Crisis y Decadencia de la Monarquía Hispánica: El Reinado de Carlos II y el Problema Sucesorio
El reinado de Carlos II (1665-1700) significó la pérdida definitiva de la hegemonía española en Europa a favor de Francia. La figura enfermiza del rey, conocido como el Hechizado, estuvo marcada por la influencia de validos y figuras de poder en la corte.
Durante su minoría de edad, la regencia estuvo a cargo de su madre, Mariana de Austria, y su valido, el jesuita Nithard. Este periodo se caracterizó por las continuas pérdidas territoriales frente a la Francia de Luis XIV y el reconocimiento final de la independencia de Portugal (Tratado de Lisboa, 1668).
En su mayoría de edad, destacaron como figuras influyentes su hermanastro Don Juan José de Austria, y posteriormente, validos como el Duque de Medinaceli o el Conde de Oropesa. A los graves problemas fiscales heredados se unió la recurrente crisis de subsistencias.
Para afrontar la situación, se tomaron diferentes medidas:
- Creación de Juntas específicas para mejorar la recaudación y prevenir el fraude fiscal.
- Intentos de reforma del sistema fiscal para estimular el consumo y las manufacturas.
- Esfuerzos para la regulación de los gastos de la Corte.
La política exterior estuvo dominada por los conflictos y las cesiones territoriales a la Francia de Luis XIV. Las guerras culminaron con tratados desfavorables para España, como las Paces de Nimega (1678) y Ratisbona (1684), y el Tratado de Rijswijk (1697) tras la Guerra de los Nueve Años.
La crisis sucesoria se desencadenó por la falta de descendencia directa de Carlos II. Ante su previsible muerte sin herederos, se perfilaron dos bandos principales que disputaban el trono español:
- Los austracistas: Partidarios de la continuidad de la Casa de Habsburgo, apoyando al Archiduque Carlos de Austria.
- Los borbónicos: Partidarios del candidato designado en el testamento de Carlos II, Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia.
Esta disputa dinástica provocaría, tras la muerte del rey en 1700, el estallido de la Guerra de Sucesión Española.
La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht
Al morir Carlos II en 1700 y ser coronado Felipe V, se inició la Guerra de Sucesión Española (1701-1714). Este conflicto tuvo una doble dimensión:
- Una guerra internacional: Enfrentó a la Francia de Luis XIV y la España borbónica contra la Gran Alianza de La Haya (Inglaterra, Holanda, Imperio Austríaco, Portugal, Saboya), que apoyaba al Archiduque Carlos.
- Una guerra civil: Dentro de España, la Corona de Castilla apoyó mayoritariamente a Felipe de Borbón, mientras que los territorios de la Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca) se inclinaron por el Archiduque Carlos de Austria.
El curso de la guerra en Europa cambió decisivamente cuando el Archiduque Carlos fue nombrado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico en 1711 (como Carlos VI). Ante el temor de una nueva unión hispano-alemana como en tiempos de Carlos I, las potencias europeas, especialmente Inglaterra y Holanda, buscaron una solución negociada.
Las negociaciones culminaron en los tratados que conforman la Paz de Utrecht (1713), donde las potencias europeas reconocieron a Felipe V como rey de España y sus Indias, a cambio de importantes concesiones.
La guerra en la Península Ibérica continuó hasta la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714, y la de Mallorca en 1715. La paz entre Francia y el Imperio Austríaco se firmó en el Tratado de Rastatt (1714).
El sistema de Utrecht-Rastatt supuso para España:
- La pérdida de todos sus territorios europeos: Países Bajos Españoles (cedidos a Austria), Milán, Nápoles y Cerdeña (cedidos a Austria, aunque Cerdeña pasó luego a Saboya), y Sicilia (cedida a Saboya, luego intercambiada por Cerdeña con Austria).
- Importantes concesiones a Gran Bretaña: La soberanía sobre Gibraltar y Menorca, el Navío de Permiso (derecho a enviar un barco anual con mercancías a las colonias españolas) y el Asiento de Negros (monopolio del comercio de esclavos africanos en la América española durante treinta años).
