1. La Revolución Americana
El 4 de julio de 1776, los habitantes de las 13 colonias que Reino Unido poseía en la costa oriental de Norteamérica proclamaron su independencia. Nacieron así los Estados Unidos de América.
1.1 Los Orígenes de la Independencia
El origen de la rebelión de los colonos americanos se remontaba a la Guerra de los Siete Años (1756-1763) entre británicos y franceses. Gran Bretaña intentó reparar el daño de la guerra creando nuevos impuestos en sus colonias americanas, a lo que estas se negaron, basándose en la Declaración de Derechos inglesa de 1689 (era ilegal todo impuesto exigido por la corona sin aprobación del Parlamento). Como los colonos no participaban en el Parlamento, creían que no debían pagar impuestos. Varios impuestos fueron suprimidos, menos el del té. La concesión en 1773 del monopolio de la venta del té a la Compañía de las Indias Orientales perjudicó a los comerciantes de las colonias. La respuesta fue el Motín del Té (diciembre de 1773): unos jóvenes lanzaron al mar el cargamento de té que la Compañía tenía en el puerto de Boston. La respuesta del Gobierno fue el cierre del puerto y una elevada multa a los habitantes de Massachusetts. En septiembre de 1774, las colonias (excepto Georgia) se reunieron en Filadelfia para elaborar una lista de agravios. Un año después comenzaron los primeros enfrentamientos armados. El 4 de julio de 1776 fue proclamada la independencia de los Estados Unidos de América, en una declaración redactada por Jefferson, en la cual se proclamaba la libertad, la igualdad, el derecho de rebelión contra la tiranía y la división de poderes.
1.2 La Guerra de Independencia de Estados Unidos
La Guerra de Independencia tuvo dos etapas:
- Primera fase (1775-1777): Dirigidos por George Washington, se enfrentaron a los británicos con una táctica de guerrillas. La victoria de las milicias en Saratoga (1777) decidió a Francia (enemiga de Reino Unido) a apoyar a los rebeldes; España también apoyó la causa independentista.
- Segunda Fase (1778-1782): En octubre de 1781, las tropas británicas fueron derrotadas en Yorktown, gracias a la profesionalización creciente del ejército de los colonos americanos. La paz se restableció con el Tratado de Versalles (1783), por el que Reino Unido reconocía la independencia de los Estados Unidos de América.
1.3 La Constitución de Estados Unidos
Al terminar el conflicto, cada una de las 13 colonias era un Estado soberano. Alexander Hamilton propuso la elección de un congreso que elaborara una Constitución. 50 delegados (los padres fundadores), reunidos en Filadelfia en 1787, prepararon la nueva Constitución, entrando en vigor en 1789. Este texto fue la primera Constitución liberal de la historia y sirvió de modelo para luchar contra el absolutismo en Europa. La Constitución establecía un sistema con tres poderes:
- Poder legislativo: Residía en un Congreso con dos cámaras, el Senado (dos miembros por Estado) y la Cámara de Representantes (número de representantes por Estado proporcional a su población). La Cámara de Representantes representaba al pueblo, mientras que el Senado defendía los intereses de los Estados. El Congreso aprobaba los impuestos y presupuestos, tenía la iniciativa de las leyes y declaraba la guerra y la paz.
- Poder Ejecutivo: Era ejercido por un presidente, elegido por sufragio universal masculino (población blanca) cada cuatro años. El presidente nombraba los miembros del Gobierno, tenía el mando supremo de los ejércitos, podía promulgar leyes y ejercer el derecho de veto. George Washington fue el primer presidente de Estados Unidos.
- Poder Judicial: Era independiente del poder político. A su cabeza se situaba el Tribunal Supremo, formado por seis miembros nombrados por el presidente, cuya tarea era velar por la constitucionalidad de las leyes.
2. Los Orígenes de la Revolución Francesa
2.1 Los Problemas de la Hacienda Real
Los acontecimientos que desembocaron en la Revolución francesa fueron diversos. Francia atravesaba una profunda crisis económica a finales del siglo XVIII, y esto afectaba gravemente a la Hacienda Real, limitando las posibilidades de actuación de Luis XVI. Algunos ministros plantearon reformas basadas en las ideas de la Ilustración, que debilitaban los fundamentos de la sociedad estamental (recomendaron que los privilegiados pagasen impuestos). La intervención de Francia en la Guerra de Independencia americana agravó la crisis de la Hacienda Real. En 1787, una Asamblea de Notables se reunió y rechazó el principio de igualdad ante el impuesto. La nobleza exigió la reunión de los Estados Generales, ya que todo impuesto debía ser autorizado por esta institución.
