La economía española del siglo XIX dependía fundamentalmente de la agricultura. Sin embargo los rendimientos agrícolas seguían siendo muy bajos pues España presentaba dos problemas:
– Una parte muy importante de la superficie agrícola estaba amortizada, o en “manos muertas”, estas eran de realengo, de mayorazgo, señoríos eclesiásticos, bienes de propios y tierras del común, pertenecientes al ayuntamiento.
– Por otra parte, la mala calidad de las tierras hacia que los rendimientos cayeran rápidamente
Todo esto provoco crisis de subsistencias y limitaron la contribución de la agricultura a la modernización económica de España.
Por esta razón, los reformistas ilustrados tuvieron la certeza de que muchos problemas económicos derivaban de la mala estructura de la propiedad agraria planteando la necesidad de elaborar una reforma agraria que nunca se promulgo. No obstante, los reformistas ilustrados promovieron el desarrollo agrario limitando los privilegios de la mesta, fundando las nuevas poblaciones y mejorando las técnicas de regadío, introduciendo nuevos cultivos e intentando llevar a cabo algunas desamortizaciones de bienes comunes.
Para solucionar el problema de la propiedad de la tierra, el proceso desamortizador fue la primera pieza de la transformación agraria del siglo XIX. Siguiendo el ejemplo de la francia revolucionaria, desamortizar era nacionalizar los bienes de la iglesia o de los municipios para luego ser vendidos en publica subasta. Los ingresos de estas ventas iban dirigidos al saneamiento de la Hacienda publica. El conjunto de leyes desamortizadoras han sido calificadas como una reforma agraria liberal, por que alteraban la distribución de la propiedad y ponía en circulación tierras sin explotar para su cultivo, liberal por que fundamentalmente fueron los gobiernos liberales del siglo XIX quienes las llevaron a cabo.
· La primera etapa del proceso desamortizador del siglo XIX se produjo en el cambio de siglo. Empezó con Godoy y afecto a los bienes de la iglesia, con un resultado positivo para la Hacienda. Le siguieron las medidas desamortizadoras adoptadas por Jose I Bonaparte sobre bienes del clero regular y de la aristocracia. Las cortes de cadiz aprobaron un decreto general de desamortización en 1813, también aprobaron otro decreto por el cual desvinculaban los mayorazgos ; medidas que adoptaron influidas por el liberalismo.
Sin embargo apenas pudo ponerse en practica dada la situación de guerra del país y el retorno al absolutismo de Fernando VII en 1814. Hubo que esperar a 1820, es decir, con el trienio liberal para aplicar las medidas desamortizadoras de las cortes de cadiz. No obstante, la desamortización del trienio favoreció a las clases altas quienes poseían títulos de deuda publica o vales reales con los que compraron parte de las tierras desamortizadas.
· La segunda etapa comenzó con las leyes desamortizadoras del ministro de hacienda Juan Alvarez Mendizabal en 1836-1837 durante la regencia de Mª Cristina. Con esta desamortización, mendizabal pretendía crear una clase de nuevos propietarios fieles a la causa liberal de M.C. en contra de los carlistas, además de sanear la deuda publica.
La desamortización de Mendizabal afecto principalmente a los bienes del clero regular (conventos y monasterios) y posteriormente también a los del clero secular (iglesias y parroquias) de aquellas ordenes que no se dedicaran a la enseñanza ni a la asistecia hospitalaria. Las tierras desamortizadas se vendieron en subasta publica empleando dos sistemas de compra: en metalico y el pago en deuda publica o vales reales.
En total se desamortizaron el 60% de los bienes eclesiásticos en España, aunque los planes de Mendizabal no dieron el resultado esperado pues la guerra continuo y el intento de sanear la deuda publica fracasó.
·La tercera etapa del proceso desamortizador tuvo lugar en 1855 durante el bienio progresista con la ley de desamortización general, obra del ministro de hacienda Pascual Madoz. Por esta razón, se la conoce como <<ley Madoz>>. Afecto tanto a los bienes de la iglesia como de municipios y comunales cuya venta dejo sin tierras a muchos campesinos. Esta nueva ley planteo serios problemas con la santa sede, después del concordato de 1851.
Incluso la reina Isabel II se opuso a la ley, aunque la firmo a regañadientes. La aplicación inmediata de esta ley provoco levantamientos carlitas, empujados por el clero, y la santa sede rompió relaciones con España.
No obstante, a diferencia de la de Mendizabal, afecto sobretodo a los bienes municipales, lo cual suscito una fuerte resistencia por parte de los ayuntamientos.
Las consecuencias de este gran proceso desamortizador del siglo XIX fueron de diverso tipo y tienen diferente valoración dependiendo de las valoraciones historiográficas:
-Las desamortizaciones permitieron poner en cultivo gran cantidad de tierras abandonadas resolviendo en parte el problema de la carestia de alimentos, sobretodo de cereales.
-La desamortización de Mendizabal salvo a la Hacienda de una bancarota y permitió ganar la primera guerra carlista mientras que la de Madoz financio el trazado ferroviario.
En cuanto a las consecuencias negativas:
-Las desamortizaciones incrementaron el numero de grandes terratenientes, nuevos propietarios que invirtieron su dinero en tierras y edificios.
-Los compradores fueron gente adinerada procedente de la vieja nobleza y alta burguesía y aristocracia enriquecidos por el comercio, banca y ferrocarril o que ocupaban los altos cargos de la administración, el ejercito o la iglesia. La nobleza consolido su patrimonio y cambio los abolidos derechos señoriales por la plena propiedad aumentando las rentas de las tierras que habían comprado
-Es por esta razón que no hubo ni se pretendió una reforma agraria, pues la desamortización apenas afecto a la estructura de la gran propiedad de la tierra. La tierra cambio de manos, pero no se modifico el tamaño de la propiedad ni se modernizaron las formas de explotación.
-Por lo tanto, la nobleza y la aristocracia configurarían el poder dominante en el nuevo estado liberal, prácticamente durante el resto del siglo.
-Los campesinos pasaron de ser usuarios de bienes comunales o de tierras bajas a pagar rentas mas elevadas a los nuevos propietarios, que endurecieron los contratos.
-Por otro lado, la iglesia perdió gran parte de su patrimonio inmobiliario, pero también el artístico y documental. La desamortización fue una catástrofe para el patrimonio histórico- artístico de la iglesia por que los conventos abandonados y sus obras fueron saqueados, cedidos a instituciones publicas o vendidos a particulares, acabando en total abandono.
-Por ultimo, los municipios perdieron su principal y tradicional fuente de ingresos, al privatizar los bienes de propios, baldios y comunales.
Las desamortizaciones continuaron hasta finales del siglo XIX aunque no se creo la numerosa clase de pequeños y medianos campesinos que se pretendía, puesto que la subasta de las tierras desamortizadas beneficiaron a los mas adinerados o a las personas que habían comprado vales reales. De este modo en el siglo XIX se perfilo un mapa de grandes regiones latifundistas destacando especialmente Andalucia, Extremadura y Castilla La Mancha, por lo tanto quedaba pendiente una verdadera reforma agraria.