Los Pactos de Familia
La nueva dinastía Borbón, especialmente bajo Felipe V y Carlos III, buscó recuperar parte del prestigio internacional perdido y defender los intereses españoles frente a Gran Bretaña mediante alianzas dinásticas con la rama francesa de la familia, conocidas como los Pactos de Familia.
- Felipe V firmó el Primer Pacto de Familia (1733) y el Segundo Pacto de Familia (1743), involucrando a España en las guerras de Sucesión de Polonia y Austria, respectivamente. Gracias a ellos, consiguió situar a su hijo Carlos (futuro Carlos III de España) como rey de Nápoles y Sicilia, y a su otro hijo Felipe como Duque de Parma-Plasencia.
- Carlos III firmó el Tercer Pacto de Familia (1761), que llevó a España a participar en la fase final de la Guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Gran Bretaña. La derrota supuso la pérdida de Florida, aunque fue compensada por Francia con la cesión de la extensa pero poco poblada Luisiana. Posteriormente, la intervención española junto a Francia en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1779-1783) permitió recuperar Menorca y Florida.
La Nueva Monarquía Borbónica: Centralización y Reformas
La llegada de la dinastía Borbón supuso el inicio de un profundo proceso de modernización, racionalización y centralización del Estado español, siguiendo el modelo francés.
Una de las medidas más trascendentales de Felipe V fueron los Decretos de Nueva Planta (promulgados entre 1707 y 1716 para Valencia, Aragón, Mallorca y Cataluña). Estos decretos suprimieron los fueros, Cortes e instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón (excepto en el Valle de Arán) e implantaron una administración centralizada y uniforme basada en las leyes e instituciones de Castilla.
Se consolidó la Monarquía Absoluta, donde el rey concentraba todos los poderes. El sistema de Consejos de la época de los Austrias fue perdiendo peso, excepto el Consejo de Castilla, que se convirtió en el principal órgano asesor del rey y actuaba como Tribunal Supremo. El despacho de los asuntos de gobierno se canalizó a través de las Secretarías de Estado y de Despacho (antecedente de los actuales ministerios), cuyos secretarios se reunían en la Junta Suprema de Estado (precursora del Consejo de Ministros).
La administración territorial se reorganizó siguiendo el modelo centralista:
- El territorio se dividió en provincias (denominadas a menudo intendencias).
- Al frente de cada provincia se situó un Capitán General, máxima autoridad militar y gubernativa.
- Las Reales Audiencias mantuvieron sus funciones como máximos tribunales de justicia territoriales.
- Se implantó la figura del Intendente, de origen francés, encargado de la administración económica, la hacienda y el fomento económico en cada provincia. Un intento destacado de reforma fiscal fue el Catastro de Ensenada (1749), un censo muy detallado de la riqueza de Castilla, aunque su objetivo de implantar un impuesto único no se logró.
- En los municipios se generalizó la figura del Corregidor, nombrado por el rey, como máxima autoridad local.
En el ámbito financiero, se creó el Banco de San Carlos (1782), considerado el primer banco nacional de España y antecedente del Banco de España, con el objetivo principal de financiar la deuda pública del Estado mediante la emisión de vales reales (títulos de deuda pública).
Se adoptaron medidas para fomentar la economía, como la limitación de los privilegios de la Mesta y de los gremios. En el ámbito religioso, se reforzó el regalismo (intervención de la Corona en los asuntos de la Iglesia), manifestado en el Patronato Regio (derecho del rey a presentar candidatos para ocupar altos cargos eclesiásticos) y el Pase Regio (necesidad de aprobación real para la publicación de documentos pontificios en España). La medida regalista más drástica fue la expulsión de la Compañía de Jesús (jesuitas) en 1767, acusada de instigar motines y de obedecer antes al Papa que al Rey.