La Convocatoria de los Estados Generales
Luis XVI aceptó convocar los Estados Generales para el 5 de mayo de 1789. Se hizo pública su convocatoria el 5 de enero de ese mismo año, momento en el que Francia sufría una grave crisis de subsistencia. La sucesión de inundaciones en 1787 y la sequía del verano de 1788 habían provocado una subida de los precios del trigo, que triplicó el precio del pan (alimento básico). La población se vio obligada a dedicar su escasa capacidad de compra a la adquisición de alimentos, por lo que disminuyó el consumo de otros productos. Antes de la reunión de los Estados Generales, los estamentos podían elaborar un cuaderno de quejas en el que se hacían públicas sus peticiones. Mientras los cuadernos de la nobleza y el clero defendían los privilegios tradicionales, los del tercer estado reclamaban libertad de expresión, de reunión o de comercio y la supresión del régimen feudal. Proclamaba la igualdad civil de los tres estamentos. En febrero de 1789, el enfrentamiento del tercer estado con los privilegiados alcanzó su punto culminante con la publicación del folleto “¿Qué es el tercer estado?” del abate Sieyès, en el que los sectores más activos de este estamento manifestaban su intención de hacerse con los destinos de la nación al margen de los privilegiados. El abate era un religioso, pero ante la grave crisis general, algunos miembros de la nobleza y el clero apoyaban las demandas del tercer estado, ya que pensaban que solo con la aplicación de reformas de carácter ilustrado se podía resolver la situación. Las causas profundas de la Revolución francesa fueron el resultado de la combinación de factores económicos, políticos, sociales e ideológicos.
3. La Revolución Francesa (1789-1799)
3.1 La Asamblea Nacional (1789-1792)
El 5 de mayo de 1789 se reunieron en Versalles los Estados Generales, en sesión presidida por el rey. Tradicionalmente, cada estamento decidía por separado y después emitía un voto. Por eso, siempre los privilegiados imponían sus puntos de vista, pues contaban con dos votos, mientras que el pueblo llano, que representaba a la mayoría de la población, solo contaba con uno. La disputa por la forma en que debían reunirse (voto por cabeza o voto por estamento) y votar los estamentos en los Estados Generales fue el desencadenante de la Revolución. El rey aceptó doblar el número de representantes del tercer estado, pero no aceptó el voto por cabeza.
De la Revuelta Institucional a la Revuelta Popular
Comenzó el 10 de junio, cuando los representantes del tercer estado solicitaron a la nobleza y al clero que decidieran en común. Pensaban que aún podían obtener el voto por cabeza con el apoyo de los nobles y eclesiásticos partidarios de las reformas, pero los privilegiados se negaron a reunirse con el tercer estado. El tercer estado se autoproclamó Asamblea Nacional. Querían decir que eran los únicos con plena capacidad de decisión política y de votar impuestos. El rey anuló todas las decisiones tomadas por el tercer estado y ordenó cerrar su sala de sesiones. El 20 de junio, los representantes del tercer estado se reunieron en la Sala del Juego de la Pelota, donde juraron no disolverse hasta haber dado a Francia una Constitución. La Asamblea pasó a llamarse Asamblea Nacional Constituyente; fue el primer acto de rebelión y supuso el triunfo del tercer estado. El rey concentró tropas y destituyó al ministro reformista Necker, lo que creó fuertes recelos. La respuesta fue la gran revolución urbana del 14 de julio de 1789, con el asalto a la prisión de Bastilla en París. La multitud fue hacia la Bastilla para liberar a los presos, pero el jefe se negó a abrir las puertas y ordenó disparar a sus soldados. Los revolucionarios se lanzaron al ataque y, tras ocho horas de batalla, los defensores se rindieron. Este hecho se convirtió en el símbolo de la revolución. La firmeza de los revolucionarios evitó la vuelta del Antiguo Régimen y obligó al rey a reconocer la Asamblea Nacional. La revuelta fue propiciada por la penosa situación económica y la gran agitación que provocó la propaganda revolucionaria. Se formó una Guardia Nacional a la que se le encomendó mantener el orden, y el rey repuso a Necker en su cargo y aceptó las decisiones de la Asamblea Constituyente. En el verano de 1789 tuvo lugar una violenta revuelta campesina, llamada “el gran miedo”. Tras el 14 de julio, los campesinos habían dejado de pagar las cargas señoriales, pero se rumoreó que los nobles habían organizado partidas de bandidos para castigar a los rebeldes. Los campesinos asustados asaltaron los castillos de los señores, quemaron las escrituras de propiedad y exigieron la abolición de los derechos señoriales.
