de la República Rusa). Este fracaso aceleró la desintegración de la URSS. En diciembre de 1991, Gorbachov dimitió, se disolvió formalmente el Pacto de Varsovia y la URSS dejó de existir, dando lugar a quince nuevas repúblicas independientes. Con la desaparición de uno de los dos contendientes, la Guerra Fría llegó a su fin.

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