Muchas de estas reformas estuvieron impulsadas por las ideas de la Ilustración, que penetraron en España durante el siglo XVIII. La difusión de estas ideas y el fomento de las reformas contaron con el apoyo de instituciones como las Reales Academias (de la Lengua, de la Historia, de Bellas Artes…) y las Sociedades Económicas de Amigos del País.
En América, la administración colonial también fue objeto de importantes reformas borbónicas para reforzar el control real y mejorar la explotación económica: se crearon nuevos Virreinatos (el de Nueva Granada y el del Río de la Plata, segregados del Virreinato del Perú), se establecieron Capitanías Generales en zonas fronterizas o estratégicas para reforzar la defensa, y se implantó también allí el sistema de Intendencias para mejorar la gestión económica y fiscal.
Economía y Sociedad en la España del Siglo XVIII
Los Borbones, influenciados primero por el mercantilismo y luego por las ideas de la Ilustración y la fisiocracia, llevaron a cabo diversas reformas con el objetivo de impulsar la economía española tras la decadencia del siglo anterior.
Agricultura
Considerada la principal fuente de riqueza según las ideas fisiocráticas, se intentó potenciar la agricultura. Se impulsaron programas de repoblación de zonas despobladas (como las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena y Andalucía, dirigidas por Pablo de Olavide), la construcción de infraestructuras hidráulicas como canales de riego (destacando el inicio del Canal de Castilla y la continuación del Canal Imperial de Aragón) y la introducción o difusión de nuevos cultivos más rentables o adaptados, como el maíz y la patata (procedentes de América). A finales de siglo, el Informe sobre la Ley Agraria de Gaspar Melchor de Jovellanos (1795) diagnosticó con lucidez los principales problemas del campo español (como el predominio de la propiedad amortizada en manos de la nobleza y la Iglesia, los privilegios de la Mesta, etc.) y propuso ambiciosas reformas, aunque la mayoría no llegaron a aplicarse por la oposición de los estamentos privilegiados y el contexto de crisis política.
Comercio
Se buscó revitalizar el comercio, tanto interior como exterior.
- Comercio con América: Se intentó romper el anquilosado sistema de monopolio. En 1717 se trasladó la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, que pasó a centralizar el comercio colonial. Se crearon compañías comerciales privilegiadas y monopolísticas para comerciar con áreas específicas (como la Compañía Guipuzcoana de Caracas). La medida más importante fue la promulgación de los Decretos de Libre Comercio (1765 y, sobre todo, el de 1778), que pusieron fin al monopolio gaditano y permitieron que numerosos puertos españoles pudieran comerciar directamente con América. Esto supuso un gran estímulo para las economías de las ciudades portuarias. Se crearon también Juntas de Comercio y Consulados para fomentar la actividad mercantil.
- Comercio interior: Para facilitar el transporte de mercancías y la integración del mercado nacional, se impulsó la mejora de las infraestructuras viarias, con la construcción de una red radial de Caminos Reales que partían de Madrid.
Industria
Se intentó fomentar una industria nacional competitiva, aunque con resultados limitados. Se adoptaron medidas proteccionistas y se intentó reducir el poder de los gremios, que obstaculizaban la innovación y la libre competencia. Se crearon las Reales Fábricas, grandes establecimientos financiados por la Corona, dedicados a la producción de bienes de lujo (tapices, porcelana, vidrio) o a cubrir necesidades militares (armas, paños para uniformes). Aunque sirvieron para introducir nuevas técnicas, en general fueron poco rentables y dependieron de la protección estatal.
El Despegue Económico de Cataluña
Cataluña fue una de las regiones que experimentó un mayor dinamismo y despegue económico durante el siglo XVIII. Diversos factores contribuyeron a ello:
- Un importante crecimiento demográfico.
- Una agricultura especializada y orientada al mercado, especialmente la viticultura destinada a la exportación de vinos y aguardientes.
- El desarrollo de una incipiente industria textil, centrada en la producción de tejidos de algodón estampados conocidos como indianas, que se benefició del proteccionismo y de la apertura del comercio con América.
- Una burguesía emprendedora que supo aprovechar las oportunidades generadas por las reformas y la apertura comercial.