Se expropiaron los bienes de la Iglesia, se disolvieron las órdenes monásticas y se decretó la Constitución Civil del Clero. Los religiosos pasaban a depender del Estado y no de la Iglesia de Roma, y sería el Estado quien pagaría sus salarios, pero solo si juraban lealtad a la Constitución. Los clérigos que aceptaron esta medida se llamaron juramentados, y los que la rechazaron, refractarios. Se estableció una nueva organización territorial del país, que se dividió en departamentos y ayuntamientos. Por último, la Asamblea elaboró una Constitución. La Constitución de 1791 establecía la soberanía nacional, la separación de poderes (el poder ejecutivo sería ejercido por el rey, el poder legislativo por la Asamblea y el poder judicial quedaría a manos de jueces elegidos e independientes). La Constitución distinguía entre ciudadanos activos y pasivos. Solo los ciudadanos activos (hombres con una determinada renta y que hubieran prestado juramento civil) podrían votar para elegir a los representantes de la Asamblea; el resto quedaba excluido. Era el ideal burgués del sufragio censitario, que perduró hasta mediados del siglo XIX.
La Asamblea Legislativa
Luis XVI intentó fugarse en junio de 1791. Quería unirse a los aristócratas que se habían exiliado y formar un ejército apoyado por tropas extranjeras para tomar París y poner fin a la Revolución. Pero fue reconocido cuando huía y detenido en Varennes, y se le obligó a regresar a París, donde quedó bajo custodia, lo que avivó el sentimiento antimonárquico. Una vez elaborada la Constitución, se disolvió la Asamblea Nacional Constituyente y se realizaron elecciones. La Asamblea Legislativa estaba dominada por sectores moderados y monárquicos. Fue un período turbulento (a la escasez de alimentos se unió una amenaza exterior). Las monarquías europeas ayudaban a los nobles exiliados y preparaban sus ejércitos para intervenir contra la Francia Revolucionaria, por temor a que su ejemplo se extendiera a otros países. El 20 de abril de 1792, la Asamblea declaró la guerra a Austria, lo que exaltó el sentimiento patriótico del pueblo francés (se compuso la Marsellesa). Los franceses fueron derrotados por las tropas austriacas, mientras que los prusianos invadieron el país; la Francia revolucionaria estaba en peligro.
3.2 La Convención (1792-1794)
Ante la amenaza austro-prusiana, las masas populares asaltaron el palacio de Tullerías. Los asaltantes eran los revolucionarios más radicales (los sans-culottes). Tras la insurrección popular del 10 de agosto de 1792, la Revolución se radicalizó. La Asamblea suprimió la monarquía y decidió elegir una nueva Asamblea, llamada la Convención, por sufragio universal masculino.
Los Girondinos al Poder
El 20 de septiembre de 1792, las tropas francesas derrotaron a los prusianos en Valmy. Ese mismo día, la Convención comenzó sus sesiones. Al día siguiente abolió la monarquía y el 22 proclamó la República. En esa Asamblea destacaron tres grupos:
- Los girondinos: dirigidos por Brissot, eran revolucionarios moderados.
- Los jacobinos o montañeses: destacaban Robespierre, Marat y Danton; eran partidarios de una república democrática y de la alianza con los sans-culottes.
- La llanura: hombres fieles al espíritu de 1789, burgueses defensores del derecho de propiedad.
Entre septiembre de 1792 y junio de 1793, la vida política estuvo dominada por la lucha entre girondinos y jacobinos. Los primeros optaron por salvar al rey, mientras que los otros lograron que la Convención lo condenara a muerte. Luis XVI fue ejecutado el 21 de enero de 1793, lo que alarmó a otros reyes de Europa, que no dudaron en movilizarse contra la Revolución.
Francia declaró la guerra a Reino Unido y las Provincias Unidas, y más tarde a España y los Estados italianos. En abril se formó la primera coalición que reunía a los enemigos de la Revolución. La situación interna también fue empeorando:
- En marzo de 1793 se sublevó la región de La Vendée, de mayoría monárquica y católica, donde hubo una gran represión.
- Se adoptaron medidas represivas contra los enemigos de la Revolución: se creó el Comité de Seguridad General, los comités de vigilancia revolucionaria, un tribunal de excepción y el Comité de Salud Pública.
- La situación económica motivó las exigencias de control de precios del pan.
El 2 de junio, las masas populares lideradas por Robespierre y sus seguidores rodearon la Convención. Este acto de fuerza contra una asamblea elegida por sufragio universal dio paso a la Convención montañesa.
