Estructura del Estado Franquista y Economía de la Autarquía (1939-1959)

Estructura del Estado Franquista

En lugar de promulgar una nueva constitución, el régimen franquista se apoyó en una serie de Leyes Fundamentales que sirvieron como marco institucional. Sin embargo, en realidad, estas leyes eran solo formalismos, ya que toda la autoridad dependía de la voluntad de Franco. A continuación, se detallan las principales leyes y elementos que conformaron la estructura del Estado franquista:

Fuero del Trabajo (1938)

Inspirado por los principios falangistas, el Fuero del Trabajo estableció el derecho y el deber al trabajo para todos los ciudadanos, así como la protección por parte del Estado y el reconocimiento de la iniciativa privada en la economía. Sin embargo, el control del régimen sobre la economía y el trabajo era absoluto, y la ley reflejaba más la intención de crear una sociedad corporativista que un sistema de libertades laborales. Esta ley mostró la centralización del poder en torno al Estado y el control sobre el mundo laboral, sin otorgar realmente derechos a los trabajadores.

Ley de Unidad Sindical (1940)

Esta ley organizó el sindicato oficial, la Central Nacional Sindicalista, que pasó a ser el único sindicato legal en el país, subordinado completamente al régimen. El secretario general del sindicato tenía rango de ministro, y el sindicato se convirtió en una herramienta del Estado para controlar a los trabajadores y su representación. En este sistema, la huelga fue ilegal y la afiliación sindical era obligatoria tanto para trabajadores como para empresarios. La ley eliminó cualquier tipo de representación independiente de los trabajadores, subordinándolos completamente al poder del Estado.

Ley Constitutiva de las Cortes (1942)

La Ley de las Cortes creó las Cortes Españolas, un organismo consultivo que tenía un carácter puramente simbólico y sin poder legislativo real. Los procuradores, es decir, los miembros de estas cortes, eran designados por el poder hasta 1966, y solo un tercio de ellos eran elegidos por los cabezas de familia (tercio familiar), mientras que el resto era nombrado por los ayuntamientos y el sindicato. Esta ley institucionalizó lo que se conoce como una «democracia orgánica», una falsa representación democrática basada en instituciones como la familia, los municipios y los sindicatos verticales, todos controlados por el régimen franquista. En realidad, estas cortes solo servían para dar la apariencia de participación, pero todo el poder legislativo recaía en la figura de Franco.

Fuero de los Españoles (1945)

En un intento de suavizar la imagen del régimen tras la derrota del fascismo en la Segunda Guerra Mundial, Franco promulgó el Fuero de los Españoles. Este fuero reconocía ciertos derechos de los ciudadanos, como el derecho de asociación y de expresión, pero solo dentro de los límites establecidos por la ley. En la práctica, esta ley minimizaba cualquier efecto positivo, ya que el régimen se reservaba el derecho de controlar todos los aspectos de la vida pública y privada, limitando gravemente las libertades.

Ley del Referéndum Nacional (1945)

La Ley del Referéndum Nacional pretendía dar un aire democrático a la dictadura al permitir que Franco sometiera cuestiones clave a la consulta popular. Sin embargo, en la práctica, esta ley le otorgaba a Franco un control absoluto sobre las decisiones del régimen, ya que él podía decidir qué cuestiones someter a referéndum y manipular el proceso a su favor. La ley permitía la participación de todos los ciudadanos mayores de 21 años, pero el resultado siempre estaba garantizado a favor del régimen.

Ley de la Sucesión (1947)

La Ley de la Sucesión declaró a España como una monarquía. Sin embargo, Franco, como jefe de Estado vitalicio, tenía el derecho exclusivo de nombrar a su sucesor. Esta ley también creó el Consejo del Reino y el Consejo de Regencia, organismos que debían asistir a Franco en la gobernanza, pero que en la práctica no tenían poder real. La ley reflejaba el deseo de Franco de consolidar su poder absoluto y asegurarse de que el régimen continuara bajo su control, incluso después de su muerte.

La Evolución Económica (1939-1959)

Tras la Guerra Civil, España se encontraba en una situación económica devastadora, con el país destruido, miles de personas encarceladas o exiliadas, y una profunda crisis social y económica. Entre 1939 y 1959, España no experimentó el crecimiento económico necesario para su reconstrucción, y el régimen franquista adoptó una serie de medidas que marcaron esta primera etapa económica.

Autarquía y Autosuficiencia Económica

En los primeros años del régimen, España apostó por la autarquía, es decir, la autosuficiencia económica basada en la doctrina fascista. Esta política de aislamiento económico buscaba que el país dependiera lo menos posible de recursos exteriores, pero tuvo graves consecuencias:

  1. Reglamentación del comercio exterior: Se impuso un control estricto sobre las importaciones y exportaciones, requiriendo la autorización estatal para las transacciones comerciales. Esto limitó el intercambio comercial a productos básicos, como el petróleo, lo que resultó en una escasez y encarecimiento de productos y materias primas, afectando la producción industrial.
  2. Fomento de la industria: El régimen promovió la creación de empresas públicas para sectores estratégicos, como RENFE (1941) y Telefónica (1945). En 1941 también se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que tenía como objetivo impulsar la industrialización del país. El INI intervenía en sectores donde el sector privado no llegaba, como la industria militar, Iberia, Endesa y Seat.
  3. Regulación estatal de precios: El gobierno fijó los precios de productos básicos como las patatas o los cereales, lo que generó una disminución de la producción, ya que los precios establecidos no eran rentables para los productores.

Fracasos y Consecuencias de la Autarquía

La autarquía resultó en un fracaso económico, ya que, mientras otros países de Europa se recuperaban rápidamente, España necesitó quince años para alcanzar el nivel económico anterior a la Guerra Civil. Entre las principales consecuencias de esta política se destacan:

  • Cartillas de racionamiento: Para hacer frente a la escasez de productos, se introdujeron las cartillas de racionamiento, que perduraron hasta 1952.
  • Aparición de mercados paralelos: La fijación de precios bajos provocó una caída en la producción y un mercado negro donde los productos de primera necesidad se vendían a precios mucho más altos (hasta cuatro veces el precio oficial). Esta práctica, conocida como estraperlo, fue tolerada e incluso facilitada por las autoridades.

La Década de los 40: Miseria y Hambre

El período de la década de los 40 estuvo marcado por una crisis social y económica profunda. Las condiciones de vida eran extremadamente difíciles:

  • Aumento del coste de los productos básicos: Los precios de los productos se dispararon, multiplicándose varias veces, lo que llevó a muchos trabajadores a aumentar sus jornadas laborales o a tener empleos múltiples (pluriempleo) para poder sobrevivir.
  • Crecimiento del chabolismo: Las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia vieron un crecimiento del chabolismo, con la gente viviendo en condiciones precarias en asentamientos informales, como el realquiler de viviendas o la ocupación de cuevas.
  • Descenso de la esperanza de vida: La falta de recursos, las malas condiciones sanitarias y la pobreza afectaron gravemente la salud de la población, y la esperanza de vida bajó a 47 años para los hombres y 53 años para las mujeres.

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