El Reinado de Felipe II: Política Interior, Exterior y Organización

Felipe II (1556-1598): El Reinado

El reinado de Felipe II se caracteriza por una reafirmación de la tendencia absolutista-centralista y por la radicalización religiosa debido a la presión de los calvinistas y la aparición del anglicanismo. El objetivo de Felipe II era consolidar la hegemonía hispana a través de la potencia económica-militar de Castilla y de su imperio colonial. Defendió la unidad del catolicismo, tanto en el interior como en el exterior. Con Felipe II el imperio llega a su máxima expansión, al heredar el trono de Portugal en 1580 y sus posesiones en el Índico.

Política Interior

Principales problemas a los que tuvo que enfrentarse Felipe II:

La Sublevación de los Moriscos Granadinos (1558)

La numerosa población musulmana del reino de Granada continuaba secretamente apegada a sus creencias. Felipe II decidió intensificar su cristianización, pues los consideraba peligrosos en caso de ataque de los turcos, a quienes podían unirse. La prohibición del uso de su lengua y sus costumbres soliviantó a los moriscos, originándose una gran rebelión en Las Alpujarras en 1558. Se inició una larga guerra de guerrillas en la que los moriscos contaron con algún apoyo de los turcos y resistieron los ataques de los ejércitos de Felipe II. Después de tres años de lucha, don Juan de Austria pudo sofocar la rebelión. Las tierras granadinas se repoblaron con cristianos viejos de Castilla, Galicia y Asturias.

El Asunto Antonio Pérez y las Alteraciones de Aragón

Antonio Pérez era un secretario de Felipe II que se vio envuelto en el asesinato de Escobedo, agente de don Juan de Austria. Antonio Pérez se refugió en Aragón al amparo del Justicia Mayor de ese reino. Felipe II exigió su entrega y al serle denegada entró en Zaragoza por la fuerza. El Justicia Mayor fue condenado a muerte y la institución quedó controlada por el rey. Quedaron recortados los fueros en lo que se refería a la limitación del poder real. Antonio Pérez escapa a Francia y se desarrolló una activa propaganda de descrédito de Felipe II (la «Leyenda Negra«).

Política Exterior

La defensa del catolicismo y la continuación de las luchas de su padre llevaron a Felipe II a mantener varios frentes de intervención:

Contra Francia

Felipe II tuvo que luchar contra Francia, cuyo rey era Enrique II, quien, presionado por el Papado, volvió a declarar la guerra a España. Los tercios españoles derrotaron a los franceses en la batalla de San Quintín en 1557 y en Gravelinas en 1558, por lo que Enrique II tuvo que firmar la Paz de Cateau-Cambrésis en 1559, renunciando a toda pretensión sobre Italia. Felipe II, viudo en segundas nupcias de María Tudor, reina de Inglaterra, se casó con la hija del rey de Francia, Isabel de Valois. Más tarde, en Francia, durante las sangrientas luchas civiles entre calvinistas y católicos, intervino Felipe II a favor del bando católico.

Contra el Turco

Los turcos se apoderan de Trípoli y atacan las islas de Malta y Chipre. Estas acciones provocan que el Papa Pío V convoque a las naciones cristianas, organizándose en la «Liga Santa» (Venecia, el Papado y España). Esta unión será mandada por don Juan de Austria para luchar contra los turcos en Lepanto, cerca de Grecia. La Escuadra de la Liga Santa vencerá a los turcos en 1571.

La Lucha por Portugal

Felipe II reclamó la corona portuguesa por ser hijo y nieto de princesas portuguesas. Fue reconocido rey de Portugal en las Cortes de Tomar en 1581, con lo que triunfó la política matrimonial de los Reyes Católicos para unir Portugal con los demás reinos hispanos.

El Enfrentamiento con Inglaterra

Isabel I era protestante y apoyaba abiertamente las expediciones de los piratas ingleses contra las colonias españolas de América y contra las flotas que regresaban cargadas de metales preciosos. Ayudaba a los hugonotes y a los rebeldes holandeses, por lo que Felipe II decidió destronarla y restablecer el catolicismo en Inglaterra en la figura de María Estuardo, católica y reina de Escocia. Isabel I mandó una expedición de socorro a los rebeldes holandeses y mandó ejecutar a María Estuardo. Felipe II preparó una poderosa flota, la Armada Invencible, en 1588, con la idea de invadir Inglaterra, pero la empresa terminó en un auténtico fracaso, ya que la flota fue destrozada por los ingleses y el temporal.