La Convención Montañesa
La victoria de los jacobinos dirigidos por Robespierre se quiso legitimar con una nueva Constitución de carácter revolucionario radical. Se incluyó en ella una Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, que ampliaba la de 1789 en sentido democrático y social. Proclamaba la soberanía popular, postulaba un régimen democrático y establecía por primera vez el derecho de insurrección contra un Gobierno que violara los derechos del pueblo. Con la excusa de la amenaza militar en el exterior y de los contrarrevolucionarios en el interior, el nuevo gobierno instauró el Terror en septiembre de 1793 (se ordenaron detenciones y ejecuciones en masa). Otras medidas revolucionarias fueron la Ley del máximo general, la abolición total del sistema feudal, la supresión del culto y un nuevo calendario. Los ataques a la política autoritaria de Robespierre fueron duramente respondidos ordenando la ejecución de sus principales enemigos. Estableció el Gran Terror y la persecución de los enemigos del pueblo. Esta medida unió a todos sus enemigos. El 27 de julio de 1794, Robespierre y sus amigos fueron detenidos y guillotinados sin juicio; así terminaba la etapa más radical de la Revolución.
3.3 La República Conservadora (1794-1799)
La Reacción Termidoriana
La burguesía moderada deseaba encauzar la Revolución, instaurando una república conservadora y censitaria y frenar a los extremistas. La nueva Convención cerró clubes y sociedades patrióticas, persiguió a los defensores del Terror y liberalizó la economía. La Constitución del año III defendía un gobierno de los mejores (la burguesía propietaria). Era una Constitución más conservadora que la de 1791. Establecía dos cámaras (Consejo de los Quinientos y Consejo de Ancianos) y el sufragio restringido, y el poder ejecutivo recaía en un Directorio con cinco miembros. La nueva Constitución definía un modelo territorial basado en los departamentos, descentralizado, y una política liberal. Tras proclamarse la Constitución, la Convención se disolvió el 26 de octubre.
El Directorio
La última etapa de la Revolución, el Directorio, fue un régimen obligado a recurrir con frecuencia a la fuerza para imponer sus decisiones. Las revueltas populares y las amenazas fueron reprimidas por el ejército o mediante golpes de Estado. En 1799, Sieyès fue elegido director y preparó un golpe de Estado con la ayuda de Napoleón Bonaparte. El 9 de noviembre, Napoleón, apoyado por el ejército y por su hermano Lucien, disolvió el Directorio por la fuerza. Después prometió a los franceses el retorno de la calma y forzó el nombramiento de tres cónsules provisionales (Sieyès, Ducos y Napoleón), concluyendo así la Revolución.
4. La Europa Napoleónica (1800-1815)
4.1 El Consulado
Napoleón inició una política pacificadora. Firmó la paz de Luneville con Austria en 1801 y la Paz de Amiens con Reino Unido en 1802. También normalizó las relaciones con la Iglesia mediante el Concordato con la Santa Sede (el Papa Pío VII aceptó el Gobierno de Napoleón). En 1802, Napoleón se proclamó cónsul único y vitalicio. El Código Civil de 1804 recogió las principales conquistas de la Revolución moderada: libertad e igualdad civil, supresión del régimen feudal y propiedad libre de la tierra.
4.2 El Imperio Napoleónico
En mayo de 1804, el Consulado nombró a Napoleón emperador hereditario. La Constitución del año XII (1804) le daba amplios poderes. Ese mismo año se hizo coronar en presencia del papa Pío VII. En 1805, Reino Unido y Rusia formaron una coalición antifrancesa a la que se unió Austria. Inmediatamente estalló la guerra. Napoleón logró importantes victorias terrestres contra los austriacos y los rusos (batalla de Austerlitz), pero fue derrotado en Trafalgar por los británicos. Para frenar la primacía británica en los mares, Napoleón decretó el bloqueo continental (1806), por el cual ningún país podía comerciar con los británicos. Tras ser derrotada por Francia, Austria pasó a ser un Estado aliado de Napoleón, quien disolvió el Sacro Imperio. Prusia fue ocupada tras su derrota en Jena (1806). Alejandro I, zar de Rusia, derrotado en Friedland (1807), firmó la Paz de Tilsit con Napoleón, por la que se convirtió temporalmente en aliado de Francia. La invasión de Portugal, Etruria, Roma y España completaron el proyecto napoleónico de crear un gran imperio. Pero el Imperio de Napoleón no resistió:
- En 1812, Napoleón invadió Rusia. Esta campaña fracasó y la retirada del ejército napoleónico en el crudo invierno de 1812 fue una catástrofe.
