TEMA3
A la muerte de Fernando VII en 1833, se
abre un periodo de regencias por la edad de su heredera ,
primero su madre María Cristina y después Espartero. El reinado de
Isabel II supondrá el triunfo del liberalismo frente al absolutismo
que representaba el carlismo, aunque los cambios no fueron muy
profundos debido a los pronunciamientos militares.
El carlismo es anterior a 1830, referido a los seguidores de Carlos María Isidro, hermano del rey, partidario del absolutismo cuyo lema era Trono y Altar, pero fue la cuestión dinástica la que decidió la confrontación bélica.
Las viejas estructuras veían el liberalismo capitalista como un proyecto de la burguesía, reaccionando los grupos que serían subordinados: clero, campesinado, foralistas, algunos nobles y parte del ejército, dando al carlismo un contenido popular y regional además de absolutista. La insurrección tendrá mayor importancia en Cataluña, Vasco-Navarra y Levante.
El carlismo se basa en tres principios fundamentales: tradición católica, monarquía autoritaria sin parlamento y defensa de la estructura corporativa foral.
Hubo dos guerras, 1833-1840 y 1872-76, donde los carlistas disponían de ejército, aunque éstos contabilizan cinco, en realidad fueron “episodios” (1845, década de 1860, 1936-1939). La Iglesia atrajo a los campesinos a la causa carlista, aunque tuvo mucha importancia el deseo de mantener unos fueron que proporcionaban grandes beneficios y privilegios.
La primera guerra carlista coincide con la regencia de Mª Cristina, se distinguen tres fases:
1.- 1833-35. Zumalacárregui dominó las zonas rurales del área vasconavarra y Cataluña, pero no las ciudades, al estar su ejército desabastecido. Murió en el sitio de Bilbao.
2.- 1835-37. El ejército isabelino consigue aislar en parte al carlismo tras los fracasos en Madrid y Andalucía
3.- Espartero consigue cercar al carlismo. En el norte concluyó en 1839 con el pacto de Vergara entre Espartero y Maroto. En la zona catalano-levantina finaliza en 1840 con la expulsión de Cabrera.
La victoria del bando isabelino se debió a la aparición de generales progresistas (Espoz y Mina, San Miguel, Serrano y Espartero), los deseos de los generales carlistas de firmar acuerdos honorables y la ayuda de Francia e Inglaterra con armas y pertrechos, partidarios de un Estado liberal que afrontara la Deuda Externa.
En el reinado de Isabel II, el ejército tuvo un doble protagonismo, el connatural a su razón por la guerra carlista y la intervención anómala en la Administración de Estado, mediante los pronunciamientos, cuyos ingredientes son la acción militar, la invitación a los civiles a sumarse a la misma y el visto bueno de la Opinión Pública, que se manifiesta a través de la prensa.
El constitucionalismo es el resultado de la acción política realizada no por partidos políticos como actualmente, sino por lo que podríamos llamar familias políticas. Las formaciones que sostuvieron al régimen isabelino fueron fundamentalmente:
-Moderados:
defendían la soberanía compartida entre Corona y Corte, la defensa de las
Instituciones tradicionales, libertad del pueblo como concesión de la Corona y el
Proteccionismo económico (Bravo Murillo , Narváez)
-Progresistas:
defensores del liberalismo exaltado, partidarios de la Soberanía Nacional, el progreso, el librecambismo, supresión de impuestos de consumo y aranceles aduaneros y la libertad connatural del hombre. Sus logros son la desamortización, la aprobación de la libertad de expresión y la autonomía concedida a los ayuntamientos. Recibieron el apoyo de las clases medias, de la oficialidad del ejército y de los menestrales. (Olózaga, Espartero).
-Unión Liberal:
procedía del sector puritano moderado, considerada precursora del partido canovista. Defendía una política de realidades, el fomento del progreso capitalista y la descentralización administrativa, su lema “mejorar sin destruir” (Ríos Rosas, Alonso Martínez, Manuel Cortina, O´Donell).
–
Demócratas:
desgajados del progresismo, defendían la soberanía nacional, la división de poderes, la igualdad ante la ley, la defensa de los derechos del individuo, la oposición a las Quintas, la desamortización y la libertad de comercio.
Es necesario hablar de los procesos electorales, el nivel de abstención era muy elevado por la abrumadora población rural y el caciquismo se fue extendiendo, convirtiéndose el fraude electoral e un mal endémico del sistema político español. Los moderados preferían los distritos unipersonales, que favorecían el caciquismo, y los progresistas el colegio único provincial, que favorecía mayor limpieza del proceso y mayor representación urbana y eran también defensores del sufragio univeral.
Marco constitucional del reinado de Isabel II
– Estatuto Real de 1834
-Constitución de 1847
-Constitución de 1845. La de mayor vigencia y reforma moderada de la anterior
-“Non nata” de 1856
La Regenta María Cristina se vio obligada a ponerse en manos de los liberales para defender los derechos al trono de su hija, facilitando así la transición al liberalismo.
Dirigió un Manifiesto que no contentó a nadie porque proponía el mantenimiento del sistema absolutista, ante la oposición nombró a Martínez de la Rosa para realizar las reformas necesarias. Elaboró El Estatuto Real, texto limitado comparado con la Constitución de Cádiz, pero fue positivo porque puso fin al absolutismo monárquico.
Tras la renuncia de Martínez de la
Rosa, nombra como jefe de gobierno a Mendizábal.