La Cuestión de los Países Bajos

Holanda se había convertido al calvinismo. Todas las medidas tomadas por Felipe II para impedirlo chocaron con una fuerte oposición de la nobleza holandesa, cuya actitud provocó la violenta sublevación de los Países Bajos, guerra que tenía carácter político-religioso. Felipe II envió al Duque de Alba para reprimir dicha revuelta. Durante varios años, el Duque de Alba llevó a cabo enérgicas campañas contra los rebeldes. Felipe II lo destituyó y al final colocó en el trono de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y su marido. Bélgica y Luxemburgo aceptarán a la nueva soberana, pero las provincias protestantes del norte, agrupadas en la Unión de Utrecht y bajo el gobierno de Guillermo de Orange, se declararon políticamente independientes.

Organización Política de la Monarquía en el Siglo XVI

La monarquía hispánica estaba constituida por varios reinos, cada uno de los cuales tenía sus Cortes, leyes e instituciones propias, si bien el soberano era común:

  • Corona de Castilla: integrada por los reinos de Castilla y Navarra. El País Vasco pertenecía a Castilla, aunque tenía cierta personalidad administrativa. Las Indias.
  • Corona de Aragón: formada por los reinos de Aragón, Valencia, el principado de Cataluña, Mallorca, Sicilia, Nápoles, y Cerdeña.

Desde el reinado de Felipe II, Portugal estuvo incorporado a la monarquía española desde 1581. A partir de Felipe II, el rey residió habitualmente en Castilla, poniendo la capital definitiva en Madrid en 1561, por lo que este reino no necesitó de virrey. Castilla, centro de gravedad de la monarquía española, desde donde se gobernaba a los demás estados, siendo castellanos la mayoría de los hombres relevantes de la época: militares, políticos, artistas.

Evolución hacia el Absolutismo

La monarquía española fue evolucionando hacia el absolutismo, es decir, hacia la concentración de todos los poderes, sin limitación alguna, en el monarca. El absolutismo real tuvo un carácter distinto según los diversos reinos: en Castilla el poder real fue ilimitado; en los demás estados, el poder del monarca estuvo limitado por las instituciones políticas de cada uno de ellos.

Estructura de Gobierno

El gobierno de tan extensos dominios provocó la ampliación de los Consejos. Había un Consejo por cada Reino y para los asuntos importantes. Los principales eran el Consejo de Estado, encargado de las relaciones con los países extranjeros (firmar la paz, declarar la guerra), y el Consejo Real o de Castilla, que trataba de los asuntos importantes y era también Tribunal Supremo de Justicia. Los secretarios se encargaban de las cancillerías: oficinas en las que se redactaban, copiaban y expedían los documentos reales. La administración de justicia se perfeccionó con la creación de nuevas Chancillerías en Sevilla, Granada y Mallorca.

Apuros Financieros

La Hacienda nunca fue próspera y su situación empeoró cada vez más a causa de los enormes gastos ocasionados por la burocracia y las continuas guerras. Los reyes se vieron obligados a pedir préstamos, sobre todo Carlos I, a banqueros extranjeros que cobraban elevadísimos intereses. Se aumentaron los antiguos impuestos y se crearon otros nuevos, recayendo sobre las clases pecheras, es decir, la clase media-baja.

Principales Fuentes de Ingresos

  • Servicios: recursos ordinarios o extraordinarios otorgados por las Cortes al soberano para contribuir a los gastos del tesoro o para cubrir el déficit.
  • Alcabala: impuesto indirecto como el IVA que gravaba sobre la compraventa.
  • Millones: impuesto indirecto sobre la carne, vino, vinagre, aceite y artículos.
  • Estanco: monopolio del Estado sobre el tabaco y la sal.

El Estado se declaró en bancarrota en varias ocasiones (1557, 1575, 1596), suspendiéndose los pagos.

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