- En España, la ocupación francesa en 1808 provocó la Guerra de la Independencia. La resistencia española fue decisiva en el desgaste de las tropas napoleónicas.
Reino Unido dirigió coaliciones que vencieron a Napoleón en Vitoria y Leipzig (1813). En 1814, Napoleón fue depuesto y en su lugar abdicó Luis XVIII para retirarse a la isla de Elba. Napoleón escapó de la isla y regresó a Francia. De marzo a junio de 1815, restauró el Imperio de los Cien Días, que finalizó con su derrota en Waterloo ante un ejército coaligado.
4.3 Herencia de la Revolución Francesa y el Imperio
Economía y sociedad
- Supresión de los privilegios e igualdad fiscal.
- Consideración de la propiedad como un derecho sagrado.
- Libertad económica, pero prohibición de las asociaciones obreras.
- Nuevo sistema fiscal. Creación del Banco de Francia (1800).
Administración
- Nueva estructura territorial (departamentos, distritos, cantones y comunas o ayuntamientos).
Política
- Extensión de la laicidad del Estado.
- Soberanía nacional. Constitución con separación de poderes.
- Libertades individuales e igualdad ante la ley (no igualdad civil).
- Asambleas representativas elegidas por sufragio censitario.
- Nuevo sistema judicial con tribunales civiles, criminales y jurados.
- Código Civil napoleónico de 1804 (modelo para Europa).
- Aparición del Estado-nación.
Ideología
- Influencia del pensamiento revolucionario en los liberales.
- Enfrentamiento con la Iglesia (anticlericalismo y laicismo).
- Condena de la esclavitud.
5. Restauración y Revolución en Europa
Tras la derrota de Napoleón, se restauraron las viejas monarquías y se intentó regresar a la situación internacional anterior a la Revolución Francesa. Por eso, denominamos Restauración al período inmediatamente posterior a la derrota de Napoleón.
Esta etapa fue también un período de reacción para volver al Antiguo Régimen. Su fundamento ideológico era el legitimismo, que defendía la desigualdad social y la alianza Iglesia-Estado para garantizar los derechos legítimos de los monarcas absolutos del Antiguo Régimen.
El Congreso de Viena
El sistema de la Restauración se diseñó en el Congreso de Viena (1814-1815), con el objetivo de restablecer el equilibrio entre las potencias europeas. La figura clave fue el canciller austriaco Metternich. Se diseñó un nuevo mapa político de Europa. Extinguido el Sacro Imperio, se creó la Confederación Germánica. Prusia y Rusia incrementaron sus territorios. Polonia, repartida desde 1795, continuó ocupada por Austria, Prusia y Rusia. Se creó el Reino de los Países Bajos con la unión de las Provincias Unidas y Bélgica. Suecia se anexionó Noruega. Austria amplió sus posesiones en Italia. Francia volvió a sus fronteras de 1790 y sus plazas militares fueron ocupadas. Se formó la Cuádruple Alianza (1815) entre Austria, Rusia, Prusia y Reino Unido, una alianza militar para defender el orden creado por el Congreso de Viena. Francia se incorporó en 1818 (Quíntuple Alianza).
La Santa Alianza
La Santa Alianza fue una coalición entre Rusia, Austria y Prusia que tenía un fin diferente al de las alianzas estratégicas que surgieron del Congreso de Viena. La Santa Alianza perseguía el mantenimiento del absolutismo y su defensa frente a la amenaza liberal. Esta organización defendía el derecho de intervención para sofocar cualquier movimiento revolucionario. Su principal actuación tuvo lugar en España en 1823, donde envió a los Cien Mil Hijos de San Luis para devolver el poder absoluto al rey Fernando VII.
5.2 Liberalismo y Nacionalismo
La vuelta al Antiguo Régimen como si nada hubiera cambiado ya no era posible en muchos países. Los habitantes de estos territorios habían luchado por liberarse de la ocupación francesa y habían conocido las ideas revolucionarias sobre la soberanía nacional, sino ciudadanos de pleno derecho. Creían que sus países ocupados no eran reinos en el sentido de posesiones heredadas por un rey, sino naciones, es decir, comunidades formadas por personas a las que unían lazos históricos y culturales. Estas personas exigían el derecho a participar en el gobierno de la comunidad y no admitían la vuelta a la situación de sumisión propia de la monarquía absoluta y del Antiguo Régimen. La pugna entre el viejo y el nuevo orden político y social se saldó a favor de la causa liberal nacionalista, aunque con ritmos diversos. Hasta 1848 hubo tres oleadas.