Se inaugura
así el Bienio Progresista, cuyos objetivos fueron:
-Reforma del Estatuto Real
-Restablecimiento de la Hacienda
-Reforma del sistema tributario
El mandato de Mendizábal se centró en la creación de las Diputaciones Provinciales, la reorganización del ejército y de la administración de Justicia. Su pieza maestra fue el decreto de 19 de febrero de 1836 por el que se pone a la venta los bienes del clero. Los objetivos de esta desamortización eran el saneamiento de la Hacienda y la creación de una clase social de compradores de bienes desamortizados afines al nuevo régimen
En 1836 es sustituido por Istúriz, más moderado, pero los sargentos de la Guardia Real se pronuncian en La Granja y obligan a la Regente a restaurar la Constitución de 1812 y a convocar elecciones. En la nueva legislatura se revisa la Constitución doceañista y nace la Constitución de 1837, que reconocía la soberanía nacional y restablecía el sistema bicameral.
Se celebraron elecciones municipales
que dieron lugar a la formación de Ayuntamientos Progresistas. Pero
unas nuevas elecciones a Cortes dieron el triunfo a los moderados,
paralizando la aplicación de la legislación progresista.
En 1840 los moderados intentaron realizar un proyecto de ley por el cual la Corona designaba a los Alcaldes, provocando la sublevación de numerosos Ayuntamiento, auxiliados por la Milicia Nacional. María Cristina ofreció a Espartero formar gobierno, pero se niega y le exige que abandone la Regencia y España.
Se inicia así la Regencia de Espartero, considerado un paladín del liberalismo, pero en su mandato fue derivando hacia el autoritarismo, provocando la escisión de los progresistas. Su regencia se desarrolló en un ambiento hostil, aunque su fin de debió a sus errores políticos, sobre todo la sangrienta represión y bombardeo de Barcelona en 1842, que se había levantado en contra de la ley librecambista.
Triunfa el pronunciamiento de julio de 1843 en Sevilla, colaborando moderados y progresistas y el moderado Narváez derrota en Torrejón de Ardoz a Espartero, obligándole a exiliarse.
El Gobierno provisional decide adelantar la mayoría de edad de ISABEL (13 años). Su reinado tendrá matices moderados por la continua alianza con éstos. Se inicia con Narváez la Década Moderada (1844-1854, con una política centralizadora, autoritaria y limitadora de las libertades, y con un gran protagonismo de los militares en la vida pública (en 1853 el 75% de los diputados eran militares).
Se promulga la Constitución de 1845, que surgió como reforma de la del 37 y acabó expresando la ideología moderada, conocida como liberalismo doctrinario, cuyos principios eran:
-Soberanía compartida entre la Corona y las Cortes. Sistema bicameral con Cámara Alta de designación real
-Anulación de la primacía del poder municipal, Milicia Nacional y Juicio por Jurados
-Libertades muy restringidas
-Cuerpo electoral reducidísimo
-Proposición de reforma de la Hacienda que favoreció a los terratenientes
Se quiso acelerar la modernización del país con una serie de medidas, pero no consiguieron acabar con la pobreza del país y el descontento se reflejará en nuevos pronunciamientos.
Después de la revolución francesa de 1848 Narváez gobernó por decreto, como un auténtico dictador, pero fue la exportación de cereal a Inglaterra, que supuso su escasez y encarecimiento en España, lo que unió a la oposición civil y militar, provocando la sublevación de Dulce, Ros de Olano y O´Donell que vencen a los gubernamentales en Vicálvaro. Los políticos publican el “Manifiesto de Manzanares”, que defiende:
– Ampliación de la Ley Electoral
-Restablecimiento de la Milicia Nacional
-Libertad de Imprenta
La reina llama a Espartero a gobernar y se inaugura el Bienio Progresista, recayendo el auténtico poder en O´Donell. En este contexto hay que situar la “Non Nata”, constitución de corte progresista elaborada por Espartero en 1856 que no entró en vigor. Pero la labor legislativa fue importante, sobre todo por la Ley de Desamortización General de 1855, que intentaba completar la obra de Mendizábal. Hecha a medida de los terratenientes y burgueses urbanos.
Pese a la aparente modernización, los gobernantes se vieron obligados a abrir las puertas al capital extranjero, aumentando la inflación, que hizo crecer el malestar social. En 1855 se produce en Barcelona la primera huelga del proletariado español.
En 1856 la reina entrega el poder a O´Donell, volviendo al moderantismo, quien intentó reanudar la desamortización por lo que perdió todos los apoyos y tuvo que dimitir.
En 1858 vuelve Narváez al poder gobernando por decreto, los progresistas se dedicaron a conspirar para derribarlo
Ese mismo año volvió O´Donell, aplicando una política colonial de escasos resultados económicos pero que satisfizo al ejército y con una coyuntura económica favorable. Pero desde los años 60 comenzaron los problemas, por la impopularidad de la reina, la crisis económica y los brotes de oposición carlista, lo que llevó a su caída en 1863.
En el último periodo del régimen
isabelino volvieron a gobernar Narváez primero y O´Donell
después. La violencia con la que O´Donell reprimió el
pronunciamiento de los oficiales jóvenes, hizo que la reina llamara
otra vez a Narváez, quien gobernará hasta 1867 en unión de
González Bravo.
Detrás de todos los pronunciamientos
encontramos siempre al mismo personaje, Prim, quien tras los
fracasos quedó convencido de que sólo vencerían si se llegaba a un
pacto antidinástico con los demócratas. La mala situación
económica, unida al desprestigio de la reina y a la intransigencia
gubernamental facilitaron el Pacto de Ostende, en el que se
acordó la supresión del régimen isabelino.
Prim fue
nombrado presidente del Comité Revolucionario. La Revolución de
Septiembre había comenzado y con ella el SEXENIO
REVOLUCIONARIO.
La reina se exilió en Francia.