La oleada revolucionaria de 1820-1825
Empezó en España con el pronunciamiento de Riego, que dio inicio al Trienio Constitucional (1820-1823). La Constitución de 1812 volvió a estar en vigor. Los Gobiernos liberales retomaron las reformas suspendidas por Fernando VII en 1814, pero el rey conspiró para restaurar el absolutismo en 1823 y lo logró con la ayuda de la Santa Alianza.
La revolución se extendió por otras áreas mediterráneas, como algunos Estados italianos y Portugal, y por la América española, donde la mayoría de los territorios se independizaron de España. También se incluye en esta fase la lucha de Grecia contra el Imperio otomano, que comenzó en 1821. El proceso revolucionario iniciado en 1820 tuvo características peculiares:
- Las causas profundas fueron el antiabsolutismo y el nacionalismo y responden al intento de cambiar la situación política a favor de una monarquía constitucional, de inspiración liberal.
- Las nuevas formas de lucha, mediante sociedades secretas de carácter liberal (masones, carbonarios, comuneros).
- La participación del ejército, bien para apoyar el levantamiento o para reprimirlo.
- El fracaso de las revoluciones por la reacción interna o por la intervención de la Santa Alianza.
Además de España, destacó el caso de Grecia que, sometida al Imperio turco desde el siglo XV, había desarrollado un hondo sentimiento nacional durante décadas. Su burguesía financió el movimiento revolucionario, que luchó por la independencia durante casi diez años (1821-1830). El Tratado de Adrianópolis (1829) supuso la concesión de la independencia. Sin embargo, en 1830, las principales potencias europeas (Francia, Reino Unido y Rusia) firmaron el Protocolo de Londres, en el que rechazaron la instauración de un régimen constitucional en Grecia e impusieron una monarquía autoritaria (Otón I). Su objetivo era someter el país a sus intereses, pero el resultado abrió un período de gran inestabilidad.
Las revoluciones de 1830 y la independencia de Bélgica
La oleada revolucionaria de 1830 comenzó en Francia y se extendió a Bélgica, Polonia y otros territorios. Fue una revolución liberal, pero con un destacado componente nacionalista.
En Francia, Carlos X sucedió a su padre, Luis XVIII, en 1824 y acentuó el carácter conservador de su gobierno. La revolución comenzó en París, en medio de una crisis agrícola y financiera y la presión de los partidarios de Luis Felipe de Orleans para derrocar a los Borbones. La chispa que encendió la llama revolucionaria fue la aprobación de las “Cuatro Ordenanzas de 1830”, que suspendieron la libertad de prensa, disolvieron las Cámaras, redujeron la base electoral y permitieron gobernar por decreto. Las “Tres Gloriosas Jornadas”, del 28, 29 y 30 de julio, con barricadas en París, unidas a la complicidad del ejército, obligaron a Carlos X a exiliarse.
Se iniciaba así el reinado de Luis Felipe de Orleans (1830-1848), en teoría opuesto a los principios de la Restauración y dispuesto a apoyar los movimientos revolucionarios que surgían por toda Europa. Sin embargo, una vez en el poder, el rey fue aumentando sus tendencias autoritarias. Bélgica formaba con Holanda el reino de los Países Bajos desde 1815. Pero mantenía serias divergencias con su vecina, tanto religiosas (una Bélgica católica frente a una Holanda de mayoría calvinista) como económicas (mayor desarrollo de Holanda). El levantamiento belga, de inspiración liberal y nacionalista al mismo tiempo, fue apoyado por Reino Unido y Francia. Este movimiento tuvo éxito y Bélgica alcanzó su independencia en 1831. La nueva Constitución de 1831 fue modelo para todas las monarquías constitucionales de Europa. Bélgica fue declarada nación neutral, como Suiza, hasta 1914. Polonia se levantó contra el poder absoluto del zar Nicolás I. Pero la revolución fracasó por la inacción del clero, el campesinado y la burguesía, y la neutralidad de Reino Unido y Francia. Finalmente, los rusos derogaron la Constitución polaca e incorporaron plenamente el territorio al Imperio ruso. En otras zonas de Europa, los movimientos revolucionarios tuvieron un carácter sobre todo nacional, y tampoco tuvieron éxito. En los Estados alemanes, italianos y suizo, las sociedades secretas, como la masonería, tuvieron un importante papel. Algunos Estados consiguieron una Constitución liberal. Las revueltas en Italia (Módena, Parma, Estados Pontificios) fracasaron por la intervención del ejército austriaco.
5.3 Las Revoluciones de 1848
Las revoluciones de 1848 se debieron a un conjunto de causas económicas (crisis agrícola y financiera de 1847), de política internacional (ruptura de la alianza de Francia con Reino Unido) y sociales (avance del movimiento obrero, republicano y socialista). La revolución comenzó en Francia por la prohibición de actos reivindicativos en París, lo que degeneró en barricadas a finales de febrero. La presión popular obligó a Luis Felipe de Orleans a abdicar y el 24 de febrero se proclamó la Segunda República. El nuevo Gobierno adoptó medidas de carácter revolucionario: convocó elecciones por sufragio universal masculino, abolió la esclavitud, creó los Talleres Nacionales para dar trabajo a los obreros en paro, redujo la jornada laboral a diez horas y reconoció el derecho de huelga. El triunfo moderado en las elecciones de abril limitó estas medidas (por ejemplo, cerraron los Talleres Nacionales); ante lo cual hubo motines populares. Los propietarios querían “orden” y apoyaron la candidatura de Luis Napoleón, sobrino de Napoleón Bonaparte, como presidente de la República, cargo que alcanzó en 1849. Su régimen adquirió desde el primer momento fuertes tendencias autoritarias, y en 1851 dio un golpe de Estado, se autotituló emperador con el nombre de Napoleón III y asumió plenos poderes. En la península italiana, los revolucionarios demandaban Constituciones liberales, sufragio universal y el fin de la ocupación austriaca. Las revueltas nacionalistas fueron reprimidas por las tropas austriacas, que ocuparon Toscana, Módena y Parma. En los Estados alemanes, las revueltas se extendieron a varios territorios, lo que obligó a convocar un Parlamento alemán en Fráncfort. Este Parlamento se proclamó “soberano” y elaboró un proyecto de Constitución. Pero el rey de Prusia se opuso a este Parlamento, que se disolvió en 1849. En el Imperio austriaco, el emperador tuvo que hacer frente a los movimientos nacionalistas húngaros y checos. La revuelta húngara fue reprimida y Hungría quedó reducida a una simple división administrativa del Imperio.
5.4 Balance de las Revoluciones
El balance del proceso revolucionario fue el siguiente:
- Aunque las revoluciones fueron movimientos fundamentalmente liberales y nacionalistas, también se unieron movimientos socialistas.
- Las revoluciones de 1848 cerraron el ciclo revolucionario liberal iniciado en Francia en 1789 y en el resto de Europa en 1820.
- En conjunto, se considera que las revoluciones de 1820-1848 fracasaron. Sin embargo, fue un fracaso relativo, pues se alcanzaron algunos objetivos: sufragio universal masculino en Francia, abolición de la servidumbre en Austria y fortalecimiento del nacionalismo en los territorios italianos y alemanes.
6. Los Nacionalismos
6.1 El Nacionalismo en la Europa del Siglo XIX
La nación, en sentido político, surgió durante las guerras que tuvieron lugar en Europa en tiempos de la Revolución francesa y el Imperio napoleónico, cuando los países ocupados por Francia desarrollaron un sentimiento nacional de rechazo contra la presencia extranjera en su territorio. El nacionalismo maduró entre 1815 y 1848. Muchos grupos rechazaron los acuerdos del Congreso de Viena, que establecieron que algunas nacionalidades y sus culturas quedaran sometidas a Estados o imperios que no reconocían su personalidad.
El sentimiento nacional, influido por el espíritu romántico, se nutrió de la exaltación de la idea de una comunidad con una lengua, una historia, una cultura y —en ocasiones— una religión comunes. Se buscaron las raíces nacionales en el pasado histórico de la Antigüedad o la Edad Media. En muchos casos, la conciencia nacional se reforzó por la lucha contra Estados opresores, ocupantes o administradores.
Los nacionalismos disgregadores
Algunos movimientos nacionalistas tuvieron un carácter desintegrador, es decir, que pretendían separarse de una unidad política más grande y formar su propio Estado. Los ejemplos más claros fueron los movimientos nacionalistas que surgieron en los Imperios austrohúngaro, ruso o turco, en los que se reunían diversas minorías nacionales.
En el siglo XIX, los nacionalismos disgregadores solo tuvieron éxito en Bélgica, que se separó de los Países Bajos, y en Grecia, que se independizó del Imperio otomano. También lograron la independencia o la autonomía de diversos territorios balcánicos.
Los nacionalismos unificadores
Otro tipo de movimientos nacionalistas tuvieron carácter integrador, es decir, pretendían unir en un solo Estado-nación diversos territorios que eran independientes o que estaban bajo dominio de otro Estado. Los dos casos más destacados fueron las unificaciones de Italia y Alemania. Entre ambos hay muchas semejanzas:
- La ocupación francesa durante la Revolución francesa y el Imperio napoleónico difundió las ideas de igualdad, libertad y soberanía nacional, y despertó un sentimiento de nación y de odio a los monarcas “extranjeros”. Herder o Fichte, en Alemania, y Mazzini o Gioberti, en Italia, fueron sus principales teóricos.
- La expansión económica y la unión comercial fueron el preludio de la unificación política.
- Fue importante la formación de movimientos de jóvenes patriotas románticos: por ejemplo, la Joven Italia, de Mazzini, y la Joven Alemania, inspirada en los intelectuales.
- Los reyes Víctor Manuel II (Piamonte-Cerdeña) y Guillermo I (Prusia) dirigieron el proceso, con el apoyo de la burguesía, del Ejército y de sus jefes de Gobierno: Cavour, en Italia, y Bismarck, en Alemania.
6.2 La Unificación Italiana
La unificación de Italia se desarrolló en tres fases.
- 1ª fase (1849-1860): Desde 1848, Víctor Manuel II de Saboya, rey del Piamonte-Cerdeña, dirigió el proceso unificador. Para ello contó con la ayuda de Cavour, primer ministro desde 1852. Se alió con Francia para luchar contra Austria, que dominaba parte del norte de Italia. Austria fue derrotada en las batallas de Magenta y Solferino (1859). Pero el temor de Francia a Prusia, aliada con Austria, redujo el alcance de los acuerdos: el Piamonte solo recibió algunos territorios de Lombardía. En 1860, tras un referéndum, Parma, Módena, Romaña y Toscana se unieron al Piamonte. Se creó un Parlamento común para las zonas de Italia que dominaba Víctor Manuel II, que se declaró Parlamento Italiano.
- 2ª fase (1860-1865): En 1860, los campesinos sicilianos se sublevaron contra el rey de Nápoles. Cavour aprovechó el descontento y envió a Sicilia los mil camisas rojas al mando de Garibaldi. Sicilia, en el sur, y Las Marcas y Umbría, en el centro de Italia, fueron incorporadas al reino de Piamonte. El nuevo Parlamento reconoció a Víctor Manuel II como rey de Italia.
- 3ª fase (1866-1870): La guerra de Prusia e Italia contra Austria (1866) finalizó con la derrota austriaca, que cedió Venecia a Italia, aunque no así otros territorios, como Trentino e Istria. Roma quedó unida a Italia y fue proclamada capital del nuevo Estado tras la derrota de Francia en Sedán (1870). Pero el papa no reconoció la anexión, lo que planteó la “cuestión romana”, que no se resolvió hasta los Tratados de Letrán (1929), que crearon el Estado de la Santa Sede en el corazón de Roma.
6.3 La Unificación Alemana
Prusia lideró la unificación alemana, que pasó por tres fases.
- 1ª fase (1864-1865): Los Estados alemanes, excepto Austria, habían formado en 1834 una unión aduanera (Zollverein) para fomentar la cooperación económica y como un primer paso para una futura unión política. Prusia era el principal Estado alemán y pretendía liderar la unificación, para lo que inició un proceso acelerado de industrialización, de reforzamiento del ejército y de reformas políticas. En 1862, Bismarck fue nombrado canciller de Prusia. Era partidario de una Prusia más poderosa y del predominio social de la aristocracia terrateniente. Dos años después, Bismarck intervino en la crisis de los ducados daneses con la anexión de dos de ellos, Schleswig y Lauenburgo, a Prusia.
- 2ª fase (1866): Prusia se enfrentaba a la rivalidad de Austria, el otro gran Estado alemán. Aprovechando que Austria estaba ocupada con la rebelión de los Estados italianos bajo su dominio, Bismarck propició la invasión del ducado austriaco de Holstein por Prusia. La derrota de Austria en la batalla de Sadowa (1866) materializó la anexión y la creación de la Confederación de la Alemania del Norte.
- 3ª fase (1870-1871): Bismarck firmó una alianza militar con los Estados alemanes del sur. Napoleón III se oponía a su anexión a Prusia por el peligro que un país unificado podía suponer para Francia. Bismarck provocó una guerra con Francia, que fue derrotada en Sedán (1870). Como resultado, Alemania se anexionó Alsacia y Lorena, territorios que fueron causa de disputa con Francia hasta la Primera Guerra Mundial. Nacía así el Segundo Imperio alemán o Segundo Reich, cuyo rey era Guillermo I. El país se convirtió en una de las grandes potencias de la época.